Falstaff y el licenciado Vidriera
William Shakespeare y Miguel de Cervantes, dos maneras distintas de iluminar las vanidades del mundo
Seguramente no resulta muy correcto que un hombre ya medio viejo, gordinfl¨®n y borrach¨ªn se permita decirle a un pr¨ªncipe heredero que es un ¡°hambriento, piel de anguila, lengua de vaca ahumada, nervio de toro, sardina seca¡±. Antes lo llam¨® cobarde, ya le ha afeado su comportamiento; lo trata cual si fuera un botarate, le miente, se burla de ¨¦l, lo ningunea.
Hay otro tipo que procede, en cambio, de manera radicalmente distinta. Va por las calles sermoneando al personal, a todos llama la atenci¨®n, de cada uno tiene algo que comentar. Con su ingenio lo mismo tritura a frailes y religiosos que a due?as y cortesanas, machaca a marineros, arrieros y escribanos, cuestiona a panaderos, poetas, libreros, mozos de mula y alcahuetas, critica a m¨¦dicos, jueces, sastres y zapateros. Por ponerse estupendo hace incluso chanzas de los genoveses.
El primero se llama Falstaff y habita en varias piezas de Shakespeare, y es excesivo y disparatado. Cultiva con estricta disciplina todos los vicios y, adem¨¢s, procura aprovecharse de un pr¨ªncipe al que engatusa con burdas estratagemas. El otro es una criatura de Cervantes que empez¨® llam¨¢ndose Tom¨¢s Rodaja cuando siendo un ni?o de origen humilde buscaba la manera de educarse en Salamanca: consigui¨® graduarse con brillantez de licenciado en leyes y fue entonces cuando ¡°una dama de todo rumbo y manejo¡±, una fulana, se cruz¨® en su camino. No pudo conquistar ¡°la roca de la voluntad de Tom¨¢s¡±, escribe Cervantes, y tuvo que valerse de alg¨²n hechizo para vengarse. Un d¨ªa, el brillante licenciado empez¨® a pensar que estaba todo hecho de vidrio.
Hoy toca celebrar la literatura. Y m¨¢s en un a?o en el que se recuerda el cuarto centenario de la muerte de dos de los mayores escritores de la historia. Y no est¨¢ de m¨¢s acudir a alguno de sus otros personajes, a los que no siempre est¨¢n en primer plano y que, sin embargo, incorporan en sus historias las marcas indelebles que los m¨¢s grandes van dejando all¨ª por donde pisan.
Con Falstaff, Shakespeare se asoma al poder desde la barra de un bar y cuenta la extra?a complicidad entre un pr¨ªncipe que habita en el coraz¨®n de la corte y un experimentado rufi¨¢n que ha labrado su sabidur¨ªa en los estercoleros del mundo. El licenciado del que se ocupa Cervantes le viene de perlas para iluminar el lado oscuro que existe en cada oficio, en cada esquina, en cada rinc¨®n de la sociedad. Es un hombre que se cree de vidrio, y el vidrio ¡°por ser materia sutil y delicada¡± consigue penetrar con mayor profundidad y eficacia en las entra?as del alma.
Falstaff es inmenso, arrollador, va desbord¨¢ndose a cada paso. Vidriera es fr¨¢gil: un d¨ªa una avispa le estaba picando en el cuello ¡°y no se la osaba sacudir por no quebrarse¡±. A ambos no les salen bien las cosas. El pr¨ªncipe Enrique termina renegando del gordinfl¨®n, y lo abandona a su suerte; cuando el licenciado recobra la cordura, nadie le hace caso y tiene que irse a Flandes para ganar con las armas lo que no consigue obtener con las letras. Dos historias y una misma derrota.
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