Los bocadillos de la abundancia
¡®La casa tomada¡¯ ofrece en Madrid una serie bocadillos gourmet inspirados en la comida callejera de Venezuela, con gui?os a Norteam¨¦rica y Asia.
Al estilo de lo que hace el aluvi¨®n de elementos ins¨®litos en Casa tomada, uno de los cuentos m¨¢s c¨¦lebres de Julio Cort¨¢zar, un d¨ªa los hermanos Jos¨¦ Antonio y Jos¨¦ Miguel del Pozo decidieron ¡°invadir¡± la casa familiar con ollas, sartenes, carnes, y especias para abrir un restaurante, dej¨¢ndole a su propia madre un espacio min¨²sculo para vivir. El ¨¦xito, sin embargo, llen¨® al clan de satisfacci¨®n y sonrisas, pues los vecinos de San Felipe, en la provincia de Yaracuy (Venezuela), no paraban de ir a probar las recetas sencillas pero suculentas de La casa tomada, el nombre que le pusieron al local en alusi¨®n al relato del escritor argentino. M¨¢s tarde, cuando empezaron a sentir que el actual r¨¦gimen venezolano los asfixiaba, se vinieron a Madrid y, despu¨¦s de planearlo bien, retomaron el proyecto. Por eso, desde octubre pasado, La casa tomada (c/ San Lorenzo, 9) ofrece en el barrio de Malasa?a bocadillos gourmet en abundancia.
Comer en este lugar, decorado con exposiciones itinerantes de fotograf¨ªa, pintura y dibujo, requiere ir con mucha hambre. Porque, adem¨¢s de abundante, la comida es contundente. Uno empieza, por ejemplo, con un plato de Chilli Cheese Fries (patatas fritas, chile con carne, queso fundido, jalape?os, cebolla morada, cilantro, bacon y un huevo frito), que sabe ¡°a puritito M¨¦xico¡±, y de inmediato quedamos atrapados. Luego llegan los monumentales bocadillos (inspirados en la comida callejera de Venezuela, con gui?os a Norteam¨¦rica y Asia) retacados de carnes, quesos y salsas, y uno se convence de que est¨¢ ante algo ¨²nico. Pero si hubiese alguna duda, unas patatas con parmesano y or¨¦gano se encargan de disiparla. Todo, adem¨¢s, se encuentra maridado con cervezas artesanales.
Cuenta Jos¨¦ Antonio que, cuando era estudiante de Ciencia y Cultura de la Alimentaci¨®n, llevaba en el maletero del coche varios bocadillos para vend¨¦rselos a sus compa?eros y as¨ª poder tener un ingreso econ¨®mico extra. ¡°Algunos de ellos luego los integr¨¦ a nuestra carta, ?eh?¡±, puntualiza. En la Universidad hab¨ªa aprendido a mezclar ingredientes para potenciar los sabores, un conocimiento que es la base de toda su propuesta gastron¨®mica actual. Mientras sus compa?eros se disputaban los grandes restaurantes para hacer sus pr¨¢cticas, ¨¦l eligi¨® la cocina de una c¨¢rcel de mujeres. ¡°Estuve tres meses de ¡°infiltrado¡± cocinando para las presas y fue una experiencia muy fuerte en muchos sentidos. Una c¨¢rcel no es un lugar agradable, pero aprend¨ª mucho. No s¨®lo de cocina, sino de valores humanos. Hab¨ªa que ingeni¨¢rselas para preparar carne podrida o arroz lleno de gusanos y ponerles especias que les dieran otro aire. Fueron tres meses de mi vida muy duros. Por la ansiedad que me produc¨ªa estar ah¨ª, adquir¨ª un desorden alimenticio que todav¨ªa me dura: no comer nada durante el d¨ªa y darme un atrac¨®n por la noche¡±, confiesa este hombre que tiene el brazo derecho lleno de tatuajes dibujados por su hermano.
Jos¨¦ Antonio reafirm¨® su disciplina y pasi¨®n por la cocina en los fogones de la c¨¢rcel y as¨ª ech¨® a andar La casa tomada. ¡°Pero de pronto comenz¨® a ser muy dif¨ªcil conseguir insumos y la burocracia y la situaci¨®n social no ayudaban, as¨ª que mi hermano y yo nos venimos a Espa?a. Trabaj¨¦ durante un a?o en un restaurante aqu¨ª en Madrid y luego consegu¨ª un socio para hacer lo que hice en Venezuela y aqu¨ª estamos, dando bocadillos que no son comunes en este pa¨ªs¡±, explica y enseguida se mete en la cocina para continuar prepar¨¢ndolos.
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