El ¡®s¨ªndrome de perder el tren¡¯
Creer que una situaci¨®n cr¨ªtica es irreversible es un error. En cualquier momento podemos tomar los mandos de nuestro presente para moldear un futuro mejor
El oto?o, aunque ya estemos atisbando su final, es sin¨®nimo para muchos de tedio y rutina. Un tiempo de intimidad y silencio, de menos diversi¨®n. Sin embargo, para otros representa tambi¨¦n una ¨¦poca estimulante, el pistoletazo de salida de una nueva temporada, de nuevos retos y ambiciones. Existen adem¨¢s otros oto?os que nada tienen que ver con el calendario. Esa intensa y frustrante sensaci¨®n de que ya es demasiado tarde para llevar a cabo algo que ansiamos, tarde para otras ilusiones. Sencillamente porque notamos que se secan las hojas de nuestro ¨¢rbol y solo tenemos por delante un fr¨ªo invierno.
A quien est¨¦ inmerso en una suerte de melancol¨ªa quiz¨¢ le reconforte saber que no est¨¢ solo
Sentimos que hemos perdido el tren, y nos pasa tanto en relaci¨®n con un prop¨®sito profesional como con uno personal. Le ocurre a ese abogado de 35 a?os que considera que ya es tarde para apearse de una desilusionante carrera y renuncia a una empresa con la que sue?a. Y tambi¨¦n le sucede a una persona mayor que desiste de luchar por una relaci¨®n sentimental, ¡°porque a mi edad no toca¡±.
?Pero qu¨¦ nos lleva a sentir que hemos perdido el tren, que es demasiado tarde, y nos frena a la hora de apostar por algo? Nuestras acciones y decisiones est¨¢n condicionadas por nuestras creencias o modelos mentales. Y todos tenemos un buen repertorio de ellas. Algunas nos impulsan; otras nos limitan. Pero muchas son inconscientes y todas son activas, porque moldean nuestros actos. Son juicios, opiniones muy arraigadas que se forman en el pasado, viven en el presente y condicionan nuestro futuro.
Para saber m¨¢s
Libros
La quinta disciplina. Peter Senge
El hombre en busca de sentido. Viktor Frankl
Pel¨ªculas
Up. (2009)
American Beauty. (1999)
¡°Valgo lo mismo para un barrido que para un fregado¡± es una idea de acci¨®n permanente que nos proporciona un impulso positivo ante cualquier cambio. Al contrario, pensamientos como ¡°hay que seguir la tradici¨®n familiar de ser abogado para estar bien considerado¡± o ¡°hay que sufrir para tener ¨¦xito¡± nos dificultar¨¢n la deseada metamorfosis profesional. ?Cu¨¢nto le costar¨¢ a alguien que piensa que vale para todo llevar a cabo una reorientaci¨®n profesional? ?Cu¨¢nto le costar¨¢ a alguien que piensa que para estar bien considerado ha de seguir la tradici¨®n familiar? ?Lo ven?
Hasta aqu¨ª, creencias individuales. Pero m¨¢s all¨¢ est¨¢n las creencias colectivas. Muchos de nuestros pensamientos personales son a su vez compartidos por una familia, una comunidad, grupo social o cultura determinada. Las creencias colectivas nos refuerzan o nos limitan a¨²n m¨¢s. ?Cu¨¢nto nos costar¨¢ apostar por algo nuevo si, adem¨¢s de nosotros mismos, nuestro entorno nos repite que m¨¢s vale p¨¢jaro en mano que ciento volando? Muchas veces viajar o salir de esos c¨ªrculos m¨¢s pr¨®ximos nos ayuda a ver nuestra casa desde otra ventana, y a cuestionar aquellas creencias colectivas limitadoras de las que no ¨¦ramos conscientes. As¨ª, si pensamos que se nos ha pasado el tren, ¡°porque a mi edad no es correcto volverse a casar o porque a los treinta y tantos he de estar ya bien situado¡±, ser¨¢ probablemente m¨¢s dif¨ªcil para nosotros alcanzar ese objetivo que deseamos.
Quiz¨¢ haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser tambi¨¦n enemigo de las m¨ªas
Jorge Luis Borges
?Fin de la historia? No. Nuestras creencias ti?en nuestra percepci¨®n de las cosas, s¨ª. Pero no con tinta permanente. As¨ª pues, con un gran trabajo de introspecci¨®n podemos revisar ese juicio que nos est¨¢ impidiendo atrevernos a alcanzar nuestro objetivo. ?Qu¨¦ hay que hacer? Busquemos qu¨¦ creencia nuestra est¨¢ en juego, hag¨¢mosla consciente, revisemos su validez y despu¨¦s decidamos si queremos continuar con ella a cuestas o la sustituimos por otra. Nada f¨¢cil. Pero no es tinta indeleble. Este primer obs?t¨¢culo ?se salva!
Una clienta en el ecuador de sus 40 me dec¨ªa hace un par de a?os: ¡°Me siento mayor, muy mayor. De repente, en dos a?os, me veo como una se?ora, me miro al espejo y es duro aceptar que todo caiga. Siento que envejezco. Plantearme un cambio laboral y pensar que he perdido el tren me hunde¡±.
En una l¨ªnea del tiempo, existe el pasado, el presente y el futuro. Lo que no es presente o futuro pertenece al pasado. Y es que, citando a Peter Senge, solemos pensar en l¨ªneas rectas a pesar de que el mundo tenga estructuras circulares. Piensen en c¨®mo ha sido su vida, ?c¨®mo la dibujar¨ªan? ?Ser¨ªa una l¨ªnea cronol¨®gica tal y como aprendimos historia en el colegio? ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si la visualizaran en c¨ªrculos, en etapas? Como si fueran eslabones que se engarzan. Ver¨ªamos n¨ªtidamente qu¨¦ engranaje les une, cu¨¢ntos aros hay, qu¨¦ distingue un aro del otro. Y en la perspectiva global observar¨ªamos el collar de nuestra vida.
Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones sobre ellas
Epicteto
El pensamiento lineal al que estamos acostumbrados nos resta capacidad para reparar en los procesos y nos inclina a detenernos en los hechos concretos. Es muy ilustrativa la met¨¢fora de la rana hervida. Si metemos una rana en una olla con agua a temperatura ambiente, se sentir¨¢ probablemente en su salsa. Si hacemos el experimento de calentar el agua de la olla a fuego muy lento, la rana no se dar¨¢ cuenta del cambio progresivo de temperatura. Morir¨¢ hervida sin percatarse. As¨ª de importante es la visi¨®n del proceso.
Cuando se tiene el s¨ªndrome de perder el tren, un cambio de enfoque puede ser providencial. Pensar en un proceso compuesto por ciclos y no en l¨ªneas rectas del nacimiento a la muerte puede llevarnos a ver y vivir nuestra situaci¨®n de manera distinta. El Hudson Institute de Santa B¨¢rbara propone analizar todo cambio a trav¨¦s de un diagrama circular estructurado en cuatro fases, parecido a la transformaci¨®n de una oruga en cris¨¢lida y que muchos coaches conocemos bien.
La primera etapa del cambio en el ciclo de la mariposa es la del huevo. En esta fase uno se siente desmotivado, cabizbajo, atrapado en una melancol¨ªa que no le permite pensar, re¨ªr. Un tiempo que preside la lentitud, la pesadez, la falta de alternativas, la procrastinaci¨®n (esa tendencia de dejar las cosas para m¨¢s tarde). Una suerte de oto?o interminable seg¨²n nuestro ejemplo anterior. Pero sin que usted lo advierta est¨¢ ocurriendo algo necesario en todo proceso de cambio. Es la parte positiva. Estamos en el inicio de una gestaci¨®n. Lo duro es que la decisi¨®n de abandonar esta etapa no suele ser racional. Llegar¨¢ a la ra¨ªz de nuestro propio trabajo interior o en un momento en que nosotros o alguien nos abra una puerta que de repente nos haga ver una direcci¨®n, un sentido claro.
Nada nos enga?a tanto como nuestro propio juicio
Leonardo da Vinci
Este es el vest¨ªbulo de un segundo periodo conocido como la fase de la larva, en la que algo nuevo se empieza a probar, pensar y forjar lenta e ¨ªntimamente. Tras haber empezado a tejer, protegidos por nuestro capullo, llega la fase de la cris¨¢lida, en la que la curiosidad y una energ¨ªa renovada nos ayudar¨¢n a construir nuevas redes, a explorar otros horizontes y a concretar las ideas. Finalmente, alcanzaremos la ¨²ltima etapa, la de la mariposa. Aqu¨ª, por fin, la emoci¨®n, la adrenalina, el positivismo y el compromiso con unos objetivos ¨Cahora s¨ª¨C bien trazados marcar¨¢n un claro despegue de nuestro nuevo proyecto.
?Se anima a cambiar de perspectiva? A aquel que piense que ha perdido el tren, que ya es tarde, y a quien est¨¦ inmerso en una suerte de melancol¨ªa vital con ganas de algo m¨¢s, quiz¨¢ le reconforte saber que no est¨¢ solo. Cuando estemos en ese momento, en una fase claramente ap¨¢tica, probablemente sea enriquecedor recordar la vida como un proceso y no como una mera l¨ªnea. Que permanezcamos m¨¢s o menos tiempo en estos otros oto?os depender¨¢ de lo profunda y radical que sea la transici¨®n que queramos hacer. Y de lo profunda y radical que sea nuestra creencia de que llegamos tarde.
Pero no olvide que si toma conciencia de que ya est¨¢ en un nuevo cap¨ªtulo, probablemente las siguientes fases lleguen con mayor rapidez. Dese la oportunidad de sacar todo el jugo a cada etapa. Siga dibujando c¨ªrculos. Dijo Viktor Frankl: ¡°Muchos de los prisioneros del campo de concentraci¨®n creyeron que la oportunidad de vivir ya se les hab¨ªa pasado y, sin embargo, la realidad es que represent¨® una oportunidad y un desaf¨ªo: que o bien se puede convertir la experiencia en una victoria, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desaf¨ªo y limitarse a vegetar como hicieron la mayor¨ªa de los prisioneros¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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