Querid¨ªsimo amigo Teo
Han pasado cuatro a?os desde tu fallecimiento y esta es la primera vez que siento la necesidad de escribirte. Estoy seguro de que t¨² entender¨¢s mejor que nadie lo que tengo que decirte.
A lo largo de los ¨²ltimos meses, mientras sigo el drama de los refugiados, mi pensamiento vuelve una y otra vez a tu pel¨ªcula El paso suspendido de la cig¨¹e?a.?Recuerdo lo que me dijiste cuando habl¨¢bamos del guion: que la emigraci¨®n ser¨ªa el gran problema de nuestra ¨¦poca. Tu pron¨®stico result¨® acertado.
Antes de escribirte esta carta volv¨ª a ver El paso suspendido.?Mientras avanzaba la pel¨ªcula recordaba su estreno y c¨®mo mir¨¢bamos at¨®nitos el drama de los migrantes. Tu augurio fue acertado aunque la odisea de las personas que relata la pel¨ªcula parece una caricia?si lo comparamos con la tragedia que viven los refugiados de ahora.
Volv¨ª a escuchar al protagonista de la pel¨ªcula preguntarse a s¨ª mismo: ¡°?Cu¨¢ntas fronteras tenemos que cruzar hasta llegar a casa?¡±. Y volv¨ª a ver al periodista quedarse con el pie suspendido sobre la l¨ªnea fronteriza y decir que, si lo apoyaba en el suelo, se encontrar¨ªa en otro pa¨ªs.
Teo, ninguna de las dos cosas pueden pasar con los migrantes de ahora. A tu protagonista le sobrar¨ªa la pregunta ¡°?cu¨¢ntas fronteras tenemos que cruzar?¡± porque todas las fronteras est¨¢n cerradas desde Macedonia hasta Austria. Y el periodista se quedar¨ªa con el pie suspendido en Idomeni, en la frontera con Macedonia.
Tu protagonista, adem¨¢s, deber¨ªa desprenderse de la esperanza de llegar alguna vez a casa. Con excepci¨®n de Alemania y de Suecia, ning¨²n pa¨ªs de Europa central y del norte quiere ofrecer a los migrantes no ya una casa, sino siquiera una tienda de campa?a.
En esta tragedia, la imagen que produce el mayor sobrecogimiento, en el sentido aristot¨¦lico del t¨¦rmino, son los ni?os. Los ni?os que fueron separados de sus padres o que los perdieron y ahora vagan solos por los campamentos improvisados.
A estos ni?os no los encontramos en El paso suspendido de la cig¨¹e?a,?sino en aquella otra pel¨ªcula tuya: La eternidad y un d¨ªa.?Son ¡°los ni?os de las fronteras¡±, a los que el espectador ve trepar por las alambradas en uno de los planos de la pel¨ªcula. Vallas¡ Alambradas¡ Muros¡ Cercamos nuestras fronteras con los mismos materiales que anta?o utiliz¨¢bamos para vallar nuestros jardines.
Por lo dem¨¢s, por supuesto, existe el espacio Schengen, el orgullo de la Uni¨®n Europea, que permite a todos los europeos circular libremente en la fantas¨ªa de una supuesta confederaci¨®n. Solo que desde hace algunos meses el espacio Schengen est¨¢ cerrado en muchos puntos. Los ¨²nicos que protestan son los empresarios. Afirman que el cierre de Schengen aumentar¨¢ los costes de transporte. Su argumento es el ¨²nico que convence, porque en esta Europa cuentan los costes y el dinero. Las personas no cuentan, especialmente si son migrantes.
No es que no haya en todos los pa¨ªses ciudadanos europeos que se preocupan por los migrantes, pero son una minor¨ªa, una especie de guardia de honor de los valores europeos.
Europa ha conocido muchas etapas en su historia: la ¨¦poca del Renacimiento, la era de la Revoluci¨®n Industrial, la Revoluci¨®n Francesa, la Ilustraci¨®n. Nuestra ¨¦poca pasar¨¢ a los anales de la historia como ¡°la era de la hipocres¨ªa¡±.
Amigo Teo, te echo mucho de menos. Al mismo tiempo, sin embargo, me consuela pensar que no vives este periodo ruin. S¨¦ cu¨¢nto te har¨ªa sufrir.
Tu amigo, Petros.
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