Escaladores, perfumes y el gato de Julian Assange
Hay muchas maneras de vender ropa y la pasarela masculina de la Semana de la Moda de Mil¨¢n las explora todas
En una temporada llena de ausencias e incertidumbres (marcas que cancelan desfiles porque a¨²n no tienen director creativo o porque acaban de contratarlo, marcas que se retiran de las pasarelas de hombre para hacer espect¨¢culos mixtos en el calendario de mujer), lo de Prada es una especie de milagro. Ayer por la tarde, sobre dos rampas de malla met¨¢lica, el alpinismo, el senderismo y lo rave se hicieron carne en un elenco mixto de modelos que desfilaban entre himnos de m¨²sica de baile de los a?os noventa ¨Cuna remezcla de Bj?rk aqu¨ª, otra de Faithless all¨¢¨C.
La ropa era entre t¨¦cnica y alucin¨®gena, como si North Face hubiera abierto una sucursal en el festival Burning Man, y coronada por un rosario de accesorios: mochilas, sombreros de andar, chubasqueros fin¨ªsimos en colores vivos, y sandalias de pl¨¢stico con suela ergon¨®mica que deber¨ªamos ver mucho el a?o que viene. El lujo no se encuentra ante un futuro muy halag¨¹e?o, ante lo que Prada ha decidido ofrecer producto con autoridad. Y no s¨®lo chanclas y mochilas sino su perfume: la casa italiana aprovech¨® el desfile de ayer para presentar sus ¨²ltimos dos perfumes, L'Homme y La Femme, producidos por la espa?ola Puig, y puso la guinda al acontecimiento con una cena para 500 personas en la Fondazione Prada. Entre los invitados estaba toda la primera fila del desfile: Jessica Chastain, Willem Dafoe, Milla Jovovich o Luca Guadagnino.
Bajo los perfumes, los accesorios, los famosos y el espect¨¢culo, subyace la gran pregunta: averiguar qu¨¦ es lo que hace que los clientes entren en las tiendas. Algo s¨®lo un poco m¨¢s f¨¢cil que intentar adivinar qu¨¦ los atraer¨¢ ma?ana. Pero hay algunas certezas. Los desfiles-performance que Thom Browne organiza para Moncler, aunque representen una propuesta mucho m¨¢s arriesgada que la ropa que suele poblar los puntos de venta de la casa, hacen que los plum¨ªferos vuelen. El de ayer, una fantas¨ªa de exploradores, osos polic¨ªa y prendas cubiertas de bolsillos en el canal¨¦, el astrac¨¢n o incluso las lentejuelas (tendencia), probablemente lo seguir¨¢ haciendo.
Para Salvatore Ferragamo, hasta ahora, la receta hab¨ªa sido la opuesta: una bonita puesta en escena, chicos guapos y ropa lujosa y realista, en sinton¨ªa con su clientela. Hasta ahora. La localizaci¨®n donde suele desfilar ¨Cla Bolsa de Piazza degli Affari¨C subraya su condici¨®n de miembro orgulloso del establishment. Pero su colecci¨®n de primavera-verano 2017, la primera sin el dise?ador Massimiliano Giornetti en 16 a?os, apunta a un futuro menos conformista. La colecci¨®n del domingo es limpia, contempor¨¢nea, deseable y toca con delicadeza algunas de las teclas de la temporada: el estilo safari, las camisas amplias, lo vagamente ¨¦tnico.
A Vivienne Westwood podr¨ªa llam¨¢rsele oportunista si no llevara en el negocio desde los d¨ªas del punk, hace cuatro d¨¦cadas, y si no supi¨¦ramos que la pol¨ªtica es tal vez la cosa que menos gente atrae a una tienda. La dise?adora brit¨¢nica aprovech¨® su desfile para lanzar un alegato a favor de Julian Assange y de su gato (@EmbassyCat), pero la reivindicaci¨®n habr¨ªa dado igual si la colecci¨®n no hubiera sido una maravilla. Una maravilla con todos esos tics de Westwood ¨Cestilo entre bucanero y palaciego, hombre y mujer, tribal y perroflauta¨C, que, como en los d¨ªas del punk, parece que vuelven a ser lo que el mundo necesita.
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