El problema de confundir el valor del agua con su precio
PorJos¨¦ Manuel G¨®mez, de ONGAWA.
Foto: SS-SCSD.
Sin agua no hay nada; tampoco econom¨ªa. Por el momento no se ha encontrado un elemento que pueda realizar las m¨²ltiples funciones que el agua desempe?a en la econom¨ªa global. Basta pensar en el suministro de energ¨ªa y la diluci¨®n de vertidos para la actividad industrial, en el riego para la agricultura, o en el abastecimiento de las cada vez mayores aglomeraciones urbanas, pasando por las enormes cantidades necesarias para la extracci¨®n de gas a trav¨¦s de fracking. Sin olvidar, claro, la m¨¢s antigua y evidente de sus aplicaciones: calmar la sed (y asegurar la vida) de los hombres y mujeres que hacen girar (al menos de momento) la rueda productiva.
Dicen los n¨²meros que la mitad de los empleos del mundo est¨¢n relacionados con el agua, y son pr¨¢cticamente todos los que dependen de una u otra forma de ella. No hace falta leerse ning¨²n informe sesudo para hacerse una idea de esta dependencia, menos a¨²n para entender que en la medida en que todas las actividades econ¨®micas requieren trabajadores razonablemente sanos, el acceso al agua (limpia) es requisito para asegurar que cada ma?ana se ponga en marcha la maquinaria del mundo. El hecho de que 1.800 millones de personas no dispongan de agua limpia es una sangrante vulneraci¨®n de derechos, pero tambi¨¦n un lastre productivo (250.000 millones de d¨®lares es la mareante cifra de lo que se pierde cada a?o por servicios inadecuados de agua y saneamiento).
Sin embargo conviene orientar el foco hacia algunas zonas que aparecen algo pixeladas en esta fotograf¨ªa general. Pongamos, por ejemplo, el zoom sobre una comunidad rural del norte de Tanzania: veremos destacarse sobre la tierra roja las siluetas femeninas reunidas en torno a una peque?a fuente. Ya no tienen que andar varios kil¨®metros cada ma?ana con sus cubos sobre la cabeza, pero el agua todav¨ªa sigue siendo cosa suya. Entre ellas pasa Samora, caminando r¨¢pido con una peque?a mochila a la espalda. Se dirige hacia lo alto del valle, a comprobar como cada mes el estado del dep¨®sito y las tuber¨ªas que permiten que la comunidad tenga agua limpia.
Si nos desplazamos hacia el oeste, hasta Nicaragua, y ampliamos la imagen sobre el Departamento de Jinotega, en el norte del pa¨ªs, podr¨ªamos reconocer a Mar¨ªa N¨¦lida, una de las pocas mujeres que es titular de tierra en esta zona. Su familia y otras 1.000 se han comprometido a gestionar sus parcelas de forma sostenible para asegurar la calidad del agua que beben m¨¢s de 50.000 personas r¨ªo abajo.
Estamos lejos de las oficinas con agua corriente, y tambi¨¦n de las grandes tuber¨ªas que alimentan cualquier n¨²cleo industrial. Aqu¨ª, el trabajo del agua tiene que ver m¨¢s con la comunidad que con la econom¨ªa (al menos en sus versiones m¨¢s ortodoxas), y por eso las cuentas al uso no siempre salen. La l¨®gica que funciona tiene en su centro la gesti¨®n de un bien p¨²blico, el agua, que es adem¨¢s desde 2010 un derecho humano reconocido por Naciones Unidas.
Este territorio de los derechos y el trabajo comunitario corre el riesgo de quedar en los m¨¢rgenes de la imagen que muestra la importancia del agua para la econom¨ªa. No es casual: en ocasiones el valor del agua como recurso econ¨®mico (renovable, s¨ª, pero no infinito) compite con su uso por parte de personas y comunidades. El mapa de estos conflictos deja claro que la relaci¨®n entre agua, econom¨ªa y vida no siempre es tan amable como nos gustar¨ªa.
Por eso el agua es una buena ¡°prueba del algod¨®n¡± sobre la relaci¨®n del sistema econ¨®mico con la sostenibilidad y el desarrollo humano. ?Cu¨¢les son las prioridades pol¨ªticas y cu¨¢les los incentivos de mercado? ?Garantizar el Derecho al Agua de todo el mundo? ?Asegurar la gesti¨®n sostenible de las cuencas? ?Producir energ¨ªa? ?Abastecer qu¨¦ tipo de industria o qu¨¦ modelo agr¨ªcola? Se estima que la demanda global de agua crecer¨¢ todav¨ªa un 50% en las tres pr¨®ximas d¨¦cadas, as¨ª que no parece que vaya a haber para todo¡
Una de las claves de la nueva agenda global definida por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ser¨¢ probablemente la coherencia, y las relaciones entre unos objetivos y otros en cuanto a impacto y prioridades. El agua conecta con todos ellos, tambi¨¦n por supuesto con los que tienen que ver con el crecimiento y el empleo. Seguramente a Mar¨ªa N¨¦lida o a Samora les vendr¨ªa muy bien mejorar su inclusi¨®n en la econom¨ªa global, aumentando sus ingresos y oportunidades. Pero tambi¨¦n ellos tienen algo que ofrecer: quiz¨¢ llevar el trabajo de personas como ellos (y otros millones en todo el mundo) al centro de la pantalla sirva para no olvidar los elementos ¨C derechos humanos, bienes p¨²blicos, sostenibilidad - que esa econom¨ªa deber¨ªa situar en su n¨²cleo para que los nuevos ODS sean algo m¨¢s que papeles ambiciosos.
El sendero est¨¢ marcado: existen enormes yacimientos de empleo y oportunidades vinculados a la gesti¨®n del agua y el saneamiento, a la adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico, o a la conservaci¨®n de cuencas y ecosistemas que garanticen el funcionamiento del ciclo del agua. Se trata de sectores clave para reverdecer el PIB global, de forma que la lucha contra la pobreza y la desigualdad no sea en detrimento del capital natural. Otra vez, viene a cuento recuperar lo que dec¨ªa nuestro cl¨¢sico sobre la importancia de no confundir valor y precio.
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