Mover un dedo
Bu?uel, Gil y Del Amo no fueron ningunos h¨¦roes. Se dejaron llevar por su instinto m¨¢s elemental y enterraron la terror¨ªfica normalidad de las guerras. Pudieron no mover un dedo. Pero lo movieron
Una guerra brinda coartadas insuperables para caer en todo tipo de fechor¨ªas sin la pega de sentir mala conciencia. Se puede matar, delatar o no mover un dedo para salvar la vida a alguien y, esa misma noche, dormir tan pancho. Nuestra Guerra Civil fue una org¨ªa de muertes, delaciones y gestos abominables. Muchos la aprovecharon para, sin que les temblara la voz, enviar al otro barrio a quienes odiaban.
Pero la guerra tambi¨¦n pone a prueba la grandeza de la gente. Algunas historias merecen un rescate. En Madrid, en julio del 36, dos futuros cineastas, Antonio Del Amo, comunista, y Rafael Gil, franquista, eran compa?eros de cineclub. Para proteger a Gil, Del Amo le camufl¨® como ayudante de los documentales que realiz¨® en zona roja. Tras la guerra, Del Amo acab¨® en la c¨¢rcel pero, entonces, Gil dio la cara por ¨¦l y fue liberado.
Otros s¨ªmbolos de las dos Espa?as, Bu?uel y S¨¢enz de Heredia, hab¨ªan hecho buenas migas durante la Rep¨²blica. Al estallar la guerra, S¨¢enz de Heredia, primo hermano de Primo de Rivera, fue encerrado en una checa pero Bu?uel logr¨® hacer por ¨¦l lo que Rosales no pudo por Lorca. S¨¢enz de Heredia no supo hasta tiempo despu¨¦s qui¨¦n hab¨ªa impedido su fusilamiento. Le conoc¨ª en Zaragoza y, al hablar de Bu?uel, se le arrasaban los ojos. Nunca permit¨ªa que se hablara mal de ¨¦l. Se hab¨ªa tenido que emplear a fondo: entre sus c¨®mplices ideol¨®gicos, Bu?uel evocaba al mismo demonio.
Bu?uel, Gil y Del Amo no fueron ningunos h¨¦roes. Se dejaron llevar por su instinto m¨¢s elemental y enterraron la terror¨ªfica normalidad de las guerras. Pudieron no mover un dedo. Pero lo movieron.
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