La ¡®maldici¨®n¡¯ del c¨¢ncer en Brasil
El alarmante descubrimiento de que cientos de miles de brasile?os son portadores de una mutaci¨®n gen¨¦tica que debilita su capacidad para resistir al c¨¢ncer est¨¢ ayudando a los laboratorios en la b¨²squeda de nuevos tratamientos contra la enfermedad
Pedro G¨®mez es un hombre bajo, de complexi¨®n fuerte, de algo m¨¢s de 60 a?os, con el rostro rojizo y los brazos bronceados, propios de quien trabaja al aire libre. Est¨¢ preocupado por un bultito en el dedo, le dice a la doctora, la genetista oncol¨®gica Mar¨ªa Isabel Achatz, que le toma la mano para mirarla mejor. Achatz le habla con amabilidad y despu¨¦s se inclina hacia delante para inspeccionarle otra peque?a lesi¨®n detr¨¢s de la oreja.
G¨®mez es uno de los pacientes habituales de Achatz en el A. C. Camargo Cancer Center de S?o Paulo, Brasil. Es extraordinariamente propenso al c¨¢ncer, al igual que muchos parientes suyos. El c¨¢ncer es tan com¨²n entre ellos ¨Cy la muerte prematura, tan dolorosamente habitual¨C que hasta descubrir la causa, muy recientemente, algunos cre¨ªan que la familia estaba maldita.
La de G¨®mez no es la ¨²nica familia afectada. La maldici¨®n aflige a centenares de miles de brasile?os. Uno de los casos m¨¢s destacados fue el de Jos¨¦ Alencar, el popular y carism¨¢tico vicepresidente del pa¨ªs durante el mandato de Lu¨ªz Ign¨¢cio Lula da Silva. Alencar muri¨® en 2011, y el c¨¢ncer le fue diagnosticado por primera vez en 1997. Con los a?os, a medida que los tumores se extend¨ªan incansables por todo su cuerpo, se someti¨® cada vez a m¨¢s operaciones en Brasil y Estados Unidos. Le extirparon un ri?¨®n, la mayor parte del est¨®mago y grandes porciones del intestino. El vicepresidente habl¨® con sinceridad sobre su enfermedad y us¨® su propia experiencia para defender la detecci¨®n precoz del c¨¢ncer.
Lo que G¨®mez, Alencar y los dem¨¢s brasile?os tienen en com¨²n es un ¨²nico cambio en su ADN: una mutaci¨®n en el gen p53 que debilita su capacidad para resistir al c¨¢ncer.
¡°Me llam¨® la atenci¨®n porque se consideraba un s¨ªndrome muy raro en todo el mundo. En aquel momento, en el a?o 2000, solo hab¨ªa 280 familias descritas en la bibliograf¨ªa m¨¦dica, y yo ten¨ªa 30. De modo que pens¨¦ que o bien estaba excedi¨¦ndome en el diagn¨®stico o aqu¨ª ocurr¨ªa algo singular¡±, recuerda la doctora Achatz
El p53 ha resultado ser el gen m¨¢s importante en el c¨¢ncer, y ha sido una de los campos de estudio m¨¢s populares en la historia de la biolog¨ªa molecular. Lo descubri¨® David Lane en 1979, mientras trabajaba en el Imperial Cancer Research Fund de Londres, y casualmente, al mismo tiempo, otros tres grupos en Estados Unidos y Francia que trabajaban independientemente y estaban dirigidos por Arnold Levine, Lloyd Old y Pierre May.
El p53 es un supresor de tumores. Su misi¨®n es protegernos del c¨¢ncer, asegur¨¢ndose de que, cuando nuestras c¨¦lulas se dividen como parte del crecimiento y el mantenimiento normales de nuestro cuerpo, lo hacen sin cometer errores peligrosos. Si el ADN ¨Clas instrucciones de funcionamiento de la c¨¦lula¨C se da?a o no se copia fielmente al dividirse para producir nuevas c¨¦lulas hijas, el p53 frena en seco la c¨¦lula y env¨ªa al equipo de reparaci¨®n antes de permitir que la c¨¦lula siga adelante. Si el da?o en el ADN es irreparable, el p53 pone la c¨¦lula en un estado de ¡°senescencia replicativa¡±, para impedir que vuelva a dividirse; o incluso le da instrucciones para que se suicide, impidiendo que se descontrole.
Si consideramos que, a lo largo de una vida media, una persona experimentar¨¢ unos 10.000 billones de divisiones celulares, y que una sola c¨¦lula d¨ªscola puede dar comienzo a un tumor, la importancia de este gen queda clara. Por la funci¨®n vital que desempe?a el gen en el control de calidad, David Lane apod¨® al p53 ¡°el guardi¨¢n del genoma¡±. En casi todos los casos de c¨¢ncer en humanos, el gen ha sido inutilizado por una mutaci¨®n o alg¨²n otro mecanismo defectuoso.
Muy a menudo, esta corrupci¨®n del p53 se produce de forma espont¨¢nea en c¨¦lulas o tejidos que han soportado alg¨²n da?o a lo largo de la vida, y esto puede situarlos en la senda hacia el c¨¢ncer, un riesgo que aumenta cuanto m¨¢s vive la persona. Pero algunos nacen con un p53 corrompido en todas las c¨¦lulas de su cuerpo, y son extremadamente vulnerables al c¨¢ncer desde sus primeros d¨ªas.
Si miles de personas comparten una mutaci¨®n gen¨¦tica id¨¦ntica, no es por coincidencia. Debe de haber habido un ¡°fundador¡± que transmiti¨® el gen mutante a su progenie, poniendo a rodar la bola a trav¨¦s de las generaciones
El s¨ªndrome de Li-Fraumeni, como se denomina a esta afecci¨®n (descrita por primera vez por Frederick Li y Joseph Fraumeni en 1969), tiene varias caracter¨ªsticas notables. Los afectados son especialmente propensos a padecer sarcomas de los tejidos blandos y ¨®seos, c¨¢ncer de cerebro y mama, leucemias, y carcinomas de las gl¨¢ndulas suprarrenales. Por lo general, desarrollan c¨¢ncer a una edad excepcionalmente temprana, y hasta principios de la d¨¦cada de 2000, cuando Mar¨ªa Isabel Achatz empez¨® a ver pacientes en su consulta de gen¨¦tica oncol¨®gica, estaba considerado un s¨ªndrome rar¨ªsimo.
De joven, Achatz dej¨® su hogar de R¨ªo para estudiar arte en Par¨ªs. Pero un viaje de vacaciones a India con sus compa?eros de estudios le cambi¨® la vida. Al visitar una colonia de leprosos, en un lejano lugar del desierto cercano a la frontera de Cachemira, conoci¨® a la misionera que la dirig¨ªa, la madre Teresa. ¡°Fue un encuentro asombroso, y pens¨¦ que ten¨ªa que volver para hacer algo [que mereciera m¨¢s la pena]¡±, rememora Achatz. A su regreso a Brasil estudi¨® Medicina, decidi¨¦ndose finalmente por la especialidad de gen¨¦tica.
Entre los primeros pacientes que vio en la consulta se encontraban algunos que hab¨ªan sufrido ya varios brotes de c¨¢ncer, a menudo desde la ni?ez, y sus tumores eran t¨ªpicos de los c¨¢nceres observados con m¨¢s frecuencia en personas con s¨ªndrome de Li-Fraumeni. Es m¨¢s, al elaborar ¨¢rboles geneal¨®gicos detallados de sus pacientes ¨Cpr¨¢ctica habitual en el asesoramiento gen¨¦tico de ciertas enfermedades¨C descubr¨ªa rastros de c¨¢ncer entre los parientes de ¨¦stos que a menudo se remontaban a varias generaciones. Ten¨ªan todas las caracter¨ªsticas del Li-Fraumeni, pero Achatz estaba confundida: ¡°Realmente me llam¨® la atenci¨®n porque se consideraba un s¨ªndrome muy raro en todo el mundo. En aquel momento solo hab¨ªa 280 familias descritas en la bibliograf¨ªa m¨¦dica, y yo ten¨ªa 30. De modo que pens¨¦ que o bien estaba excedi¨¦ndome en el diagn¨®stico o aqu¨ª ocurr¨ªa algo singular¡±.
A sus compa?eros brasile?os, estos hallazgos les intrigaban tanto como a ella, y la animaron a llevar su caso al congreso sobre oncolog¨ªa organizado en Francia en 2002. All¨ª, Achatz llam¨® la atenci¨®n de Pierre Hainaut, un belga alto y con gafas que trabajaba en el Organismo Internacional para la Investigaci¨®n del C¨¢ncer que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) tiene en Lyon. Hainaut guardaba una base de datos de las diferentes mutaciones del p53 registradas en la bibliograf¨ªa m¨¦dica, y los tipos de c¨¢ncer con los que va asociada cada mutaci¨®n. Consciente por sus registros de la extremada rareza del s¨ªndrome de Li-Fraumeni, las notas de trabajo de Achatz lo fascinaron. Convenci¨® a la joven doctora de que volviese a Francia con muestras de sangre de sus pacientes brasile?os y trabajase con ¨¦l para determinar con exactitud qu¨¦ les ocurr¨ªa a sus genes p53.
A los dos investigadores les esperaban algunas sorpresas. Muy pocos de los pacientes padec¨ªan las mutaciones ¡°cl¨¢sicas¡± del p53 asociadas con el s¨ªndrome de Li-Fraumeni en otras partes del mundo; la conclusi¨®n inicial de Achatz fue que se hab¨ªa excedido a la hora de diagnosticar el s¨ªndrome. Pero una inspecci¨®n m¨¢s detallada revel¨® que muchos de sus pacientes sufr¨ªan una mutaci¨®n del p53 situada fuera de los puntos problem¨¢ticos del gen conocidos por ser los m¨¢s vulnerables a la corrupci¨®n. Es m¨¢s, todos los pacientes con esta singular mutaci¨®n eran portadores de una copia exacta del gen.
A unos 1.200 km al sur de S?o Paulo, Patricia Prolla ¨Cotra genetista que trabajaba en Porto Alegre¨C estaba recibiendo tambi¨¦n un n¨²mero inusual de pacientes con s¨ªndrome de Li-Fraumeni. Y cuando resultaron tener la misma mutaci¨®n p53 que los pacientes de Achatz, Prolla y Hainaut resolvieron descubrir cu¨¢l podr¨ªa ser la incidencia de dicha mutaci¨®n en la poblaci¨®n. Analizaron sangre de una amplia muestra de mujeres aparentemente sanas que participaban en un programa de detecci¨®n precoz de c¨¢ncer de mama en la consulta de Porto Alegre y descubrieron que, sorprendentemente, casi una de cada 300 era portadora del p53 defectuoso. Este alarmante resultado fue confirmado por un programa de detecci¨®n efectuado entre casi 200.000 reci¨¦n nacidos en el cercano estado de Paran¨¢, donde los m¨¦dicos hab¨ªan encontrado tasas especialmente elevadas de c¨¢ncer suprarrenal en ni?os peque?os. De nuevo, estaba relacionado con la misma mutaci¨®n del p53.
El A. C. Camargo Cancer Center, en un deteriorado barrio de S?o Paulo, se almacena la mayor colecci¨®n de muestras de tumores de la regi¨®n, 30.000 fragmentos de tejido conservados en bloques de parafina, meticulosamente etiquetados y dispuestos en armarios
¡°Eso significa que la poblaci¨®n del sur y el sureste de Brasil tiene un enorme n¨²mero de portadores de Li-Fraumeni, probablemente m¨¢s de 300.000 personas¡±, explica Achatz. ¡°Estas personas no son conscientes de ello, por lo que muchos de los c¨¢nceres que se est¨¢n desarrollando en la poblaci¨®n en general se deben a esta mutaci¨®n y los pacientes no lo saben¡±.
Y no sucede solo en Brasil. Muy recientemente, se ha hallado tambi¨¦n la misma mutaci¨®n del p53 en el vecino Paraguay, donde los genetistas analizaron aleatoriamente 10.000 muestras de sangre de reci¨¦n nacidos. Los resultados indican que tambi¨¦n all¨ª varios miles de personas podr¨ªan est¨¢n viviendo con s¨ªndrome de Li-Fraumeni.
Si miles de personas comparten una mutaci¨®n gen¨¦tica id¨¦ntica, no es por coincidencia. Debe de haber habido un ¡°fundador¡±, un hombre (es lo que se piensa) con s¨ªndrome de Li-Fraumeni que transmiti¨® el gen mutante a su progenie, poniendo a rodar la bola a trav¨¦s de las generaciones.
Desconocemos el nombre de este portador original, el antepasado com¨²n de todos los portadores actuales, ni de donde proced¨ªa. Pudo haber sido un inmigrante europeo. Se cree que el gen d¨ªscolo viaj¨® por las rutas abiertas desde la costa hacia el interior por los primeros exploradores, colonos y militares. Una idea interesante es que el "fundador" fuese un tropeiro, miembro de un grupo de vendedores ambulantes que se mov¨ªan en mula entre los asentamientos dispersos, transportando mercanc¨ªas, rumores y correo en los siglos XVII y XVIII. Como pasaba la mayor parte del tiempo fuera de su casa, es probable que un tropeiro tuviese una ristra de amantes a lo largo del camino, una oportunidad ideal para transmitir sus genes. Una de las mayores familias portadoras de Li-Fraumeni que Achatz tiene entre sus pacientes sabe que algunos de sus antepasados eran tropeiros.
Pero Hainaut piensa que un candidato m¨¢s probable a ¡°paciente cero¡± ser¨ªa un militar o un bandeirante, uno de los despiadados aventureros que se introduc¨ªan en el interior a la captura de nativos para venderlos como esclavos o en busca de minerales preciosos. Cuando en el siglo XVII se descubri¨® oro, la obsesi¨®n era reclamar territorio para Portugal antes de que pudiesen hacerlo los espa?oles. Tanto los bandeirantes como los funcionarios p¨²blicos se aplicaron febrilmente a esta tarea, estableciendo rutas hacia el interior y creando asentamientos a lo largo del camino. Un mapa de distribuci¨®n de la mutaci¨®n inicial se corresponde estrechamente con estas rutas.
Una idea interesante es que el ¡°fundador¡± fuese un tropeiro, miembro de un grupo de vendedores ambulantes que se mov¨ªan en mula entre los asentamientos dispersos, transportando mercanc¨ªas, rumores y correo en los siglos XVII y XVIII
Si el fundador hubiese sido portador de una de las mutaciones cl¨¢sicas del p53 que provocan s¨ªndrome de Li-Fraumeni, es improbable que sus genes se hubiesen extendido tanto. El riesgo de desarrollar c¨¢ncer en los portadores de dichas mutaciones ronda el 90%, y los nacidos con esos genes perniciosos tienen muy pocas probabilidades de llegar a formar familia. ?sta es la raz¨®n por la cual hab¨ªa tan pocos casos registrados en la bibliograf¨ªa m¨¦dica cuando Achatz empez¨® a observar el s¨ªndrome en su consulta. El riesgo de padecer c¨¢ncer a lo largo de la vida en el caso de la mutaci¨®n brasile?a se sit¨²a entre el 50 y el 70% y, parad¨®jicamente, es este car¨¢cter m¨¢s leve el que le ha permitido extenderse tanto y afectar a un n¨²mero tan elevado de personas. La mayor¨ªa de los portadores sobrevive lo suficiente como para transmitir el gen a sus hijos, y algunos nunca desarrollan c¨¢ncer.
El A. C. Camargo Cancer Center se encuentra en un deteriorado barrio de S?o Paulo, de calles estrechas, tiendas peque?as y cafeter¨ªas con cristaleras. En sus modernos laboratorios, que dominan la silueta de la ciudad, se almacena la mayor colecci¨®n de muestras de tumores de la regi¨®n, 30.000 fragmentos de tejido conservados en bloques de parafina, meticulosamente etiquetados y dispuestos en armarios.
A trav¨¦s del estudio de estas muestras oncol¨®gicas, Achatz y sus colaboradores intentan entender c¨®mo funciona el p53 en personas, no en placas de laboratorio o en ratones, y c¨®mo se desarrolla el c¨¢ncer cuando el gen deja de funcionar como es debido. Por ejemplo, entre los pacientes de Achatz se encuentra una mujer que a los 18 a?os hab¨ªa desarrollado ya 14 tumores diferentes. Se han tomado muestras de muchos de estos tumores, y ahora los investigadores pueden examinar las diferencias entre el ADN del tejido cancer¨ªgeno y el de las c¨¦lulas normales de la mujer.
El gen p53 es un supresor de tumores. Su misi¨®n es protegernos del c¨¢ncer, asegur¨¢ndose de que, cuando nuestras c¨¦lulas se dividen como parte del crecimiento y el mantenimiento normales de nuestro cuerpo, lo hacen sin cometer errores peligrosos
Mientras tanto, Fernanda Fortes, compa?era de Achatz en el A. C. Camargo, quiere saber por qu¨¦ los ni?os brasile?os portadores de la mutaci¨®n del p53 presentan un riesgo al menos 10 veces superior de padecer c¨¢ncer suprarrenal que la poblaci¨®n en general. Y, como no todos los ni?os con la mutaci¨®n desarrollan este c¨¢ncer, qu¨¦ hace que se incline la balanza en aquellos que s¨ª lo padecen. Fortes espera descubrirlo analizando el mayor n¨²mero de muestras posible. Ya sabe que la acidez de sus c¨¦lulas tumorales es mayor de la normal. Y sabe que esto es significativo. ?Pero en qu¨¦ medida y de qu¨¦ modo? ?Es la acidez m¨¢s elevada en general una causa o una consecuencia de la malignidad?
Esto forma parte de un tema mucho m¨¢s amplio que en estos momentos fascina a la comunidad que estudia el p53: la funci¨®n del metabolismo en el c¨¢ncer, porque resulta que el supresor de tumores es tambi¨¦n un elemento importante en este campo.
Que el metabolismo de las c¨¦lulas cancer¨ªgenas es altamente an¨®malo no es un descubrimiento nuevo. En los a?os veinte, el bi¨®logo y m¨¦dico alem¨¢n Otto Warburg observ¨® que las c¨¦lulas cancer¨ªgenas consumen glucosa a un ritmo enorme. Descubri¨® que mientras que la mayor¨ªa de las c¨¦lulas normales descomponen la glucosa y env¨ªan sus productos a las mitocondrias ¨Clas centrales energ¨¦ticas de la c¨¦lula¨C que los queman en el horno para producir energ¨ªa, las c¨¦lulas tumorales suprimen parcialmente la actividad de las mitocondrias y utilizan buena parte de la glucosa para crear los ladrillos de nuevas c¨¦lulas. Este proceso metab¨®lico, conocido como gluc¨®lisis aer¨®bica, consume casi 20 veces m¨¢s glucosa que la respiraci¨®n mitocondrial para producir la energ¨ªa que las c¨¦lulas necesitan, de ah¨ª el voraz apetito de glucosa de las c¨¦lulas tumorales.
Warburg cre¨ªa que este metabolismo alterado era la causa del c¨¢ncer, y as¨ª lo afirmaba en un art¨ªculo publicado en 1956. Pero esta provocativa teor¨ªa pronto fue eclipsada por la revoluci¨®n de la biolog¨ªa molecular, cuando los entusiasmados cient¨ªficos empezaron a buscar las causas de todo en nuestro ADN. El excesivo apetito de glucosa (el denominado efecto Warburg), dijeron, era consecuencia de una transformaci¨®n maligna de las c¨¦lulas, no una fuerza impulsora de dicha transformaci¨®n. Pero ahora se est¨¢n acumulando las pruebas de que el metabolismo s¨ª influye activamente en el desarrollo de tumores. El trabajo reciente sobre el p53 en particular, se?ala Hainaut, apunta a que los factores metab¨®licos son ¡°absolutamente fundamentales para la biolog¨ªa del c¨¢ncer¡±.
Desde la d¨¦cada de los noventa se ten¨ªan indicios de que el p53 interviene en el metabolismo, pero no estaba completamente claro c¨®mo encajaba en la imagen del gen como supresor tumoral. En 2005, sin embargo, unos investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud estadounidenses compararon la resistencia de ratones normales con la de otros a los que se les hab¨ªa suprimido el p53. Los introdujeron en un recipiente con agua, y los que carec¨ªan del p53 se hund¨ªan con mucha m¨¢s rapidez que los normales: claramente, ten¨ªan dificultades para generar la energ¨ªa suficiente para mantenerse a flote. ?Qu¨¦ ocurr¨ªa, entonces?
En su laboratorio del Instituto Beatson en Glasgow, Karen Vouden y sus colaboradores han descubierto que, cuando los acontecimientos siguen su curso normal, el p53 desempe?a una sutil funci¨®n entre bambalinas. No solo vigila y espera para frenar o matar c¨¦lulas peligrosas en potencia, sino que ayuda de hecho a las c¨¦lulas a evitar o sobrevivir a cosas que podr¨ªan perjudicarlas, es decir, cosas que podr¨ªan desencadenar una respuesta antitumoral. En otras palabras, el p53 desempe?a una doble funci¨®n: promueve la supervivencia en algunas condiciones, pero llama al escuadr¨®n de la muerte cuando percibe que la situaci¨®n se est¨¢ saliendo de control.
El riesgo de padecer c¨¢ncer a lo largo de la vida en el caso de la mutaci¨®n brasile?a se sit¨²a entre el 50 y el 70% y, parad¨®jicamente, es este car¨¢cter m¨¢s leve el que le ha permitido extenderse tanto y afectar a un n¨²mero tan elevado de personas. La mayor¨ªa de los portadores sobrevive lo suficiente como para transmitir el gen a sus hijos, y algunos nunca desarrollan c¨¢ncer
Como regulador del metabolismo, explica Vousden, el p53 promueve la supervivencia de las c¨¦lulas ayud¨¢ndoles a soportar fluctuaciones en el suministro de combustible. ¡°Esto podr¨ªa ser algo que sucede constantemente, y no siempre ser¨¢ necesario matar a todas las c¨¦lulas que transitoriamente carecen de suficiente glucosa. De modo que, en esas situaciones, est¨¢ muy claro que el p53 ayuda a las c¨¦lulas a sobrevivir. Y lo hace permiti¨¦ndoles que reorganicen su metabolismo¡±.
En cuanto regulador b¨¢sico del metabolismo, el p53 ayuda a las c¨¦lulas a resistir un ineficiente efecto Warburg devorador de glucosa, excepto en las emergencias. Tambi¨¦n ayuda a eliminar radicales libres ¨Clos corrosivos subproductos de la quema de az¨²car en las mitocondrias para obtener energ¨ªa¨C fomentando la supervivencia de las c¨¦lulas al limitar los da?os que estas part¨ªculas pueden causar en el ADN. Pero si el supresor de tumores no funciona, los perjudiciales radicales libres pueden proliferar, y las c¨¦lulas corruptas tienen libertad para secuestrar la maquinaria metab¨®lica y cambiar a gluc¨®lisis, que aumenta enormemente su capacidad para duplicarse. As¨ª se pone en marcha el c¨¢ncer.
Esta l¨ªnea de investigaci¨®n sobre las anomal¨ªas metab¨®licas del c¨¢ncer ofrece asombrosas perspectivas para los pacientes. ?Y si, por ejemplo, pudi¨¦semos acudir al botiqu¨ªn en busca de f¨¢rmacos ya existentes para enfermedades metab¨®licas y aplicarlos como nuevos tratamientos contra el c¨¢ncer? ¡°Ni siquiera necesitar¨ªamos ensayos cl¨ªnicos para comprobar su seguridad¡±, se?ala Vouden, ¡°porque estos f¨¢rmacos llevan a?os us¨¢ndose en millones de humanos¡±.
Es una idea que muchos laboratorios de todo el mundo, incluido el suyo y el de Hainaut en Francia, est¨¢n explorando ya con la metformina, el f¨¢rmaco m¨¢s recetado contra la diabetes, y dirigido contra el metabolismo inadecuada de la glucosa. Por lo general, los diab¨¦ticos padecen un riesgo m¨¢s elevado de c¨¢ncer, pero los m¨¦dicos empezaron a observar que el riesgo de c¨¢ncer en los pacientes con un tratamiento cr¨®nico de metformina parec¨ªa ser incluso m¨¢s bajo que el de la poblaci¨®n no diab¨¦tica. ?Podr¨ªa el f¨¢rmaco tener un efecto protector? Los experimentos de laboratorio han demostrado que es de hecho t¨®xico para las c¨¦lulas tumorales.
Si consideramos que, a lo largo de una vida media, una persona experimentar¨¢ unos 10.000 billones de divisiones celulares, y que una sola c¨¦lula d¨ªscola puede dar comienzo a un tumor, la importancia de este gen queda clara
¡°Hay aspectos buenos y malos¡±, advierte Hainaut. ¡°La metformina ser¨¢ f¨¢cil de introducir en el tratamiento contra el c¨¢ncer porque ya est¨¢ en el mercado y hay mucha experiencia en su administraci¨®n a pacientes: est¨¢ probada, y es segura y f¨¢cil de administrar. Tiene todas las caracter¨ªsticas que podr¨ªan convertirla en un ¨¦xito r¨¢pido en el tratamiento contra el c¨¢ncer si sus efectos son positivos. Pero a la hora de abordar la debilidad por la glucosa de las c¨¦lulas cancer¨ªgenas, no es tan buena¡±.
La metmorfina ya se ha probado fuera de los laboratorios, con ensayos cl¨ªnicos en pacientes de muchos centros de todo el mundo, y Hainaut est¨¢ animando a Achartz a probarla tambi¨¦n con algunos de sus pacientes. Pero tanto m¨¦dicos como cient¨ªficos son agudamente conscientes de la sensibilidad de su investigaci¨®n entre las familias brasile?as aquejadas de Li-Fraumeni, y el peligro de suscitar esperanzas prematuras en personas desesperadas por ver avances.
Desde la detecci¨®n del p53 mutante en tantos miembros de la extensa familia de Pedro G¨®mez, cada uno ha estado luchando ¨Ca su manera¨C por asumir lo que eso implica para s¨ª mismo y sus seres queridos. El hermano de G¨®mez, alcalde de un pueblo situado a las afueras de S?o Paulo, se hizo el an¨¢lisis de sangre, pero no quiso saber los resultados. Solo cuando a su hija le diagnosticaron c¨¢ncer de mama la v¨ªspera de su boda, comprendi¨® que no pod¨ªa ocultar la verdad. La boda se pospuso mientras ella se recuperaba de una doble mastectom¨ªa, y hoy la joven presiona a su padre para que la acompa?e a hacerse las pruebas anuales de detecci¨®n precoz en el A. C. Camargo.
Dos sobrinas del alcalde son tambi¨¦n portadoras del gen mutante. Una dice respecto a su diagn¨®stico: ¡°Me ha cambiado la vida para siempre; realmente me ha vuelto loca¡±. Teme los controles anuales, que le exigen mucho tiempo, son invasivos y le provocan ansiedad hasta que recibe los resultados, siempre esperando malas noticias, despu¨¦s de haber perdido a su madre por c¨¢ncer de mama. Teme por su hijito, al que a¨²n no ha llevado a hacerse las pruebas, y le preocupa tambi¨¦n si ser¨ªa moral tener m¨¢s hijos, que ella y su marido tanto desean, y la posibilidad de perder los ovarios, el ¨²tero o las mamas por c¨¢ncer antes de poder tenerlos. Su prima, que tambi¨¦n quiere tener hijos, se lo toma con m¨¢s filosof¨ªa: lo que tenga que ser, ser¨¢, dice encogi¨¦ndose de hombros. Cuando le dieron la noticia de que es portadora de la mutaci¨®n, el disgusto que podr¨ªa haber sentido por ella y por su padre, que recibi¨® los resultados al mismo tiempo que ella, se vio superado por la preocupaci¨®n que le produjo la intensa angustia experimentada por su madre ante la situaci¨®n de la familia.
Uno de los casos m¨¢s destacados fue el de Jos¨¦ Alencar, el popular y carism¨¢tico vicepresidente del pa¨ªs durante el mandato de Lu¨ªz Ign¨¢cio 'Lula' da Silva. Alencar muri¨® en 2011, y el c¨¢ncer le fue diagnosticado por primera vez en 1997
Achatz es muy consciente de los problemas emocionales de las familias aquejadas de Li-Fraumeni a las que ve a diario en su consulta. ¡°Tengo muy claro que estoy en ciencia para tratar a mis pacientes¡±, dice. ¡°Todo lo que hago se reduce a c¨®mo los afecta a ellos¡±.
?Y las perspectivas del f¨¢rmaco contra la diabetes? ¡°Entre el estudio preliminar de que la metmorfina funciona en humanos y el conocimiento de c¨®mo administrarla en las condiciones adecuadas hay todav¨ªa muchos pasos¡±, advierte Pierre Hainaut. ¡°Pero tengo verdaderas esperanzas de que funcione, al menos para los brasile?os¡±.
(Los nombres de los pacientes se han cambiado).
Editor: Giles Newton
Verificador de datos: Rob Reddick
Corrector de estilo: Tom Freemam
Traductor: Newsclip
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