Rom¨¢n, Rosita y la inseguridad alimentaria en Guatemala
Estos dos hermanos aparentan mucha menos edad de la que tienen. La desnutrici¨®n cr¨®nica les condicionar¨¢ la vida
La historia de Rom¨¢n y Rosita empez¨® hace cuatro a?os, en 2012, cuando se detect¨® a Rom¨¢n como desnutrido por parte del personal de salud. En Cuilco, el municipio guatemalteco donde naci¨®, los profesionales trabajan seg¨²n el Modelo de Atenci¨®n Integral en Salud, una iniciativa que abarca desde la cultura m¨¦dica tradicional de la regi¨®n hasta el abordaje familiar y comunitario de la salud y la enfermedad. Este sistema lleva cubriendo las necesidades de la poblaci¨®n desde 2011, en la medida de sus posibilidades, ya que el Ministerio de Salud de Guatemala es el encargado de la financiaci¨®n y ¨¦sta es precaria hasta el punto de que no se han abastecido de medicamentos los centros y puestos de salud desde inicios de este a?o.
Pero volvamos con Rom¨¢n, Rom¨¢n Isa¨ªas, o Cha¨ªas, como le llamaban en el Centro de Atenci¨®n Materno-Infantil de Cuilco ¡ªel Centro de Salud, conocido por sus siglas: CAIMI¡ª. Este fue su hogar durante tres meses, y todo el mundo, trabajadores y pacientes, contribu¨ªa a que creciera y se recuperara del deplorable estado en el que lleg¨®. No es el primero que ha estado viviendo en el CAIMI durante un tiempo: dos ni?os ya hab¨ªan pasado por aqu¨ª. Mar¨ªa Mercedes, La Meches, que estuvo antes que ¨¦l, pas¨® su primer a?o de vida all¨ª, tras ser abandonada en una letrina. Y Juan Diego, hace 12 a?os, tambi¨¦n fue abandonado cuando era un beb¨¦.
Isa¨ªas ten¨ªa cuatro a?os y medio cuando le conoc¨ª, y parec¨ªa que solo dos hubiera vivido, en apariencia f¨ªsica y en desarrollo intelectual. Es lo que tiene la desnutrici¨®n cr¨®nica, que afecta al desarrollo y, como su nombre indica, ya es para toda la vida. Si hubi¨¦ramos actuado antes, se podr¨ªa haber recuperado. Pero el problema con los ni?os desnutridos de las ¨¢reas rurales de Guatemala abarca muchos aspectos: las comunidades est¨¦n alejadas de los n¨²cleos urbanos, donde hay mayor acceso a los alimentos, servicios de salud y medicamentos; y con alejadas, me refiero a que los autobuses llegan a pocos lugares, las carreteras son de gravilla, se viaja en la parte de atr¨¢s de una camioneta, al aire libre ¡ªnuestro querido picop, en el que en verano tragas polvo y en invierno pasas fr¨ªo¡ª y muchas veces, el ¨²nico modo de desplazarse de un lugar a otro es a pie, porque no hay veh¨ªculos que se desplacen hasta el lugar al que queremos llegar. A esto se suma que en las comunidades mucha gente no sabe, porque no le han ense?ado, qu¨¦ darle de comer a sus hijos para que est¨¦n bien alimentados; muchas veces, aunque sepan qu¨¦ darles, el problema es otro: no hay, ya sea porque el clima donde viven no es apropiado para que crezcan esas verduras, legumbres o frutas, o porque la familia no tiene la capacidad econ¨®mica para cultivarlas, ni mucho menos dinero para comprarlas. Otras veces no saben, porque tampoco nadie les ense?¨®, las pautas de higiene que impiden que nos estemos enfermando de la tripa cada poco tiempo y, por tanto, que los nutrientes lleguen a nuestro organismo.
A todos estos componentes del problema de la desnutrici¨®n infantil se les suma otro m¨¢s: no se les puede tratar en el lugar donde viven. Pongamos el caso de Isa¨ªas, aunque es algo especial. Su casa est¨¢ a ocho kil¨®metros de la cabecera municipal, y puede ir en picop, en bestia o andando. Ello supone que tarda unas dos horas en llegar al centro de salud. Una vez all¨ª, otro problema: el CAIMI no cuenta con nutricionista ni con los medios necesarios para tratar y monitorizar a un ni?o desnutrido. ?Qu¨¦ podemos hacer, si el Centro de Recuperaci¨®n Nutricional m¨¢s cercano est¨¢ a 75 kil¨®metros de aqu¨ª y la familia no tiene dinero para desplazarse hasta all¨ª ni para vivir en la ciudad hasta que el ni?o se recupere? La soluci¨®n fue quedarse en el CAIMI hasta que la situaci¨®n familiar mejorara.
Los problemas familiares hab¨ªan sido el detonante de la mala situaci¨®n alimentaria de Isa¨ªas: la falta de planificaci¨®n familiar y de recursos para poder alimentar a todos los hijos afectan al 80% de las familias guatemaltecas de ¨¢rea rural, y se dan m¨¢s a¨²n entre la poblaci¨®n ind¨ªgena, es decir, no mestiza (mezcla de ind¨ªgena y espa?ol), que supone el 35% de la poblaci¨®n de este municipio. En el resto de Guatemala, los porcentajes se invierten: un 65% de poblaci¨®n ind¨ªgena y un 35% de mestizos. Adem¨¢s la familia de Isa¨ªas ten¨ªa sus particularidades, como la constante migraci¨®n, el alcoholismo y la violencia. Ni sus cuatro hermanos ni ¨¦l han tenido unos cuidadores permanentes, sino que, por temporadas, quedaban abandonados, y es gracias a la buena voluntad de su abuela y de otros familiares y amigos que han podido salir adelante.
La hermana de Isa¨ªas se llama Rosita. Tambi¨¦n es desnutrida cr¨®nica: tiene 10 a?os y el aspecto de una ni?a de cinco. Cuando llegaron al CAIMI, Isa¨ªas no pod¨ªa ni andar, y ella decidi¨® quedarse a vivir con ¨¦l en la instituci¨®n m¨¦dica, convirti¨¦ndose en su principal cuidadora. Ella le ba?aba, le vest¨ªa, se aseguraba de que comiera, ya que al principio no quer¨ªan, ninguno de los dos, y lavaba la ropa de ambos.
Muchas familias ind¨ªgenas no tienen lo m¨ªnimo para nutrir correctamente a sus hijos. Otras ni siquiera saben cu¨¢les son los alimentos adecuados
Medicusmundi lleva trabajando junto con el Instituto de Salud Incluyente guatemalteco desde los inicios de este Modelo de Salud. Ellos me dieron la oportunidad de conocerlo, y llevo cinco meses haci¨¦ndolo. He conocido muchas comunidades, bien distintas; muchas personas, muchos hogares, muchas historias. He sentido muchos escalofr¨ªos. Al principio me choc¨® la situaci¨®n de los dos hermanos, pues pensaba continuamente en que deseaba que tuvieran un hogar. Despu¨¦s, me acostumbr¨¦. Los trabajadores del CAIMI est¨¢n habituados: ya han visto pasar a otros ni?os con anterioridad ¡ªLa Meches, Juan Diego¡¡ª han convivido con ellos durante un tiempo, les han tomado cari?o, y luego, les han visto marchar. Y saben que es posible que lleguen m¨¢s.
En el tiempo que estuvieron aqu¨ª pude presenciar c¨®mo todo, absolutamente todo el personal les ayudaba en lo que pod¨ªa, haciendo un fondo com¨²n para su comida y necesidades b¨¢sicas, ya que en el CAIMI no hay presupuesto para alimentar a los pacientes, llev¨¢ndoles ropa de sus hijos o sobrinos, juguetes y cuanto pudieran, de forma que, a pesar de la soledad de algunas horas del d¨ªa, cuando todos se van a sus casas, podemos asegurar que estaban bien cuidados. Otras personas ajenas al centro tambi¨¦n contribu¨ªan en el mantenimiento de los dos hermanos. Los due?os y los empleados de la cafeter¨ªa que est¨¢ a las afueras del CAIMI se convirtieron en sus cocineros personales: con los alimentos comprados con el fondo com¨²n les hac¨ªan la comida con esmero y cada d¨ªa se aseguraban de que comieran. Al principio de llegar no sonre¨ªan, no jugaban, casi ni hablaban. Al poco tiempo, charlaban con todo el mundo, jugaban, re¨ªan, hac¨ªan travesuras. Cada d¨ªa nos alegraban la vida con su sonrisa y su continuo juego. Ahora viven con sus abuelos, que se hacen cargo de nueve ni?os.
El contexto de esta historia
La situaci¨®n de inseguridad alimentaria en Guatemala es cr¨ªtica. Los hogares no llegan a los ingresos necesarios para tener una alimentaci¨®n completa ¡ªm¨¢s de la mitad de las familias vive en situaci¨®n de pobreza¡ª, y la tasa de desnutrici¨®n se mantiene alta entre los ni?os. En el ¨¢rea rural, el 50% padece desnutrici¨®n cr¨®nica, subiendo a un 65% si contamos ¨²nicamente a los ni?os ind¨ªgenas. Esta situaci¨®n se da por un c¨²mulo de circunstancias:?no se promueve el trabajo, con lo que no hay ingresos, ni se fomenta el comercio de calidad de los productos de la regi¨®n; la red de infraestructuras es deficiente en el ¨¢rea rural, la mitad de las familias no tiene agua potable todos los d¨ªas en casa, algunas comunidades no tienen luz ¡ªy vaya fr¨ªo se pasa sin luz, entre otras penalidades¡ª, las carreteras no tienen mantenimiento, y se convierten en paisajes lunares, llenos de cr¨¢teres y hoyos, que convierten en un serio peligro cualquier desplazamiento.
Es preocupante el maltrato al medio ambiente, con ejemplos como la insalubridad de r¨ªos y lagos, donde los desechos humanos e industriales son vertidos, as¨ª como la tala indiscriminada de ¨¢rboles y la miner¨ªa met¨¢lica; otros problemas ambientales, que son nuestros problemas por ser los seres humanos parte del medio ambiente y uno solo con ¨¦l, son la contaminaci¨®n del aire, las condiciones insanas de la vivienda ¡ªmuchas familias no poseen un sistema de saneamiento, como inodoro, letrina o pozo, y conviven con animales en espacios comunes¡ª, el mal manejo de desechos s¨®lidos o el uso inadecuado de fertilizantes y agroqu¨ªmicos.
Esta es la situaci¨®n de Guatemala, la que uno lee, la que a uno le cuentan, pero sobre todo, la que uno ve. Despu¨¦s de cinco meses viviendo aqu¨ª, me sigo admirando de la iniciativa, el esfuerzo y la voluntad de mis compa?eros y amigos, que siguen luchando para que la situaci¨®n cambie. Es dif¨ªcil y arriesgado echar abajo la pol¨ªtica del ego¨ªsmo y del modelo social desigualitario establecido, pero es posible y d¨ªa a d¨ªa veo que, a pesar de que los que est¨¢n en el poder demuestren poca preocupaci¨®n por los que no lo est¨¢n; a pesar del podrido sistema que rige el mundo aqu¨ª y all¨¢, ellos no se desaniman. Trabajan para que todos tengamos una atenci¨®n integral en todas las esferas humanas ¡ªbiol¨®gica, psicol¨®gica, espiritual, social, energ¨¦tica¡ª. Se esfuerzan para que todas las personas, sin distinci¨®n, experimenten ese derecho a la salud del que tanto se habla, pero parece un fantasma que pocos han visto. Una motivaci¨®n para seguir con este duro trabajo diario es que, poco a poco, la situaci¨®n en salud va mejorando. Ah¨ª est¨¢ el Modelo, que a pesar de la falta de recursos materiales, ha conseguido mejorar la salud de la poblaci¨®n y la forma de entenderla, conciliando los diferentes aspectos humanos. Sin que el bolsillo sea el que decida que alguien tiene derecho a sanar.
Alicia del Cura Bilbao es m¨¦dica y ha realizado un voluntariado de seis meses en Guatemala con Medicusmundi.
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