Si encontr¨¢ramos una nueva forma de vida ?sabr¨ªamos reconocerla?
La NASA busca el secreto de la vida en la Tierra en las profundidades de un lago en Canad¨¢
¡°?Por qu¨¦ iba a querer la NASA estudiar un lago en Canad¨¢?¡±.
Hasta tres agentes fronterizos hacen la misma pregunta con ligeras variaciones, y aunque acabaron dej¨¢ndonos pasar, era evidente que no lo entend¨ªan. ?Por qu¨¦ se interesa la NASA por un lago canadiense? ?Y por qu¨¦ es asunto nuestro?
Por lo que a ecosistemas ex¨®ticos se refiere, el lago Pavilion, en la Columbia Brit¨¢nica, es de lo m¨¢s ordinario. Est¨¢ en un lugar rec¨®ndito, eso s¨ª: la ciudad importante m¨¢s cercana es Vancouver, a cuatro horas en coche monta?a a trav¨¦s, y las localidades de los alrededores son peque?os c¨²mulos de casas en las laderas secas, separadas docenas de kil¨®metros por una carretera que serpentea a trav¨¦s del paisaje yermo. El lago en s¨ª est¨¢ junto a una carretera de asfalto, y desde ella no parece diferente de cualquier otro lago de monta?a de tama?o discreto al oeste de Norteam¨¦rica.
Sin embargo, bajo la superficie, el fondo del lago Pavilion est¨¢ salpicado de una especie de arrecifes de coral: c¨²pulas, conos y formas extravagantes muy parecidas a las alcachofas. Pero los corales son colonias de animales diminutos, y esto no: se trata de formaciones rocosas llamadas microbialitos, compuestas y cubiertas de cianobacterias. Puede que esas bacterias ¡ªa veces denominadas, err¨®neamente, ¡°algas verdeazuladas¡±¡ª formasen incluso las rocas en las que viven, absorbiendo los nutrientes del agua y dejando la roca. Al igual que las plantas, se nutren de la luz del sol y se desarrollan en las aguas poco profundas de la escarpada pendiente submarina, hasta el punto en que la luz empieza a apagarse.
Ellas son el motivo del inter¨¦s de la NASA. Pero la gente a la que hemos venido a ver aqu¨ª tiene en mente proyectos a¨²n m¨¢s ambiciosos: quieren saber lo que estas extra?as formaciones del lago Pavilion podr¨ªan decirnos sobre el origen de la vida en la Tierra, la vida en otros mundos, e incluso el significado exacto de la vida.
C¨®digo Morse en el ADN
Erwin Schr?dinger era un tipo listo. Quiz¨¢ le conozcan por el famoso experimento te¨®rico del ¡°gato de Schr?dinger¡±, donde hay una caja con un gato que no est¨¢ ni vivo ni muerto hasta que se mira dentro. Sin embargo, uno de sus trabajos m¨¢s interesantes es un librito de 1944 basado en una serie de conferencias que Schr?dinger dio en Dubl¨ªn, y que plantea una sencilla pregunta: ?qu¨¦ es la vida?
El libro es relevante porque predijo algunas propiedades importantes del ADN antes de ser descubierto. Faltaba casi una d¨¦cada para el hallazgo de la famosa doble h¨¦lice, pero Schr?dinger dio con la clave para saber c¨®mo los organismos evolucionan y transmiten informaci¨®n de una generaci¨®n a otra como un ¡°cristal aperi¨®dico¡±: una cadena de ¨¢tomos que nunca se repite exactamente. Aunque cada eslab¨®n de la cadena contiene los mismos ¨¢tomos (carbono, nitr¨®geno, ox¨ªgeno, hidr¨®geno y f¨®sforo), su combinaci¨®n permite codificar una cantidad enorme de informaci¨®n.
Schr?dinger us¨® como s¨ªmil el c¨®digo Morse, que reproduce todo un lenguaje con solo dos ¡°letras¡±. Hoy sabemos que el c¨®digo del ADN tiene cuatro letras (A, C, G y T), que al organizarse y emparejarse pueden codificar todo lo que un organismo necesita para construir prote¨ªnas, hacer que funcione su metabolismo y vivir. Esta parece una diferencia significativa entre lo que est¨¢ vivo y lo que no: la capacidad de transmitir informaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la mera reproducci¨®n.
La capacidad de transmitir informaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la mera reproducci¨®n parece una diferencia significativa entre lo que est¨¢ vivo y lo que no
Los cristales ordinarios se reproducen, pero solo transmiten el patr¨®n repetitivo que determina la posici¨®n de los ¨¢tomos. No pueden evolucionar. O, en palabras de Schr?dinger, es como la diferencia entre ¡°el papel de pared corriente y moliente, donde un mismo patr¨®n se repite una y otra vez con una periodicidad regular, y una obra de arte de bordado, un tapiz de Rafael, por ejemplo, que no muestra una repetici¨®n insulsa, sino un dise?o elaborado, coherente y significativo trazado por el gran maestro¡±.
Robots en el agua
El barco est¨¢ abarrotado de gente que controla y supervisa veh¨ªculos sumergibles por control remoto (ROV, por sus siglas en ingl¨¦s). Estos peque?os submarinos rob¨®ticos est¨¢n equipados con c¨¢maras de alta definici¨®n y escrutan la zona del lago que los buzos humanos estudiar¨¢n unos d¨ªas m¨¢s tarde. Tambi¨¦n llevan sensores para medir la temperatura del agua, el pH, la posici¨®n GPS, la profundidad y la corriente. Para lograr el nivel perfecto de flotabilidad, los ROV cuentan con una curiosa mezcla de alta tecnolog¨ªa y m¨¦todos rudimentarios: motores vanguardistas e instrumentos de flotaci¨®n hechos con pelotas de pl¨¢stico y espaguetis de piscina naranja fosforito atados con cables de pl¨¢stico. Un sumergible est¨¢ fisgoneando en el fondo del lago, tomando im¨¢genes de alta definici¨®n de microbialitos; el otro se encarga de tener vigilado al primero y controla las condiciones del agua.
Lo presenciamos todo desde el tr¨¢iler de ¡°control de misi¨®n¡± de la NASA, a orillas del lago, gracias al v¨ªdeo enviado por los ROV. Es un paisaje extraterrestre: mont¨ªculos irregulares verdes y grises del tama?o de mesas, unos en c¨²mulos, otros solos, que se extienden hasta perderse en la penumbra submarina. Mientras observo estas im¨¢genes del fondo del lago me pregunto cu¨¢nto se parece a la Tierra primigenia. A juzgar por los microbialitos f¨®siles, los antepasados de las cianobacterias actuales fueron probablemente una de las primeras formas de vida del planeta. Es posible que hace miles de millones de a?os las cianobacterias creasen el ox¨ªgeno de nuestra atm¨®sfera, confiriendo a la atm¨®sfera cargada de di¨®xido de carbono de la Tierra primigenia el equilibrio actual entre nitr¨®geno y ox¨ªgeno mucho antes de que las plantas evolucionasen. Las cianobacterias modernas crean colonias en forma de alfombras limosas que cubren el fondo de lagos lejanos, y no los complejos microbialitos rocosos que vemos en el lago Pavilion, as¨ª que es probable que lo mismo ocurriese hace 3.500 millones de a?os.
Por extra?os que parezcan, los microbialitos podr¨ªan ser el ¨²nico elemento remotamente familiar que reconociese un viajero en el tiempo llegado a los primeros d¨ªas de nuestro planeta. La vida no se limit¨® a crear el aire que respiramos: ir a cualquier lugar y observar cualquier elemento de la Tierra es ver un entorno creado por la vida. La qu¨ªmica de las rocas, los oc¨¦anos, el suelo; todo est¨¢ configurado por la vida. Adem¨¢s, los cient¨ªficos han hallado organismos ¡ªen su mayor¨ªa bacterias y arqueas, organismos unicelulares que prosperan en condiciones extremas¡ª por doquier, desde las grietas de las rocas a grandes profundidades hasta las nubes m¨¢s altas de la atm¨®sfera. Los organismos siempre se han adaptado a cada entorno, y lo han configurado para que, a su vez, el entorno se adapte a ellos.
Los rastros de esa configuraci¨®n mutua se conocen como biofirmas, y para Allyson Brady ah¨ª radica uno de los principales atractivos del lago Pavilion. Brady, geoqu¨ªmica de la Universidad McMaster, est¨¢ buscando formas de distinguir los procesos abi¨®ticos ¡ªlos que ocurren sin influencia de la vida¡ª y las biofirmas inequ¨ªvocas. ¡°Aunque las bacterias lleven tiempo muertas¡±, explica, ¡°la roca podr¨ªa seguir conservando la firma qu¨ªmica que nos dice ¡®esto se cre¨® con influencia biol¨®gica¡¯, a diferencia de un proceso qu¨ªmico completamente abi¨®tico. Podemos ver eso en el lago Pavilion¡±.
Las biofirmas podr¨ªan ser la clave para saber si un arrecife rocoso similar, hallado en Marte, es un microbialito f¨®sil ¡ªse?al de vida que existi¨® en el pasado¡ª o una cruel imitaci¨®n. La cantidad relativa de diferentes is¨®topos o la presencia de mol¨¦culas ins¨®litas en la roca podr¨ªan revelar los rastros qu¨ªmicos producidos por el metabolismo de microbios extintos hace mucho tiempo.
Evidentemente, lo ideal ser¨ªa ver los microbios vivos (suponiendo que existan), pero eso es m¨¢s complicado de lo que la ciencia ficci¨®n nos hace creer. Cualquier muestra de microorganismos recogida por un veh¨ªculo explorador, sonda o astronauta tendr¨ªa que sobrevivir a la exposici¨®n al equipo, y luego ser reconocida bajo el microscopio como un ser vivo. Se trata de un proceso que lleva tiempo, y se necesitar¨ªa alg¨²n indicio qu¨ªmico preliminar que indicase que merece la pena observarla a trav¨¦s del microscopio. A falta de los tricorder de Star Trek para hacer un escaneo autom¨¢tico, los investigadores buscan biofirmas en el terreno de Marte, en el hielo de Europa (sat¨¦lite de J¨²piter), y en las columnas de agua que lanzan los volcanes helados de Enc¨¦lado, la sexta luna m¨¢s grande de Saturno.
A orillas del lago Pavilion nos sorprenden constantemente las lib¨¦lulas color azul iridiscente, mientras un colimbo pasa a ras de agua. Tras dos d¨ªas de operaciones exclusivas con ROV, los buzos entran en escena. Para hacerles hueco, el equipo lleva otro barco hasta el punto de inmersi¨®n. Esta vez estoy en el agua con ellos, aunque mi principal cometido es no estorbar. De hecho, ve¨ªa mejor desde el tr¨¢iler: ahora me limito a mirar a los cient¨ªficos estudiando los monitores y controlando los ROV, pero no puedo ver lo que hacen los buzos.
Es f¨¢cil reconocer que las lib¨¦lulas, los colimbos, los buzos e incluso algunas bacterias ins¨®litas est¨¢n vivos; como dice una canci¨®n de Barrio S¨¦samo, ¡°respiran, comen y crecen¡±. ?Pero ocurre lo mismo con todos los seres vivos?
Puede que lo m¨¢s dif¨ªcil de encontrar vida en otros lugares del planeta fuese reconocerla cuando la vi¨¦semos. La mayor parte de la vida en la Tierra es microbiana, y aunque solemos asociar las bacterias con las enfermedades, la mayor¨ªa de las especies ignoran a los humanos. Un enorme n¨²mero prospera en lugares que nos matar¨ªan, y viceversa: aguas profundas, cuevas ¨¢cidas, fr¨ªo glacial y calor abrasador. Y sin embargo existe una relaci¨®n de parentesco entre esos organismos y nosotros, aunque la evoluci¨®n y la adaptaci¨®n nos hayan separado.
Debido a ese parentesco, toda la vida en la Tierra est¨¢ formada por c¨¦lulas; toda usa el agua l¨ªquida como parte de su estructura esencial; toda est¨¢ construida por mol¨¦culas parecidas, que contienen carbono, ox¨ªgeno, nitr¨®geno y otros elementos comunes; y toda usa el ADN y el ARN para codificar informaci¨®n sobre s¨ª misma y transmit¨ªrsela a las generaciones futuras. No obstante, hemos de preguntarnos: ?tiene que ser as¨ª la vida? Si la historia de nuestro sistema solar se repitiese, ?usar¨ªa la vida la misma qu¨ªmica, construir¨ªa c¨¦lulas y configurar¨ªa su entorno del mismo modo?
La vida es org¨¢nica, y eso solo significa ¡°mol¨¦culas que contienen carbono¡±. Las mol¨¦culas org¨¢nicas son muy comunes en nuestra galaxia: los astr¨®nomos han encontrado restos de amino¨¢cidos (los ladrillos de las prote¨ªnas) en cometas, y bases nitrogenadas (las ¡°letras¡± gen¨¦ticas del ADN y el ARN) en las nubes de gas entre estrellas.
Pero aunque el agua podr¨ªa ser necesaria para la vida, abunda hasta tal punto en otros mundos y en el espacio interestelar que no tiene nada de especial. Sin embargo, a¨²n tenemos que encontrar alguna se?al en el espacio de algo que pueda catalogarse como ¡°vida¡±.
Es un paisaje extraterrestre: mont¨ªculos irregulares verdes y grises del tama?o de mesas, unos en c¨²mulos, otros solos, que se extienden hasta perderse en la penumbra submarina
Por parad¨®jico que parezca, tambi¨¦n podr¨ªa existir la vida inorg¨¢nica, y es que ¡°org¨¢nico¡± no significa ¡°vivo¡±. La vida basada en el silicio que habita los populares universos ficticios de Star Trek y el Mundodisco de Terry Pratchett es fruto de ese pensamiento. En la tabla peri¨®dica, el silicio comparte columna con el carbono, as¨ª que qu¨ªmicamente son parecidos. En ¨²ltima instancia, los v¨ªnculos que crea no son del todo correctos, as¨ª que el silicio no crea el mismo tipo de mol¨¦culas. El carbono, de entre todos los elementos de la tabla peri¨®dica, parece el ¨²nico capaz de unirse a otros ¨¢tomos y formar estructuras lo bastante complejas para la vida.
Sin duda el ADN es complejo, lo que lleva a muchos investigadores a preguntarse, ante todo, c¨®mo surgi¨®. Una hip¨®tesis com¨²n es que el ARN ¡ªque existe como cadena ¨²nica, a diferencia de la cadena doble del ADN¡ª fue primero; sin embargo, incluso el ARN es complejo. ¡°Quiz¨¢ la vida no empez¨® con el ARN, sino con algo un poco m¨¢s sencillo¡±, sostiene John Chaput, de la Universidad Estatal de Arizona. ¡°Cualquiera que fuese ese material sencillo, ayud¨® a producir ARN¡±.
La ¡°D¡± del ADN y la ¡°R¡± del ARN representan respectivamente a los az¨²cares desoxirribosa y ribosa. La desoxirribosa y la ribosa constituyen la estructura cuyos pelda?os son las letras gen¨¦ticas, pero no son los ¨²nicos az¨²cares que pueden cumplir ese cometido. Las mol¨¦culas gen¨¦ticas artificiales llamadas ¡°AXN¡± pueden construirse con otros az¨²cares: la X podr¨ªa ser cualquiera de muchas posibilidades.
Chaput est¨¢ particularmente interesado en un az¨²car llamado ¡°treosa¡±, porque la mol¨¦cula resultante, el ATN, ¡°reconoce¡± el ARN y se vincula a ¨¦l, exactamente igual que el ADN se vincula al ARN. El ATN es m¨¢s sencillo que el ARN y el ADN, tanto por su estructura qu¨ªmica como por la facilidad para crearlo. Chaput y otros cient¨ªficos que piensan como ¨¦l se preguntan si el ATN estuvo presente en la Tierra primigenia: ¡°El ATN surgi¨® antes, porque se sintetizaba con m¨¢s facilidad, pero no tard¨® en ser suplantado por el ARN¡±.
Los AXN no son m¨¢s que una posible ruta alternativa hacia la vida. El carbono crea much¨ªsimas m¨¢s mol¨¦culas de las que usa la vida tal y como la conocemos. Las prote¨ªnas no utilizan todos los tipos de amino¨¢cidos; el ADN y el ARN no utilizan todas las ¡°letras¡± de las bases nitrogenadas que son qu¨ªmicamente posibles. Puede que las formas de vita de otros mundos tuviesen la misma qu¨ªmica org¨¢nica b¨¢sica, e incluso unos c¨®digos gen¨¦ticos parecidos a los nuestros, pero usaran diferentes mol¨¦culas para construir sus c¨¦lulas.
Hace sol y una temperatura agradable, pero Tyler Mackey y Frances Rivera-Hern¨¢ndez est¨¢n vestidos para temperaturas m¨¢s bajas. Se han puesto un mono t¨¦rmico y se disponen a zambullirse en las fr¨ªas aguas del lago para comprobar que todo el equipo funciona antes del muestreo cient¨ªfico, previsto para dentro de unos d¨ªas.
Mackey estudia la forma en que los microbios configuran su entorno y son configurados por ¨¦l, y c¨®mo esa relaci¨®n rec¨ªproca podr¨ªa reflejarse en los registros f¨®siles de la Tierra. Buena parte del trabajo de su tesis se basa en los lagos cubiertos de hielo de la Ant¨¢rtida. Rivera-Hern¨¢ndez trabaja para el equipo del Mars Science Laboratory, que maneja el veh¨ªculo explorador Curiosity que actualmente explora la superficie de Marte. Ella estudia si los lagos de la Tierra comparten caracter¨ªsticas geol¨®gicas con los lagos secos de Marte, que en un pasado lejano podr¨ªan haber estado cubiertos de hielo.
En el lago Pavilion se habla mucho de Marte. Los buzos no se limitan a recopilar datos cient¨ªficos sobre los microbialitos, sino que est¨¢n probando programas y protocolos para hacer algo parecido en la superficie del planeta rojo. Los buzos son como astronautas que caminan sobre Marte; el barco desde el que hacen las inmersiones es su ¡°centro de mandos¡± (como el que alg¨²n d¨ªa podr¨ªa haber en Fobos, una de sus lunas), y el gran tr¨¢iler de la NASA a orillas del lago hace las veces de ¡°centro de control de misi¨®n¡±.
Para que la simulaci¨®n sea a¨²n m¨¢s real, el programa que usan para comunicarse incorpora un retraso de cinco minutos en ambos sentidos entre el centro de control y el barco; se imitan as¨ª los 55 millones de kil¨®metros que tienen que recorrer las se?ales entre Marte y la Tierra en su punto m¨¢s pr¨®ximo. El retraso supone que los buzos no pueden recibir instrucciones directamente desde la ¡°Tierra¡±, con lo que la mayor¨ªa de acciones han de planearse meticulosamente con antelaci¨®n. (Los astronautas del Apolo, en cambio, ten¨ªan un retraso menos relevante, de aproximadamente un segundo en ambos sentidos).
Es poco probable que los futuros astronautas encuentren en Marte algo tan claramente vivo como las bacterias del lago Pavilion, pero podr¨ªa haber restos de microbialitos muertos. Los paleont¨®logos han descubierto f¨®siles estratificados de microbialitos, conocidos como estromatolitos, en Australia, Groenlandia y la Ant¨¢rtida, entre otros lugares. Algunos de los presentes en Australia occidental se remontan 3.500 millones de a?os, no mucho tiempo despu¨¦s de que la Tierra fundida se solidificase por primera vez. Si unos microbios por el estilo aparecieron en Marte durante un periodo parecido, pero murieron (o se trasladaron bajo tierra) cuando el planeta se sec¨®, podr¨ªa haber f¨®siles similares.
Actualmente, el agua en la superficie de Marte parece ef¨ªmera y muy salada, pero no siempre fue as¨ª. ¡°Si alguna vez hubo agua en abundancia [en Marte], y en la superficie hay indicios de sobra, es probable que estuviese congelada¡±, explica Rivera-Hern¨¢ndez. Eso hace que los lagos de agua fr¨ªa de la Tierra resulten de particular inter¨¦s para quienes estudian la vida marciana. El lago Pavilion se congela cada invierno, y puede que incluso estuviese cubierto de hielo todo el a?o durante la ¨²ltima glaciaci¨®n. Algunas estructuras de microbialitos parecen lo bastante antiguas como para haber sobrevivido a esa congelaci¨®n.
La vida no se limit¨® a crear el aire que respiramos: ir a cualquier lugar y observar cualquier elemento de la Tierra es ver un entorno creado por la vida
En los 72 a?os transcurridos desde la publicaci¨®n del libro de Schr?dinger, los cient¨ªficos han hecho grandes avances en la comprensi¨®n del funcionamiento de la vida, pero seguimos sin tener una definici¨®n clara de qu¨¦ es la vida. La evoluci¨®n forma parte de ella, as¨ª como el concepto relacionado de transmitir informaci¨®n gen¨¦tica de una generaci¨®n a la siguiente. El metabolismo tambi¨¦n es una parte de la vida, y altera el equilibrio qu¨ªmico de su entorno de una forma que, de lo contrario, no se producir¨ªa. Pero mientras que algunos elementos est¨¢n claramente inanimados y otros claramente vivos, hay una regi¨®n tenebrosa entre ellos.
Se trata del reino de los virus y de unas prote¨ªnas infames conocidas como priones, famosas por provocar la encefalopat¨ªa espongiforme bovina (o enfermedad de las vacas locas). Los virus tienen ADN o ARN, pero necesitan invadir las c¨¦lulas para reproducirse. Los priones tienen la peculiaridad de que pueden transmitir informaci¨®n y reproducirse sin ADN, secuestrando otras prote¨ªnas que, para m¨¢s inri y mayor da?o, est¨¢n en el tejido cerebral. Los virus y los priones suelen ser nocivos, pero algunos tipos de levadura se benefician de los priones, y los mam¨ªferos usan el virus ADN para evitar que las madres rechacen a los fetos. No est¨¢n vivos en un sentido estricto ¡ªno crecen ni se multiplican si no se unen con otro organismo¡ª, pero pueden mutar y evolucionar por la presi¨®n de la selecci¨®n natural.
¡°Est¨¢ claro que [un virus] tiene la capacidad de seguir los principios evolutivos darwinianos, pero no sin una c¨¦lula anfitriona¡±, explica David Lynn, de la Universidad Emory. Para ¨¦l, lo que est¨¢ vivo y lo que no lo est¨¢ forman un continuo: ¡°Hay una transici¨®n en la que podr¨ªamos distinguir unos elementos capaces de evolucionar qu¨ªmicamente y otros capaces de hacerlo biol¨®gicamente¡±. En otras palabras, hay una l¨ªnea borrosa entre lo que requiere un catalizador exterior ¡ªuna c¨¦lula anfitriona, el tejido cerebral¡ª para evolucionar, y lo que puede evolucionar y reproducirse por s¨ª mismo. En alg¨²n momento, unos procesos qu¨ªmicos inanimados cruzaron dicha l¨ªnea y se volvieron claramente vivos.
Lynn reflexiona mucho sobre la informaci¨®n bioqu¨ªmica que transportan las mol¨¦culas complejas y sobre c¨®mo entender la evoluci¨®n en ese contexto. Con ayuda de sus colaboradores, investiga si las prote¨ªnas (que, en un sentido qu¨ªmico, son cadenas relativamente largas de mol¨¦culas org¨¢nicas usadas para construir c¨¦lulas) podr¨ªan almacenar y transmitir la misma informaci¨®n que las mol¨¦culas gen¨¦ticas sin necesidad del ADN o el ARN. Sin embargo, habida cuenta de que tanto el ADN como las prote¨ªnas son complejos, la pregunta es si, en la historia de la vida en la Tierra, hubo algo que allanase el terreno para la aparici¨®n de esos compuestos qu¨ªmicos complejos.
El peque?o lago de Pavilion, en Canad¨¢, es uno de los lugares donde podemos aprender a hacernos esas preguntas. Los investigadores del lago, desde los bioqu¨ªmicos que trabajan con el AXN hasta los astrobi¨®logos que buscan vida en otros mundos, intentan comprender las adaptaciones de la vida usando los procesos qu¨ªmicos y los materiales en cada lugar.
Hoy en d¨ªa, las bacterias como las que viven en el lago Pavilion rara vez crean estructuras microbial¨ªticas; aunque este es un poco m¨¢s alcalino y tiene un contenido mineral m¨¢s alto que otros lagos cercanos, no hay motivos claros que justifiquen la existencia de esas estructuras. ¡°?Qu¨¦ permite a los microbialitos vivir en este lago? ?Qu¨¦ tiene de especial?¡±, se pregunta Darlene Lim, investigadora jefe en el lago Pavilion. ¡°Es una cuesti¨®n harto compleja, y hay que abordarla desde muchas perspectivas¡±.
Toda la vida en la Tierra tiene un ancestro com¨²n en el remoto pasado geol¨®gico. Sin embargo, puede que la vida tal y como la conocemos coexistiera anta?o con otros elementos bioqu¨ªmicos. De ser as¨ª, con el paso del tiempo nuestros primeros ancestros tuvieron m¨¢s ¨¦xito que los organismos basados en estructuras moleculares alternativas, y usaron y configuraron el entorno hasta que las otras formas de vida se extinguieron. La cuesti¨®n da que pensar: no hablamos de la muerte de una especie, sino de toda una v¨ªa que se podr¨ªa haber desarrollado hasta dominar el planeta si la historia hubiese tomado otro rumbo.
Estos ¡°podr¨ªan haber sido¡± y ¡°nunca fueron¡± no son meras especulaciones. En Marte, Europa y miles de exoplanetas clasificados, la gama de posibilidades qu¨ªmicas podr¨ªa ser inmensa. No podemos permitirnos dar por sentado que toda la vida sigue el mismo camino que tom¨®, biol¨®gica o qu¨ªmicamente, en la Tierra.
¡°?Qu¨¦ es la vida?¡± no es una sola pregunta y no tiene una sola respuesta. Quiz¨¢ tampoco la necesite. Los sabios como Charles Darwin no se detuvieron en estas diabluras filos¨®ficas.
¡°?Qu¨¦ es la vida?¡± no es una sola pregunta y no tiene una sola respuesta. Quiz¨¢ tampoco la necesite. Los sabios como Charles Darwin no se detuvieron en estas diabluras filos¨®ficas
Una alta chimenea de roca despunta en la ladera de la monta?a que domina el lago Pavilion. Los Ts¡¯kw¡¯aylaxw, uno de los pueblos originarios de Canad¨¢, cuyas tierras abarcan toda la zona, cuentan que ah¨ª vive un gran drag¨®n que vigila a los ni?os que juegan en el lago. Las cianobacterias son, en cierto sentido, reto?os de la vida primigenia. Pero tambi¨¦n son modernas, como todas las formas de vida, y se adaptan a su entorno a trav¨¦s de las fuerzas de la evoluci¨®n. Y, por vaga que sea la definici¨®n, eso es la vida: lo que modela, lo modelado, lo que no para de evolucionar.
Este art¨ªculo se public¨® por primera vez en Mosaic y se publica de nuevo aqu¨ª con una licencia de Creative Commons.
Editor: Mun-Keat Looi
Verificaci¨®n de datos:Francine Almash
Correcci¨®n de estilo: Kirsty Strabridge
Traducci¨®n: News Clips.
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