Ferrari, as¨ª se resucita una leyenda
LA VIIIITAA! ?? la viiiitaa!¡± (?La vida! ?Es la vida!). Marco Arrighi, que ha pasado 38 de sus 54 a?os en Ferrari, alarga las vocales y echa la cabeza hacia atr¨¢s mientras el brillo de los ojos empa?a sus gafas de pasta. ¡°Esto es m¨¢s que un trabajo. Es una pasi¨®n¡±.
Nueve de la ma?ana en el antiguo y emblem¨¢tico acceso original a la f¨¢brica de la leyenda Ferrari en la peque?a localidad italiana de Maranello, donde en 1947, al poco de terminar la II Guerra Mundial, empez¨® todo. A un lado de la entrada, en una zona reservada a las unidades de pruebas, un resplandeciente 488 Spider azul, la ¨²ltima joya de la casa, aguarda al conductor que har¨¢ rugir sus escapes por las colinas de Maranello. La escena crear¨ªa corrillos en cualquier otro lugar del mundo, pero aqu¨ª no es m¨¢s que la en¨¦sima entrega de un rito imperturbable durante decenios: la mayor¨ªa de los veh¨ªculos fabricados salen cada ma?ana por esta puerta con sus apasionados probadores al volante. A su paso transmiten el orgullo de desempe?ar uno de los trabajos m¨¢s envidiados del universo del motor: validar cada Ferrari antes de entregarlo a su afortunado propietario.
Pero m¨¢s all¨¢ de los nuevos purasangres?de la casa del cavallino rampante?hay un gran secreto que ha convertido a esta marca en un mito capaz de acaparar 13 de los 15 primeros puestos del ranking?de los modelos m¨¢s caros de la historia de las subastas del autom¨®vil. Estas creaciones desatan pasiones que convierten a los aficionados y due?os de los modelos en algo parecido a una secta de fan¨¢ticos a la caza de tesoros perdidos, dispuestos a pagar cantidades astron¨®micas por coches antiguos, m¨¢s inc¨®modos y dif¨ªciles de conducir que cualquier utilitario actual de apenas 15.000 euros.
Ese gran secreto capaz de detonar filias incontrolables se halla en esta ciudadela de Ferrari: 240.000 metros cuadrados a medio camino entre complejo industrial y santuario, donde conviven edificios cl¨¢sicos recuperados con otros de rabioso dise?o high tech, como el espectacular t¨²nel de viento o la planta de montaje con moqueta roja, creados por arquitectos de referencia como Renzo Piano y Jean Nouvel. En un rinc¨®n de este peculiar entorno, donde todas las calles y plazas llevan el nombre de los protagonistas de la historia de la casa, una nave exquisitamente restaurada alberga la divisi¨®n Ferrari Classiche. Hasta 1984, aqu¨ª se hac¨ªan las coladas de aluminio para las aleaciones ligeras de las piezas m¨¢s sofisticadas de la ¨¦poca. Ahora, en cambio, es un c¨®ctel entre la notar¨ªa?y el sanatorio?de Ferrari, donde se certifica la autenticidad de sus ejemplares hist¨®ricos (de m¨¢s de 20 a?os) ¨Crequisito casi indispensable para acceder a las grandes subastas en las que a?o tras a?o se pulverizan los r¨¦cords de precios de los modelos legendarios de la marca¨C y se restauran algunas de esas joyas.
Entrar en Ferrari Classiche es una experiencia parecida a lo que deben sentir los protagonistas de la serie El Ministerio del Tiempo?cuando empiezan una misi¨®n. El instante que se tarda en abrir la puerta de acceso es como un viaje que teletransporta al siglo pasado. Y aparece una especie de garaje de los a?os cincuenta repleto de coches cl¨¢sicos, cada cual m¨¢s espectacular. Las paredes y el techo de la nave est¨¢n vestidos con grandes fotograf¨ªas en blanco y negro de modelos y escenas hist¨®ricas. Pero, a diferencia de los museos, aqu¨ª los coches est¨¢n vivos. Unos, como si el due?o se hubiera bajado hace un momento; otros, repartidos an¨¢rquicamente seg¨²n la fase de restauraci¨®n: con el cap¨® abierto, en alto sobre un foso e incluso como esqueletos desnudos esperando la resurrecci¨®n.
La meticulosidad de Enzo Ferrari ha permitido conservar las fichas originales de todas las unidades fabricadas. En la segunda imagen, el mec¨¢nico ajusta la culata del motor m¨¢s cl¨¢sico de Ferrari, un 12 cilindros en V.??CARLOS SPOTTORNO
La sonrisa socarrona de Arrighi ¨C¡°?? la viiiitaa!¡±¨C, el gu¨ªa?designado por Ferrari para este viaje inici¨¢tico por la historia de la marca, supone el retorno apresurado al presente. Este trotamundos de mirada viva y cara de p¨ªcaro empieza a presentar algunos de sus ilustres pacientes:?¡°Aqu¨ª tenemos modelos desde los a?os cincuenta hasta finales del siglo pasado y cada uno cuenta su historia. Aquel verde de all¨ª es un 212 de 1952. Perteneci¨® a unos hermanos de Madrid; despu¨¦s pas¨® a la familia Barilla, los de la pasta italiana, y ahora es del importador de M¨¦xico, que le ha hecho disputar la carrera de las Mille Miglia desde 2008 hasta 2011. Cuesta m¨¢s de tres millones de euros. Aquel otro es un 225 E de un cliente argentino. Se quem¨® y lo estamos recuperando¡¡±.
Arrighi entr¨® en la compa?¨ªa en 1978, con 16 a?os, y empez¨® pegando moquetas en el 308, el superdeportivo de entonces. Pero tuvo que recorrer muchos puestos de la cadena de montaje y dar varias vueltas por el mundo para que d¨¦cadas despu¨¦s su sue?o se hiciera realidad y pasara a ser director comercial de Classiche. Acceder a esta divisi¨®n se considera un honor: supone acariciar cada d¨ªa con los dedos la leyenda del motor. Y ¨¦l lo transmite con orgullo a la m¨ªnima ocasi¨®n. ¡°Los coches de los a?os cincuenta no se cotizan tanto porque no atesoran un gran palmar¨¦s en competici¨®n; los de los sesenta, en cambio, s¨ª, y hay alg¨²n 250 GTO que se ha vendido por m¨¢s de 50 millones de euros, aunque no se ha hecho p¨²blico¡±.
Ferrari recuper¨® las restauraciones en 2005 para atender a los clientes de modelos ic¨®nicos. ¡°Pero no vendemos, solo restauramos y certificamos la autenticidad de los que nos traen, un tr¨¢mite que cuesta 3.000 euros¡±, aclara Arrighi. ¡°Nuestra filosof¨ªa es devolverlos al estado original para dejarlos tal y como eran. Por eso no se mejora nada: son lo m¨¢s parecido al lienzo de un pintor, donde los defectos forman parte de su historia¡±.
La certificaci¨®n de Classiche es clave para que un Ferrari alcance su cotizaci¨®n ¨®ptima en las subastas. Este mercado vive un aut¨¦ntico boom, con los precios en un ascenso vertiginoso que preocupa en ciertos ¨¢mbitos del negocio. El ¨²ltimo r¨¦cord se bati¨® en febrero con los 32 millones de euros pagados por un 335 S Spider ?Scaglietti de 1957 en una puja organizada por Artcurial en la R¨¦tromobile de Par¨ªs. A esta cantidad hay que sumarle la comisi¨®n de la casa de subastas: entre un 15% y un 17% m¨¢s que abona despu¨¦s el comprador.
Pero lo m¨¢s sorprendente de estas cifras astron¨®micas es que se quedan cortas, seg¨²n los expertos. ¡°Los eventos p¨²blicos reflejan los precios oficiales, no los reales¡±, asegura Carlos de Miguel, organizador de carreras de cl¨¢sicos en Espa?a. ¡°Los ejemplares m¨¢s cotizados no llegan a las subastas, porque ning¨²n propietario lleva estos coches donde se sepa lo que se va a pagar por ellos¡±.
Los m¨¢s perseguidos son los GTO. Se fabricaron entre 1962 y 1964, y hay solo 37. ¡°Se venden entre particu?lares y los ¨²ltimos han costado entre 43 y 52 millones de euros, seg¨²n la rumorolog¨ªa. Pero quien quiera uno debe firmar casi un cheque en blanco porque no tienen precio¡±, recalca De Miguel. En realidad solo hay cuatro personas en el mundo con capacidad y contactos para conseguirlos: Lukas H¨¹ni (Z¨²rich), Gregor Fisken (Londres), Rob Myers (California) y Simon Kidston (Ginebra). Ellos tienen localizados los 37 GTO existentes y siguen la situaci¨®n de cada due?o para atacar en el momento justo. Muchos est¨¢n en manos de fundaciones y es dif¨ªcil sacarlos de ah¨ª, porque hay que poner de acuerdo a los patronos. La mayor concentraci¨®n de GTO de la historia la organiz¨® Mo?t & Chandon en la carrera de Le Mans Classic de julio de 2012 y acudieron 23.
Solo un Mercedes y un Aston Martin han logrado colarse en la lista de los r¨¦cords p¨²blicos de subastas liderados por Ferrari. Y muchos se?alan la competici¨®n como la clave de ese dominio. ¡°A Enzo, el fundador, los coches de los clientes le tra¨ªan sin cuidado¡±, asegura Joanne Marshall, la inglesa responsable de comunicaci¨®n. ¡°Los fabricaba y vend¨ªa solo para poder financiarse las carreras, lo ¨²nico que le importaba. ?l solo pensaba en el futuro y todo lo que aprend¨ªa en el circuito lo trasladaba a los coches de serie¡±. Quienes convivieron con ¨¦l a?aden que Ferrari despreciaba a sus clientes porque compraban sus coches por lo bonitos que eran y no por lo bien que funcionaban.
El culto de Enzo Ferrari por las carreras es una de las columnas de la leyenda y permite ahora restaurar al detalle coches con cerca de 60 a?os de vida. ¡°Todo lo que hac¨ªa el commendatore?quedaba escrito en el informe que realizaban los ingenieros de la escuder¨ªa en cada carrera¡±, explica ?Marshall, se?alando una sala acristalada repleta de carpetas antiguas. ¡°Desde el motor y las suspensiones hasta los problemas, las soluciones¡ Cuando muri¨®, no ten¨ªamos coches para montar el museo, pero los documentos estaban todos. Y se conservan aqu¨ª¡±.
Luigino Barp, director general de Ferrari Classiche, se incorpora a la reuni¨®n con el rostro relajado de quien domina el escenario. ¡°Este archivo re¨²ne la historia de la evoluci¨®n de Ferrari, el plano de cada unidad, d¨ªa a d¨ªa y coche por coche. Es un caso ¨²nico en el mundo, pero la meticulosidad del fundador nos permite ahora restaurar con absoluta fidelidad y certificar todo lo que hemos fabricado¡±. Barp es un personaje peculiar. Entre 1979 y 1987 trabaj¨® como ingeniero de pruebas de armamento para aviones de combate como el Tornado y, tras recorrer medio mundo en Ferrari, aterriz¨® aqu¨ª. ¡°Tenemos hasta la ficha de montaje y la matr¨ªcula de cada coche, el dibujo de sus piezas una a una¡ Todas las unidades son diferentes. Ferrari las hac¨ªa a medida seg¨²n los gustos del cliente, desde la suspensi¨®n hasta los frenos o la respuesta del motor, y eso implicaba variar muchas cosas. As¨ª que cada vez que llega un coche de cualquier parte del mundo, sacamos su historial y sabemos cu¨¢ndo se fabric¨®, qui¨¦n lo compr¨®, si ha corrido alguna carrera, si ha sido con pilotos de Ferrari, qu¨¦ problemas tuvo¡¡±.
Hay otro factor clave para explicar el monopolio de Ferrari en las grandes pujas. Desde los inicios del autom¨®vil, las carreras han sido la v¨ªa natural para ganar prestigio, y a partir de los a?os cincuenta, en la posguerra, conviv¨ªan dos escuelas. La brit¨¢nica utilizaba modelos peque?os y ligeros como los Lotus, con motores de solo cuatro cilindros para reducir peso y ganar agilidad. Y al ser m¨¢s sencillos resultaban asequibles. Frente a ellos, los italianos de Ferrari y Maserati creaban coches m¨¢s grandes, con enormes motores de 12 cilindros, que ganaban las carreras y se convirtieron en la referencia. Como sal¨ªan m¨¢s caros, se hac¨ªan tiradas cortas, a veces ¨²nicas, lo que ha alimentado su exclusividad. En medio estaban los alemanes, pero no pasaban de seis cilindros y compet¨ªan unos a?os y se iban. Ferrari, en cambio, es la ¨²nica marca que ha estado siempre en la F¨®rmula 1.
Ya sea por esta u otras razones, los coches cl¨¢sicos viven un boom, y Ferrari Classiche intenta que no se le vaya de las manos. ¡°Una restauraci¨®n completa dura de 12 a 15 meses y cuesta entre 300.000 y 800.000 euros seg¨²n el modelo y su estado. Ya tenemos comprometido el trabajo hasta finales de 2018, as¨ª que vamos a doblar la plantilla de 7 a 13 personas. Y lo haremos con nuestra filosof¨ªa, mezclando mec¨¢nicos j¨®venes con experiencia junto a los veteranos que dominan el oficio, la ¨²nica soluci¨®n para restaurar con la calidad que exige esta historia de leyenda¡±, indica Barp.
El proceso culmina con un momento m¨¢gico: la puesta a punto con el probador de pelo blanco?de Ferrari al volante. ¡°Son d¨ªas inolvidables para el cliente. Salen juntos y ruedan por las colinas de Maranello disfrutando un coche igual que el de hace 40 o 50 a?os al que se ha devuelto la vida. El mec¨¢nico ajusta a o¨ªdo con su destornillador esa melod¨ªa ¨²nica e inconfundible que sale del escape como hace medio siglo y emociona al propietario¡±, dice Barp, mientras intenta disimular, sin ¨¦xito, el temblor de su voz.
ICONOS DEL 'CAVALLINO'
1. R¨¦cord en subasta oficial. Ferrari 337 Spider Scaglietti.
El cl¨¢sico m¨¢s caro vendido en subasta oficial: 32.075.000 euros, en la organizada por Artcurial en la R¨¦tromobile de Par¨ªs del pasado febrero. Qued¨® segundo en la ¨²ltima carrera de las Mille Miglia de 1957, que no se celebrar¨ªa m¨¢s por la muerte del piloto espa?ol Alfonso de Portago.
2. El m¨¢s deseado. Ferrari 250 GTO.
El icono m¨¢s valioso de la marca. Solo se hicieron 37 unidades (1962 a 1964), cuatro con la carrocer¨ªa algo diferente. Cuestan unos 50 millones de euros y no llegan a las subastas. Ralph Lauren y Jay Leno tienen uno.
3. La joya perdida de Alain Delon. Ferrari 250 GT California Spider.
El actor franc¨¦s se lo compr¨® a su colega G¨¦rard Blain en 1963 y lo rematricul¨® en M¨®naco. Pas¨® por varios due?os y apareci¨® medio abandonado en una granja. Se subast¨® por 14,2 millones de euros.
4. Ganador de la Panamericana. Ferrari 375 Plus.
Umberto Maglioli gan¨® la legendaria carrera Panamericana de 1954 al volante de este coche. Se vendi¨® en subasta en junio de 2014 por 13,4 millones de euros.
5. Un juguete para McQueen. Ferrari 275 GTB/4.
Steve McQueen lo compr¨® en 1968 y se lo entregaron mientras rodaba Bullitt. Tres a?os despu¨¦s lo vendi¨® al actor Guy Williams y en 2014 se adjudic¨® en una subasta por siete millones de euros.
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