La dama de Raynham Hall

¡°?Qu¨¦ es un fantasma?¡±, se pregunta el narrador de El espinazo del diablo, el filme de Guillermo del Toro. La humanidad lleva siglos plante¨¢ndose la misma pregunta: los que creen en ellos, para tratar de demostrar que existen; los que no creen, para encontrar respuestas racionales a leyendas centenarias. Roger Clarke, obsesionado con los ectoplasmas desde la adolescencia, ha escrito un entretenido relato cultural de los esp¨ªritus, La historia de los fantasmas (Siruela), con el significativo subt¨ªtulo de 500 a?os buscando pruebas. Clarke no pretende convertir a los no creyentes, sino articular una investigaci¨®n que recoja nuestra larga relaci¨®n con los seres que nos visitan desde el otro mundo, ya sea en la literatura, en el submarino alem¨¢n maldito U-65 o en Hammersmith, un barrio londinense que sufri¨® una histeria fantasmal en el siglo XIX no muy diferente de la que vivi¨® el madrile?o palacio de Linares en los noventa.

La m¨¢s c¨¦lebre de las fotograf¨ªas de fantasmas ofrece un buen resumen del empe?o de Clarke: la silueta de la Dama Marr¨®n (sobre estas l¨ªneas) fue inmortalizada bajando las escaleras de Raynham Hall, una casa se?orial inglesa, en 1936. Hasta un reportaje de la BBC sobre la mansi¨®n habla del esp¨ªritu, que pertenece a Lady Dorothy, hermana del primer ministro Horace Walpole. La instant¨¢nea de Indre Shira sigue dando vueltas desde entonces y nunca se ha cerrado la discusi¨®n sobre si se trata de una falsificaci¨®n consciente, de un problema en la c¨¢mara que permiti¨® la entrada de luz o de una aparici¨®n. Clarke recoge aportaciones al debate hasta el siglo XXI. El m¨¦rito de este libro reside en que nos convence de que da igual creer o no creer, no importa si la Dama Marr¨®n es una ilusi¨®n (como parece racional pensar): los fantasmas nos gustan porque la posibilidad de que existan agranda un mundo cada vez m¨¢s peque?o. Seguramente por eso, Clarke nos explica c¨®mo durante la revoluci¨®n industrial las historias de fantasmas se generalizaron y cobraron una importancia inaudita. En la era industrial era necesario rescatar el misterio.