Operaci¨®n ¡®trikini¡¯
Siempre se ha dicho que para presumir hay que sufrir, pero esto ya no es as¨ª. La exigencia est¨¦tica se acrecienta para las mujeres y progresivamente se extiende a los hombres, pero de padecer, nada
Este verano voy muy rezagada. Al esfuerzo diario de maquillaje, peinado, ejercicio, selecci¨®n y coordinaci¨®n de ropa, lavado, planchado y elecci¨®n de complementos, debo a?adir las exigencias est¨¦ticas propias de la estaci¨®n de mayor visibilidad corporal: delgadez, tonificaci¨®n muscular, bronceado prudente, exfoliaci¨®n e hidrataci¨®n extra, manicura y pedicura meticulosas a conjunto con los colores estacionales y depilaci¨®n esmerada. A mi primer turno de jornada laboral, le sigue el segundo turno de tareas dom¨¦sticas y alimentaci¨®n, de modo que cuando llega el tercer turno de trabajo est¨¦tico estoy tentada de considerarlo un lujo. (?De d¨®nde sacar¨¢n el tiempo para pintarse las u?as?).
Siempre se ha dicho que para presumir hay que sufrir, pero esto ya no es as¨ª. La exigencia est¨¦tica se acrecienta para las mujeres y progresivamente se extiende a los hombres, pero de padecer, nada. Todo debe resultar saludable, placentero y cool. Las campa?as procuerpos reales son un exitazo, los modelos corporales son cada vez m¨¢s inclusivos y regularmente se anuncia que vienen curvas. Sin embargo, el ansiado cambio de gusto est¨¦tico resulta ser un camino sinuoso y los mensajes son contradictorios. Por una parte, se insiste en las dietas saludables, el thigh gap, el ab crack y el mindset necesario para conseguir una delgadez inconscientemente identificada con el ¨¦xito (otra fiera definir¨¢ ¨¦xito). Por otra parte, gracias al activismo y al marketing especializado, avergonzarse de las formas corporales ya no se lleva. Sadiq Khan, el vanguardista alcalde de Londres, ha respondido a las protestas de los usuarios del metro prohibiendo todo anuncio que promueva sentimientos de inadecuaci¨®n corporal.
Seg¨²n Fat History (La historia de la grasa), del historiador cultural Peter Stearns, la actual cultura de la delgadez se inici¨® a principios del siglo XX, como un modo de distinguir entre la superioridad moral y de clase de las personas contenidas, y sus inferiores m¨¢s toscos, cuyo robusto apetito obedec¨ªa a la necesidad del trabajo f¨ªsico. Entreguerras, la delgadez se promovi¨® en anuncios y pel¨ªculas, y la estandarizaci¨®n de las tallas del pr¨ºt-¨¤-porter increment¨® la presi¨®n sobre las j¨®venes de clase trabajadora para adelgazarse y caber en las prendas de moda. El cuerpo pas¨® de ser un instrumento de trabajo a un modo de expresi¨®n. Pero, ?necesitamos un cuerpo de playa o una playa para el cuerpo? Pasarlo bien es sexy y estar a gusto con una misma, todav¨ªa m¨¢s. Podemos elegir entre bikini, trikini, tankini, skirtini, shortkini, camkini, ba?ador entero, tanga, culotte o nada. El trabajo es elegir, pero no sufra. Consuma. Es por su bien.
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