Acotaci¨®n

Me dispon¨ªa a leer un guion de una pel¨ªcula para un casting. Estaba atribulado, claro. ?C¨®mo ser¨ªa el papel que me propondr¨ªan? ?Ser¨ªa otro vez de gal¨¢n, donde a la primera de cambio y a la m¨ªnima oportunidad ense?ar¨ªa mi torso musculado? ?O se me dar¨ªa la oportunidad de mostrar otro registro? La vida del actor, como la de un concejal del PP valenciano, es una monta?a rusa. El caso es que cuando llegu¨¦ a la descripci¨®n del personaje que deb¨ªa prepararme pon¨ªa, en la acotaci¨®n, lo siguiente: ¡°X, joven de treinta y tantos, como Dani Rovira¡±. Me qued¨¦ con las patas vueltas: es el c¨®mico malague?o una categor¨ªa en s¨ª mismo. Suficiente, el nombrarlo, para que t¨² sepas c¨®mo es el rol que has de interpretar. O sea, por una parte esperan que en tus movimientos, en tus gestos, en tu lenguaje corporal, en tu prosodia, te parezcas lo m¨¢s posible a ¨¦l. Lo recuerdes, lo evoques, en la forma y en el fondo; para que la gente que finalmente vea tu trabajo piense: ¡°Este papel efectivamente lo iba a interpretar Dani Rovira pero, por lo que sea, por lo ocupado que est¨¢ seguramente, al final no ha podido y ha terminado haci¨¦ndolo este¡±. Eso por un lado, pero tambi¨¦n hay algo m¨¢s que subyace, un mensaje que bien podr¨ªa expresarse de la siguiente forma: ¡°?Maldita sea! M¨¢s te vale que, por lo menos, nos garantices una octava parte de la recaudaci¨®n que conseguir¨ªamos si hubiera sido Dani Rovira el actor¡±.

Llegados a este punto me gustar¨ªa lanzar un mensaje:

Queridos productores, directores de casting, guionistas y directores; hacen ustedes muy bien, todos deber¨ªamos ser como Dani Rovira, o, al menos, intentarlo.