Precios del petr¨®leo y cambio clim¨¢tico
La tecnolog¨ªa y el medio ambiente ser¨¢n los factores decisivos en la transformaci¨®n del modelo energ¨¦tico
El reciente Acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico ha tenido sus luces y sus sombras, pero nos ha aportado una se?al inequ¨ªvoca de que existe una voluntad global de avanzar hacia la descarbonizaci¨®n de la econom¨ªa. Entre los aspectos positivos del acuerdo cabe destacar que ha acabado definitivamente con el negacionismo sobre el cambio clim¨¢tico y ha fijado el objetivo de limitar a dos grados el incremento de temperatura media respecto del per¨ªodo preindustrial, con la aspiraci¨®n de bajar en el futuro ese l¨ªmite a un grado y medio. Asimismo, ha establecido obligaciones de transparencia y rendici¨®n de cuentas, y sobre la revisi¨®n al alza de los compromisos nacionales, lo que permitir¨¢ la vigilancia rec¨ªproca y puede servir de base, si es necesario, para establecer sistemas coercitivos en el futuro.
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No obstante, los planes nacionales de partida siguen siendo poco ambiciosos y resultan incompatibles con el objetivo mencionado de los dos grados. Y tampoco se han configurado obligaciones vinculantes ni sanciones por incumplimientos, algo que hubiera sido necesario para mitigar el escaqueo, tanto entre pa¨ªses como de las generaciones actuales respecto de las futuras.
El acuerdo se ha producido en un momento en el que los precios del petr¨®leo, del carb¨®n y, en menor medida, del gas natural han retrocedido a los niveles de hace m¨¢s de diez a?os. El desequilibrio coyuntural que explica la ca¨ªda de precios, derivado de la ralentizaci¨®n de la econom¨ªa mundial, sobre todo de econom¨ªas muy intensivas en energ¨ªa como China, y de la incorporaci¨®n de nueva oferta de petr¨®leo, puede desviar la atenci¨®n de una tendencia de car¨¢cter m¨¢s estructural. La mejora en la eficiencia energ¨¦tica, el cambio de las econom¨ªas en desarrollo hacia sectores menos intensivos en energ¨ªa, la maduraci¨®n tecnol¨®gica de las energ¨ªas solar y e¨®lica y de los sistemas de almacenamiento en bater¨ªas, la reducci¨®n de los costes de producci¨®n de los hidrocarburos no convencionales, y la consolidaci¨®n de la voluntad internacional de avanzar en la descarbonizaci¨®n de la econom¨ªa para mitigar el cambio clim¨¢tico, moderan las expectativas de futuras subidas de precios, y condenan a permanecer en el subsuelo a una parte relevante de las reservas de carb¨®n, gas y petr¨®leo.
Esto ayuda a explicar el cambio de estrategia de aquellos productores que tienen reservas con bajos costes de explotaci¨®n, como Arabia Saud¨ª. Quieren preservar su cuota de mercado frente a posibles depreciaciones futuras del valor de sus reservas, de forma que sean los productores de m¨¢s elevado coste los que soporten el ajuste del mercado provocado por la ca¨ªda de la demanda y el incremento de la oferta de hidrocarburos no convencionales, anticipando y acentuando con ello la ca¨ªda de los precios. En contra de lo que se pensaba hasta hace poco, la transformaci¨®n del modelo energ¨¦tico a lo largo de este siglo no va a estar motivada por el agotamiento de los recursos f¨®siles sino por el impulso de dos vectores que resultan fundamentales: la tecnolog¨ªa y la ya mencionada lucha contra el cambio clim¨¢tico.
Por una parte, la tecnolog¨ªa est¨¢ permitiendo mejoras significativas en la eficiencia energ¨¦tica de los motores, de la iluminaci¨®n, de los sistemas de calor y fr¨ªo y de los procesos industriales, al tiempo que las energ¨ªas solar y e¨®lica son cada vez m¨¢s competitivas. La maduraci¨®n de las renovables y de los sistemas de almacenamiento en bater¨ªas, y el desarrollo de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, permiten pronosticar la viabilidad t¨¦cnica y econ¨®mica de la plena descarbonizaci¨®n del sistema el¨¦ctrico. Y se atisba tambi¨¦n el progreso en el conjunto de la econom¨ªa a trav¨¦s de una mayor penetraci¨®n de la electricidad en todos los ¨¢mbitos, incluido el transporte.
Ser¨¢ m¨¢s necesario que antes mantener el rumbo de la regulaci¨®n en materia de descarbonizaci¨®n y elevar la fiscalidad de los combustibles f¨®siles, incluidas gasolinas y gas¨®leos,
Por otro lado, la lucha contra el cambio clim¨¢tico, que constituye el gran objetivo de la pol¨ªtica energ¨¦tica de las pr¨®ximas d¨¦cadas, condicionar¨¢, con medidas regulatorias, las decisiones de los consumidores y de los productores para avanzar por la senda de la descarbonizaci¨®n. El gran reto ser¨¢ dise?ar una combinaci¨®n coherente de instrumentos de competencia y de regulaci¨®n que favorezcan la innovaci¨®n y permitan conseguir los objetivos de la forma m¨¢s eficiente, prestando una gran atenci¨®n a las implicaciones para la competitividad internacional.
La cuesti¨®n que ahora se plantea es c¨®mo puede afectar un horizonte de energ¨ªa f¨®sil abundante y barata a la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Obviamente, los bajos precios estimulan la demanda de combustibles f¨®siles, frenan las inversiones en ahorro y eficiencia y la penetraci¨®n de los veh¨ªculos h¨ªbridos y el¨¦ctricos, y reducen la competitividad de las energ¨ªas renovables frente al carb¨®n y el gas natural en la generaci¨®n de electricidad. Al mismo tiempo aumentan el incentivo para que los pa¨ªses arrastren los pies y reduzcan la ambici¨®n de sus planes contra el cambio clim¨¢tico, porque ahora resulta m¨¢s barato mantener la energ¨ªa f¨®sil en el mix energ¨¦tico.
En el lado positivo hay que destacar que los bajos precios de los combustibles f¨®siles, al reducir el coste del suministro energ¨¦tico convencional, provocan una importante transferencia de renta desde los productores de petr¨®leo, gas y carb¨®n a los consumidores, lo que eleva la renta disponible de ¨¦stos y, por tanto, su capacidad y su disposici¨®n a asumir el coste de la transici¨®n hacia un modelo energ¨¦tico m¨¢s libre de CO2. Compensar los bajos precios de los combustibles f¨®siles requiere mayor voluntad pol¨ªtica y visi¨®n de largo plazo porque hay que reforzar los instrumentos regulatorios y fiscales necesarios para que las decisiones de inversi¨®n de productores y consumidores sean compatibles con los objetivos de emisiones establecidos. En un escenario de energ¨ªa f¨®sil abundante y barata, la lucha contra el cambio clim¨¢tico requiere explicar a los consumidores, y a la sociedad en su conjunto, que es necesario destinar una parte de la renta disponible liberada por la reducci¨®n de la factura energ¨¦tica a financiar la transici¨®n energ¨¦tica.
Esto significa que va a ser m¨¢s necesario que antes mantener el rumbo de la regulaci¨®n en materia de descarbonizaci¨®n, elevar la fiscalidad de los combustibles f¨®siles, incluidas gasolinas y gas¨®leos, reforzar el mercado europeo de derechos de emisi¨®n para incrementar el precio de la tonelada de CO2, y destinar los recursos obtenidos a impulsar el ahorro, la eficiencia, la lucha contra la pobreza energ¨¦tica y el desarrollo de las energ¨ªas renovables, aliviando parte del coste que ahora soporta casi en exclusiva la factura el¨¦ctrica.
La ventaja ahora es que esa pol¨ªtica, que puede ser impulsora de inversi¨®n, crecimiento y empleo, se puede financiar con parte de la renta transferida por los productores de petr¨®leo, carb¨®n y gas. Cuanto antes comencemos a dise?arla, explicarla e implementarla, mejor. M¨¢s cerca estaremos de la verdadera transici¨®n energ¨¦tica con la que nos jugamos muchos de los ¨¦xitos futuros de nuestra econom¨ªa.
Luis Atienza fue presidente de Red El¨¦ctrica de Espa?a
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