Contra los creadores
Un buen pu?ado de artistas se ha visto privado de pensi¨®n y multado por querer seguir pensando
En plena batalla de Inglaterra, con los cielos londinenses infestados de aviones nazis, los ministros del Gobierno brit¨¢nico plantearon a su premier Winston Churchill la necesidad de recortar m¨²ltiples partidas presupuestarias para que todos los esfuerzos se concentrasen en la guerra. Churchill era un pol¨ªtico del sector m¨¢s conservador de su partido y un absoluto defensor de la lucha contra Hitler; pero cuando uno de sus ministros sugiri¨® reducir los presupuestos de la cultura ¡ªpalabra que a los nazis les provocaba deseos de sacar la pistola, seg¨²n unas famosas palabras de Goering¡ª, brinc¨® de su sill¨®n y bram¨®: ¡°Y entonces, ?para qu¨¦ combatimos?¡±.
Traigo a colaci¨®n la an¨¦cdota para poner en cuesti¨®n la idea tan generalizada en Espa?a de que la cultura est¨¢ ligada a la izquierda pol¨ªtica y que es incompatible con la derecha conservadora. No es as¨ª: Ortega, Unamuno e, incluso, Aza?a, por citar algunos casos, no eran precisamente unos revolucionarios. Y en el mundo hay muchos otros ejemplos. Pero una cosa es derecha conservadora y otra muy distinta lo que en nuestro pa¨ªs conocemos como la caverna. Cavern¨ªcola es, por ejemplo, reducir los presupuestos culturales hasta niveles irrisorios, como lo es dejar sin apenas fondos a las bibliotecas, recortar las ayudas a los programas culturales de las escuelas y otras tropel¨ªas que han culminado con una campa?a contra las pensiones de los creadores, orquestada desde el departamento de Trabajo y Seguridad Social de la ministra F¨¢tima B¨¢?ez.
Este ¨²ltimo tema es conocido y no precisa muchas explicaciones. En s¨ªntesis, supone que a un jubilado no le est¨¢ permitido realizar obras de creaci¨®n o trabajos que le procuren un beneficio superior al del salario m¨ªnimo, so pena de perder su pensi¨®n. Y ya son un buen pu?ado los artistas a los que el Gobierno del PP les ha privado de ella y multado por continuar empe?ados en crear. El Gobierno, para legitimar esa tarea, se acoge a leyes que, en su mayor¨ªa, resultan ambiguas, en particular en lo referido a los derechos de autor.
Sin embargo, en las semanas anteriores a la disoluci¨®n de las Cortes, tanto la ministra B¨¢?ez como todos los grupos parlamentarios surgidos del 20-D, incluido el PP, mostraron a los integrantes de la plataforma Seguir Creando su desacuerdo con la ley y su voluntad de reformarla en la pr¨®xima legislatura. Pero a diferencia de los otros grupos parlamentarios, que pidieron la paralizaci¨®n inmediata de la campa?a, el PP y la ministra afirmaron que no es posible detenerla porque no hay Gobierno ni hay Parlamento, y que, por lo tanto, la norma debe seguir siendo aplicada.
El de los derechos de autor es el ¨²nico caso en Espa?a en que una propiedad deja de pasar a sus descendientes en un plazo de tiempo concreto
Tal argumento no es s¨®lo embustero, sino tambi¨¦n perverso. Porque el Gobierno en funciones ha tomado decisiones como prolongar sesenta a?os el contrato a una industria papelera contaminante en la r¨ªa de Pontevedra, o dado marcha atr¨¢s en algunos aspectos de la ley de educaci¨®n del se?or Wert, o, m¨¢s recientemente, tratado de llegar a acuerdos con Bruselas sobre el espinoso asunto del d¨¦ficit. Nuestro Ejecutivo puede gobernar. Pero tan s¨®lo cuando le conviene.
Y es una triqui?uela perversa porque el Gobierno pone por delante el respeto a una ley, que reconoce injusta, a los principios de la ¨¦tica, olvidando que la primera es hija de la segunda. Imaginemos un pa¨ªs en donde la legislaci¨®n establece la pena de muerte, y los partidos, incluso el que ejerce el poder ejecutivo, llegan al acuerdo de derogarla. Pero, al tiempo, ese Gobierno considera que, hasta que no haya una nueva legislaci¨®n que la invalide, la norma debe cumplirse y los condenados han de ser ejecutados. En su esencia, eso es lo que viene a hacer el PP privando a los creadores de sus pensiones y reclam¨¢ndoles cantidades millonarias por lo cobrado hasta ahora.
Por otra parte, la injusticia con los creadores llega a niveles ¨¦ticamente insostenibles. Por ejemplo: los derechos de la obra de un artista vencen a los 70 a?os de su muerte y pasan a ser de ¡°dominio p¨²blico¡±; no as¨ª las fincas de la Casa de Alba o un taller de carpinter¨ªa fundado hace siglos por los antepasados de sus actuales due?os. El de los derechos de autor es el ¨²nico caso en Espa?a en que una propiedad deja de pasar a sus descendientes en un plazo de tiempo concreto.
Churchill y nuestros Ortega, Unamuno y Aza?a representaban un conservadurismo culto. Pero no as¨ª, desdichadamente, el del PP de los Wert y B¨¢?ez, que remite a las honduras cavernarias de nuestra historia.
Javier Reverte es escritor.
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