Alternativas a un modelo migratorio roto
El siglo XXI es ya el de las migraciones. Y la obsesi¨®n de los gobiernos por determinar qui¨¦n entra, para qu¨¦ y por cu¨¢nto tiempo en sus pa¨ªses choca con la naturaleza incontrolable de este fen¨®meno
¡°Hoy nuestro sistema de inmigraci¨®n est¨¢ roto, y todo el mundo lo sabe. Las familias que entran en nuestro pa¨ªs de forma adecuada y cumplen las reglas, ven c¨®mo otros se las saltan. Los empresarios que ofrecen a sus trabajadores salarios decentes y beneficios sociales ven c¨®mo su competencia explota a inmigrantes indocumentados pag¨¢ndoles mucho menos. [¡] Y los inmigrantes indocumentados que buscan desesperadamente cumplir con sus responsabilidades no ven m¨¢s opci¨®n que permanecer en la sombra o arriesgarse a ver a sus familias rotas¡±.
Barak Obama constituye un parad¨®jico pero poderoso detractor del sistema migratorio norteamericano. Durante sus casi ocho a?os de presidencia las deportaciones de inmigrantes indocumentados han alcanzado niveles r¨¦cord, y la gesti¨®n de crisis como la de 2014, en la que cerca de 70.000 menores no acompa?ados accedieron a su pa¨ªs por la frontera Sur, podr¨ªa haber sido firmada por cualquiera de los belicosos candidatos republicanos a las primarias. Sin embargo, su estrategia declarada ha sido cumplir a rajatabla las leyes existentes hasta demostrar su inoperancia, empezando por la rigidez de un sistema que mantiene a 11 millones de hombres, mujeres y ni?os en la ilegalidad. A pocos meses de abandonar la presidencia, la reforma de este modelo ¡°roto¡± ha dejado de ser un eslogan electoral para convertirse en un testamento pol¨ªtico.
Estados Unidos ¡ªcomo Europa, Australia y cualquier otra regi¨®n desarrollada del planeta¡ª se enfrenta a la necesidad de embridar un sistema fuera de control en el que la obsesi¨®n de los gobiernos por determinar qui¨¦n entra, para qu¨¦ y por cu¨¢nto tiempo choca con la naturaleza de un fen¨®meno que escapa en buena medida a su control. El resultado es una combinaci¨®n de ineficiencia econ¨®mica, crueldad institucional y desgobierno que no deja satisfecha a ninguna de las partes involucradas y amenaza con dinamitar derechos internacionales adquiridos como la protecci¨®n de quienes huyen de la guerra y la persecuci¨®n. La b¨²squeda de alternativas se ha convertido en un ejercicio de inter¨¦s propio tanto como en una obligaci¨®n ¨¦tica.
M¨¢s de 240 millones de personas viven fuera de sus pa¨ªses de origen como emigrantes. Cerca de 150 millones son considerados estrictamente emigrantes econ¨®micos
De acuerdo con la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones, m¨¢s de 240 millones de personas viven fuera de sus pa¨ªses de origen como emigrantes. De estos, cerca de 150 millones son considerados estrictamente emigrantes econ¨®micos y una cantidad similar se ha establecido en los pa¨ªses desarrollados. Las cifras mundiales de movilidad humana se han multiplicado por dos a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada, consolidando un proceso que nos definir¨¢ como sociedad global en el siglo XXI. Frente a los mitos que rodean a este fen¨®meno (¡°buscan nuestras ayudas sociales¡±, ¡°no podemos acoger a tantos¡±), la observaci¨®n objetiva de los hechos demuestra el beneficio econ¨®mico neto de la inmigraci¨®n y explica sin ambages la ecuaci¨®n detr¨¢s de este fen¨®meno: desigualdad de ingreso en origen, transici¨®n demogr¨¢fica en las econom¨ªas de destino y multiplicaci¨®n de factores de inestabilidad como los conflictos y los desastres naturales.
Cada una de estas variables tiende a ganar intensidad, m¨¢s que lo contrario. Los economistas del Center for Global Development Michael Clemens y Lant Pritchett han descrito una realidad en la que el simple desplazamiento a los EE UU permitir¨ªa a un boliviano de formaci¨®n media multiplicar sus ingresos reales por 2,7, y a un nigeriano por 8,4. En el caso de los desplazamientos forzosos, el Consejo Noruego para los Refugiados advert¨ªa recientemente de que los fen¨®menos naturales extremos derivados del cambio clim¨¢tico podr¨ªan provocar en los pr¨®ximos a?os un ¨¦xodo equivalente al n¨²mero total de refugiados que existen hoy en el planeta. Para decenas de millones de individuos que han ca¨ªdo en el lado equivocado de la desigualdad y conocen a trav¨¦s de sus redes lo que pueden esperar en destino, la emigraci¨®n constituye una v¨ªa r¨¢pida y eficaz de cruzar la brecha, por arriesgada que parezca.
?Sirven para algo los controles migratorios? La respuesta simple que dan los estudios realizados hasta ahora es que no
Ante este panorama, la respuesta de las regiones de destino ha sido multiplicar y sofisticar los mecanismos de control, como demuestra el ejemplo europeo. De acuerdo con un estudio, dos tercios de las 92 reformas migratorias introducidas por los pa¨ªses miembros de la UE entre 1990 y 2009 iban destinadas a restringir la capacidad de movilidad y residencia de los nacionales de pa¨ªses terceros. Pero la tentaci¨®n defensiva de Europa ha alcanzado niveles de histeria a lo largo de la crisis de refugiados, donde todas las l¨ªneas rojas se han desdibujado. El Gobierno de Dinamarca, que comenz¨® publicando anuncios intimidatorios en los peri¨®dicos libaneses y limit¨® despu¨¦s al m¨ªnimo la recepci¨®n de refugiados, ha terminado confiscando sus ahorros en frontera con la connivencia de la oposici¨®n socialdem¨®crata. Mientras los gobiernos de Francia y el Reino Unido han convertido los asentamientos de Calais en un infierno del que mantenerse lejos, Hungr¨ªa enarbola la bandera de la identidad religiosa y las muertes de 15 inmigrantes subsaharianos en la playa ceut¨ª del Tarajal siguen impunes dos a?os despu¨¦s de la tragedia. El Estado de excepci¨®n migratorio responde a la l¨®gica del sistema y contamina a instituciones, gobiernos y partidos m¨¢s all¨¢ de sus ret¨®ricas habituales.
El efecto real de esta deriva sobre la llegada de nuevos inmigrantes es muy cuestionable, sin embargo. Hace solo unos d¨ªas, el prestigioso think tank brit¨¢nico Overseas Development Institute (ODI) presentaba un estudio realizado en Londres, Manchester, Berl¨ªn y Madrid (en este ¨²ltimo caso, en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n porCausa) que trata de contestar una de las preguntas fundamentales de este debate: ?sirven para algo los controles migratorios? La respuesta simple es que no. Como ya han demostrado investigaciones anteriores acerca de las motivaciones de los individuos para embarcarse en un proyecto migratorio, las respuestas de los inmigrantes dejan clara la irrelevancia de las medidas de control y la restricci¨®n de beneficios sociales en destino. Lamentablemente, la respuesta de los pa¨ªses de acogida no se sostiene sobre la base de sus resultados pr¨¢cticos, sino de sus riesgos electorales. Como se?al¨® el Director del ODI Kevin Watkins durante la presentaci¨®n del informe, ¡°las buenas pol¨ªticas deben incorporar una combinaci¨®n de evidencia y valores, y es dif¨ªcil encontrar un ¨¢rea en la que las acciones de los gobiernos est¨¦n menos dirigidas por la evidencia y m¨¢s por los prejuicios¡±.
Dos tercios de las 92 reformas migratorias introducidas por los pa¨ªses miembros de la UE entre 1990 y 2009 iban destinadas a restringir la capacidad de movilidad y residencia de los nacionales de pa¨ªses terceros
Frente a esta situaci¨®n, el ¨²nico acuerdo no declarado entre observadores y pol¨ªticos de todo el espectro ideol¨®gico es que el sistema actual no nos sirve. A diferencia de otros s¨ªmbolos de la globalizaci¨®n como el comercio de bienes y servicios, el cambio clim¨¢tico o la responsabilidad penal internacional, las migraciones carecen de un marco institucional s¨®lido que facilite la cooperaci¨®n entre las partes sobre la base de un inter¨¦s com¨²n. El espect¨¢culo al que estamos asistiendo en Europa es en realidad un microcosmos de un fen¨®meno global que se repite con variaciones en cada una de las regiones desarrolladas del planeta.
La tarea tit¨¢nica de proponer una alternativa a este galimat¨ªas ha reca¨ªdo sobre los hombros de Peter Sutherland, un veterano pol¨ªtico irland¨¦s designado por el Secretario General del la ONU como su representante para la reforma del modelo migratorio. ¡°Cuando me eligieron, John Bolden [el pol¨¦mico embajador de George W. Bush ante la ONU] me llam¨® y me dijo: ¡®Olv¨ªdalo. Este es un asunto de soberan¨ªa nacional. Nunca aceptaremos nada.¡¯ Pero Bolden se fue, y lleg¨® una nueva Administraci¨®n y las posiciones variaron. Las cosas cambian¡±. Desde que fuera nombrado en 2005, el posibilismo impenitente del se?or Sutherland le ha permitido ir posicionando la reforma migratoria en la agenda internacional. Los Foros Globales sobre Migraciones pasaron de agrupar espor¨¢dicamente a un pu?ado de expertos y defensores de los derechos humanos a convertirse en una referencia anual de las mejores ideas reformistas, destacando su contribuci¨®n al progreso com¨²n. Por primera vez, la idea de ¡°facilitar la emigraci¨®n segura, ordenada y regular de las migraciones¡± ha sido incluida como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que definir¨¢n la agenda global hasta 2030.
El simple desplazamiento a los EE UU permitir¨ªa a un boliviano de formaci¨®n media multiplicar sus ingresos reales por 2,7, y a un nigeriano por 8,4
Pero el hito pol¨ªtico m¨¢s relevante tal vez sea la cumbre sobre las migraciones convocada en Nueva York para el 19 de septiembre de este a?o, donde se espera que Obama y Ban Ki Moon definan su legado en este ¨¢mbito. La cumbre coincidir¨¢ con la presentaci¨®n del informe de recomendaciones que Sutherland ha ido elaborando con ayuda de su equipo, y que celebr¨® su reuni¨®n consultiva m¨¢s reciente la semana pasada en Londres.
?Qu¨¦ se puede esperar de este proceso? Las alternativas sobre la mesa son diversas y toman muy en serio las dificultades pol¨ªticas de abordar la flexibilizaci¨®n de fronteras. En algunos casos adoptan un car¨¢cter casi quir¨²rgico que busca construir lentamente la confianza entre las tres partes involucradas: los pa¨ªses de origen y destino, pero tambi¨¦n los propios inmigrantes. Michael Clemens, por ejemplo, ha promovido un Partenariado Global de Capacidades que consiste en el acuerdo de empleadores y/o gobiernos con los pa¨ªses de origen para formar y traer personal especializado en aquellos sectores donde es m¨¢s necesario para los pa¨ªses desarrollados, como el de la enfermer¨ªa. Al igual que en el caso de una propuesta similar centrada en la concesi¨®n de visas de trabajo temporales para los haitianos castigados por el terremoto de 2005, esta idea va dos pasos m¨¢s all¨¢ del trazo grueso con el que se debaten las pol¨ªticas de inmigraci¨®n laboral en nuestras sociedades. Los acuerdos bilaterales deben considerar aspectos tan pr¨¢cticos como el coste de la contrataci¨®n de trabajadores, la posibilidad de intentarlo de nuevo despu¨¦s del primer retorno (migraciones circulares) o la compensaci¨®n a los pa¨ªses en origen por el coste de la formaci¨®n de sus emigrados (la denominada fuga de cerebros).
Las cifras de movilidad humana se han multiplicado por dos a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada
Otras ideas se apoyan en experiencias previas de construcci¨®n institucional ¡ªcomo la Organizaci¨®n Mundial del Comercio¡ª para desarrollar mecanismos regionales o plurilaterales de cooperaci¨®n migratoria. La UE constituye en s¨ª misma el experimento hist¨®rico m¨¢s relevante, y algunas regiones como el Mercosur o la Comunidad Econ¨®mica de los Estados de ?frica Occidental (Cedeao, por sus siglas en franc¨¦s) facilitan la movilidad interna de sus ciudadanos. Pero el verdadero reto consiste en establecer acuerdos entre regiones desarrolladas y en desarrollo, un ¨¢mbito en el que todo est¨¢ por experimentar. En este sentido, el Proceso de Rabat ¡ªun espacio de di¨¢logo que cubre el corredor migratorio de ?frica occidental hasta Europa y en el que Espa?a ha jugado un papel protagonista¡ª constituye un experimento primitivo pero prometedor en el que pa¨ªses de origen y destino podr¨ªan establecer cuotas predecibles de emigraci¨®n sobre la base de derechos y obligaciones compartidas.
El hecho de que el Fondo Fiduciario de 1.800 millones aprobado por la UE en respuesta a la crisis migratoria ponga menos inter¨¦s en estas ideas que en programas tradicionales de desarrollo que buscan ¡®retener¡¯ a la gente en sus pa¨ªses demuestra hasta qu¨¦ punto no han entendido nada.
Ning¨²n esfuerzo tendr¨¢ ¨¦xito mientras los pa¨ªses ricos insistan en una estrategia unilateral que incumple la ley, contradice sus valores y perjudica sus intereses econ¨®micos. En palabras de Peter Sutherland ¡ªque tiende a expresarse en un lenguaje poco habitual para los c¨ªrculos diplom¨¢ticos¡ª, la respuesta europea a la crisis de refugiados es ¡°inepta y xen¨®foba¡±, pero tambi¨¦n peligrosa: ¡°?Qu¨¦ es la soberan¨ªa? Incluso en su definici¨®n m¨¢s estricta, esta solo puede ser preservada por la v¨ªa de la cooperaci¨®n, y debilitada por la falta de ella. El tipo de respuestas que estamos presenciando contradicen la idea de sociedades liberales que cost¨® 70 a?os construir¡±. En otras palabras, el problema es ignorar que la obsesi¨®n por el control de las fronteras desencadena riesgos que amenazan lo que quer¨ªamos preservar en primer lugar. Entender y calibrar estos riesgos es el primero paso para inocularnos frente a ellos.
Gonzalo Fanjul es cofundador de la Fundaci¨®n PorCausa de periodismo e investigaci¨®n.
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