Las amigas de Bu?uel, Lorca y Dal¨ª
Imagen del documental 'Las sinsombrero'. / RTVE
Un espacio de tregua para la guerra de sexos y un espacio de libertad para las mujeres, eso fueron los a?os republicanos que culturalmente catalizaron en la llamada Generaci¨®n del 27 (exclusivamente masculina), donde, aunque se las quiso borrar, s¨ª hubo mujeres y muy talentosas: pintoras, escritoras, escultoras, actrices y hasta una fil¨®sofa, la gran Mar¨ªa Zambrano. Pero ya dijo Madame Necker, ilustre salonnier, que las luci¨¦rnagas son la imagen de las mujeres: brillan cuando est¨¢n en la oscuridad y, en cuanto salen a la luz, s¨®lo se les saben ver los defectos.
Sobre ocho de esas mujeres cuya luz se quiso opacar trata el documental Las sinsombrero, estrenado el a?o pasado en TVE, cuya versi¨®n para la lectura se publica ahora a cargo de una de sus art¨ªfices, la directora y productora audiovisual T¨¤nia Ball¨® (Barcelona, 1977), que incorpora a dos mujeres m¨¢s que tambi¨¦n vale mucho la pena recordar. Un proyecto crossmedia destinado a rescatarlas del olvido y que ya ha servido de acicate para que Izquierda Unida eleve una propuesta en el Congreso conminando a reintegrar sus nombres en el canon oficial, propuesta que ha sido aprobada.
De entre estas diez mujeres de bandera es probable que sea Zambrano (1904-1991) la ¨²nica que ocupe en la Historia el lugar que le corresponde, situada en las bibliotecas entre Wittgenstein y Zubiri. Pero ?y las dem¨¢s? Es evidente que la dictadura del patriarcado las ha arrumbado y si se las recuerda es casi s¨®lo como "amigas de": de Lorca, Bu?uel, Dal¨ª y algunos otros. De hecho, algunas de ellas tambi¨¦n son "mujeres de": Mar¨ªa Teresa Le¨®n de Rafael Alberti y Concha M¨¦ndez de Manuel Altolaguirre (como tambi¨¦n lo fue Zenobia Camprub¨ª de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez). Por no hablar de las que fueron "novias de", como la citada Concha M¨¦ndez, quien lo fue en su juventud del cineasta Bu?uel, o Maruja Mallo, que lo fue de Alberti y tuvo al parecer una liason con el tambi¨¦n poeta Miguel Hern¨¢ndez. Mujeres subsidiarias pues de hombres c¨¦lebres a los que la Historia s¨ª ha destinado el espacio que merecen, mientras a ellas se lo escatima.
A algunas se las hab¨ªa intentado ya resucitar, como es el caso de la escultora madrile?a Marga Gil Ro?sset (1908-1932), amiga del matrimonio Jim¨¦nez y enamorada del futuro Premio Nobel, amor imposible por el que se cree se quit¨® la vida siendo insultantemente joven, a quien algunos libros recientes han sacado a la luz, incluida una novela de su sobrina Marga Clark y un iluminador ensayo de Nuria Capdevila-Arg¨¹elles: Artistas y precursoras. Un siglo de autoras Ro?sset.
Dal¨ª, Jos¨¦ Moreno Villa, Bu?uel, Lorca yJos¨¦ Antonio Rubio Sacrist¨¢n en 1926.
A su vez la pintora vanguardista Maruja Mallo (1902-1995), de origen gallego, que en el Par¨ªs surrealista fue amiga de Breton y padeci¨® un largo exilio, mereci¨® una antol¨®gica en el Centro Gallego de Arte Contempor¨¢neo y una retrospectiva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde en su d¨ªa se form¨®. Al igual que de su colega pintora ?ngeles Santos (1911-2013), en este caso casi autodidacta y hermana a su vez del cr¨ªtico Rafael Santos Torroella, gran especialista en Dal¨ª, se pudo ver una exposici¨®n en el Museo de Arte Contempor¨¢neo Espa?ol Patio Herreriano de Valladolid, donde vivi¨® unos a?os; y otro par de ellas en Figueras, otra de las ciudades donde residi¨®, esta vez cerca del lugar donde naci¨®, Portbou.
No es el caso de algunas otras, como las poetas Concha M¨¦ndez (1898-1986) oErnestina de Champourc¨ªn (1905-1999), que s¨®lo citamos los y las especialistas. Mientras escritoras mucho m¨¢s estudiadas y le¨ªdas como Rosa Chacel (1898-1994) y Mar¨ªa Teresa Le¨®n (1903-1988), que coinciden ambas en haber regresado del exilio en 1977, en los ¨²ltimos a?os han ido cayendo en la desmemoria. Y qu¨¦ decir de Josefina de la Torre (1907-2002), actriz de gran belleza pero tambi¨¦n poeta; o de la que es, entre esta decena, la m¨¢s ignota de todas, Margarita Manso (1908-1960), quien dicen las malas lenguas fue la ¨²nica a cuyos encantos femeninos sucumbi¨® el poeta de Fuente Vaqueros y al que dedica Muerto de amor, poema de su Romancero gitano.
Las ocho mujeres queaparecen en eldocumental Las sinsombrero; faltan ?ngeles Santos y Margarita Manso, que s¨ª aparecen en el libro.
Todas ellas fueron mujeres que vivieron un tiempo so?ado, una ¨¦poca m¨¢gica por la que no podemos sentir m¨¢s que nostalgia. Si ese para¨ªso de la igualdad no hubiera sido violentamente truncado por la guerra y la posterior dictadura, si las cosas hubieran sido de otro modo, ellas hace tiempo que formar¨ªan parte de nuestra memoria colectiva. Sabido es que la Historia la escriben siempre los vencedores y las v¨ªctimas principales del fracaso de la Rep¨²blica fueron las mujeres, quienes condenadas a obedecer los dictados de la represi¨®n y la sumisi¨®n tuvieron que volver a ponerse el sombrero, dejando para el recuerdo esos a?os en que pudieron dejar al aire sus peinados flapper.
Quedan muchas m¨¢s por sacar de las fosas del olvido, empezando por la genial poeta surrealista Remedios Varo, gerundense como ?ngeles Santos, sobre cuya obra acaba de publicar Atalanta un libro fundamental, Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo. Y es que como reza el subt¨ªtulo de Las sinsombrero, "sin ellas la historia no est¨¢ completa". Consuela pensar, como dice la autora, que ha llegado la hora de restaurar la memoria: ¡°Por suerte, ahora sus rostros borrados de las fotograf¨ªas empiezan a emerger de nuevo como figuras imprescindibles. T¨ªmidamente, su obra se va reeditando, sus nombres empiezan a ser reivindicados, pero no solo por voces expertas, sino por una generaci¨®n de nuevas mujeres, algunas a¨²n ni?as que, ante la ausencia en el relato oficial, se levantan del pupitre y preguntan: "Profesora, ?por qu¨¦ no hab¨ªa mujeres en esa ¨¦poca, es que acaso no se pod¨ªa ser artista?".
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