La cena en la que nunca se sirvi¨® carne de mamut
Una investigaci¨®n de Yale desvela que la velada m¨¢s famosa de la paleontolog¨ªa fue un fiasco
Las cenas anuales de The Explorers Club de Nueva York suelen incluir platos que podr¨ªan considerarse ex¨®ticos o, directamente, repugnantes: ojos de cabra que reemplazaban a las aceitunas en los martinis o tar¨¢ntulas fritas. Es una tradici¨®n que se remonta a 1951, cuando este club que re¨²ne a todo tipo de aventureros y exploradores ¡°por tierra, mar, aire o el espacio¡±, a cuyas celebraciones anuales lleg¨® a asistir alg¨²n presidente, ofreci¨® el men¨² m¨¢s ex¨®tico que se pueda imaginar: carne de mamut, que hab¨ªa sido encontrado congelado en Alaska. Ahora, un equipo de la Universidad de Yale que logr¨® hacerse con una muestra del m¨ªtico plato estrella de aquella velada ha desmontado la leyenda: nadie comi¨® carne de ning¨²n animal prehist¨®rico. Todo fue una gran broma.
Un trabajo publicado en la revista PLoS y firmado por cinco investigadores de Yale titulado ?Se sirvi¨® mamut o megatherium para cenar en The Explorers Club? determina que el men¨² de aquella noche en el Hotel Roosevelt de Manhattan no fue una criatura extinta, sino tortuga, un plato poco habitual, pero que pertenece a la misma ¨¦poca que los comensales. El megatherium es una especie de perezoso gigante que desapareci¨® hace 8.000 a?os y eso fue lo que presuntamente se sirvi¨® en la cena, seg¨²n los organizadores, y no mamut, como hab¨ªan recogido las cr¨®nicas period¨ªsticas del evento, que alimentaron desde entonces la imaginaci¨®n popular.
Aquel banquete extendi¨® la idea de que era posible comer carne de animales extintos, conservados en el permafrost, aunque haya que tener para ello un est¨®mago a prueba de bombas. Como explica Richard Stone en su libro Mammoth, ampliamente citado estos d¨ªas por la prensa estadounidense, el zo¨®logo ruso Alexei Tijonov intent¨® en una ocasi¨®n probar un bocado de un ejemplar encontrado en Siberia y describi¨® la experiencia como ¡°asquerosa¡±. ¡°Sab¨ªa como algo que se ha dejado demasiado tiempo en la nevera¡±, asegur¨®.
La carne del fest¨ªn de 1951 proced¨ªa al parecer de un esqueleto congelado encontrado por un investigador jesuita llamado Bernard Hubbard, conocido como el Sacerdote de los Glaciares por su afici¨®n a recorrer los enormes espacios helados del ?rtico. Cuando se enter¨® de que The Explorers Club andaba buscando ese tipo de exquisitez para su cena anual, les proporcion¨® el material. Uno de los cient¨ªficos, el taxidermista Paul Howes, se perdi¨® el acontecimiento pero pidi¨® que le enviasen una muestra del men¨², que fue despachada conservada en formol al museo Bruce de Greenwich, del que era conservador. Desde all¨ª pas¨® en 2001 al Museo Peabody de la Universidad de Yale.
¡°Ten¨ªa un trabajo de estudiante en el museo y siempre supe que exist¨ªa la muestra de megatherium. La etiqueta del bote en el que estaba conservada dec¨ªa que fue consumido en aquel banquete de 1951¡±, explica Jessica R. Glass, coautora del informe junto a otros cuatro alumnos, que responde por correo electr¨®nico desde las islas Seycheles donde realiza un trabajo de campo sobre fauna marina. ¡°Otro de los estudiantes, Matt Davis, es miembro de The Explorers Club y siempre hab¨ªa escuchado que aquella noche se cen¨® mamut. Si llega a ser megatherium cambiar¨ªa nuestro conocimiento de aquella especie, cuyos restos nunca han sido localizados en Am¨¦rica del Norte¡±, prosigue Glass.
El objetivo del experimento era, por lo tanto, doble: saber si el ¨¢rea en la que habitaron los megatherium fue mucho m¨¢s amplia de lo que se hab¨ªa pensado hasta ahora y, sobre todo, si realmente aquella noche se comi¨® algo muerto hace miles de a?os. El ADN dio una respuesta contundente: era Chelonia mydas, tortuga marina. De hecho, el primer plato era sopa de tortuga. Los estudiantes aseguran tambi¨¦n que no existe ninguna evidencia de que Hubbard hubiese encontrado alguna vez mamuts o magatherium en sus exploraciones. ¡°Comer carne prehist¨®rica no es imposible y por eso nos hemos tomado tan en serio este estudio. Existen casos documentados de cient¨ªficos y exploradores que encontraron mamuts tan bien conservados que todav¨ªa ten¨ªan tejidos musculares. Tambi¨¦n hay casos de investigadores que comieron carne de caballo o bisonte del Pleistoceno. Es muy raro, pero posible¡±. No fue el caso aquella noche, en la que se imprimi¨® la leyenda y no los hechos: ni mamut, ni megatherium, s¨®lo tortuga, por partida doble.
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