Profanaci¨®n en nombre de los Pok¨¦mon

Al mediod¨ªa, solo unos pocos p¨¢jaros rompen el silencio abrumador que reina en el cementerio de La Almudena. El sol empieza a apretar con fuerza y los visitantes, desperdigados por la gigantesca explanada, apenas se pueden contar con los dedos de una mano. Este ambiente de absoluta paz sepulcral solo se ve roto por una excepci¨®n. Hay dos chicos sigilosos que se mueven entre las tumbas, ori¨¦ntandose con el m¨®vil: est¨¢n capturando Pok¨¦mon. Los j¨®venes, de 22 y 27 a?os, cuyas identidades prefieren no divulgar (para que sus amigos "no sepan que han ido", puntualizan), se sienten desilusionados. Avanzan por tierra sagrada siguiendo las indicaciones de este juego de realidad aumentada para m¨®viles, aunque no encuentran criaturas m¨ªticas, apenas algunos Ekans, Sandshrew y Pidgey: las que ya aparecen por todo Madrid. Buscan un Squirtle, una rareza que el radar detecta en la zona, pero al que no consiguen encontrar por el camposanto, que inspeccionan al detalle entre cipreses y crucifijos de roca. Las bater¨ªas de sus tel¨¦fonos morir¨¢n antes de encontrarlo.

Al otro lado de la ciudad, Maxi Langer, de 19 a?os, visita con su familia la catedral de La Almudena, el templo m¨¢s ic¨®nico de la capital. Como se aburre, se ha dedicado a cazar algunos Pok¨¦mon que ha encontrado por el recinto sagrado. A su alrededor, decenas de personas rezan absortas.? Desconocen que Langer est¨¢ atrapando perros de fuego y monos violentos que, invisibles, se resisten entre los reclinatorios a ser capturados. En la catedral hay uno de los cientos de gimnasios Pok¨¦mon (lugares para entrenar a las criaturas que ya est¨¦n bajo nuestro dominio) que hay distribuidos por los monumentos m¨¢s emblem¨¢ticos de Madrid. El tel¨¦fono vibra. Aparece un Zubat, un Pok¨¦mon murci¨¦lago que revolotea sobre la escultura de San Juan Bautista. Son muchos los est¨ªmulos que apremian a los usuarios de esta aplicaci¨®n m¨®vil a entrar en esta catedral: ¡°En una iglesia no creo que nadie se moleste, pero ir a un cementerio me parece demasiado¡±, admite este estudiante universitario.

¡°Yo creo que todo esto de las redes sociales y concretamente el Pok¨¦mon Go es algo extraordinario en lo que todos tenemos que participar.¡±, afirma el padre ?ngel. Este pastor es el responsable de la iglesia de San Ant¨®n, en el madrile?o barrio de Chueca. Este recinto es famoso por ser pionero en el uso de las nuevas tecnolog¨ªas (hay wifi y misas por streaming), por permitir la entrada a los animales y por estar 24 horas abierta al p¨²blico. ¡°La mayor parte de las personas se encuentran m¨¢s acompa?adas. Estos juegos intentan contagiar a los dem¨¢s, es algo precioso¡±, afirma el sacerdote de 79 a?os, que entre frase y frase, recibe alg¨²n mensaje por WhatsApp, aunque no interrumpe su discurso. Afirma que cuando vea que alguien ha entrado a su iglesia a capturar a alg¨²n Pok¨¦mon, ¨¦l se alegrar¨¢ y aprovechar¨¢ para mostrar los supuestos restos mortales de San Valent¨ªn, el patr¨®n de los enamorados, que custodia en su santuario. No le preocupa que los j¨®venes pudieran causar molestias mientras cruzan los cementerios y los templos en busca de criaturas: ¡°El mundo de hoy es mejor que el de hace 200 a?os y el que viene ser¨¢ mejor. Las pruebas son estas aplicaciones, que nos ayudan a convivir m¨¢s. Ojal¨¢ seamos capaces de convivir, que a veces falta convivencia¡±, sentencia el padre ?ngel.