La ¡®comuna¡¯ del oasis de Jemna
Esta es la exitosa experiencia de una cooperativa fundada en un terreno confiscado por los colonos franceses en T¨²nez
Como otros muchos pueblos del sur de T¨²nez, Jemna es un oasis tranquilo y polvoriento. Una mota verde a orillas de Chott al Djerid, un inmenso lago salino de m¨¢s de 5.000 kil¨®metros cuadrados. De sus palmeras salen unos d¨¢tiles con fama internacional. Sin embargo, esta aldea donde habitan 9.000 almas tambi¨¦n es conocida por su experimento libertario: una cooperativa agr¨ªcola construida a partir del deseo de deshacer un viejo agravio. Por eso, algunos la llaman pomposamente ¡°la comuna de Jemna¡±.
La lucha por recobrar las tierras comunales usurpadas por los colonos franceses en el siglo XIX, un extenso palmeral de 185 hect¨¢reas donde crecen m¨¢s de 10.000 datileras, ha sido muy larga. Actualmente, el ¨²nico vestigio de la ¨¦poca colonial es el Burj Merillon, un edificio simple pero elegante, situado en la entrada de la finca. Tras la independencia, en 1956, el terreno pas¨® a manos del Estado que decidi¨® asignarlo a una empresa p¨²blica, desoyendo las peticiones de los lugare?os, que hab¨ªan recolectado 40.000 dinares para comprarlo ¡ªuna cifra muy elevada para la ¨¦poca¡ª. Sin embargo, el Gobierno autocr¨¢tico presidido por Habib Bourguiba se qued¨® con los fondos recolectados para invertirlos en proyectos desarrollo de la zona, que acabar¨ªan fracasando.
D¨¦cadas despu¨¦s, en 2002, las antiguas tierras de propiedad comunal fueron alquiladas a precio de saldo a dos inversores privados bien conectados con el r¨¦gimen del dictador clept¨®crata Ben Al¨ª. Uno de ellos, Zeituni Chaferd¨ªn, era el hermano del jefe de la Guardia Nacional. El 12 de enero de 2011, durante la primera revuelta de la Primavera ?rabe, los vecinos ocuparon el palmeral. Aunque los inversores consiguieron enviar al Ej¨¦rcito para desalojarlos, los habitantes se mantuvieron firmes y vencieron un pulso que se prolong¨® durante 96 d¨ªas.
En los ¨²ltimos cinco a?os, los nuevos gestores han sido capaces de mejorar el rendimiento de la tierra, dedicada exclusivamente a la producci¨®n de d¨¢tiles. Seg¨²n declaraciones de un trabajador del antiguo administrador al diario local Nawat, esta explotaci¨®n agr¨ªcola gener¨® en 2010 casi medio mill¨®n de dinares (unos 240.000 euros). En 2011, ya con los nuevos propietarios, la cifra ascendi¨® a cerca de un mill¨®n, y el a?o pasado, a 1,8 millones de dinares (900.000 euros). Este incremento ha permitido pasar de una veintena de trabajadores fijos residentes en el pueblo a 144 ¡ªlos acaudalados inversores sol¨ªan traer obreros de otras de sus explotaciones en el per¨ªodo de la cosecha¡ª.
¡°El aumento de la producci¨®n se debe a un mayor cuidado de la tierra y a un aumento de la inversi¨®n. Por ejemplo, hemos excavado dos pozos nuevos, pasando de ocho a diez¡±, explica Tahar al Tahri, presidente de la Asociaci¨®n para la Defensa del Oasis de Jemna, la entidad gestora del palmeral. En estos a?os no solo ha crecido la plantilla, sino tambi¨¦n los sueldos. "Estoy contento con la nueva gesti¨®n. Antes [2010] ganaba 180 dinares cada mes. Ahora son 400", explica Mohamed, un hombrecillo de ojos diminutos y tocado por un turban. A sus 58 a?os, este campesino ha trabajado desde ni?o en la irrigaci¨®n del palmeral, lo que requiere un cuidado diario.
En los ¨²ltimos cinco a?os, los nuevos gestores han sido capaces de mejorar el rendimiento de la tierra, dedicada a la producci¨®n de d¨¢tiles
La experiencia de Jemna resulta esperanzadora para un pa¨ªs que padece un problema cr¨®nico de paro. Seg¨²n algunos estudios, cerca de un 50% de los j¨®venes de las regiones tradicionalmente marginadas del centro y el sur del pa¨ªs no tiene empleo. En enero, en estas zonas subdesarrolladas se desat¨® una potente ola de protestas por parte de j¨®venes parados que puso en jaque al Gobierno, forz¨¢ndole a declarar el toque de queda en toda la naci¨®n.
Entre las f¨®rmulas que sugieren los movimientos de parados, figura la distribuci¨®n de las antiguas tierras comunales que, como en Jemna, el Estado se qued¨® despu¨¦s de la independencia y que actualmente est¨¢n subexplotadas. ¡°La distribuci¨®n de las tierras no puede ser la ¨²nica soluci¨®n a nuestro problema, pero ayudar¨ªa a mitigarlo, y por eso es una de las demandas que hemos hecho llegar al Gobierno¡±, afirma Waji Jadraui, l¨ªder del movimiento de desempleados de Kaserine y que hace unos dos meses vive con otros 40 chicos acampado frente a la sede del ministerio de Trabajo.
"La fundaci¨®n de cooperativas en estas tierras podr¨ªa ayudar a solucionar el problema del paro, ya que ni el Estado ni el sector privado parecen capaces de hacerlo", opina Abdejelil Bedui, un economista del Foro Tunecino para los Derechos Econ¨®micos y Sociales. "En parte, el problema es que la legislaci¨®n tunecina ni tan siquiera recoge de forma expl¨ªcita la figura de las cooperativas. Es necesaria una nueva ley", a?ade. Bedui admite que las reticencias no solo provienen del Estado, sino de una buena parte de la poblaci¨®n a causa del mal recuerdo de las cooperativas estatales promovidas por el r¨¦gimen de Bourguiba en los a?os sesenta, que fracasaron a causa de su excesiva burocratizaci¨®n.
La experiencia de Jemna resulta esperanzadora para un pa¨ªs que padece un problema cr¨®nico de paro
Hasta el momento, el Gobierno ha ignorado las demandas de los habitantes de Jemna, que exigen el reconocimiento legal de su propiedad del palmeral. Cinco a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n, la entidad opera todav¨ªa al margen de la ley, y por tanto, no puede asegurar a sus trabajadores en la Seguridad Social. En su lugar, los obreros reciben un sobresueldo para afiliarse como aut¨®nomos. "Nos hemos reunido con los diversos Gobiernos que han ido desfilando estos a?os. Todos nos han prometido que arreglar¨¢n nuestra situaci¨®n, pero al final, ninguno ha hecho nada ", lamenta al Tahri en un excelente franc¨¦s. No en vano, antes de jubilarse ejerci¨® durante d¨¦cadas de profesor de franc¨¦s.
Los ingresos excedentes se invierten en? infraestructuras p¨²blicas o se dan a ONG
En la ra¨ªz del conflicto el hecho de que los dos empresarios que alquilaron las tierras en 2002 por un plazo de 15 a?os no se resignan a perder su explotaci¨®n, y acusan a los vecinos de Jemna de haberlas robado. Sin embargo, ¨¦stos replican que el contrato de alquiler debe ser considerado inv¨¢lido porque fue fruto de tratos corruptos, y su precio (14.000 dinares al a?o) era irrisorio. De momento, la justicia ha dado la raz¨®n a los lugare?os en la demanda interpuesta por los inversores, pues les absolvi¨® en un juicio.
¡°Creemos que la soluci¨®n a nuestro problema no es de naturaleza judicial, sino pol¨ªtica ", sostiene al Tahri, curtido en mil y una batallas sociales y pol¨ªticas, pues durante la dictadura fue l¨ªder sindical y responsable regional de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, reciente ganadora del Nobel de la Paz y la piedra en el zapato del dictador Ben Al¨ª. Despu¨¦s de la revoluci¨®n, las autoridades propusieron a los vecinos del oasis la concesi¨®n de la mitad del terreno como soluci¨®n de compromiso, pero ¨¦stos rechazaron la oferta. No piensan volver a entregar ni un metro cuadrado de un territorio que han considerado siempre suyo.
A pesar a su apodo de la comuna de Jemna, su funcionamiento interno no se ajusta a los c¨¢nones de la ortodoxia libertaria. La gesti¨®n del palmeral recae en la comisi¨®n ejecutiva de la Asociaci¨®n para la Defensa del Oasis de Jemna, que nunca ha sido elegida democr¨¢ticamente, sino que est¨¢ formada por los vecinos considerados m¨¢s capacitados, la mayor¨ªa profesores o licenciados universitarios.
La asociaci¨®n ha sufragado un polideportivo y las nuevas aulas de las dos escuelas p¨²blicas de primaria
"Ninguno de nosotros recibe un c¨¦ntimo. Lo hacemos de forma desinteresada. De la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa se encarga un supervisor que s¨ª cobra un sueldo ", explica al Tahri, que niega que los trabajadores no tengan capacidad de influir en el futuro de la entidad. "Las decisiones importantes las tomamos por consenso en una asamblea abierta a todo el mundo, no s¨®lo a todos los trabajadores, sino a todos los habitantes del pueblo porque nuestra vocaci¨®n es servir al conjunto de la comunidad", argumenta el veterano sindicalista.
De hecho, al no tener ¨¢nimo de lucro, una vez pagados los sueldos y comprada la maquinaria necesaria, los ingresos excedentes se invierten en financiar infraestructuras p¨²blicas o se dan a ONG, como la asociaci¨®n de enfermos de c¨¢ncer de la ciudad de Gafsa. Como muestra de transparencia, cada a?o, una gestora realiza una auditor¨ªa p¨²blica e independiente de las cuentas de la asociaci¨®n.
Parad¨®jicamente, aunque esta entidad est¨¢ al margen de la ley, las instituciones p¨²blicas se benefician de los proyectos comunitarios. Por ejemplo, el Ayuntamiento es el propietario del nuevo mercado municipal cubierto, que cost¨® unos 250.000 euros, financiados ¨ªntegramente por la asociaci¨®n. A este mercado acuden comerciantes de todo el pa¨ªs en busca de los preciados d¨¢tiles de esta regi¨®n. La asociaci¨®n tambi¨¦n ha sufragado un polideportivo para el instituto de secundaria ¡ªtodav¨ªa en construcci¨®n¡ª, y las nuevas aulas de las dos escuelas p¨²blicas de educaci¨®n primaria. La lista la completan una ambulancia e impresoras para la comisar¨ªa de polic¨ªa.
Entre tantas bondades, una carencia: no cuenta con ninguna mujer entre sus 144 trabajadores
"Estamos muy agradecidos a la asociaci¨®n. Adem¨¢s de una nueva aula, han edificado unos nuevos lavabos y muro exterior, que estaban bastante degradados¡±, dice Guelali Jahar, director desde hace tres a?os de una de las dos escuelas primarias, en la que est¨¢n escolarizados 425 ni?os y ni?as. En las paredes del patio, en cuyo centro se eleva un m¨¢stil con la bandera tunecina, hay un mapa reci¨¦n pintado con las diversas provincias del pa¨ªs.
Entre las bondades de esta experiencia de autogesti¨®n, se esconde una carencia: no cuenta con ninguna mujer entre sus 144 trabajadores. "Esta es una provincia muy conservadora y pocas mujeres trabajan fuera de casa. No es que nosotros no las queramos contratar ", se justifica al Tahri con un gesto que denota una cierta incomodidad. La mod¨¦lica comuna de Jemna todav¨ªa tiene una causa pendiente.
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