Buscando al Aaron Sorkin espa?ol
Est¨¢n detr¨¢s de ¨¦xitos cinematogr¨¢ficos y televisivos. Son los guionistas espa?oles que revolucionan el arte de contar historias
Quienes en la ¨²ltima ceremonia de los Goya tuvieron la brillante idea de cerrar el paso a los guionistas en la alfombra roja, pueden empezar a temblar. El gesto no solo denotaba un completo desprecio hacia uno de los pilares creativos de la industria, tambi¨¦n daba cuenta de una falta de visi¨®n preocupante: desde hace un tiempo, los encargados de construir la g¨¦nesis de las historias y desarrollarlas primero sobre el papel empiezan a mandar en el cine y, sobre todo, en la televisi¨®n.
Hace dos d¨¦cadas, una ola de talento creativo empez¨® a dar la vuelta a la industria de la televisi¨®n. Pero el empuje de los denominados showrunners ¨Cguionistas que controlaban su producto de principio a fin por encima de productores y directores¨C no solo fue afianz¨¢ndose ante los propios ejecutantes, sino que se convirtieron en due?os y se?ores de lo que par¨ªan.
Fue as¨ª como empezaron a dominar un sector de la industria que mutaba en algo arriesgado, rompedor, con mucho futuro entre los que ahora se imponen dentro de un presente que, en gran parte, ha quedado en manos de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca), David Simon (The Wire), David Chase (Los Soprano), Alan Ball (A dos metros bajo tierra), Matthew Weiner (Mad Men); Jeffrey Lieber, J. J. Abrams y Damon Lindelof (Perdidos), Vince Gilligan (Breaking Bad), David Benioff y D. B. Weiss (Juego de tronos)¡
Llegaban a elevar a los altares del arte ?audiovisual lo que hasta entonces se consideraba mero entretenimiento. Comenzaron a hacer temblar la estructura del entramado con su fortaleza de criterios, tanto que directores de cine consagrados empezaron a ver oportunidades de desarrollo creativo en un medio que hasta entonces despreciaban, como fue el caso despu¨¦s de Martin Scorsese o David Fincher.
?Ha cuajado en Espa?a esa revoluci¨®n ya asentada con creces en la industria de Estados Unidos? ?Podemos hablar aqu¨ª de perfiles similares? ?Existe algo parecido a un Aaron Sorkin espa?ol? ?Alg¨²n guionista que cualquier cosa que haga, no ya en sus productos televisivos, sino en el cine, como por ejemplo Sorkin con la reciente Steve Jobs, lleva una huella de estilo m¨¢s profunda en su propia firma que en la del director?
Si soltamos algunos nombres al vuelo, probablemente no suenen medi¨¢ticamente a tanto. Pero el hecho es que en los despachos donde se toman las decisiones acerca de qui¨¦n pone en pie una serie o no saben perfectamente de qu¨¦ hablamos. Si mencionamos a Jorge Guerricaechevarr¨ªa, Ignacio del Moral, Helena Medina, Josep Cister, ?Aitor Gabilondo¡, nos referimos a creadores que, bien en cine o en televisi¨®n, gozan de un prestigio consolidado en varios casos y creciente en otros.
Pero si les contamos que han firmado Celda 211, El ni?o o Cien a?os de perd¨®n ¨Ctres pel¨ªculas que han conjugado el riesgo asentado en tramas conflictivas del presente con el ¨¦xito de p¨²blico¨C; Cu¨¦ntame o Los lunes al sol; 23-F, el d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil del Rey, El secreto de Puente Viejo o El Pr¨ªncipe, seguro que ustedes se centran.
¡°Poner un guion en pie en una cadena que lo difunda es duro. El peligro de que muera o se enfr¨ªe es real¡±
Son figuras solitarias. Necesitan apartarse precisamente para absorber mejor el vino y el vinagre de lo que les rodea. No posar¨¢n ante los focos de la far¨¢ndula. Ni les interesa. Tampoco les gusta echarse encima la tarea de dirigir y colaboran con otros intermediarios para plasmar sus historias. Pero van ganando peso, respeto, quilates en torno a las grandes decisiones. Algunos tratan cara a cara con los magnates televisivos, sabedores de que lo que acaba vi¨¦ndose en pantalla va a requerir manga ancha en la negociaci¨®n.
Pero lo importante es rematar el proceso. Aitor Gabilondo guarda m¨¢s de diez guiones en los armarios de su casa. Los ha escrito, pero no los ha visto en pantalla. A¨²n¡ Cada uno de ellos los ha ido creando entre posturas contorsionistas de aut¨¦ntico yogui. No es una met¨¢fora. ¡°Puedo pasarme la pierna por detr¨¢s de la cabeza. Y no he hecho gimnasia en mi vida¡±, afirma. Probablemente, ese dominio de la goma de su cuerpo le sirviera sobre la mesa para convencer a Paolo Vasile, responsable de Mediaset, de que aquel guion con tramas de terrorismo yihadista que se desarrollaba en un barrio perdido y desconocido de Ceuta merec¨ªa rodarse.
Gabilondo es el ¨²ltimo diamante en bruto de una industria a la que no le va quedando m¨¢s remedio que fiarse de los guionistas. Aunque las productoras a¨²n desean dominar su campo frente a la cada vez m¨¢s preponderante influencia de los canales, perfiles individuales, muy marcados por una moderna concepci¨®n de la autor¨ªa, van abri¨¦ndose paso en un mundo donde prima, ante todo, el trabajo en equipo.
¡°Cuando un creador de cualquier serie lleva trabajando un a?o en un guion y lo ha negociado ya con un canal, entran los directores¡±. Se reducen a meros empleados de encargo en ese entramado. Los guionistas ganan peso en ese campo. Responsabilidad. Control: ¡°Hemos pasado a ser considerados escritores. Escritores audiovisuales, pero escritores¡±, cree Gabilondo, que hace unos a?os se ali¨® con su socio C¨¦sar Ben¨ªtez para montar Plano a Plano. En su caso, al decidir controlar todo el proceso, con m¨¢s implicaci¨®n. ¡°Al principio, la etapa que m¨¢s me gusta es la del guion. El siguiente paso, ponerlo en pie en una cadena que lo difunda, es duro, requiere tiempo y puedes terminar exhausto. El peligro de que la historia muera o se enfr¨ªe por el camino es real¡±.
La industria espa?ola todav¨ªa anda en pa?ales para ciertos procesos. Y se requiere manga ancha en algunas etapas: ¡°No se trata de luchar contra viento y marea convencido de que todos quieren joder tu historia. No soy de los que piensan as¨ª, sobre todo en la fase de producci¨®n, rodaje y montaje¡±, dice Gabilondo. Pero suele hacer m¨²sculo en la previa: ¡°Es una etapa muy introspectiva y solitaria. En la escritura quiero sentirme cada vez m¨¢s yo. No me gusta escribir a medias, lo s¨¦ por experiencia. No me gusta pactar ah¨ª, porque si lo haces es a la baja y te vienen ideas o intuiciones que, si las debates y manoseas, acaban en el desag¨¹e¡±.
La visibilidad del guionista comienza a revelarse como un hecho frecuente dentro del entramado. En otro plano, ?a qui¨¦n le ?importa? ¡°Es m¨¢s¡±, a?ade Gabilindo, ¡°creo que resulta perjudicial. Agradezco la atenci¨®n en este caso, pero un autor no debe ceder a los mimos de la sociedad. Debemos afianzarnos como intrusos. Agazapados. As¨ª buscaremos mejor los puntos de vista que nos diferencien. Si todos desfilan por la alfombra roja, yo prefiero entrar por la cocina, ver la trastienda, levantar las moquetas. Solo pensar que puedo colarme por ah¨ª ya me excita. Desde luego, mucho m¨¢s que poner cara de susto delante de un panel patrocinado por una marca de coches¡±.
Un indomable ejercicio de cuerda floja es lo que les obliga a mantener la tensi¨®n. Nada de acomodarse. ¡°Como escritor, carezco de clase social. A rachas nos va bien y mal. Hoy comemos rosbif y ma?ana latas de at¨²n¡±, resume Gabilondo. En cuanto a la equiparaci¨®n con lo que pasa en Estados Unidos¡ ¡°Va ocurriendo, pero ?un Aaron Sorkin espa?ol? Mira, para la gente que sabe qui¨¦n es, los guionistas somos una panda de esforzados. Y para quienes no, tampoco les importamos demasiado. Una cosa es la industria y otra el p¨²blico. Dentro de la primera nos conocemos m¨¢s o menos; en cuanto al resto, entre meras ramas laterales de prensa muy especializada, persisten filias y fobias¡±.
Gabilondo ha decidido meterse hasta el tu¨¦tano en el proceso. Pero los hay que se quedan con la primera parte, evitan adentrarse en el rodaje y, como el Guadiana, vuelven a aparecer en la fase de montaje. Ah¨ª se remata el guion, seg¨²n Jorge Guerricaechevarr¨ªa. Dedicado sobre todo al cine, este autor va dejando una impronta m¨¢s que reconocible de inquietudes bien presentes en las pel¨ªcu?las de Daniel Monz¨®n y ?lex de la Iglesia, con quienes trabaja codo con codo, o ahora Daniel Calparsoro, con quien ha reventado la taquilla gracias a ese atraco bajo la lluvia corrupta de la merienda valenciana en Cien a?os de perd¨®n.
¡°La pol¨ªtica aqu¨ª es un tab¨² tremendo. No hay nadie, adem¨¢s, que la trate como hace Sorkin¡±
En su curr¨ªculum: Celda 211, El ni?o, El d¨ªa de la bestia, La comunidad, Carne tr¨¦mula¡ ¡°Llevo 22 a?os en esto y no me siento minusvalorado. Me gusta trabajar mano a mano con los directores¡±. Pero de una forma bastante influyente. Guerricaechevarr¨ªa mete baza en el montaje final y en la elecci¨®n del reparto con directores como Monz¨®n o De la Iglesia. ¡°A veces me aparto, pero porque me resulta ¨²til para el trabajo. Hasta el montaje, que para m¨ª es el momento en que se termina de escribir la pel¨ªcula¡±.
En su casa de Madrid, Guerricaechevarr¨ªa crea con su port¨¢til en los rincones que el d¨ªa o su biolog¨ªa le dictan. Cocina, dormitorio y sal¨®n sirven de despachos alternativos entre libros, pel¨ªculas y discos amontonados que dialogan con ¨¦l como permanentes y a veces inc¨®modos compa?eros de piso. ¡°Me considero solitario. Pero me gusta tambi¨¦n hablar la pel¨ªcula con los directores antes de ponerme a escribir¡±.
No elude temas candentes. Eso le entronca con la tradici¨®n hispana m¨¢s comprometida de los Azconas vitri¨®licos. ¡°Cada vez hay m¨¢s gente interesada en salir del costumbrismo como v¨ªa principal¡±. La recientemente estrenada Cien a?os de perd¨®n es un ejemplo. El atraco que perpetran los encapuchados ¨Cmitad argentinos, mitad espa?oles; unos al banco, otros a todo quisqui, apoltronados en los despachos y las cloacas del Estado¨C, en mitad de una trama que acaba embadurnando m¨¢s a quienes est¨¢n fuera que a los de dentro.
Pero antes, en la mente de Guerricaechevarr¨ªa, lo fueron otros ¨¦xitos. Porque su elecci¨®n concuerda con los gustos del p¨²blico. ¡°No entiendo ese miedo a desarrollar historias de esa naturaleza en televisi¨®n. S¨¦ que se est¨¢n probando cosas, pero no tengo idea de si cuajan o no. Lo cierto es que en Espa?a no acabo de captar si no tenemos uso y costumbre o, sencillamente, no hay cojones¡±. ?l se apoya en el g¨¦nero para morder. ¡°Siempre me ha parecido el modo m¨¢s ¨²til de reflejar lo que atraviesa la sociedad de forma muy potente. Agarrar al espectador de costado para acabar planteando asuntos candentes¡±.
Una experta en thriller pol¨ªtico como Helena Medina tampoco entiende muy bien esa reserva. M¨¢s cuando la miniserie sobre el tejerazo que ella escribi¨®, 23-F, la noche m¨¢s dif¨ªcil del Rey, se convirti¨® en un fen¨®meno y pas¨® a ser la m¨¢s vista en la historia reciente de la televisi¨®n. Ella empez¨® en Estados Unidos, trabajando para la cadena NBC con piezas informativas. ¡°Pero al regresar a Espa?a quer¨ªa hacer ficci¨®n¡±. Le encargaron aquella prueba de fuego con todo el marr¨®n del golpe y no le quem¨® en las manos. Como ahora, escribi¨® gran parte en bares parecidos al que le sirve de pupitre hoy en la madrile?a plaza de Cascorro, en pleno Rastro.
¡°Era un compromiso, una responsabilidad, pero mi obsesi¨®n estaba en hacer recaer la trama sobre el lado emotivo y c¨®mplice m¨¢s que meramente informativo. No se trataba de un documental¡±. Le cogi¨® bien el punto a la historia que tanto nos sacudi¨® colectivamente y ha seguido por esa senda con otros guiones: Ni?os robados, Mario Conde o una serie sobre el secuestro de la pol¨ªtica colombiana Ingrid Betancourt que le vali¨® alguna candidatura a los Emmy.
Pero el suyo es un camino poco transitado: ¡°Puede que se deba a una falta de audacia, ganas de no meterse en l¨ªos. No entiendo la raz¨®n. Sobre todo porque, una vez que se hacen ese tipo de series que tanto tienen que ver con temas candentes, no ocurre nada que podamos considerar comprometedor¡±. Es algo que le inquieta: ¡°M¨¢s cuando estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa que nos ofrezcan en ese sentido de ficci¨®n extranjera, bien sea basada en personajes reales o en instituciones ocupadas por otros ficticios, pero que funcionan perfectamente¡±.
Un caso de sociolog¨ªa visionaria dentro del sector lo podemos hallar en Ignacio del Moral. Si en cine ya ha pasado a la historia junto a Fernando Le¨®n de Aranoa como autor de esa obra maestra de nuestras miserias que se titula Los lunes al sol, como creador televisivo lleva seis temporadas urdiendo ese masivo cocido de nostalgia colectiva llamado Cu¨¦ntame creado por Miguel ?ngel Bernardeau hace 15 a?os.
¡°Yo no tengo car¨¢cter para dirigir. No me gusta mandar y tampoco soy capaz de responder a muchas preguntas al tiempo¡±, comenta Del Moral en su escondrijo, lleno de monstruillos iconogr¨¢ficos de mundos reales y sobrenaturales. Lo suyo es el cine, la televisi¨®n y el teatro. En el ¨²ltimo, la autor¨ªa total es casi sagrada. ¡°El trabajo es la tele. Y el teatro, mi pasi¨®n, pod¨ªamos decir¡±. En los otros dos campos, su aportaci¨®n se diluye. Sobre todo en Cu¨¦ntame, donde la firma no solo queda repartida entre el equipo de guionistas que Del Moral coordina, sino tambi¨¦n entre los directores e incluso ¡°los actores que, al llevar tanto tiempo, se han adue?ado de los personajes e imponen, desde su fidelidad a los mismos, su propio criterio¡±.
Por no hablar de las cadenas y su, dice Del Moral, miedo al fracaso. ¡°Padecen m¨¢s ese terror que la ilusi¨®n por las ganas de triunfar¡±. Y eso desemboca en una falta de compromiso que va en contra de la libertad del guionista: ¡°La pol¨ªtica aqu¨ª es un tab¨² tremendo. No hay nadie adem¨¢s que la trate como hace Sorkin. Para m¨ª, disfrutar de su trabajo es como ir a la ¨®pera, me resulta m¨²sica hablada¡±.
Pese a todo, Del Moral s¨ª ha sabido tomar el pulso social. No solo en Cu¨¦ntame, tambi¨¦n lo hizo en una serie como El comisario. ¡°Ha sido mi mejor trabajo hasta la fecha en este campo. Pero ah¨ª fuimos con los tiempos. Si empezamos con el crimen pasional, acabamos li¨¢ndonos con los entramados mafiosos¡±. Sin dejar nunca de lado el latido callejero: ¡°No hace falta que te reveles como costumbrista ni castizorro, debes desarrollar tu propio yo, aunque no de manera exquisita¡±.
Forj¨® oficio con Antonio Mercero en Farmacia de guardia. Y desde el primer momento sinti¨® que la balbuciente televisi¨®n no ser¨ªa un lugar donde fueran a pagar mal a los guionistas, sin dejar de tener en cuenta que se trata de un oficio en el que no existe contrato fijo. ¡°Cuando fuimos a negociar la primera vez, pensamos en pedir 500.000 pesetas [3.000 euros] por cap¨ªtulo. A ver si colaba. La sorpresa nos la llevamos cuando, sin empezar nosotros a decir la cifra, nos soltaron: ¡®600.000 y no se hable m¨¢s¡±. Salieron como si les hubiese tocado la loter¨ªa. En el mercado actual, por el guion de un cap¨ªtulo pueden pagarse alrededor de 7.000 euros.
Un h¨¢bitat de trabajo en equipo, defiende Josep Cister, guionista, subdirector de ficci¨®n de Boomerang TV y responsable de contenidos de la productora que actualmente pone en pie El secreto de Puente Viejo y ha sido responsable de ¨¦xitos como El tiempo entre costuras, Los secretos de Laura, Acacias 38, Los protegidos o F¨ªsica y qu¨ªmica. ¡°En el proceso de creaci¨®n de una serie, en nuestro caso, contamos con una estructura de I+D que se encarga de analizar el panorama televisivo, la composici¨®n de la audiencia y las tendencias mundiales. Su objetivo radica en encontrar oportunidades o nichos de mercado. Una vez hallado, incorporamos a un guionista para comenzar el proyecto y junto a ¨¦l permanece siempre la direcci¨®n de contenidos de la productora¡±, comenta.
¡°Trabajamos juntos, en equipo, aportando y rebotando ideas hasta llegar a tener lo que llamamos un anteproyecto que luego transformamos en un documento de venta. Este proceso lo utilizamos un 80% de las veces¡±. El resto corresponde a encargos directos de una cadena. ¡°Ellos, en este caso, marcan la pauta y de nosotros depende escoger al guionista que pensamos que mejor puede acoplarse al encargo. Cada vez tienen m¨¢s claro qu¨¦ tipo de producto quieren y a qui¨¦n lo dirigen. Por tanto, son proactivas en el proceso de una serie. No creo que eso sea malo, m¨¢s bien al contrario, sirven de apoyo y de filtro. Pueden darte una visi¨®n externa del producto que en muchas ocasiones resulta imprescindible¡±, contin¨²a Cister.
Cuando ese paso termina y se env¨ªa a la cadena, en caso de que sea aceptado, llega lo que en el sector llaman ¡°la biblia¡±: ¡°Un documento que recoge todos los elementos de una serie previo al guion piloto, y si este pasa la criba, se conforma el equipo posterior¡±. Cister supervisa y pone en marcha todo ese proceso con casos espectaculares como los de El secreto de Puente Viejo, una serie que tras casi 1.300 episodios emitidos a lo largo de cinco a?os y presencia en siete pa¨ªses a¨²n no ha llegado a desvelarlo al completo.
Todo un ejemplo de trabajo conjunto. ¡°En televisi¨®n, el concepto de autor¨ªa creo que cada vez es m¨¢s coral, a la vez que tambi¨¦n lo es el de la producci¨®n ejecutiva. El proceso de invenci¨®n necesita en un tanto por ciento de un guionista/creativo, pero adem¨¢s pienso que en las productoras y en las cadenas cada vez hay estructuras m¨¢s profesionales que ayudan y aportan mucho en ese camino¡±.
En ese entramado cobra cada vez m¨¢s peso la figura del showrunner, en convivencia con lo establecido en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. ¡°Ya existen en Espa?a y me parece muy bien¡±, contin¨²a C¨ªster. ¡°Pero creo que hay otras formas diferentes (ni mejores ni peores) de ejecutar una serie. Tenemos espacio para todas esas formas. Desde Boomerang TV aplicamos la nuestra y nos ha ido bien durante todo este tiempo, pero somos conscientes de que es una m¨¢s de las muchas que existen. Creemos en la suma de talentos y en que ese perfil no lo asume una sola persona, sino varias. Del consenso, de las posiciones encontradas y de las discusiones acaloradas tratamos de tomar las decisiones que pensamos que son mejores para cada producto¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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