Kepel: ¡°Los yihadistas consideran a Europa el punto flaco de Occidente¡±
?Cu¨¢ndo y d¨®nde naci¨® la yihad? ?C¨®mo ha evolucionado? ?Por qu¨¦ ataca a Europa? ?Qui¨¦nes son los terroristas que matan en nombre del islam? El polit¨®logo franc¨¦s Gilles Kepel recorre desde Afganist¨¢n a Francia a trav¨¦s del Magreb y Oriente Pr¨®ximo hasta desembocar en las ¨²ltimas matanzas de Par¨ªs
Cuando se le pregunta a Gilles Kepel qu¨¦ le incit¨® a dedicar media vida al estudio del islam y las sociedades ¨¢rabes, el polit¨®logo responde con una mezcla de pudor y misterio: ¡°Lea el ¨²ltimo cap¨ªtulo de mi libro y lo entender¨¢¡±. Al salir de la entrevista, corremos a abrir Passions arabes, el diario de su viaje por el Magreb y Oriente Pr¨®ximo a principios de esta d¨¦cada, cuando la irrupci¨®n de las revoluciones empezaban a transformar sus paisajes. Encontramos a un joven de 19 a?os ¨C¡°trotskista, ateo y anticlerical¡±, ¡°bruscamente hu¨¦rfano de madre y m¨¢s bien solitario¡±¨C subido a un barco sovi¨¦tico durante el verano de 1974, cruzando Anatolia en autostop hasta alcanzar la frontera con Siria en Bab al Hawa y descubriendo un panorama exuberante que ya hab¨ªa olfateado en los c¨®mics de Tint¨ªn.
Gran especialista franc¨¦s en el islam, profesor del Instituto de Estudios Pol¨ªticos (Sciences Po) y de la Escuela Normal Superior de Par¨ªs, este hijo de intelectual checo y profesora provenzal se ha pasado cuatro d¨¦cadas analizando c¨®mo el paisaje idealizado de su juventud se ha terminado convirtiendo en ¡°una letan¨ªa de cad¨¢veres ensangrentados y ejecuciones sumarias¡±, en un lugar donde las mujeres con quien intercambi¨® miradas c¨®mplices se encuentran ¡°reclusas tras la apertura siniestra del velo, como lo est¨¢n hoy en los entornos sun¨ªes¡±, sostiene. Y tambi¨¦n en c¨®mo la mancha del islamismo radical se ha ido expandiendo y retrayendo a lo largo de los ¨²ltimos a?os. En su ¨²ltimo libro, Terreur dans l¡¯Hexagone. Gen¨¨se du djihad fran?ais (Gallimard), que llega esta semana a las librer¨ªas francesas, Kepel examina la emergencia de una tercera ola de yihadismo, enraizada en el territorio europeo y alimentada por sus flaquezas, que ha eclosionado con los atentados del 13-N en Par¨ªs. Al Estado Isl¨¢mico, Kepel prefiere llamarle Daesh, usando su acr¨®nimo en ¨¢rabe, para evitar darle ¡°la legitimidad de un Estado¡±.
La pregunta que se hace todo el mundo es qu¨¦ pasar¨¢ ahora. ?En qu¨¦ mundo viviremos durante los pr¨®ximos meses o a?os? Solo hay una manera de responder a esa pregunta: contextualizando lo que est¨¢ sucediendo, d¨¢ndole una perspectiva hist¨®rica y procurando entender que nos encontramos ante una nueva generaci¨®n de yihadistas, la tercera, que es muy distinta a las dos anteriores, pero que a la vez supone una s¨ªntesis de ambas. Antes de saber ad¨®nde vamos, debemos tratar de entender de d¨®nde venimos.
Cu¨¦ntenos, entonces, de d¨®nde venimos. ?En qu¨¦ momento se origina la yihad? La primera generaci¨®n de yihadistas aparece en Afganist¨¢n en 1979, cuando el ej¨¦rcito sovi¨¦tico invade el pa¨ªs. Se trata de un movimiento sun¨ª que fue entrenado y armado por la CIA, y financiado por los saud¨ªes y las petromonarqu¨ªas del Golfo. El objetivo de los estadounidenses era que la Uni¨®n ?Sovi¨¦tica sufriera su propio Vietnam, adem¨¢s de frenar la expansi¨®n de Ir¨¢n, de mayor¨ªa chi¨ª. En febrero de 1989 ganan esa batalla; los sovi¨¦ticos se retiran de Afganist¨¢n. De regreso a sus pa¨ªses, los brigadistas extranjeros se dicen que deber¨ªan intentar duplicar esa victoria para hacer caer los reg¨ªmenes de Argelia y Egipto. Fracasan porque la poblaci¨®n local ¨Cincluso quienes sent¨ªan cierta simpat¨ªa por su combate¨C les da la espalda tras los atentados en Luxor y en el templo de Hatshepsut en 1997.
?La segunda generaci¨®n emerge en ese punto? Ante ese fracaso, los yihadistas abogan por un cambio de estrategia. En lugar de atacar a enemigos geogr¨¢ficamente cercanos, se adentrar¨¢n en tierras m¨¢s lejanas. En realidad, aspiran a recrear el islam primitivo, la proeza del Profeta y sus seguidores, que hicieron caer al Imperio Persa Sas¨¢nida y despu¨¦s a Bizancio. Tras derrotar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los yihadistas deciden ir a por el Bizancio contempor¨¢neo: Estados Unidos. Ah¨ª se origina la razia de Al Qaeda del 11-S, en Nueva York y Washington. Su impacto medi¨¢tico ser¨¢ impresionante, a la altura del n¨²mero de v¨ªctimas, pero se tratar¨¢ de un gran fracaso pol¨ªtico, ya que, una vez m¨¢s, no logran movilizar a nadie.
?Qu¨¦ aprende la tercera generaci¨®n de ese fracaso? La tercera generaci¨®n la impulsa Abu Musab al Suri, alias Mustaf¨¢ Setmarian, hijo de la aristocracia sun¨ª de Alepo, formado en Irak y que act¨²a como relaciones p¨²blicas oficioso de Bin Laden en Europa. Este hombre pelirrojo de ojos azules ¨Cque vivi¨® en Espa?a durante los ochenta y se cas¨® con una espa?ola, Elena Moreno¨C publica en 2005 un volumen de 1.600 p¨¢ginas, titulado Llamada a la resistencia isl¨¢mica mundial, donde defiende la creaci¨®n de una yihad que surja de las bases, en lugar de funcionar jer¨¢rquicamente, de arriba abajo. Hasta entonces, Al Qaeda hab¨ªa funcionado como un sistema piramidal, casi leninista. Era Bin Laden quien pagaba los cursos de aviaci¨®n, configuraba una hoja de ruta para seguir a rajatabla y reservaba los billetes de avi¨®n. Pero la organizaci¨®n ten¨ªa una debilidad: no contaba con un territorio y su base era fr¨¢gil, sin un verdadero arraigo.
El 13-N tendr¨¢ una influencia indudable en ese voto de ultraderecha, aunque no m¨¢s que el ¨¦xodo de refugiados, que ha despertado el fantasma de la ¡°gran sustituci¨®n¡±
Otro de los cambios que propone Al Suri es dejar de atacar Estados Unidos y empezar a hacerlo en Europa. ?Por qu¨¦? Los yihadistas consideran que Europa es el punto flaco de Occidente. En un momento dado, Al Qaeda se da cuenta de que Estados Unidos es demasiado fuerte, mientras que Europa est¨¢ desunida, compuesta por m¨²ltiples Estados descoordinados, con las fronteras delimitadas por el colador de Schengen y gobernada con mediocridad por instituciones incapaces de luchar contra el terrorismo. Atentar contra Europa tambi¨¦n les permite utilizar a los j¨®venes surgidos de la inmigraci¨®n musulmana, mal integrados y, en el caso franc¨¦s, residentes en las desasosegadas banlieues. La jerarqu¨ªa de Al Qaeda quedar¨¢ sustituida por el rizoma sobre el que teoriz¨® Gilles Deleuze [una estructura sin subordinaci¨®n cl¨¢sica, en la que todos sus integrantes pueden incidir en su funcionamiento]. Es decir, que Daesh establece una hoja de ruta global, pero sus seguidores tienen autonom¨ªa para actuar. De ah¨ª surgir¨¢n nombres como Mohamed Merah [que atent¨® contra una escuela jud¨ªa de Toulouse en 2012], los hermanos Kouachi [los terroristas de Charlie Hebdo] o Abdelhamid Abaaoud [presunto cerebro del 13-N].
?C¨®mo lograron escapar esos terroristas al control de la Administraci¨®n francesa, que los ten¨ªa fichados o incluso encarcelados? Los servicios secretos sab¨ªan c¨®mo luchar contra Al Qaeda: ten¨ªan controladas las mezquitas y los lugares de radicalizaci¨®n, sab¨ªan interceptar su comunicaci¨®n y desarticularon distintas redes francesas. Pero no lograron entender ese paso de la segunda a la tercera generaci¨®n. En los ¨²ltimos 10 a?os, las c¨¢rceles francesas se han convertido en incubadoras de radicales bajo la mirada de la Administraci¨®n penitenciaria. En Fleury-M¨¦rogis, al sur de Par¨ªs, el cargo m¨¢s alto de Al Qaeda en Francia, Djamel Beghal, dorm¨ªa justo encima de las celdas de Ch¨¦rif Kouachi y Amedy Coulibaly [el terrorista del supermercado jud¨ªo de Par¨ªs]. Se hablaban por la ventana sin que nadie se enterara. Es un fracaso de nuestras ¨¦lites, incapaces de hacer autocr¨ªtica. La burocracia francesa se considera infalible y omnisciente: prefiere hundir el pa¨ªs antes que juzgarse a s¨ª misma.
Considera que los atentados de noviembre son, al igual que los del 11-S, ¡°un fracaso impresionante¡±. ?En qu¨¦ sentido? Han sido un ¨¦xito t¨¢ctico, pero un fracaso estrat¨¦gico. Han matado a mucha gente, pero han cometido numerosos errores. Los atentados se ejecutaron por amateurs. A uno de los terroristas lo vieron en el metro, otros no lograron hacer estallar sus cinturones de explosivos¡ Algo as¨ª nunca hubiera sucedido en tiempos de Al Qaeda. Y a nivel pol¨ªtico tambi¨¦n est¨¢ siendo un fracaso. La solidaridad con Daesh es inexistente. Por primera vez, todos los imames se han manifestado en contra, e incluso los terroristas de las c¨¢rceles francesas les niegan el apoyo. Como en la Argelia de los noventa, todo el mundo est¨¢ unido en el dolor. Habr¨¢n logrado aterrorizar al adversario, pero no provocar la guerra civil que persegu¨ªan. Ni dividir a la poblaci¨®n.
El Frente Nacional supera el 40% de intenci¨®n de voto en algunas regiones francesas. ?No es un s¨ªntoma de la fragmentaci¨®n social a la que aspira Daesh? No es exacto. El 13-N tendr¨¢ una influencia indudable en ese voto, aunque no m¨¢s que el ¨¦xodo de refugiados, que ha despertado el fantasma de la ¡°gran sustituci¨®n¡± [la teor¨ªa ultraderechista sobre una invasi¨®n musulmana que suplantar¨¢ a los aut¨®ctonos]. Los electores del Frente Nacional aspiran a reconstruir una sociedad puramente francesa aislada de Europa y de la inmigraci¨®n, pero muchos votan para protestar contra las ¨¦lites pol¨ªticas. Entre sus votantes se encuentran tambi¨¦n hijos de la inmigraci¨®n, j¨®venes de las banlieues que no encuentran trabajo y que ya no creen en la izquierda de Hollande. Votan a Marine Le Pen sin pensar en la xenofobia que encierra su discurso.
?Fue el 13-N, como se ha repetido sin cesar, un ataque a un modo de vida, a un pa¨ªs que sigue crey¨¦ndose guiado por los valores de la Ilustraci¨®n? El comunicado de Daesh era muy expl¨ªcito al respecto. Francia era descrito como un pa¨ªs de org¨ªas y prostituci¨®n, con el Bataclan convertido en foco de m¨¢xima depravaci¨®n. Para Daesh, la purificaci¨®n es un concepto importante, tambi¨¦n en el sentido del comportamiento sexual. Por eso lapidan a los homosexuales o los tiran desde lo alto de un edificio. En ese sentido, la sociedad francesa es emblem¨¢tica de una libertad que no existe en la misma medida en el mundo anglosaj¨®n. Dicho esto, la historia colonial francesa en lugares como Argelia y Mal¨ª cuenta m¨¢s que ese ataque a los valores de la Ilustraci¨®n, que es secundario.
En su nuevo libro, usted opina que no hay que menospreciar la motivaci¨®n ¡°retrocolonial¡± de los terroristas, ese lazo invisible con los tiempos de la Argelia francesa, pese a que ellos no la conocieran en primera persona. Muchos terroristas persiguen la venganza de sus padres o de sus abuelos. Los yihadistas de tercera generaci¨®n se creen con legitimidad para proceder a un ajuste de cuentas, pese a que hayan nacido en Francia, hayan estudiado en la escuela francesa y se hayan beneficiado de todas las ayudas sociales del Estado de bienestar. El caso de Mohamed Merah es muy representativo. Perpetr¨® su ataque el mismo d¨ªa del 50? aniversario del alto el fuego de la guerra de Argelia. Puede que no lo supiera, porque no era un gran intelectual, pero no deja de ser una elecci¨®n simb¨®lica. Tampoco me parece casual que, d¨ªas despu¨¦s de la matanza, su madre afirmara, con gran orgullo, que su hijo hab¨ªa puesto al pa¨ªs ¡°de rodillas¡±. Era una familia que odiaba Francia.
En la semana posterior a los atentados, ning¨²n pol¨ªtico franc¨¦s habl¨® de otra cosa que de seguridad y estrategia militar. Sin justificar lo injustificable, ?no hay que preguntarse tambi¨¦n de d¨®nde surge ese resentimiento? El ¨²nico que se desmarc¨® fue el ministro de Econom¨ªa, Emmanuel Macron, que habl¨® de la existencia de un ¡°caldo de cultivo¡± que le parec¨ªa ¡°responsabilidad¡± de Francia. Estoy de acuerdo con ¨¦l, de eso hablo en mis libros. Lo que no se puede decir es que el problema es el modelo de integraci¨®n o los valores republicanos. Incluso en lugares muy fragmentados, la escuela sigue siendo el ¨²nico espacio para un proyecto social com¨²n. El problema no es el sistema, sino los individuos que lo gestionan. El fracaso es solo de esa ¨¦lite que menosprecia la ense?anza y recorta los presupuestos de institutos y universidades.
Eso opina tambi¨¦n el escritor Michel Houellebecq, que culpa a la clase pol¨ªtica de lo ocurrido¡ No s¨¦ si sabe que Houellebecq afirma que se document¨® con mis libros para escribir Sumisi¨®n, lo que me vali¨® muchas cr¨ªticas de mis colegas. ?Qu¨¦ culpa tendr¨¦ yo de que quisiera leerme?
?Qu¨¦ le pareci¨® la novela? ?Confiri¨® cierta legitimidad a la teor¨ªa de la ¡°gran sustituci¨®n¡± de la que hablaba antes? No lo creo, es solo ficci¨®n. Houellebecq es un gran novelista, tal vez el ¨²ltimo escritor franc¨¦s que ser¨¢ le¨ªdo en el extranjero. Otra cosa son sus opiniones pol¨ªticas¡ La realidad y la ficci¨®n tienen que seguir formando parte de dominios distintos. A m¨ª me gusta el Houellebecq novelista, pero el comentarista pol¨ªtico ya ser¨ªa otra cosa.
Volviendo al caldo de cultivo, ?se puede interpretar el 13-N como un enfrentamiento entre dos juventudes francesas, la privilegiada y la desfavorecida? No. Es incorrecto pensar que en esos barrios solo vive una juventud bohemia y moderna. Tambi¨¦n residen muchos hijos de extranjeros, a los que los terroristas tambi¨¦n mataron. En cambio, entre las v¨ªctimas hab¨ªa pocos jud¨ªos, sus enemigos tradicionales, porque era Sabbat. Es otro indicio de su fracaso. En cierta manera, fue como si los terroristas se mataran a s¨ª mismos. El objetivo de Daesh es exterminar a los ap¨®statas, que incluye a quienes hacen de puente entre ambos mundos, a los polic¨ªas franceses de cultura musulmana, a los soldados de origen ¨¢rabe, y ahora a esos j¨®venes de los barrios atacados.
Existen m¨²ltiples teor¨ªas para explicar la radicalizaci¨®n. Se habla de una falta de integraci¨®n de tipo cultural, de contexto socioecon¨®mico y discriminaci¨®n laboral, de desequilibrio psicol¨®gico¡ ?En cu¨¢l cree usted? Hay que conjugarlas todas porque son complementarias. Lo que hay que tener claro es que la ideolog¨ªa islamista es lo que estructura esa radicalizaci¨®n. Quienes dicen que el islam no tiene nada que ver, que es un movimiento juvenil como ha habido otros, se equivocan. Esos j¨®venes se proyectan en un mundo ideal ubicado en Siria, en un mundo isl¨¢mico alimentado de profec¨ªas. El problema no es el islam, pero s¨ª qui¨¦n controla su interpretaci¨®n. Los que no logran verlo es solo porque son ignorantes o porque tienen miedo de hacerse preguntas que pueden molestar.
?Qu¨¦ futuro tiene la intervenci¨®n militar contra el Estado Isl¨¢mico? Las contradicciones en el interior de la coalici¨®n que lidera esa intervenci¨®n son muy fuertes. En el fondo, Turqu¨ªa prefiere mantener su modus vivendi con Daesh, porque logra mantener a raya a los kurdos, tan problem¨¢ticos para Erdogan. Adem¨¢s, el tr¨¢fico de petr¨®leo a bajo coste pasa por la frontera turca. A los saud¨ªes y los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico, al ser antichi¨ªes, le vienen bien para debilitar al r¨¦gimen sirio y a Ir¨¢n. Y a Rusia, Daesh le ha servido para debilitar a la oposici¨®n a Al Asad. Si los rusos han cambiado un poco de orientaci¨®n es porque Putin tiene que hacer un gesto a la opini¨®n p¨²blica tras el atentado a su avi¨®n en Egipto.
Gilles Kepel
Naci¨® en Par¨ªs en 1955. Licenciado en Estudios ?rabes y Filosof¨ªa y doctorado en Sociolog¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas, es profesor del Instituto de Estudios Pol¨ªticos (Sciences Po) y de la Escuela Normal Superior de Par¨ªs. Tambi¨¦n lo ha sido de la New York University, de Columbia, y de la London School of Economics, adem¨¢s de colaborador de Le Monde, The New York Times, La Repubblica y EL PA?S. Forma parte del consejo superior del Instituto del Mundo ?rabe de Par¨ªs. Es autor de varias decenas de libros sobre el mundo ¨¢rabe, traducidos a una veintena de idiomas, como La revancha de Dios (1991) o Las pol¨ªticas de Dios (2006). Terreur dans l'Hexagone. Gen¨¨se du djihad fran?ais llega esta semana a las librer¨ªas francesas.
Otro gran especialista en el islam, Olivier Roy, considera que la intervenci¨®n no servir¨¢ de nada porque se trata de una ¡°revuelta generacional y nihilista¡± que no se ver¨¢ alterada con la desaparici¨®n del Estado Isl¨¢mico, porque va mucho m¨¢s all¨¢ de esos 100.000 hombres en el desierto. Olivier Roy es de los que creen que el islam es lo de menos, que se trata de un movimiento juvenil que ocupa el lugar que en otro momento tuvo la extrema izquierda. Lo que Roy no entiende es que ese combate se inscribe en la l¨®gica del yihadismo, que lo que estructura ese combate es la ideolog¨ªa islamista. Negarlo es no entender el v¨ªnculo de la yihad con el territorio sirio, donde un pu?ado de j¨®venes armados con fusiles Kal¨¢shnikov hace fracasar a los grandes ej¨¦rcitos del mundo, lo cual les permite utilizar la imagen de David contra Goliat. La proyecci¨®n ut¨®pica en el territorio sirio resulta clave. Si la operaci¨®n militar termina con el control de ese territorio por parte de Daesh, el resultado ser¨¢ catastr¨®fico para la movilizaci¨®n del yihadismo en Europa. Puede que surjan otros lugares. Pero ese, que es muy importante, habr¨¢ desaparecido.
?Qu¨¦ puede temer Espa?a si apoya a la coalici¨®n militar contra el EI? ?Puede encontrarse en la misma situaci¨®n que hoy viven los franceses? Si todo contin¨²a como hasta ahora, ser¨ªa posible. Muchos de los inmigrantes musulmanes que viven en Espa?a son marroqu¨ªes y arrastran el mismo contencioso retrocolonial que los argelinos respecto a Francia, a causa de la guerra del Rif. Pero yo creo que el 13-N ha expuesto, de una vez por todas, las debilidades del sistema operativo yihadista. Y cuando se ha entendido en qu¨¦ consiste algo es mucho m¨¢s f¨¢cil combatirlo.
elpaissemanal@elpais.es
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