De las presiones para dar y para no dar lactancia materna
Para la embarazada, esta es una de las dudas que se plantea. Para buscar informaci¨®n suele recurrir a la familia o Internet
Todav¨ªa doy el pecho a mi ni?a, que tiene casi 20 meses, y me gusta. La confesi¨®n parece obligada, antes de tratar de un tema que siempre levanta polvareda, y sobre el que muchas madres recientes sufren dos corrientes de presi¨®n opuestasque generan, a su vez, sentimientos muy encontrados.
?Qu¨¦ tendr¨¢ la lactancia materna para que algo natural y sano sea causa de tantas presiones, frustraciones y sentimientos de culpa? ?Para que las madres acabemos enfrentadas entre nosotras, para que nuestras elecciones sean rehenes de las teor¨ªas feministas del momento, para que acabemos sinti¨¦ndonos obligadas a mentir a ginec¨®logos y pediatras por haber tomado una u otra decisi¨®n?
Una de las cosas que me plante¨¦ cuando me qued¨¦ embarazada por primera vez, hace casi cuatro a?os, fue si dar¨ªa pecho o biber¨®n. Ten¨ªa una idea difusa de que la leche materna "era lo mejor", pero poco m¨¢s. Mi ¨²nica referencia familiar era el recuerdo de mi madre de que no hab¨ªa podido darnos el pecho "porque no ten¨ªa leche". Tampoco hab¨ªa estado cerca de ninguna amiga cuando sus beb¨¦s eran peque?os, as¨ª que me lanc¨¦ al or¨¢culo de la madre moderna, Internet.
Ah¨ª encontr¨¦ varias recomendaciones del libro Un regalo para toda la vida. Gu¨ªa de la lactancia materna, del pediatra Carlos Gonz¨¢lez, uno de los autores m¨¢s conocidos en Espa?a en divulgaci¨®n sobre este tema. Su defensa de la crianza natural puede gustar m¨¢s o menos, pero lo cierto es que durante el embarazo, fue la ¨²nica fuente de informaci¨®n fiable que tuve sobre la lactancia (y que luego he comprobado que se corresponde con las recomendaciones de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa, de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud o de Unicef). Ni m¨¦dicos ni matronas me dieron ninguna informaci¨®n sobre el tema, salvo el pediatra del curso de preparaci¨®n al parto que hice en un centro privado de Madrid: "La leche materna es lo mejor. Hay que dar el pecho cada tres horas, 10 minutos de cada pecho". Es decir, el consejo m¨¢s f¨¢cil para que la lactancia no tenga ¨¦xito.
Las presiones en contra de cualquier madre que desee dar el pecho durante el tiempo que le apetezca son conocidas: familiares, vecinos o amigos que se criaron con biberones y que ven en la lactancia materna un exotismo o una modernez (qu¨¦ contradicci¨®n); profesionales de la salud que te recomiendan una cosa pero te recetan otra contraproducente por falta de formaci¨®n espec¨ªfica en lactancia; periodos cortos de baja laboral que impiden amamantar tranquilamente durante los seis meses recomendados de lactancia materna exclusiva; feministas trasnochadas que creen que dar el pecho es un sacrificio y que para lograr la igualdad es obligatorio renunciar a una experiencia vital que miles de mujeres trabajadoras compatibilizan perfectamente, en lugar de luchar para que podamos hacerlo sin discriminaciones... Tantas voces en contra que quiz¨¢ por eso, como reacci¨®n, muchas sentimos un tonto orgullo cuando comprobamos que el beb¨¦ crece y engorda con algo que sale de nosotras.
?Qu¨¦ hay de las presiones a favor? Por mi propia experiencia, por la de amigas y conocidas, y por los profesionales con los que he hablado, creo que en Espa?a no hay una presi¨®n generalizada e institucionalizada en favor de la lactancia materna. Quiz¨¢ sea porque, como reconocen la OMS, Unicef y la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa, a¨²n hace falta mucha formaci¨®n y apoyo de los profesionales de la salud para transmitir un mensaje ¨²nico y saber resolver contratiempos que se plantean en los primeros d¨ªas que son f¨¢cilmente solucionables. Por eso es tan normal aqu¨ª que a la m¨¢s peque?a p¨¦rdida de peso o aparici¨®n de grietas, te prescriban biberones, sin pararse a averiguar si es fruto de una mala postura al mamar o de otro problema. O que te encuentres m¨¢s o menos apoyo o presi¨®n seg¨²n el hospital o el m¨¦dico o la matrona que te toque.
Nada que ver con la experiencia de mi amiga Olga, que dio a luz el a?o pasado en Londres. Tuvo problemas las primeras semanas porque Anna no es que no se enganchara, es que, aunque suene raro, no sab¨ªa succionar. "Recuerdo que Anna lloraba porque no pod¨ªa mamar y en ning¨²n momento me ofrecieron un biber¨®n, me insist¨ªan que siguiera intent¨¢ndolo, que no era f¨¢cil pero que lo conseguir¨ªa y que de todas formas un beb¨¦ puede estar sin comer los tres primeros d¨ªas". Al final lo consigui¨®, pero tras semanas de calvario, y percibiendo malas caras en comadronas, health consultants (consultores de salud) o grupos de apoyo en cuanto suger¨ªa la posibilidad de pasarse a los biberones. Otra cosa que no es muy normal en Espa?a es que durante el embarazo, en las consultas trimestrales "ya te empiezan a comer la cabeza, y luego el hospital da un curso de tres horas para ense?arte las posturas adecuadas, etc...".
Tampoco creo que aqu¨ª exista esa presi¨®n social que describe Hanna Rosin en su ciudad de EE UU, en un pol¨¦mico reportaje publicado hace a?o y medio en The Atlantic, donde cuenta que las otras madres del parque la hacen el vac¨ªo cuando dice que est¨¢ pensando en dejar de dar el pecho. En mi urbanizaci¨®n, hay vecinas que cuentan tranquilamente que est¨¢n hartas de amamantar y que lo dejar¨¢n en cuanto pasen los dos primeros meses a otras que lo hacen con gusto durante a?os, hay otras que quisieron pero no pudieron, otras que decidieron no dar el pecho desde el principio... Todas convivimos pac¨ªficamente, sin que nadie intente convencer a nadie de su opci¨®n. No hay que olvidar que a algunas nos resulta muy bonito y relajante amamantar, pero a otras madres, simplemente, no les gusta la experiencia: "Me pon¨ªa nerviosa la sensaci¨®n de succi¨®n", me explica una amiga que opt¨® por dejarlo al mes. "No quiero estar tan atada, y no me siento capaz de dar el pecho en p¨²blico", son palabras de otra que decidi¨® no darlo desde el primer momento.
Aunque a veces las madres que forman parte de grupos de apoyo a la lactancia puedan ser percibidas desde fuera como radicales, creo que se debe a que han tenido que reaccionar demasiadas veces a comentarios tipo "?todav¨ªa le das el pecho, con lo mayor que es?", "si el biber¨®n alimenta igual", etc, fruto de d¨¦cadas de p¨¦rdida de referentes culturales sobre el m¨¦todo de alimentaci¨®n natural de los seres humanos hasta que hace un siglo se impuso la leche artificial por distintas razones, entre ellas el m¨¢rketing de las fabricantes. Y es que, cuando te sientes atacada por muchos frentes (tu madre, tu suegra, el pediatra, que te dicen todos al un¨ªsono que le des un biber¨®n), o cedes o te encabezonas m¨¢s en tu convicci¨®n.
Pero en realidad, creo que la mayor presi¨®n para dar el pecho sale de una misma. El problema es que, pese a que todos los organismos m¨¦dicos, asociaciones de pediatr¨ªa, de matronas, etc, consultados insisten en que no se ha de presionar a las mujeres para amamantar, sino "dar toda la informaci¨®n necesaria para que tome la decisi¨®n, y despu¨¦s, respetarla y apoyarla", es dif¨ªcil para una madre escuchar que es mucho mejor la leche materna que la artificial y despu¨¦s no sentir algo de remordimiento si se opta por la segunda opci¨®n. Y m¨¢s si se deseaba hacer y por alguna causa no ha funcionado.
Como me dec¨ªa Carlos Gonz¨¢lez en una entrevista hace meses, el problema es que "no hay un reconocimiento oficial de que la lactancia es muy importante para la mujer, y que por tanto, da rabia o pena no conseguirlo". "Cuando quieres ir a la playa y llueve, te dicen, qu¨¦ pena, con lo que te apetec¨ªa; pero si quer¨ªas dar el pecho y no has podido, que es algo mucho m¨¢s importante en tu vida, nadie te dice eso, sino que te dicen 'no te preocupes, se cr¨ªan igual con un biber¨®n", sigue el pediatra, que cree que muchas mujeres dan salida a ese malestar que no pueden expresar mediante el sentimiento de culpa.
Aunque por suerte, mi experiencia con mi primer hijo, pasado el primer mes, remont¨® y acab¨® siendo muy satisfactoria, tanto que con Natalia he repetido y ah¨ª seguimos, recuerdo que los primeros momentos fueron realmente angustiosos. Por mucho que me sab¨ªa la teor¨ªa, que las grietas y los problemas para engancharse al principio eran producto de una mala postura, en la pr¨¢ctica no consegu¨ªa colocarme a David correctamente al pecho. No hab¨ªa recibido ninguna presi¨®n para amamantar, ni siquiera, como ya he dicho antes, algo de formaci¨®n, m¨¢s que un libro. Sin embargo, estaba tan convencida de que iba a dar el pecho que la sola idea darle a mi beb¨¦ un biber¨®n me parec¨ªa anatema, lo sent¨ªa como una afrenta a mi capacidad como madre, lo que sumado a la duda de si mi ni?o pasaba hambre y a la falta de sue?o era un c¨®ctel explosivo.
Esta presi¨®n que muchas veces nos autoimponemos las madres en el af¨¢n de ser perfectas, y las frustraciones y el complejo de culpa con que cargamos cuando no todo sale tan bien como esperaba, quedan muy bien retratadas en un comentario reciente que Bioleta ha hecho al post Una vaca que indigna tanto a madres como a pediatras. Bioleta, tras una experiencia nefasta, que cuenta con humor, concluye:
No soy matrona ni m¨¦dico, y no tengo respuestas sobre la lactancia. Me hubiera gustado mucho que me hubiera salido bien. Pero no hay nada mejor en el mundo que poder disfrutar a tus hijos, meterte a un beb¨¦ suave en la cama y darle muchos besos. Y si la lactancia que no funciona te impide disfrutar eso, es que algo no lo estamos haciendo bien.
?Qu¨¦ se puede hacer para que una recomendaci¨®n de salud no acabe siendo una fuente de frustraci¨®n y de culpabilidad? ?Para que algo que a muchas nos apetece hacer porque sale de nosotras, porque es natural, porque es una experiencia vital que queremos sentir, no sea atacado gratuitamente por ignorancia o en aras de un feminismo trasnochado? ?Para que a las que no quieran o no puedan dar el pecho por cualquier causa no las hagan sentir peores madres?
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