El pr¨ªncipe Carlos declama ¡°Ser o no ser¡±
El heredero al trono de Inglaterra se sum¨® al homenaje a Shakespeare
Declamado sobre las tablas por el mism¨ªsimo Carlos de Inglaterra, el famoso soliloquio de Hamlet (¡°Ser o no ser¡¡±) no denota las esperadas tribulaciones de otro heredero de la corona, sino la insospechada vis c¨®mica de un pr¨ªncipe que en los ¨²ltimos a?os intenta mostrarse m¨¢s pr¨®ximo y accesible a los brit¨¢nicos. El primog¨¦nito de Isabel II consigui¨® erigirse en la gran estrella de una funci¨®n destinada a conmemorar el 400 aniversario de la muerte de William Shakespeare, este 24 de abril,¡± robando¡± la escena principal a estrellas del calibre de Judi Dench o Ian Mckellen.
El episodio fue seguido el s¨¢bado por la noche por millones de televidentes de la BBC, a lo largo de una velada retransmitida desde el teatro shakespeariano de Stratford-upon-Avon y que anunciaba la presencia de sucesivas generaciones de otra realeza, la del teatro brit¨¢nico. La audiencia no ten¨ªa idea entonces de que la comparecencia del actor negro Paapa Essiedu ¡ªencarnaci¨®n del Hamlet m¨¢s laureado de los ¨²ltimos tiempos¡ª, e interrumpida sucesivamente por el comediante Tim Minchin, el Sherlock Homes televisivo Benedict Cumberbatch y otros actores de la estirpe shakespearina, tendr¨ªa su colof¨®n en un sketch c¨®mico protagonizado por el pr¨ªncipe Carlos.
La secuencia arranca con un ramillete de actores de diferentes generaciones ¡ªpresidido por el oficio de la octogenaria Dench¡ª discutiendo con sus colegas sobre el enfoque que precisa la letra shakesperiana de Hamlet. El personaje que irrumpe en el escenario desde el mismo aforo para orientarles en ese dilema es el pr¨ªncipe Carlos, transmutado para la ocasi¨®n en el famoso pr¨ªncipe dan¨¦s con tantos problemas existenciales como aquel mismo.
El heredero de la corona brit¨¢nica interpreta con mucha gracia e iron¨ªa a ese heredero que, en su caso, est¨¢ destinado a ascender al trono ¡ªsi llegara a hacerlo alg¨²n d¨ªa¡ª en una edad muy avanzada , habida cuenta de la longevidad de su madre, Isabel II, reci¨¦n convertida en nonagenaria y en plena forma. El Carlos de los ¨²ltimos tiempos aparece m¨¢s resignado a lo que tenga que venir, y especialmente volcado en demostrar que, incluso en calidad de monarca transitorio, su alianza con la consorte Camilla puede sumar puntos en la monarqu¨ªa brit¨¢nica. Nunca result¨® especialmente simp¨¢tico entre sus s¨²bditos, pero el esfuerzo de relaciones p¨²blicas desde su entorno se est¨¢ cobrando su pieza: en Stratford-upon-Avon, el pr¨ªncipe fue el personaje mas aclamado.
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