Nativismos del siglo XXI
Las condiciones que permitieron la expansi¨®n del orden liberal internacional comenzaron a erosionarse mucho antes del 'Brexit'
Conclu¨ªda la Guerra Fr¨ªa, los a?os noventa se caracterizaron por un generalizado optimismo. La noci¨®n de ¡°paz democr¨¢tica¡± se hizo popular. Nos dice que la difusi¨®n del mercado incrementa el comercio y la cooperaci¨®n, evitando la hostilidad entre los Estados, y que las instituciones de la democracia favorecen m¨¦todos pac¨ªficos de resoluci¨®n de conflicto.
As¨ª, la ampliaci¨®n territorial del capitalismo democr¨¢tico fue una invitaci¨®n abierta a proclamar la obsolescencia de la guerra misma. Pero fue un optimismo prematuro, por decir lo menos. Las condiciones que hicieron posible la expansi¨®n del orden liberal internacional comenzaron a erosionarse mucho antes del Brexit de hoy.
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De hecho, el siglo XXI comenz¨® signado por un terrorismo con mayor capacidad destructiva, como en aquel 11 de septiembre de 2001. La respuesta fue errada y desproporcionada, si no ileg¨ªtima. Bush decidi¨® afrontarlo buscando armas qu¨ªmicas que no exist¨ªan y en el lugar equivocado, en Irak. Y,? simult¨¢neamente, con la confusi¨®n de ver aliados donde hab¨ªa rivales ¡ªel llamado eje del mal de Irak, Ir¨¢n y Siria¡ª mientras prolongaba la ocupaci¨®n de Afganist¨¢n.
Fue un serio error de diagn¨®stico. Oriente Pr¨®ximo emergi¨® de all¨ª con Estados colapsados en Irak, Siria y, m¨¢s tarde, Libia. Hubo creciente movilidad territorial del terrorismo, inestabilidad en Egipto y fragmentaci¨®n en todas partes. Estados Unidos qued¨® atrapado en el dilema de poseer el aparato militar m¨¢s formidable del planeta pero ser incapaz de usarlo. Sin recursos fiscales, fue arrastrado a la ¡°Gran Recesi¨®n¡± de 2008. Con limitaciones financieras, el uso de la fuerza perdi¨® fibra argumental. De ah¨ª la frecuente caracterizaci¨®n de Obama como ¡°presidente reticente¡±. Pues lo ha sido.
En Europa la fragmentaci¨®n se expres¨® en diversos ¨ªmpetus nacionalistas. El desempleo, las fallas de la funci¨®n regulatoria de Bruselas y Frankfort, la expl¨ªcita desafecci¨®n de la sociedad con las instituciones pol¨ªticas de la Uni¨®n, entre otros d¨¦ficits, fueron propicios para la elaboraci¨®n de formas locales de pensar la vida colectiva. La incertidumbre y el temor tambi¨¦n alimentaron la intolerancia xen¨®foba, y con ellos la idea que un ordenamiento pol¨ªtico micro permitir¨ªa resolver esos problemas, o al menos aislarse de ellos.
La inestabilidad de hoy debe verse en terminos sist¨¦micos, no ser¨¢ un mal pasajero
Ir¨®nicamente, la Guerra Fr¨ªa hab¨ªa sido un per¨ªodo de estabilidad; medio siglo de una paz que Europa no conoc¨ªa desde Westfalia en 1648. Pero otra Europa ha ido surgiendo en este siglo, acaso como aquella que describe Mark Mazower en Dark Continent: una Europa intolerante, inestable, casi siempre en conflicto y muchas veces violenta.
Rasgos autoritarios se observan hoy en los Gobiernos de Hungr¨ªa y Polonia; la extrema derecha logra avances en Francia y Austria; el racismo se propaga y la amenaza de la secesi¨®n recorre el continente con renovado vigor, desde Escocia hasta Catalu?a y pasando por el norte de Italia, la Padania. No se ve demasiada paz democr¨¢tica.
Agr¨¦guese que todo este antiliberalismo resuena al otro lado del Atl¨¢ntico con Trump. El actual desorden mundial, la p¨¦rdida del centro de gravedad del sistema internacional es testimonio de la declinaci¨®n del principio de estabilidad hegem¨®nica. Hay una cierta paradoja en el hecho que el orden internacional liberal haya sido una construcci¨®n realista, en definitiva, garantizado por la capacidad del hegem¨®n de impartir normas y sancionar su incumplimiento.
La inestabilidad de hoy, entonces, debe verse en t¨¦rminos sist¨¦micos, no ser¨¢ un mal pasajero. Ello por que los nativismos en boga tampoco son la manera de recobrar estabilidad. Por el contrario, son respuestas miopes.
Ocurre que la globalizaci¨®n, a la que tanto temen, seguir¨¢ su curso: los bienes, los servicios, las personas, la cultura y la informaci¨®n seguir¨¢n siendo m¨®viles y continuar¨¢n desafiando las nociones tradicionales de soberan¨ªa. Desmantelar las instituciones de regulaci¨®n y coordinaci¨®n, que por definici¨®n deben ser supranacionales, implica dejar a esa globalizaci¨®n sin mediaciones, exacerbando, en lugar de moderar, sus efectos perversos, o sea, su capacidad de producir dislocaciones sociales y econ¨®micas.
Adem¨¢s de la inestabilidad, tambi¨¦n la confusi¨®n es sist¨¦mica. La iron¨ªa suprema es que el resultado ser¨¢ precisamente m¨¢s de aquello que los Brexits supuestamente buscan evitar.
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