Los malos ?nacen o se hacen?
Las ideas de sabios como Tolst¨®i, Gandhi, Einstein y Freud, sobre el origen del mal, invitan a la reflexi¨®n
Le¨®n Tolst¨®i sab¨ªa lo que se dec¨ªa. El novelista ruso combati¨® en la guerra de Crimea (1853-1856), ambient¨® en un conflicto b¨¦lico su obra m¨¢s universal ¡ªla monumental Guerra y paz¡ª y, finalmente, quiz¨¢ harto de bombas y tiros, abraz¨® a su manera (con furiosa literalidad) las ense?anzas del cristianismo. Se hizo asceta y pas¨® sus ¨²ltimos a?os pregonando la no violencia. ¡°Cualquier empleo de la fuerza es incompatible con el amor¡±, escribi¨® en 1908, en una carta al editor de un peri¨®dico indio partidario de la independencia. Aquella famosa misiva, titulada Carta a un hind¨² (reimpresa despu¨¦s en multitud de libros), cay¨® en manos de Mahatma Gandhi, quien, arrobado, respondi¨® a Tolst¨®i inici¨¢ndose entre ambos un intercambio de correo que dur¨® hasta la muerte del escritor en 1910.
Como ellos, otros pensadores, intrigados por la beligerancia de sus d¨ªas, han discutido a trav¨¦s de correspondencia el origen del mal. ?Qu¨¦ lleva a un ser humano a querer destruir a otro? ?Es la maldad un rasgo natural o consecuencia de las fricciones de la vida en sociedad? En 1931, Albert Einstein contact¨® con Sigmund Freud con motivo de un simposio sobre pol¨ªtica y paz; surgi¨® entre ellos una jugosa relaci¨®n epistolar que el cient¨ªfico consign¨® en Einstein on peace (1960). Resulta un privilegio poder acceder al intercambio de estas cartas y conocer qu¨¦ pensaban sobre las ra¨ªces del mal algunas de las mentes m¨¢s privilegiadas de la historia. Al fin y al cabo es un tema tan universal como contempor¨¢neo.
Seg¨²n Tolst¨®i, el hombre es bueno por naturaleza; el mal surge cuando, al agruparse en naciones, delega en l¨ªderes
El amor no excluye la violencia
Tolst¨®i opinaba que el hombre es bueno por naturaleza; el mal surge cuando, al agruparse en tribus y naciones, delega en l¨ªderes. Hist¨®ricamente, estos han usado la fuerza para someter a los rebeldes. ¡°Por medio de persecuciones y castigos se trat¨® de obligar a los hombres a aceptar las leyes religiosas autorizadas por los gobernantes y alejadas de la verdad. Este obst¨¢culo y esta tergiversaci¨®n se han dado en todas partes: en el confucianismo y el tao¨ªsmo, el budismo y el cristianismo, en el islamismo y en tu brahmanismo¡±, escribi¨® en Carta a un hind¨². El enfrentamiento de Tolst¨®i con la Iglesia ortodoxa rusa le vali¨® la excomuni¨®n.
El c¨¦lebre autor de Anna Karenina se?alaba una flagrante contradicci¨®n: ¡°Las mismas personas que reconocen el amor como una virtud aceptan como leg¨ªtimo un orden de vida basado en la violencia y en permitir que los hombres puedan, no solo torturar, sino incluso matarse unos a otros¡±, expuso. ¡°Es natural para el ser humano ayudar y amar a los dem¨¢s, no torturar y matarlos¡±. La tesis de que la violencia es la mejor arma contra la violencia, conduce, a su juicio, a una espiral sin fin. ¡°Si algunos hombres pueden decidir qui¨¦nes van a ser sometidos a violencia para beneficio de los dem¨¢s, esos hombres a los que la violencia se aplica pueden llegar, a su vez, a una conclusi¨®n similar con respecto a los que han empleado la violencia con ellos¡±. Y aporta su receta para la paz: ¡°[Reconocer] que para nuestra vida una sola ley es v¨¢lida; la ley del amor, que lleva la mayor felicidad a cada individuo y a toda la humanidad. Liberad vuestras mentes de aquellas imbecilidades gigantescas que dificultan ese reconocimiento y la verdad surgir¨¢ de en medio de las ideas seudorreligiosas sin sentido que la han estado asfixiando¡±.
Gandhi respond¨ªa las cartas de Tolst¨®i con admiraci¨®n y le ped¨ªa ayuda para difundir el movimiento de liberaci¨®n de India: ¡°Si triunfa, no ser¨¢ solo el triunfo de la religi¨®n, el amor y la verdad sobre lo profano, el odio y la falsedad, sino que servir¨¢ como ejemplo para millones que est¨¢n oprimidos y ayudar¨ªa a acabar con la violencia¡±. Se dice que muchos de los postulados sobre la resistencia pasiva que har¨ªan famoso al l¨ªder indio ¡ªdesobediencia a leyes injustas, huelgas, manifestaciones pac¨ªficas¡ª est¨¢n basados en los consejos de Tolst¨®i que resum¨ªa as¨ª el concepto en su ¨²ltimo correo: ¡°Lo que llamamos no resistencia no es otra cosa que la disciplina del amor, libre de falsas interpretaciones¡±.
Conflictos ¡®invisibles¡¯
M¨¢s de 20 pa¨ªses sufren actualmente conflictos armados, y de muchos casi ni nos enteramos. Como el que arras¨® Costa de Marfil en 2011: dos candidatos se proclamaron ganadores de unas elecciones, provocando una guerra civil en la que partidarios de uno y otro sembraron brutalmente el p¨¢nico. Entraban en las casas para asesinar a los hombres, violar a las mujeres y reclutar a los ni?os. En un solo d¨ªa, la masacre en Du¨¦kou¨¦ se sald¨® con 800 personas. Para enfrentarnos a la cruda realidad de la guerra, el pasado diciembre se present¨® el documental ¡®30.000¡¯, de Ra¨²l de la Fuente, ganador de un Goya por el corto ¡®Minerita¡¯ (2013). La pel¨ªcula, cuyo t¨ªtulo hace referencia al n¨²mero de refugiados que se api?aron en la misi¨®n salesiana de Du¨¦kou¨¦ buscando protecci¨®n, refleja a la perfecci¨®n la destrucci¨®n y el pavor que lleva impl¨ªcito cualquier contienda.
La destrucci¨®n, un instinto
Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, a?os cuarenta, tras una guerra mundial y en los albores de otra, un f¨ªsico alem¨¢n y un neur¨®logo austr¨ªaco llegaban a conclusiones similares sobre la g¨¦nesis de la violencia. Einstein, en una de sus cartas a Freud, apuntaba el ¡°ansia de poder que caracteriza a la clase gobernante¡± como principal desencadenante. Y se preguntaba: ¡°?C¨®mo es posible que ese peque?o grupo pueda doblegar la voluntad de la mayor¨ªa, que tiene mucho que perder en un estado de guerra? Una respuesta obvia parece ser que la minor¨ªa, la clase dominante, controla las escuelas y la prensa, y por lo general tambi¨¦n la Iglesia. Eso le permite organizar e influir en las emociones de las masas logrando manipularlas¡±. El padre del psicoan¨¢lisis replic¨® con una visi¨®n naturalista: ¡°Los conflictos de intereses entre el hombre y el hombre se resuelven, en principio, por el recurso de la violencia. Es lo mismo que en el reino animal, del que el hombre no puede reclamar la exclusi¨®n¡±. Opina que una sociedad bien organizada otorga a a los individuos, fuerza psicol¨®gica y lazos afectivos que previenen las contiendas. Pero la aspiraci¨®n unificadora no siempre se busca: ¡°Est¨¢ muy claro que las ideas nacionalistas, de suma importancia hoy en d¨ªa en todos los pa¨ªses, operan en sentido contrario¡±.
Para Freud ¡ªy en esto discrepaba de Tolst¨®i¡ª la crueldad no es inhumana, todo lo contrario: un atributo muy humano. ¡°Suponemos que los instintos del hombre son de dos clases: los que conservan y unifican, que llamamos er¨®ticos o sexuales, y los que destruyen y matan, que asimilamos como agresivos o destructivos¡±. Detr¨¢s de muchas batallas se esconden los ideales. ¡°Meditando sobre las atrocidades registradas en las p¨¢ginas de la historia, nos parece que los ideales a menudo han servido como camuflaje para esparcir la destrucci¨®n; a veces, como en las crueldades de la Inquisici¨®n, parece que, si bien los ideales ocuparon el primer plano de la conciencia, la fuerza brot¨® de los instintos destructivos sumergidos en el inconsciente¡±. Aplicado a los tiempos dif¨ªciles que vivimos hoy no es muy complicado sacar conclusiones.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.