Desastre a c¨¢mara lenta
El crecimiento urbano incontrolado, combinado con los efectos del cambio clim¨¢tico, ha dejado a las ciudades costeras africanas expuestas a una cat¨¢strofe anunciada
Karogoli Elias se despert¨® con el mismo sonido con el que se hab¨ªa quedado dormido: el tamborileo mon¨®tono de la lluvia intensa sobre el techo de hojalata de su chabola, en el suburbio de Janqwani, donde viv¨ªa con su mujer y sus hijos.
En las zonas afectadas por la sequ¨ªa, el sonido de la lluvia trae la promesa de la supervivencia. Sin embargo, en Janqwani ese mismo sonido auguraba un desastre. Millones de gotas diminutas que se convert¨ªan en charcos, y torrentes y lagos. En cuesti¨®n de horas, ya eran un mar que empezaba a deformar las casas de los suburbios, fr¨¢giles e improvisadas.
Al principio, los residentes de Janqwani luchaban para evitar que el agua inundase sus comercios y sus casas, pero pronto se dieron cuenta que solo pod¨ªan rendirse y escapar de la subida de las aguas. ¡°De haber sabido que Janqwani se inundar¨ªa jam¨¢s me habr¨ªa instalado aqu¨ª¡±, explica Karogoli Elias.
Situada en el fondo de uno de los muchos valles de Dar Es Salaam, Janqwani fue una de las zonas m¨¢s afectadas por las enormes y prolongadas inundaciones que mataron a m¨¢s de 40 personas y desplazaron a 10.000 a comienzos de 2012.
Karogoli Elias, su mujer y sus seis hijos constituyen una de las 650 familias reubicadas por las autoridades en lo alto de una colina, a las afueras de la ciudad. M¨¢s de tres a?os despu¨¦s, la familia sigue viviendo en la misma tienda de campa?a que deb¨ªa ser un hogar provisional. A juzgar por las numerosas tiendas grises y andrajosas, la situaci¨®n de la familia no es, ni mucho menos, ¨²nica.
?frica, el continente menos urbanizado, est¨¢ experimentando actualmente una emigraci¨®n masiva del campo a la ciudad
Cuando las lluvias torrenciales asolaron Janqwani, no solo destruyeron la casa de Karogoli, sino tambi¨¦n su medio de vida. En 1998, este tanzano alto y espigado emigr¨® desde el oeste rural del pa¨ªs a la ciudad costera de Dar Es Salaam, en el este, en busca de trabajo. Acab¨® como guardia de seguridad en el centro de la ciudad, pero tras la reubicaci¨®n de su hogar se alej¨® m¨¢s de 30 kil¨®metros: el coste del transporte superaba por s¨ª solo su sueldo, con lo que tuvo que dejar el trabajo.
Karogoli Elias es solo uno de los millones de africanos que cada a?o viajan desde las zonas rurales a las urbanas en busca de un futuro mejor. ?frica, el continente menos urbanizado, est¨¢ experimentando actualmente una emigraci¨®n masiva del campo a la ciudad. Si a eso le sumamos el hecho de que ?frica cuenta con la mayor tasa de crecimiento de poblaci¨®n, se calcula que, para 2050, el n¨²mero de habitantes de las ciudades africanas se triplique, de los 400 millones actuales a los 1.200 millones.
Asimismo, se calcula que en 2050 la poblaci¨®n de Dar Es Salaam se habr¨¢ multiplicado por m¨¢s de cinco, pasando de cuatro a 21 millones de habitantes.
En ese mismo periodo de tiempo, en la costa oeste africana, la poblaci¨®n de la mayor ciudad del ?frica subsahariana, Lagos, pasar¨¢ de 21 a 39 millones de habitantes. En comparaci¨®n, Nueva York tan solo creci¨® en cuatro millones de personas durante el ¨²ltimo siglo.
Esta emigraci¨®n masiva desde las chozas de barro del campo a las chabolas con techo de hojalata de la ciudad se est¨¢ produciendo a una velocidad tan alta que es imposible que la infraestructura urbana no quede a la zaga. En consecuencia, la mayor parte de los reci¨¦n llegados acaba en suburbios como Janqwni, apenas protegidos ante los efectos del cambio clim¨¢tico.
Muchos de estos suburbios se encuentran en zonas bajas, sin sistemas de alcantarillado o depuraci¨®n de aguas residuales, lo que los hace vulnerables a las lluvias tropicales, que ¨²ltimamente ¡ªmerced a los efectos del cambio clim¨¢tico¡ª caen con m¨¢s fuerza y durante m¨¢s tiempo que nunca. El aumento del nivel del mar, que poco a poco se est¨¢ comiendo la costa, tambi¨¦n representa una amenaza para las ciudades costeras.
El crecimiento urbano incontrolado, combinado con los efectos del cambio clim¨¢tico, ha dejado a las ciudades costeras africanas expuestas a un desastre a c¨¢mara lenta. La magnitud de dicho desastre depender¨¢ de la capacidad de la comunidad internacional para mitigar el calentamiento global, pero tambi¨¦n de la capacidad de las megaciudades para adaptarse y resistir a un clima futuro m¨¢s extremo e impredecible.
Aunque los jefes de Estado internacionales se reunieron en diciembre en Par¨ªs para negociar una senda com¨²n hacia un futuro m¨¢s concienciado con el clima, las ciudades costeras expuestas ya est¨¢n llevando a la pr¨¢ctica varios experimentos ambiciosos. Las megaciudades como Lagos y Dar Es Salaam iniciaron hace ya tiempo una contraofensiva contra las aguas que les atacan desde el cielo y el mar.
Esta guerra se libra en frentes muy distintos: desde los residentes que suben sus muebles al techo cuando el agua inunda sus salones, a los multimillonarios que construyen toda una pen¨ªnsula desde el lecho marino para proteger la megaciudad de las embestidas de las olas.
No obstante, hay un enorme grupo de personas que solo pueden ser testigos de las costumbres cambiantes del clima. Karogoli Elias ten¨ªa trabajo, pero ahora la supervivencia de su familia depende de la caridad, mientras se enfrenta a un futuro incierto desde una colina en la periferia de Dar Es Salaam. ¡°Lo ¨²nico bueno de mi nueva casa es que estamos a salvo de las inundaciones¡±, explica.
Megaciudades acosadas por el mar es un documental digital realizado por Lasse Wamsler, Sune Gudmundsson y Sven Johannesen, y desarrollado con el apoyo del programa Beca para la innovaci¨®n en reportajes sobre el desarrollo del Centro de Periodismo Europeo (EJC por sus siglas en ingl¨¦s), financiado por la Fundaci¨®n de Bill y Melinda Gates. Fotograf¨ªa: Daniel Hayduk (Dar Es Salaam) y Tom Saater (Lagos). Edici¨®n de v¨ªdeo: Journalistbureauet TANK. Im¨¢genes del dron: Chris Morgan. M¨²sica: Esben ¡®Es¡¯ Thornhal
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