El ¨¢ngel de las mujeres quemadas
Cada a?o se producen un centenar de ataques con productos qu¨ªmicos en Colombia. Gina Potes, v¨ªctima de uno de ellos hace dos d¨¦cadas, ayuda a otras a superar el trauma
Meses despu¨¦s de haber sido atacada con una sustancia qu¨ªmica, Gina Potes ¡ªtodav¨ªa con el rostro desfigurado, las heridas frescas y los nervios destrozados¡ª no encontr¨® m¨¢s alternativa que morirse en vida: se aferr¨® a su cama y clausur¨® las ventanas de su habitaci¨®n. No quer¨ªa que nadie presenciara el sufrimiento de los que considera los meses m¨¢s amargos de sus 39 a?os de edad. ¡°Me la pasaba durmiendo o echada sin hacer nada, deprimida y llorando. Esa fue la imagen que tuvieron mis hijos de m¨ª, durante sus primeros a?os¡±, admite.
Debido a las quemaduras profundas que Gina sufri¨® a la altura de su cuello, barbilla y p¨®mulo derecho, su fisonom¨ªa cambi¨®: ya no era la ni?a con cara de princesa, ojos vivaces y sonrisa luminosa; y se tuvo que cortar al rape la melena exuberante que sol¨ªa lucir con evidente coqueter¨ªa juvenil.
Sentada en su escritorio, 19 a?os despu¨¦s del ataque que cambi¨® su vida, Gina Potes tiene el semblante de una mujer nueva; o m¨¢s bien, de un ave F¨¦nix como dice ella. ¡°Porque resucit¨¦ de mis propias cenizas¡±. Es s¨¢bado y trabaja en la oficina que adecu¨® en la sede de Reconstruyendo Rostros, la fundaci¨®n que cre¨® en 2012 para apoyar a otras mujeres v¨ªctimas de ataques con agentes qu¨ªmicos. Cuando habla, mueve sus manos grandes con soltura, y observa a su interlocutor con una mirada intensa e inquietante: ya no siente miedo.
Cada vez que evoca su tragedia deja en claro que las cicatrices no le hacen "menos mujer¡±, y saca un paquete de fotograf¨ªas que guarda en una carpeta. Cada instant¨¢nea es un fragmento del calvario que han vivido m¨¢s de 926 mujeres en Colombia atacadas con qu¨ªmicos, seg¨²n los reportes de Medicina Legal de los ¨²ltimos diez a?os. A nivel mundial, los datos de Acid Survivors Trust Internacional dicen que son m¨¢s de 1.500 v¨ªctimas cada a?o en 20 pa¨ªses, como Bangladesh, Pakist¨¢n y la India, donde el machismo es parte de la fragilidad social.
Las fotos que exhibe Gina son el rompecabezas de un delito que, adem¨¢s de deformar el rostro de cientos de chicas y dejarles da?os irreversibles en su fisiolog¨ªa, tambi¨¦n les ha arrebatado la tranquilidad y les ha generado severos traumas psicol¨®gicos. En unas se aprecia a Gina convertida en una colcha de cicatrices en carne viva; en otra est¨¢ Mar¨ªa ¡ªatacada en Soacha en 2007¡ª con su cr¨¢neo quemado y los ojos marchitos; o Gloria, con la nariz mutilada y sin un ojo por culpa del padre de su hijo; tambi¨¦n Viviana, cuyo excompa?ero sentimental le cercen¨® la nariz y la visi¨®n. Y as¨ª contin¨²an los retazos dolorosos de un ¨¢lbum que simboliza la barbarie de la violencia de g¨¦nero en el pa¨ªs.
Lo peor, recalca Gina, es que estas agresiones quedan en la impunidad. De la totalidad de casos reportados, existen ¨²nicamente tres condenas. ¡°Si la justicia colombiana empleara toda su voluntad, y las autoridades invirtieran todos los esfuerzos por esclarecer estos delitos, seguro hallar¨ªan a los culpables¡±, se lamenta y recuerda que en su caso, han pasado dos d¨¦cadas y no se conocen culpables, pese a que ¡°muchos vecinos vieron a esas personas¡±.
Recientemente, debido al publicitado caso de Natalia Ponce de Le¨®n, se elevaron voces de protesta que derivaron en la agilizaci¨®n de propuestas de endurecimiento de penas contra los perpetradores de estos ataques, que ya han surtido efecto: el Presidente Juan Manuel Santos sancion¨®, el 6 de enero de 2016, el proyecto de ley que ten¨ªa en su poder el Congreso, con el fin de aumentar las penas hasta entre 20 y 50 a?os de prisi¨®n. La norma vigente, Ley 1639 de 2013, dictaminaba penas de entre seis y diez a?os de c¨¢rcel, consideradas insuficientes para castigar con rigor a los delincuentes que causan da?os irreversibles a sus v¨ªctimas.
Del dolor a la sonrisa
Veinte d¨ªas antes del ataque, Gina celebraba el primer aniversario de John David, su segundo hijo. Una foto en la que se le ve sonriente y cargando a su beb¨¦ cachet¨®n, es el ¨²ltimo vestigio de su rostro antes de sufrir el ataque.
Eran las siete de la tarde del 28 de octubre de 1996. Son¨® el timbre de su casa, en el barrio San Vicente (sur de Bogot¨¢) cuando Gina sali¨® a atender la puerta; y junto a ella, Angie (su hermana menor) y Andr¨¦s, su primog¨¦nito de apenas tres a?os. ¡°Nunca olvidar¨¦ la cara siniestra de una se?ora robusta que me pregunt¨® en d¨®nde quedaba el jard¨ªn infantil¡±. Acto seguido sinti¨® sobre su piel una sustancia tibia y viscosa, y un olor nauseabundo. Lo ¨²ltimo que recuerda es el grito de un tipo al que no le pudo ver la cara, antes de que huyera: ¡°?Quien la manda a ser tan bonita!¡±, vocifer¨®. Luego ella se desmay¨® y, al despertar, fue testigo de una escena pavorosa: su torso desnudo ¡ªpues el qu¨ªmico le hizo jirones la ropa¡ª, el ni?o llorando con esquirlas en el rostro y Angie sin la piel facial.
Pero ella se llev¨® la peor parte: frente al espejo del ba?o descubri¨®, horrorizada, que su cara era una burbuja ardiente y en estado de ebullici¨®n. ¡°Pens¨¦ que iba a estallar, como una rana cuando se infla¡±, dice. Se lamenta porque no hubo un manejo adecuado por parte de los enfermeros que atendieron su emergencia en el hospital El Tunal, ya que no le exigieron echarse agua en las heridas: ¡°Mi hermana y mi hijo s¨ª se ducharon con agua fr¨ªa, por fortuna, porque eso neutraliza la quemaz¨®n¡±. Gina aguant¨® durante cinco horas el efecto devastador del qu¨ªmico actuando sobre tejidos y nervios.
No obstante, agradece a Dios que el l¨ªquido no le cay¨® en los ojos porque habr¨ªa quedado ciega. Adem¨¢s, agradece que por una pelea que tuvo con su hermano ?lvaro, antes del ataque, se le salvaron sus manos: ¡°Me puse brava con ¨¦l porque se fue sin lavar la loza. Entonces me puse los guantes para hacerlo yo¡±. El l¨¢tex impidi¨® que el qu¨ªmico le quemara la piel y le desintegrara los huesos de las falanges.
Gina calcula que ha esperado 15 a?os para que cicatricen sus lesiones, luego de afrontar 26 cirug¨ªas y 70 procedimientos quir¨²rgicos. ¡°Aunque logr¨¦ recuperarme f¨ªsicamente en un 50%, las heridas del alma siempre permanecen¡±, sostiene, y recuerda con angustia las ma?anas en las que su hijo Andr¨¦s se le acercaba con miedo. Pero una ma?ana, el ni?o conjur¨® la maldici¨®n con una frase amorosa: ¡°Mamita, no te preocupes, con un borrador te borrar¨¦ la cara y te pintar¨¦ una nueva. Luego nos iremos volando al pa¨ªs de los pollitos¡±. As¨ª despert¨® de su letargo, y sigui¨® la recomendaci¨®n del peque?o: borr¨®n y cuenta nueva.
De v¨ªctima pas¨® a ser activista. Cada vez que una mujer quemada llega a su fundaci¨®n, la recibe con una sonrisa. Se ha encontrado con chicas que luego del ataque fueron discriminadas por la burocracia de las EPS (Empresas Prestadoras de Salud en Colombia) que les exigi¨® hacer mil papeleos vulnerando sus derechos. Abandonadas a su suerte y sin oportunidades laborales, las mujeres se convierten en seres tristes y sin ilusiones. ¡°La mayor¨ªa, madres cabeza de hogar, fueron atacadas por los padres de sus hijos o sus exparejas, y dif¨ªcilmente encuentran trabajo porque deben estar pendientes de sus tratamientos m¨¦dicos¡±, argumenta.
Gina calcula que ha esperado 15 a?os para que cicatricen sus lesiones, luego de afrontar 26 cirug¨ªas y 70 procedimientos quir¨²rgicos
Cuando una nueva v¨ªctima toca a su puerta y le relata sus penurias, lloran juntas y as¨ª comienza un proceso de sanaci¨®n f¨ªsica y espiritual. Recuerda que Erika, de 16 a?os ¡ªa quien su exnovio de 24 mand¨® quemar pag¨¢ndole 3.000 pesos a un ni?o¡ª lleg¨® con la cara cubierta con una bufanda. ¡°S¨®lo se ve¨ªan sus ojos hermosos¡±, dice. Poco a poco, las charlas motivacionales le hicieron recuperar la confianza, y volvi¨® a mostrar su rostro.
Las paredes de la fundaci¨®n est¨¢n adornadas con fotograf¨ªas de las mujeres que Gina ha salvado de la muerte en vida. Cada cuadro tiene una frase de motivaci¨®n, como la de Erika: ¡°El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sue?os¡±; o la de ?ngela: ¡°Con esfuerzo y rectitud la vida sigue su curso¡±. Por su parte, Andrea recomienda: ¡°Simplemente s¨¦ feliz, sonr¨ªe, ama y vive¡±. Y en la sala contigua, Luz Fanny asegura: ¡°La parte dif¨ªcil es dejar ir tus sue?os¡ la f¨¢cil, so?ar otra vez¡±. En la imagen de Patricia, que enferm¨® de c¨¢ncer y cuya hija adolescente se suicid¨® al verla desfigurada, dice: ¡°Si la vida te da 100 razones para llorar, demu¨¦strales que tienes 1.000 razones para re¨ªr¡±.
Y estas mujeres vuelven a sonre¨ªr. En parte, gracias a la gesti¨®n de Gina, que ha solicitado ayuda a muchos m¨¦dicos especialistas para reconstruirles los rostros. Resalta la labor de profesionales como Alan Gonz¨¢lez (cirujano pl¨¢stico reconstructivo), el odont¨®logo Ciro Garnica, el oftalm¨®logo Eugenio Cabrera y el dermat¨®logo Sergio Rada, que han realizado tratamientos costosos sin cobrar un peso.
Por eso, Potes se ha convertido en un referente en el tema de la violencia de g¨¦nero. Ella sabe que todas las personas tienen una misi¨®n asignada en la vida, porque tuvo que morir y nacer de nuevo para descubrirlo: ¡°Soy buena conferencista, una motivadora que no se qued¨® como v¨ªctima porque respondi¨® a su llamado: ayudar a otras personas¡±.
Con frecuencia la invitan a conferencias y debates en universidades y entidades p¨²blicas de diversas ciudades del pa¨ªs, e incluso del exterior. Hace un a?o se fue con cinco compa?eras a Miami, invitadas por Univisi¨®n, para compartir sus testimonios. Tambi¨¦n fue a un congreso de violencia de g¨¦nero en El Salvador, y tiene una cita pendiente para ir a Italia. Tambi¨¦n ofrece asesor¨ªas a la Direcci¨®n para la Eliminaci¨®n de las Violencias, Secretar¨ªa Distrital de la Mujer.
Siempre que puede, Gina env¨ªa un mensaje a todas las mujeres: ¡°Nosotras no le pertenecemos a ning¨²n hombre porque somos aut¨®nomas, libres y con derecho a pensar, actuar y decidir por cuenta propia¡±. Eso le inculca todos los d¨ªas a su hija menor, porque est¨¢ convencida de que, si los padres de familia conciencian a sus hijos para respetar y hacerse respetar, la situaci¨®n cambiar¨¢. Gina sonr¨ªe al despedirse, y adopta el rostro del ¨¢ngel que ha salvado a decenas de mujeres.
Violencia de g¨¦nero en cifras
El ataque con agente qu¨ªmico es apenas la punta de un iceberg llamado violencia contra la mujer. Estas son algunas de las alarmantes cifras en Colombia:
- De enero a julio de 2015, se registraron 36 agresiones con agentes qu¨ªmicos: 21 contra mujeres, de acuerdo a Medicina Legal y la Consejer¨ªa Presidencial para la Equidad de la Mujer.
- 82 agresiones con agente qu¨ªmico en 2014, 47 de ellos contra mujeres*.
- M¨¢s de 57.000 mujeres v¨ªctimas de violencia intrafamiliar, con un promedio de 43 reportes diarios. Las ciudades con m¨¢s casos: Bogot¨¢ 15.916, Medell¨ªn 5.096, Cali 3.014 y Barranquilla 2.212.*
- M¨¢s de 40.000 mujeres v¨ªctimas de violencia por su pareja o ex pareja*. Ciudades con m¨¢s casos: Bogot¨¢ 8.402, Medell¨ªn 2.496, Cali 1.676 y Barranquilla 1.349.
- 16.098 casos de violencia sexual. En el Caribe: Cartagena con 434 casos, C¨®rdoba 403, Atl¨¢ntico 359 y Barranquilla 265**.
- 1.159 mujeres asesinadas. Los mayores ¨ªndices por departamento: Valle con 201 mujeres, Antioquia 179, Bogot¨¢ 120; y en el Caribe: Atl¨¢ntico con 47, Magdalena 40 y Bol¨ªvar 36.
Fuentes: *Medicina Legal, 2014, ** Instituto Nacional de Salud, 2014.
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