?Quo vadis I+D+i, sin la universidad?
Es urgente asignar los recursos necesarios para que la formaci¨®n de los alumnos en la universidad este fundamentada en la investigaci¨®n
Seg¨²n datos del ¨²ltimo informe de la Fundaci¨®n Cotec para la Innovaci¨®n Tecnol¨®gica, hecho p¨²blico el pasado a?o 2015, la universidad espa?ola fue responsable de cerca del 57% de la producci¨®n cient¨ªfica del sistema nacional de ciencia y tecnolog¨ªa en el periodo 2009-2013. La pr¨¢ctica totalidad de esta producci¨®n provino de las universidades p¨²blicas. En un informe an¨¢logo elaborado dos a?os antes con datos del periodo 2007-2011, la universidad daba cuenta del 69% de la producci¨®n cient¨ªfica espa?ola. Los datos ilustran una tendencia preocupante, que muy probablemente se acentuar¨¢ cuando se hagan p¨²blicos los n¨²meros correspondientes a los a?os m¨¢s duros del ajuste econ¨®mico al que se ha sometido a nuestro sistema de ciencia, y muy especialmente a nuestra universidad.
Desde la d¨¦cada de los ochenta, con el impulso en recursos y marco de gesti¨®n que supuso la creaci¨®n del Plan Nacional de Ciencia y Tecnolog¨ªa, y con el reconocimiento -primero en la LRU y posteriormente en la LOU- de la investigaci¨®n como una obligaci¨®n ineludible de los profesores universitarios, un n¨²mero importante de profesores fue consolidando una actividad investigadora que ha sido la base de la formaci¨®n especializada de una brillante generaci¨®n de licenciados y doctores. Esta generaci¨®n contribuy¨® a situar a Espa?a, en pocos a?os, en niveles de esfuerzo y calidad investigadora comparables a los de la media de pa¨ªses de nuestro contexto europeo. Es la misma generaci¨®n de la que se han derivado los miles de j¨®venes bien formados que, sin lugar en el mercado de trabajo nacional, son demandados y aceptados hoy en otros pa¨ªses como profesionales de alta cualificaci¨®n. Somos muchos los que hemos visto a nuestros laboratorios universitarios alcanzar est¨¢ndares de calidad y equipamiento comparables a los de los pa¨ªses a los que antes era obligado emigrar para conocer lo que es hacer investigaci¨®n de frontera. Y son muchos los j¨®venes formados en nuestras universidades que est¨¢n desarrollando carreras profesionales de ¨¦xito en las universidades, centros de investigaci¨®n y empresas de mayor prestigio internacional.
Al desarrollo del sistema de I+D espa?ol contribuy¨® tambi¨¦n, como no pod¨ªa ser de otra manera, la creaci¨®n de centros de investigaci¨®n de excelencia, dotados inicialmente de recursos, tecnolog¨ªa y personal capaces de abordar la actividad investigadora m¨¢s exigente. La guinda del pastel de la ciencia espa?ola, luciendo en el escaparate internacional al nivel de reconocidos centros de investigaci¨®n alemanes, franceses, holandeses.
La universidad espa?ola fue responsable de cerca del 57% de la producci¨®n cient¨ªfica del sistema nacional de ciencia y tecnolog¨ªa en el periodo 2009-2013
Numerosas tribunas han clamado en los ¨²ltimos a?os contra el dram¨¢tico, y posiblemente irreversible, desmantelamiento de la estructura investigadora tan costosamente construida, y lo que ello puede suponer de hipoteca para nuestro futuro. No se trata aqu¨ª de volver a denunciar la ceguera de nuestra clase pol¨ªtica, incapaz de comprender c¨®mo hemos desperdiciado la oportunidad de usar la ciencia y la tecnolog¨ªa construidas para impulsar un cambio de modelo econ¨®mico. Pero es urgente llamar la atenci¨®n sobre la insostenible situaci¨®n de la investigaci¨®n en el contexto de la universidad y de su funci¨®n social.
Se ha planteado que una mayor competitividad en el acceso a recursos limitados podr¨ªa contribuir a consolidar un sistema de ciencia m¨¢s ¡°concentrado¡±, menor en masa cr¨ªtica pero mejor en calidad. Sin embargo, en la contracci¨®n impuesta al sistema de I+D espa?ol, los laboratorios de investigaci¨®n universitaria han sido v¨ªctimas particularmente sensibles. Los recortes aplicados a la financiaci¨®n de nuestras universidades, incluyendo la obligada reducci¨®n de personal docente, han ampliado significativamente las obligaciones docentes y burocr¨¢ticas de un n¨²mero cada vez menor de profesores, han reducido el n¨²mero de becas y de alumnos de postgrado, han limitado el mantenimiento de una infraestructura investigadora que data ya de varias d¨¦cadas y han eliminado pr¨¢cticamente en su totalidad el apoyo de personal t¨¦cnico y administrativo. Muchos grupos de investigaci¨®n capacitados para mantener una digna actividad investigadora universitaria han visto dr¨¢sticamente mermadas sus posibilidades de competir por unos recursos insuficientes con centros de investigaci¨®n mucho mejor dotados y dedicaci¨®n exclusiva a la investigaci¨®n. El resultado es que nuestras universidades est¨¢n perdiendo de manera progresiva e inevitable la investigaci¨®n que ha mantenido sus laboratorios funcionando.
Al desaf¨ªo de la p¨¦rdida de recursos competitivos se suma la indiferencia, cuando no el desprecio, de una parte muy significativa de la propia comunidad universitaria hacia la labor investigadora de sus profesores. Un c¨¢lculo muy generoso establece que menos de la mitad del claustro de profesores est¨¢ realmente comprometido con la investigaci¨®n. Resulta en consecuencia dif¨ªcil que el sistema de gobernanza democr¨¢tica de la universidad emprenda acciones decididas para preservar y potenciar su cada vez m¨¢s diezmada comunidad de profesores-investigadores. En las actuales circunstancias, incrementar la proporci¨®n de investigadores es una tarea herc¨²lea, en un contexto en el que m¨¢s bien sucede lo contrario, que demasiados grupos de investigaci¨®n van arrojando la toalla tras a?os de contribuir a formar investigando.
En la contracci¨®n impuesta al sistema de I+D espa?ol, los laboratorios de investigaci¨®n universitaria han sido v¨ªctimas particularmente sensibles
Hay muchos ejemplos comparables al del profesor Francisco M¨®jica, de la Universidad de Alicante, quien a pesar de serias dificultades para mantener su laboratorio financiado, bien podr¨ªa encontrarse entre los merecedores de un futuro Premio Nobel por el descubrimiento de los sistemas CRISP/Cas. En cualquier caso, la apuesta por la investigaci¨®n es diferente en muchas de las modernas y peque?as universidades nacidas en las ¨²ltimas d¨¦cadas en las comunidades aut¨®nomas ¨Caunque ello a un coste real que todav¨ªa no se ha establecido adecuadamente-, en comparaci¨®n con lo que ocurre en nuestras grandes universidades, lastradas por el envejecimiento y la falta de renovaci¨®n de sus plantillas.
Si la actividad investigadora que se desarrolla en la universidad se va haciendo cada vez m¨¢s reducida, y sus laboratorios est¨¢n cada vez peor dotados, es hora de preguntarse ?qui¨¦n va a sostener la investigaci¨®n necesaria para que nuestra universidad no se convierta en una mera academia?, ?qui¨¦n va a formar a los investigadores necesarios para nutrir a nuestros centros de investigaci¨®n de excelencia?, ?c¨®mo vamos a inculcar en nuestros j¨®venes el esp¨ªritu cr¨ªtico y la semilla de la apuesta por el conocimiento, el desarrollo y la innovaci¨®n, antes de lanzarlos a nuestras empresas y al mercado laboral? Es el papel central de la universidad como motor y cerebro de la sociedad lo que est¨¢ en juego.
Un c¨¢lculo muy generoso establece que menos de la mitad del claustro de profesores est¨¢ realmente comprometido con la investigaci¨®n
Es hora de apostar por la ciencia, la tecnolog¨ªa y la innovaci¨®n. Pero es esencial no dejar atr¨¢s en ese empe?o a la universidad. Ning¨²n jardinero podar¨ªa las feas e invisibles ra¨ªces de sus plantas para centrarse exclusivamente en mantener sus bellas flores. Es urgente dotar los recursos necesarios para que la formaci¨®n de nuestros alumnos en la universidad est¨¦ fundamentada en el an¨¢lisis y reconocimiento de los problemas, en la b¨²squeda racional de soluciones y en el desarrollo de conceptos, metodolog¨ªas, productos y procedimientos que permitan a la sociedad resolver sus desaf¨ªos. Y es tambi¨¦n urgente exigir a la universidad una estructura y una gesti¨®n que garantice la integraci¨®n de investigaci¨®n y docencia sin soluci¨®n de continuidad. Solo as¨ª estar¨¢ en condiciones de cumplir con la responsabilidad que la sociedad le demanda, liderando de una vez por todas la consolidaci¨®n de este pa¨ªs como un pa¨ªs moderno y con futuro.
Jes¨²s P¨¦rez Gil es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular y miembro de la Coordinadora de la Plataforma de Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid
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