Desalojados de la justicia
Uno de cada cuatro latinoamericanos en zonas urbanas vive en asentamientos. Quienes habitaban el de Nueva Esperanza, en Argentina, han sido expulsados
Imaginen estar durmiendo en la casa que alquilan y que de repente llegue la polic¨ªa con intenci¨®n de desalojarlos de su vivienda, debido a atrasos en el pago del alquiler y del impuesto municipal. Tal vez podr¨¢n llamar a alg¨²n abogado amigo que les dir¨¢ que deben pedirle al polic¨ªa que les exhiba la orden judicial de desalojo. De mal modo, tambi¨¦n imaginen que finalmente le muestran la orden judicial. Para su asombro, la fecha de la misma es anterior a la orden de suspensi¨®n de este procedimiento y de la propuesta a dialogar con el due?o de la casa para encontrar una soluci¨®n. Imaginen que, aterrados por la sola posibilidad de tener que despertar a sus hijos y tener que irse a la calle, se animan a decirle al polic¨ªa que hay una irregularidad y solicitan un representante judicial para resolverla. Imaginen que el polic¨ªa les dice que no le importa ya que ¨¦l responde al Ministro de Seguridad y no al juez, y luego de eso atropella con violencia su hogar, rompiendo su casa e incendiando sus pertenencias. Imaginen que con ese desalojo la autoridad da por saldada la situaci¨®n al reconocerlo como el ¡°fin del conflicto¡±, desalojando a usted y a su familia a la calle.
?Les parece incre¨ªble esta posibilidad? Lamentablemente algo muy similar les pas¨® a 1.500 familias argentinas el mes pasado. Se preguntan ?c¨®mo no se enteraron de semejante drama? La respuesta es m¨¢s dura a¨²n, aunque sencilla: las familias viven en situaci¨®n de pobreza y habitaban un asentamiento que ellas mismas conformaron hace varios meses, ante la imposibilidad de acceso formal al suelo y al h¨¢bitat.
Tenemos profundos problemas de acceso al suelo, que no solo consisten en un mercado injusto y desigual, sino tambi¨¦n ineficiente desde una mirada estrictamente econ¨®mica
Conocemos el asentamiento Nueva Esperanza de Merlo desde sus inicios, ya que en TECHO estamos actualizando el Relevamiento de Asentamientos Informales debido a la falta hist¨®rica de informaci¨®n vinculada a las villas y asentamientos informales en nuestro pa¨ªs. No se sabe oficialmente cu¨¢ntos asentamientos en esta situaci¨®n hay en el pa¨ªs ni en el continente ¡ªnuestro estudio por ahora relev¨® 1.834 s¨®lo en el territorio donde habita el 62% de la poblaci¨®n argentina¡ª, ni c¨®mo es su din¨¢mica de conformaci¨®n y posterior integraci¨®n urbana. Lo que sabemos en TECHO es que tanto en Argentina como en Latinoam¨¦rica el fen¨®meno no es nuevo ¡ªdata de m¨¢s de 50 a?os¡ª, es enorme ¡ªuno de cada 4 latinoamericanos en zonas urbanas vive en asentamientos¡ª, y que sigue creciendo, en cantidad como en densificaci¨®n. ?Y por qu¨¦? Porque tenemos profundos problemas de acceso al suelo, que no solo consisten en un mercado injusto y desigual, sino tambi¨¦n ineficiente desde una mirada estrictamente econ¨®mica. Ineficiencia, desigualdad e injusticia. ?Por qu¨¦ entonces el tema no se resuelve? Porque atenta contra profundos intereses creados en nuestras sociedades latinoamericanas.
Nos pareci¨® un gran avance, en el discurso de asunci¨®n del actual presidente de la Naci¨®n Argentina, escuchar hablar de ¡°urbanizaci¨®n de asentamientos¡±, de ¡°llevar agua y cloaca a los barrios¡± y de la aparente utop¨ªa de ¡°pobreza cero¡±. Celebramos el posicionamiento en la agenda p¨²blica y pol¨ªtica. As¨ª como nos pusimos a disposici¨®n del Gobierno, como tambi¨¦n del anterior y de los que vendr¨¢n. Para aportar a este sue?o, tambi¨¦n debemos ser cr¨ªticos cuando entendemos que yerra el camino. Si lo que pas¨® en Merlo ser¨¢ la soluci¨®n que van a brindar el Gobierno Nacional, los Provinciales y Municipales para resolver el problema de los asentamientos, es una respuesta profundamente err¨®nea.
En los desalojos forzosos suele ser dif¨ªcil reconstruir lo que pas¨® y ser as¨ª certero en el relato. Sin embargo, en esta oportunidad tenemos algunas certezas gracias a nuestro equipo local que estuvo acompa?ando a las familias desde la primera hora del d¨ªa del violento episodio: el desalojo fue irregular, muy violento y desconsider¨® todas las recomendaciones que hace Naciones Unidas para cuando hay que desarrollar estos procesos (horario, notificaci¨®n, presencia de menores, entre otros). El m¨¢s grave: la no alternativa habitacional por parte del Estado a estas 1.500 familias que no tienen posibilidad de acceder al h¨¢bitat adecuado por sus propios medios. Hoy todas est¨¢n en la calle. Ninguna autoridad de los gobiernos locales de Buenos Aires ni Merlo se hizo presente. Solo del Ministerio Provincial de Seguridad, reforzando el estigma sobre los asentamientos y sus habitantes entre pobreza-delito-narcotr¨¢fico e inseguridad, cuando es el mismo Estado que abandona a estas familias a la suerte de lo que algunos delincuentes generan en estos pedacitos del pa¨ªs donde la Justicia no llega ni con la Constituci¨®n ni con las Instituciones. La manera en la que ocurri¨® este proceso es injusta y deshumanizante.
Una ciudad justa no se construye por especulaci¨®n, se decide desde y por sus ciudadanos con base en la democracia, y entendiendo su funci¨®n social que determina valores y din¨¢micas entre iguales
Nos preocupa tambi¨¦n el silencio de las autoridades nacionales al respecto, y esperamos que intervengan en caso de que la respuesta local siga siendo nula o err¨®nea. El conflicto no termin¨®, como desacertadamente dijo el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Reci¨¦n comienza. Es responsabilidad de las organizaciones sociales levantar el tema medi¨¢tica y pol¨ªticamente. Estamos trabajando duro junto con otras organizaciones como Madre Tierra, el Frente Dar¨ªo Santill¨¢n y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), pero necesitamos el apoyo social para que el tema no se olvide y no pase a ser uno m¨¢s de los tantos que nos deshumanizan como sociedad.
Es necesaria la construcci¨®n de ciudades concebidas como un espacio de convivencia y realizaci¨®n de derechos. Una ciudad justa no se construye por especulaci¨®n, se decide desde y por sus ciudadanos con base en la democracia, y entendiendo su funci¨®n social que determina valores y din¨¢micas entre iguales. Y es el Estado quien debe asumir un rol de garante, facilitador y promotor de esta construcci¨®n, en un ejercicio de corresponsabilidad entre el gobierno, instituciones y ciudadanos.
A ocho meses de la cumbre mundial H¨¢bitat III, que definir¨¢ la Nueva Agenda Urbana, Latinoam¨¦rica y el mundo deben mirar el caso de Nueva Esperanza. De esta manera, que su nombre se convierta en motor del sue?o con sociedades y gobiernos que se ocupen adecuadamente de forjar ciudades en los pr¨®ximos 20 a?os con base en los derechos y no en los privilegios. TECHO seguir¨¢ el caso, acompa?ando de cerca a las familias y tambi¨¦n poniendo todas las herramientas al servicio de una soluci¨®n de fondo al conflicto. Un conflicto que es estructural y no se resuelve con desalojos violentos e irregulares, sino con di¨¢logo y pol¨ªticas p¨²blicas para una transformaci¨®n urbana profunda, para que todas las personas puedan desarrollar sus capacidades y ejercer plenamente sus derechos.
Virgilio Gregorini es director ejecutivo de TECHO Argentina.
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