El Bosco
Los pol¨ªticos no se han parado a mirar el mensaje que El Bosco nos ha dejado
Es posible que alguien mida el impacto econ¨®mico que tendr¨¢ en la ciudad de Madrid la organizaci¨®n por el Museo del Prado de la exposici¨®n sobre El Bosco. Sobre todo, trat¨¢ndose de la mejor muestra que puede verse sobre el pintor en todo el mundo. Seg¨²n Francisco Calvo Serraller, una exposici¨®n as¨ª solo pod¨ªa haberse hecho desde El Prado, porque la sociedad espa?ola desde el siglo XV mostr¨® una rara fascinaci¨®n por el pintor que hizo que una parte sustancial de su obra haya permanecido siempre ligada a Espa?a. Que la dinast¨ªa espa?ola que mandaba en aquel momento fuera de la estirpe de los Habsburgo deber¨ªa servir, adem¨¢s, para concitar el apoyo entusiasta de los secesionistas catalanes.
Realmente, la exposici¨®n es prodigiosa, porque re¨²ne la obra casi ¨ªntegra del autor, y porque demuestra una comprensi¨®n interpretativa fuera de lo com¨²n. Hay que esperar que El Bosco suponga para Madrid al menos una d¨¦cima parte de lo que ha aportado Bruce Springsteen.
Pero los pol¨ªticos no se han parado a mirar el mensaje que El Bosco nos ha dejado, con la forma de afrontar el debate a cuatro, que pudimos ver el lunes, y extraer algunas conclusiones.
Yo creo que el resultado del debate est¨¢ marcado por la falta de pasi¨®n de los candidatos. Sobre todo, eso se ve en las intervenciones del candidato socialista, Pedro S¨¢nchez. Pero no es un problema personal de S¨¢nchez, sino de la opci¨®n que representa. Hoy no hay detr¨¢s de la propuesta socialista nada que pueda mover a su electorado potencial. Desde que, en 1982, Felipe Gonz¨¢lez pusiera en marcha una aut¨¦ntica revoluci¨®n en Espa?a (democr¨¢tica, educativa, fiscal, sanitaria¡), el mensaje socialista ha ido poco a poco perdiendo potencia. La ¨²ltima ocasi¨®n la tuvo Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que se pudo apuntar la revoluci¨®n en el papel de la mujer en la sociedad, y la no menos importante del mundo homosexual, que adem¨¢s ha venido para quedarse.
Rajoy estuvo en su papel de jefe de la reacci¨®n. ?l solo tiene que defender, es un conservador. Su p¨²blico no espera de ¨¦l nada que tenga que ver con las pasiones.
Albert Rivera, muy a pesar de S¨¢nchez, representa la lucha contra la corrupci¨®n, la lucha a favor de la competencia y la eficiencia. Y Pablo Iglesias representa la pasi¨®n por la lucha, con contenidos variables, pero de ruptura con lo establecido.
Pedro S¨¢nchez da la medida exacta que da su partido: quiz¨¢ se haya acabado su ciclo.
El Bosco desde El Prado echa una mirada moralista, pero fr¨ªa a esa falta de pasi¨®n.
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