Las enfermedades de transmisi¨®n sexual nos hicieron mon¨®gamos
Con la ampliaci¨®n de las sociedades, las enfermedades sexuales se hicieron end¨¦micas y perjudicaron a los que ten¨ªan muchas relaciones
El origen de la monogamia impuesta sigue siendo un misterio. En alg¨²n momento de la historia de la humanidad, cuando la aparici¨®n de la agricultura y la ganader¨ªa comenzaron a transformar las sociedades, empez¨® a cambiar la idea de lo que era aceptable en las relaciones entre hombres y mujeres. La mayor parte de las sociedades, a lo largo de la historia, han permitido la poliginia. El estudio de cazadores recolectores actuales sugiere que entre las sociedades humanas prehist¨®ricas ser¨ªa frecuente que un grupo relativamente reducido de hombres monopolizase a las mujeres de la tribu para incrementar su descendencia. Sin embargo, algo sucedi¨® para que muchos de los grupos que a la postre fueron m¨¢s exitosos adoptasen un sistema de organizaci¨®n del sexo tan alejado de las inclinaciones humanas como la monogamia. Como se puede leer en varios pasajes de la Biblia, la recomendaci¨®n para gestionar las discrepancias sol¨ªa consistir en la aniquilaci¨®n a pedradas de los ad¨²lteros.
La s¨ªfilis o la gonorrea perjudicaba la fertilidad en una sociedad sin antibi¨®ticos o condones
Un grupo de investigadores de la Universidad de Waterloo (Canad¨¢) y el Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva (Alemania), que hoy publican un art¨ªculo al respecto en Nature Communications, creen que las enfermedades de transmisi¨®n sexual desempe?aron un papel fundamental. En su hip¨®tesis, que han puesto a prueba con modelos inform¨¢ticos, plantean que cuando la agricultura permiti¨® la aparici¨®n de poblaciones en las que viv¨ªan m¨¢s de 300 personas juntas, nuestra relaci¨®n con bacterias como la gonorrea o la s¨ªfilis cambi¨®. En los peque?os grupos del Plesitoceno, los brotes causados por estos microbios se extinguir¨ªan pronto y tendr¨ªan un impacto reducido en la poblaci¨®n. Sin embargo, cuando el n¨²mero de individuos de la sociedad es mayor, los brotes se vuelven end¨¦micos y el impacto sobre aquellos que practican la poliginia es mayor. En una sociedad sin condones de l¨¢tex o antibi¨®ticos, las infecciones bacterianas tienen un gran impacto sobre la fertilidad.
Esta circunstancia biol¨®gica habr¨ªa dado ventaja a las personas que se emparejaban de manera mon¨®gama y, adem¨¢s, habr¨ªa hecho m¨¢s aceptables castigos como los recogidos en la Biblia para los individuos que se saltasen la norma. A la larga, en las crecientes sociedades agrarias de los albores de la historia, la interacci¨®n entre la monogamia y la imposici¨®n de normas para apuntalarla acabar¨ªan dando una ventaja en forma de una mayor fertilidad a las sociedades que las practicasen.
Los autores del trabajo consideran que estos enfoques, que ponen a prueba hip¨®tesis en las que se trata de entender la interacci¨®n entre las din¨¢micas sociales y las naturales, pueden ayudar a entender, no solo la aparici¨®n de la monogamia impuesta socialmente, sino tambi¨¦n otras normas sociales relacionadas con el contacto f¨ªsico entre humanos.
¡°Nuestras normas sociales no se desarrollaron aisladas de lo que estaba sucediendo en nuestro entorno natural¡±, explica en un comunicado de su instituci¨®n Chris Bauch, profesor de matem¨¢tica aplicada en la Universidad de Waterloo y uno de los autores del estudio. ¡°Al contrario, no podemos comprender las normas sociales sin entender su origen en nuestro entorno natural¡±, a?ade. ¡°Las normas fueron moldeadas por nuestro entorno natural y, a su vez, el entorno las molde¨®¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.