La gran fiesta del cine hecho por hombres
Solo cinco mujeres han ganado un Goya en las categor¨ªas mixtas. Este dato ejemplifica a la perfecci¨®n el funcionamiento de una industria que representa solo a una parte de la poblaci¨®n
Los Goya 2016 han sido cosa de hombres. S¨®lo Deniz Gamze Erg¨¹ven por Mustang; Marta Mir¨® (junto a Andr¨¦s Santana, por la direcci¨®n de producci¨®n), Clara Bilbao (en dise?o de vestuario) y Sylvie Imbert (junto a Pablo Perona y Paco Rodr¨ªguez en maquillaje y peluquer¨ªa) por Nadie quiere la noche han conseguido estatuillas en las categor¨ªas mixtas. En su discurso, Natalia de Molina pidi¨® espacio para el talento femenino: ¡°El cine tambi¨¦n gana cuando se le dan espacios a las mujeres, que somos muchas: la mitad, concretamente".
Pero no es cierto. Las mujeres (52% de la poblaci¨®n mundial) siguen siendo personajes secundarios en la industria. Esfuerzos como el del Geena Davis Institute on Gender in Media o el Gamechanger Films de Mynette Louie (que busca financiaci¨®n para que las pel¨ªculas hechas por mujeres no encuentren los problemas econ¨®micos que han tenido historias como La modista, incluso cuando ya contaba con estrellas como Kate Winslet y Judy Davis) procuran acercar a las profesionales a los puestos tras la c¨¢mara: ?c¨®mo vamos a tener historias de mujeres si las cuentan hombres?
Las mujeres, eternas secundarias
A d¨ªa de hoy, siguen siendo escasas las pel¨ªculas que superan el Test de Bechdel, que consiste en tres sencillas preguntas: ?hay dos o m¨¢s personajes femeninos? ?Hablan entre ellas? ?El tema de la conversaci¨®n no es un hombre? En Madrid, la inglesa Amanda Hawthorne ha iniciado el Bechdel Film Club, un cineclub que exhibe una pel¨ªcula que s¨ª supera el test cada tercer mi¨¦rcoles de mes en el Dr. Steam Caf¨¦ de Madrid. Hawthorne no encontr¨®, cuando lleg¨® a la ciudad, ninguna iniciativa parecida, y ha tenido dificultades para encontrar pel¨ªculas hispanoamericanas que proyectar (aunque lo atribuye parcialmente a su menor conocimiento de este), por lo que las primeras sesiones han sido en versi¨®n original subtitulada. En los ¨²ltimos meses les toc¨® el turno a Volver y Mar¨ªa llena eres de gracia, pero el cineclub sigue sin atraer demasiado a los espectadores castellanoparlantes.
Los #OscarSoWhite
El de Bechdel no es el ¨²nico test que resalta la escasa representatividad del cine comercial. El proyecto Every single word spoken (¡°cada palabra pronunciada¡±) hace montajes que incluyen todas las l¨ªneas de di¨¢logo que los personajes no cauc¨¢sicos tienen en las pel¨ªculas en que aparecen¡ convirtiendo en tr¨¢ilers las ¡°grandes pel¨ªculas¡± de la historia del cine. En Espa?a podr¨ªamos hacer un paralelismo con los dialectos o idiomas de la pen¨ªnsula, que s¨®lo tienen reflejo en personajes estereotipados (pensemos en los 8 apellidos vascos/catalanes), pero al menos varios de los nominados y premiados en esta gala s¨ª han reflejado la diversidad regional del cine espa?ol.
Mientras el p¨²blico general se pregunta si este ser¨¢ el a?o en que Leonardo DiCaprio conseguir¨¢ el Oscar que se le sigue resistiendo, Dylan Marron (el activista tras Every single word spoken) recuerda ausencias muy importantes entre los nominados, como los reconocid¨ªsimos Idris Elba, Benicio del Toro, Will Smith o Samuel L. Jackson, y tilda de oportunista y superficial la decisi¨®n de que Chris Rock presente la gala; varios nominados se han negado a asistir a la gala, e incluso la Academia ha escrito una especie de disculpa p¨²blica. Frente a esto, actores (blancos, europeos) como Michael Caine o Charlotte Rampling (que, curiosamente, s¨ª ha saltado contra otras formas de discriminaci¨®n, como el capacitismo) critican la existencia de un ¡°racismo contra los blancos¡±.
Binarismo de g¨¦nero e interpretaci¨®n
Ni Chris Rock ni Ellen Degeneres hace unos a?os conduciendo la gala hacen que los Oscar dejen de ser unos premios para las historias de personas blancas, heterosexuales y de clase media. Incluso cuando las historias representadas salen de ese esquema del privilegio, la forma en que representa a aquellas personas con menos capacidad de llegar a los espacios narrativos de la industria mainstream es cuestionable.
El caso estrella de este a?o ha sido La chica danesa. Si bien incluso la activista trans Paris Lees, que le ayud¨® con la investigaci¨®n, ha alabado la decisi¨®n de optar por Redmayne y la forma en que este se ha preparado y ha interpretado su papel, el hecho es que sigue sin darse un hueco a actores y actrices trans o a formas sexoafectivas diferentes (la relaci¨®n abierta y la bisexualidad en el matrimonio protagonista quedan oscurecidas por la forma de contar la historia), entre otras cr¨ªticas realizadas por la comunidad trans e intersexual.
El cine al que se galardona sigue marcando el imaginario colectivo de sociedades mucho m¨¢s ricas y diversas que las representadas en ¨¦l; al menos, eso cabe esperar. Va siendo hora de que quienes cuentan con el poder de abrir espacios de representaci¨®n piensen tambi¨¦n en las historias que no viven en primera persona y dejen que sean otros las que las cuenten desde sus puntos de vista.
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