Gobernantes ausentes
Las autoridades apenas gestionan la crisis de orden p¨²blico en Barcelona
La grave crisis de desorden p¨²blico que desde hace cuatro d¨ªas asuela el barrio barcelon¨¦s de Gracia esculpe una hiriente crisis de seguridad y de gobernanza. La causa es la ausencia, incompetencia, buenismo o irresponsabilidad de la clase pol¨ªtica, que no ha sabido defender como corresponde a la polic¨ªa democr¨¢tica, los Mossos d¡¯Esquadra. Y que apenas ha comparecido para dar explicaciones.
Los altercados han sido graves por su duraci¨®n. Y tambi¨¦n por su violencia extrema, a ra¨ªz del desalojo judicial de una antigua oficina comercial bancaria ocupada desde hace a?os por colectivos de filiaci¨®n anarquista.
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Grupos de guerrilleros armados, aparentemente distintos de los okupas, pero de los que estos no se han distanciado, han intentado incendiar coches policiales con agentes en su interior. Se han quemado contenedores y motocicletas, destruido mobiliario urbano y estropeado tiendas y otros enseres privados.
La irresponsabilidad pol¨ªtica con que malamente se ha respondido a estos hechos es en parte heredada. El anterior Consistorio convergente encabezado por Xavier Trias pag¨® a su due?o un (alto) alquiler del local ocupado (5.500 euros mensuales) para poner sordina a la ocupaci¨®n, por v¨ªa de patrocinio secreto, ahora investigado por la fiscal¨ªa; para evitar la repetici¨®n de las batallas de hace dos a?os en Can Vies, donde el alcalde se someti¨® a todas las exigencias de los que protestaban; y para difuminar la idea de que el secesionismo equivale a conservadurismo y sortear as¨ª obst¨¢culos de la ultraizquierda radical de la CUP al proceso independentista.
La actual alcaldesa, Ada Colau, hizo bien suspendiendo la irregular subvenci¨®n del equipo de Trias. Y es tambi¨¦n la que hasta ahora ha dado m¨¢s la cara ante la ciudadan¨ªa, lo que merece un reconocimiento, siquiera por contraste con los dem¨¢s. Pero eso no debe ocultar los yerros de su gesti¨®n, paralelos al inoportuno pulso que mantiene con la Guardia Urbana, a quien el concejal Jaume Asens ha intentado manipular en la investigaci¨®n para favorecer a un mantero violento y agresivo: solo uno, y aislado, pero que abri¨® la cabeza a uno de los guardias municipales. Las crisis de autoridad de algunos gestores de la nueva pol¨ªtica se acumulan y encadenan la una con la otra.
Colau se pleg¨® a la din¨¢mica del movimiento ocupante ¡ªde una de cuyas variantes es originaria¡ª ofreciendo mediaci¨®n y otro local, que sus destinatarios rechazaron, y manteniendo una aparente equidistancia. Ahora solo se lamenta, buscando que los entes vecinales suplan su responsabilidad.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no ha salido en defensa de su polic¨ªa. Es cierto que en el pasado abundaron los excesos de los Mossos (en el 15-M, en el caso de Ester Quintana...), pero no parece haber evidencia de su repetici¨®n en este caso. Y si hubiese habido alguna actuaci¨®n desproporcionada, sust¨¢nciese por v¨ªa legal. Mientras, la ¨²nica desproporci¨®n corresponde a los okupas y, sobre todo, a los violentos que dicen protegerles. Este descontrol no debe seguir ni un d¨ªa m¨¢s.
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