S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, una voz en libertad
Esta es la historia de una cantante y compositora con una voz en la que el jazz, las habaneras, el flamenco o la m¨²sica popular conviven pac¨ªficamente y arrastra una legi¨®n de seguidores que no para de crecer
El ¨²ltimo y sorprendente giro en la historia del fenomenal auge de S¨ªlvia P¨¦rez Cruz (Palafrugell, 1983) lleva por nombre Domus, casa en lat¨ªn, y contiene las canciones que ha compuesto, interpretado y producido para Cerca de tu casa, un musical sobre el principio del drama de los desahucios y su perversa propaganda, que logr¨® presentar a las v¨ªctimas de la crisis como a los verdugos de su propia historia. El disco se publica ahora, la pel¨ªcula se estrenar¨¢ previsiblemente en mayo. Por qu¨¦ un lanzamiento se adelant¨® al otro dice tanto de la inquietud de la cantante por cerrar etapas como de las diferencias entre los ritmos de un arte, la m¨²sica, esencialmente individualista, frente a los del cine, lenta catarsis colectiva. As¨ª, P¨¦rez Cruz pone fin a tres a?os de trabajo (componer, arreglar, colaborar en el guion, actuar y mezclar el resultado tres veces) desde aquel d¨ªa en el que el director de la pel¨ªcula, Eduard Cort¨¦s, la engatus¨® con un viejo truco: conjurar el nombre de ¡°dos mujeres de enorme fuerza¡±, Bj?rk y Ada Colau.
La primera era referencia obligada; la experimentadora islandesa sent¨® un precedente en la uni¨®n de narrativa cinematogr¨¢fica y pop de autor junto a Lars von Trier en Bailar en la oscuridad (2000), dram¨®n cantado y protagonizado por ella del que nadie sali¨® indemne. Ni en la realidad, ni en la ficci¨®n. La alcaldesa de Barcelona es, en su faceta de cara visible de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, obvia inspiradora de la historia ¨ªntima de un desahucio en 2007, el de la mujer acosada por la vida que interpreta P¨¦rez Cruz en una tragedia coral de corte cl¨¢sico salpimentada por la m¨²sica. ¡°Ese fue el mayor reto¡±, explica la compositora, ¡°dar con el momento en el que en la ficci¨®n termina el habla y empiezan las canciones. Ten¨ªa que haber una forma natural de pasar de una cosa a otra¡±.
El primer resultado de la aventura es un disco corto e intenso. Y, como suele suceder con el arte dif¨ªcil de categorizar de su autora, se describe mejor en negativo. No es exactamente la banda sonora de la pel¨ªcula; las canciones, no narrativas, figuran en distinto orden que en el filme y de su escucha no se transparenta gran cosa de la trama. Tampoco es un ¨¢lbum de canci¨®n protesta, la denuncia emana m¨¢s de una partitura melanc¨®lica que del realismo de las letras en castellano, portugu¨¦s e ingl¨¦s.
Quer¨ªa tratar problemas universales, no hablar solo de desahucios¡±, dice ella. Aunque de eso tambi¨¦n haya, sobre todo en el corte que abre el disco, ¡®No hay tanto pan¡¯, en el que, con un gui?o a los gallos rojos y negros del simpar Chicho S¨¢nchez Ferlosio, P¨¦rez Cruz canta sobre una ¡°gran culpa que no es tuya ni m¨ªa¡±, sobre ¡°discursos, banqueros y trileros¡±, ¡°bolsos, confeti, cruceros y puteros¡± y aquellos que ¡°te roban¡± y encima ¡°te gritan¡±. Y tambi¨¦n de lo ¡°indecente¡± de un mundo de ¡°gente sin casa y casa sin gente¡±.
¡°Cuando recib¨ª esa llamada¡±, recordaba recientemente la cantante durante una tenue tarde del invierno mediterr¨¢neo en una conocida cocteler¨ªa de Barcelona, ¡°estaba obsesionada con Ada, con esa claridad de discurso y el aplomo con el que se dirigi¨® al Congreso¡±. Y as¨ª fue como el primer s¨ª (¡°hacer la banda sonora¡±) se convirti¨® en un salto sin red que inclu¨ªa un papel protagonista. ¡°Fueron meses de empe?o de Cort¨¦s hasta lograr convencerme. Yo nunca hab¨ªa actuado antes, salvo en un taller a los 13 a?os en la escuela. Nunca he terminado de entender el arte de la interpretaci¨®n. Se comparten cosas, hay emociones, hay incluso melod¨ªas. Pero no hay m¨²sica¡±. Curiosamente, el punto de acceso lo hall¨®, dice, en su total ausencia: ¡°En el silencio que se hace justo antes y despu¨¦s de que se grita ¡®acci¨®n¡¯. Es muy concentrado, muy respetuoso. Es una experiencia colectiva, como cuando te subes a un escenario¡±.
Eduard Cort¨¦s (Barcelona, 1959), que la descubri¨® con el montaje El jard¨ªn de los cinco ¨¢rboles, a partir de poemas de Salvador Espriu, siempre tuvo ¡°claro¡± que tras la voz se escond¨ªa una actriz natural . ¡°Si logr¨¢bamos poner toda la verdad que ella tiene cantando en la pel¨ªcula, la cosa funcionar¨ªa. Adem¨¢s, result¨® tremendamente inspiradora para todos durante el rodaje¡±. M¨¢s complicado fue levantar la financiaci¨®n del proyecto. ¡°Pese a que no es una pel¨ªcula pol¨ªtica ni nada panfletaria, supongo que la tem¨¢tica no era la m¨¢s atractiva para las televisiones¡±, afirma Cort¨¦s. Al final, hubo que recurrir a una ronda de crowdfunding (217.000 euros) y los equipos t¨¦cnico y art¨ªstico aportaron parte de su sueldo, que fiaron al resultado de taquilla (en el caso de la protagonista, el porcentaje ha rondado el 40%).
¡°El mayor reto de un musical fue dar con la transici¨®n entre di¨¢logos y canciones¡±
Es tentador pensar como el cineasta. Si algo hace destacar a P¨¦rez Cruz es su asombrosa capacidad interpretativa, el modo en el que solo ella dice las canciones, propias y ajenas (en su mundo, las versiones, obedecen a la l¨®gica de un armario; ¡°es como con los trajes, hay que buscarlos, algunos te gustan pero no te sientan bien¡±). El verdadero poder de su voz se despliega en directo. Sus recitales, ante audiencias que crecen con cada concierto, acaban convertidos en rituales en los que no es raro ver a la gente, de todas edades y sexos, llorar. Es, si se permite el eslogan, el fen¨®meno S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, una de las historias de ¨¦xito m¨¢s inesperadas de los ¨²ltimos tiempos en la m¨²sica popular espa?ola.
?O c¨®mo, si no, se puede explicar que un ¨¢lbum de versiones haya sido disco de oro en un pa¨ªs que hace tiempo dej¨® de pagar por la m¨²sica grabada? Sucedi¨® con granada (as¨ª, en min¨²scula, como la fruta y el explosivo), ¨¢lbum firmado a medias con Ra¨¹l Fernandez Mir¨®, Refree, solicitado guitarrista y productor barcelon¨¦s. Juntos ven¨ªan colaborando desde hac¨ªa una d¨¦cada, cuando ella, casi a¨²n una adolescente, ya hab¨ªa cambiado su lugar de nacimiento, Palafrugell, bella localidad del Baix Empord¨¤ ¨Ccuyo ¡°paisaje¡± y ¡°mar de invierno¡± son lo que mejor la ¡°definen¡±¨C, por la Barcelona del cambio de siglo.
Fernandez Mir¨® (Barcelona, 1976) coprodujo tambi¨¦n 11 de novembre (2012), ¨¢lbum con el que la artista debut¨® en la multinacional Universal en una asociaci¨®n que se ha demostrado fruct¨ªfera para ambas partes. En el argot de la disquera, P¨¦rez Cruz es la perfecta ¡°artista de largo recorrido¡±, un unicornio blanco en los tiempos que corren. Y al firmar el contrato, recuerda ella, la preocupaci¨®n fue asegurarse una ¡°libertad¡± que, de momento, le respetan.
Aquel disco, una refrescante mezcla de m¨²sica mediterr¨¢nea, jazz, flamenco o bossa nova, sonaba en catal¨¢n, ingl¨¦s, portugu¨¦s y espa?ol, y marc¨® el inicio del viaje de su reputaci¨®n m¨¢s all¨¢ de las fronteras catalanas, donde ella ya llenaba teatros. El ¨¢lbum estaba dedicado a la memoria de su padre, Castor P¨¦rez (1955-2010), cantante y estudioso de las habaneras, g¨¦nero musical de gran arraigo en el rinc¨®n del mundo en el que la ni?a creci¨®. ¡°Dedic¨® su vida a eso¡±, recuerda. ¡°Escribi¨® libros, ten¨ªa un archivo en Cuba. Viaj¨® 22 a?os a la isla en busca de canciones. Hay una melancol¨ªa muy poderosa en todo ello¡ Obviamente, me parec¨ªa un rollo cuando era peque?a, pero con la edad he aprendido a apreciar la estampa: dos hombres en una vieja taberna de madera cantando emocionados letras que se saben de toda la vida. Cuando es as¨ª, de verdad, me gusta. La postal no me interesa lo m¨¢s m¨ªnimo. Alg¨²n d¨ªa espero hacer un ¨¢lbum de habaneras¡±.
¡°Si en un disco sale un hombre y una mujer, se entiende que ¨¦l es quien piensa¡±
Hija tambi¨¦n de una cantante, Gl¨°ria Cruz, que a¨²n vive en Palafrugell, S¨ªlvia comenz¨® a estudiar m¨²sica a los cuatro a?os. A ¡°los 12 o 13¡± un profesor le dijo que su forma libre de entender la interpretaci¨®n encontrar¨ªa mejor acomodo en el jazz que en la cl¨¢sica. Toc¨® el saxof¨®n en orquestas y pasacalles y cant¨® en un coro. Lleg¨® a los 18 a?os a Barcelona para estudiar en la reci¨¦n creada Escola Superior de M¨²sica de Catalunya (ESMUC), con sede en el Auditori. ¡°All¨ª di con mi propia voz. Al llegar, mi forma de cantar me son¨® de pronto como de abuela, as¨ª que la tuve que deconstruir. Y eso fue muy bueno¡±.
El saxofonista Llibert Fortuny (Las Palmas, 1977) fue una de las primeras personas con las que trab¨® contacto en la gran ciudad. ?l acababa de regresar de Estados Unidos y daba clases de su instrumento en un trastero del parking de la casa de sus padres. ¡°Vino a preparar su ingreso en la ESMUC¡±, recuerda el saxofonista, que en los a?os siguientes protagonizar¨ªa una de las carreras m¨¢s fulgurantes del reciente jazz espa?ol. ¡°En cuanto la vi, tuve claro que era una artista excepcional. Ten¨ªa una manera de improvisar muy poco com¨²n. Curiosamente, entonces no quiso cantar, dec¨ªa que le daba corte¡±.
En la escuela venci¨® las reticencias. Escogi¨® la voz como primer instrumento y el saxof¨®n de segundo. Pronto se vio envuelta en la escena del jazz barcelon¨¦s, que viv¨ªa a principios de siglo el final de su ef¨ªmera eclosi¨®n, un espejismo de clubes con programaci¨®n sostenida, revistas especializadas y activos sellos discogr¨¢ficos que en los ¨²ltimos a?os ha dejado paso a un panorama acosado por el elevado IVA cultural, la falta de inter¨¦s de los grandes festivales por la cantera y el excesivo celo de las normativas urbanas contra el ruido.
En aquellos d¨ªas ¨Cpero sobre todo en aquellas noches¨C era com¨²n verla subir a cantar en los m¨¢s diversos contextos en locales del Raval y el G¨®tico. En una de esas ocasiones, Javier Colina (Pamplona, 1960), venerable contrabajista, la vio acompa?ar ¡°a un grupo de folcloristas argentinos¡± al final de un concierto. ¡°Me recomendaron que la escuchase para un proyecto de canciones que ten¨ªa entre manos¡±, recuerda Colina. ¡°Me fascin¨® su voz y el carisma sobre el escenario y me enamor¨¦ al instante¡±. De aquel encuentro surgi¨® En la imaginaci¨®n (2011), disco firmado a medias.
¡°Al llegar a Barcelona con 18 a?os fue cuando di con mi propia voz¡±
Que la chica ha sido siempre de ¡°flechazo¡± f¨¢cil lo sabe bien el periodista y compositor Luis Troquel. Cuando ella ten¨ªa 17 a?os, la escuch¨® cantar una nana mezclada entre el p¨²blico de una obra de teatro amateur. ¡°Desde entonces no he dejado de recomendarla¡±, explica. Tambi¨¦n a Fernandez Mir¨®, que la escogi¨® para una colaboraci¨®n trasatl¨¢ntica entre m¨²sicos catalanes y argentinos titulada Immigrasons. ¡°Ten¨ªa 22 a?itos¡±, recuerda ella. ¡°Cuando me quise dar cuenta, estaba embarcada yo sola en una gira por Argentina y Brasil con unos m¨²sicos que no conoc¨ªa¡±.
Entonces P¨¦rez Cruz era parte de Las Migas, grupo de flamenco mestizo formado por cuatro alumnas del ESMUC de distinta procedencia (Sevilla, Palafrugell, Alemania y Francia) en cuyas filas milit¨® hasta 2011. ¡°En aquellos a?os estaba en muchos proyectos al mismo tiempo, todo era muy fren¨¦tico y estimulante, hasta que de pronto, con 24, me qued¨¦ embarazada. Eso s¨ª fue un cambio bestia. No lo esperaba. Nadie ten¨ªa hijos. Yo era la ¨²nica y, adem¨¢s, la m¨¢s joven. Ten¨ªas que buscar la manera de combinar un trabajo poco com¨²n y la maternidad¡±. ¡°La pobre hac¨ªa unos malabarismos incre¨ªbles para llegar a todo¡±, recuerda Troquel. La hija, que hoy tiene ocho a?os, participa con unas amigas en los coros de ¡®Ai, ai, ai¡¯, una suerte de versi¨®n de un tema de Shakira incluida en Domus.
En el entorno de P¨¦rez Cruz, un grupo compacto organizado en c¨ªrculos conc¨¦ntricos de confianza (¡°esto es un estilo de vida, no un negocio; para trabajar conmigo cuenta la humildad y la seguridad¡±), les gusta contemplar su carrera como un viaje ¡°en constante progresi¨®n¡± con paradas bien definidas; este concierto, aquella portada de revista¡, umbrales que la condujeron a otra dimensi¨®n. Uno de esos momentos estelares fue la concesi¨®n del Goya a la mejor canci¨®n original por el tema que compuso para la pel¨ªcula Blancanieves. No fue tanto el premio como las circunstancias de su entrega. La actriz Adriana Ugarte, encargada de leer el veredicto, confundi¨® al primero de los candidatos de la lista impresa en el tarjet¨®n con el ganador, en uno de los episodios m¨¢s surrealistas de tres d¨¦cadas de premios de la Academia.
¡°Result¨® una experiencia muy extra?a y muy fuerte: la sensaci¨®n de perder y al segundo siguiente el subid¨®n de ganar. El discurso fue improvisado, empec¨¦ pidiendo perd¨®n. Despu¨¦s me pas¨¦ toda la noche buscando a los pobres chicos que creyeron por un momento que lo hab¨ªan logrado. Se ve que se fueron de la gala¡±. El resultado del sainete fue que un galard¨®n que acostumbra a pasar desapercibido ocup¨® tiempo en los telediarios y acab¨® destacado en todos los peri¨®dicos en el anecdotario sobre la noche. ¡°Me preguntaban si me molestaba ser conocida por eso. Me dio igual. Yo s¨¦ que se trata de ir paso a paso; a veces son dos escalones y a veces son tres. He tenido la suerte de tener tiempo para digerir el ¨¦xito; mi primer bolo cobrando lo hice con 14¡±.
¡°Mi padre dedic¨® su vida a las habaneras. Alg¨²n d¨ªa har¨¦ un disco¡±
Otro salto importante lleg¨® con la publicaci¨®n de granada (2014) y con la subsiguiente gira de teatros llenos junto a Fernandez Mir¨®. La aventura toc¨® a su fin en julio en Madrid, tras un a?o de ¨¦xito. ?Muri¨® demasiado pronto un proyecto que parec¨ªa destinado a continuar? ¡°Con aquello pas¨® lo mismo que con Las Migas, lleg¨® el d¨ªa en el que no ten¨ªa sentido seguir. Fue el final de una d¨¦cada de trabajar con ese material¡±, advierte ella. ¡°Nuestra relaci¨®n fue siempre muy intensa¡±, a?ade Fernandez Mir¨®. ¡°Toc¨¢bamos a tope cada noche. Empezamos a notar que est¨¢bamos un poco cansados y decidimos dejarlo. Fue algo tan especial que no cre¨ªamos que fuese bueno llevarlo a un punto en el que nos aburri¨¦semos. En mi opini¨®n, fue una decisi¨®n tomada a tiempo¡±.
Aquel disco tambi¨¦n le dej¨® a P¨¦rez Cruz una agria ense?anza. ¡°Fue la primera vez en mi vida que sent¨ª el machismo en la recepci¨®n de mi trabajo. Siempre he vivido rodeada de hombres y me he sentido muy respetada por ellos. Pero cuando en una portada pones un m¨²sico y una cantante, un hombre y una mujer, se presupone que el que piensa es el hombre y no la mujer. Me sorprendi¨®. Pero creo que tambi¨¦n obedece a una determinada educaci¨®n, que yo tambi¨¦n podr¨ªa pensarlo de buenas a primeras. Es un trabajo hecho a medias de principio a fin. P¨²blicamente se convirti¨® en otra cosa, pero uno no puede irse reivindicando por ah¨ª constantemente¡±.
El disco que ahora publica es una buena muestra de lo que es capaz de hacer sola. Por eso se presenta como una obra aut¨®noma, que tiene planeado defender en un pu?ado de conciertos antes de tomarse en junio unos meses alejada de los escenarios, pese a que los festivales de verano se pelear¨¢n, de nuevo, por su presencia, tal vez ignorando que, como es costumbre, la que marca los tiempos es ella.
¡®Domus¡¯ (Universal) se publica el 19 de febrero.
elpaissemanal@elpais.es
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