Jeremy Meeks, preso modelo
A LOS 55 a?os, Jim Jordan luce bronceado y un pelo te?ido de rubio que culmina con un tup¨¦ al estilo de las bandas musicales de los ochenta.
¡°?Qu¨¦ pasa, t¨ª¨ª¨ªo?¡±, exclama Jordan, mientras el smartphone devuelve la imagen de un impresionante joven de p¨®mulos marcados y ojos de un azul claro cuya intensidad resiste incluso la mala conexi¨®n telef¨®nica. Jordan sonr¨ªe. ¡°?C¨®mo est¨¢s?¡±.
¡°?Muy bien!¡±. La cabeza de Jeremy Meeks asiente. ¡°Todo va bastante bien¡±.
Si usted es el tipo de persona que cree en los milagros, esta conversaci¨®n puede considerarse la prueba de uno de ellos. Despu¨¦s de todo, hay poca gente en la posici¨®n de Meeks, es decir, bajo custodia federal, que pueda decir lo mismo. Y no hay una explicaci¨®n sensata para justificar c¨®mo un delincuente de la maltratada ciudad de ?Stockton (California) est¨¢ charlando una tarde dominical con un agente del showbusiness, pero el 18 de junio de 2014, por toda una serie de circunstancias propias de la vida moderna, Meeks pas¨® de estad¨ªstica a ¨ªdolo internacional.
Cuando detuvo su coche, que apestaba a marihuana, frente a la casa de un hombre identificado como ¡°miembro de una banda criminal¡± en el instante preciso en el que la polic¨ªa estaba a punto de hacer una redada, Meeks parec¨ªa haber dado otro mal paso en su vida. Tan acostumbrado estaba este carretillero de 30 a?os a perder ante la ley, que ni siquiera protest¨® cuando los agentes quisieron registrar su veh¨ªculo. De hecho, ¨¦l mismo les indic¨® d¨®nde guardaba la marihuana y un cartucho de balas de 9 mil¨ªmetros. Tampoco se esforz¨® demasiado por explicar la presencia de una pistola cargada y sin licencia que encontraron en el maletero. ?l no lo hab¨ªa abierto, adujo con escaso entusiasmo, antes de probar la improbable excusa de que la hab¨ªa encontrado en unos arbustos. Pidi¨® un cigarrillo. ¡°Vale¡±, exhal¨®. ¡°Es m¨ªa¡±.
M¨¢s tarde le dir¨ªa a Jordan que fue el convencimiento de que lo hab¨ªan pillado lo que hizo que, cuando se coloc¨® delante de la c¨¢mara para la foto policial, pusiera ese moh¨ªn y ladease la cabeza de una forma que realzaba sus p¨®mulos, disimulaba los tatuajes de pandillero que cubren su cuello y, al mismo tiempo, acentuaba la conmovedora l¨¢grima grabada en su piel, justo debajo del ojo izquierdo. Y qui¨¦n sabe qu¨¦ otra fuerza oculta intervino en ese momento para que el retrato resultante se convirtiera en uno de los grandes del g¨¦nero, pr¨¢cticamente una obra de arte que comenz¨® a circular como la p¨®lvora en cuanto el Departamento de Polic¨ªa de Stockton la subi¨® a su p¨¢gina de Facebook al anunciar el ¨¦xito de la Operaci¨®n Alto el Fuego. Quiz¨¢ fue la luz de California, se?alaron algunos usuarios de la red social, la que ¡°ilumin¨® su rostro con un c¨¢lido resplandor que subrayaba sus ojos azules¡±. O que el polic¨ªa que hizo la foto ten¨ªa un don inadvertido. Tal vez se trataba de un poder superior que, tras haber creado a Meeks, hab¨ªa decidido sacarlo de la oscuridad y depositarlo en el para¨ªso.
Esta es la teor¨ªa que Meeks y Jordan prefieren creer. Ambos son religiosos. ¡°Dios es bueno¡±, afirma Meeks, mientras su agente enumera las oportunidades que se le han presentado, empu?ando un listado que incluye los nombres de los fot¨®grafos Steven Klein y Bruce Weber y el presentador Ryan Seacrest. ¡°No quiero abrumarte, pero deber¨ªamos hablar sobre la posibilidad de que te mudes a Los ?ngeles¡±, prosigue Jordan, hasta que se da cuenta de que Meeks lleva un rato sin decir nada. ¡°?Me oyes?¡±, pregunta. Sacude su tel¨¦fono. ¡°?Te has quedado congelado!¡±.
LOS PERIODISTAS LE BAUTIZARON COMO ¡°EL PRESO M?S GUAPO DEL MUNDO¡±. ENTRE LOS RUMORES QUE INUNDABAN LAS REDES SOCIALES SE DEC?A QUE OPRAH WINFREY HAB?A PAGADO SU FIANZA.
Congelado lleva Jeremy Meeks desde ese d¨ªa de junio de hace dos a?os. Un par de d¨ªas despu¨¦s del arresto, Buzzfeed declar¨® que su foto policial era ¡°oficialmente un meme¡±. Reddit sac¨® jugo a los mejores comentarios sobre ¨¦l, y en Twitter un grupo de fans photoshope¨®?su foto policial en campa?as publicitarias de Calvin Klein y Givenchy. Acto seguido, presentadores de noticias enfundados en trajes de chaqueta aparec¨ªan en pantalla junto a gr¨¢ficos con frases del tipo ¡°Criminalmente guapo¡±, tratando de mantener su dignidad mientras le¨ªan los comentarios de Facebook: ¡°Si este t¨ªo asaltase mi casa le har¨ªa olvidar a qu¨¦ hab¨ªa venido en 30 segundos. Ja, ja, ja¡±. Algunos intentaron ser responsables. ¡°No queremos glorificar o poner a gente as¨ª en las noticias, pero muchos de vosotros est¨¢is hablando de ¨¦l en Internet¡¡±, justificaba un reportero.
Leanna Rominger estaba reunida cuando le lleg¨® un mensaje que la avisaba de que la foto policial de su hermano estaba por todas partes. Doce a?os mayor que ¨¦l, Rominger se hab¨ªa hecho cargo de su custodia cuando Meeks ten¨ªa 10 y su madre, Katherine Angier, que se pasaba la vida entrando y saliendo de la c¨¢rcel, se declar¨® incapaz de cuidar de sus cuatro hijos. Durante un tiempo, todo hab¨ªa marchado bien. Y cuando Jeremy empez¨® a meterse en l¨ªos, se trataba de cosas normales de cr¨ªos. Pero a los 15 a?os abandon¨® el instituto y se fue de casa. Dos meses despu¨¦s de su 18? cumplea?os, Rominger recibi¨® una llamada: su hermano se enfrentaba a un delito de robo de un coche. Cumpli¨® dos a?os y cuando sali¨® no parec¨ªa precisamente rehabilitado.
En la primera foto, Jeremy con su hijo. En la segunda, junto a su agente, Jim Jordan.
Pero todo eso formaba parte del pasado. Meeks conoci¨® a Melissa Curl, una guapa enfermera madre de dos hijos. Se casaron, tuvieron un hijo. Esa foto policial deb¨ªa de ser antigua. Pero hizo clic en el enlace y se dio cuenta de que no lo era. Rominger sali¨® del trabajo y condujo hasta Stockton, donde se encontr¨® a Melissa y a sus hijos atrincherados en casa. Los tel¨¦fonos de la familia hab¨ªan empezado a sonar con llamadas de periodistas que quer¨ªan saber m¨¢s del ¡°preso m¨¢s guapo del mundo¡±, como ya hab¨ªa sido bautizado. Sus cuentas de Facebook estaban siendo saqueadas en busca de fotos familiares y parientes lejanos aparecieron de la nada para hacer declaraciones. Hab¨ªa un rumor que dec¨ªa que su esposa, ¡°furiosa¡± por la atenci¨®n que estaba recibiendo su marido, lo hab¨ªa matado presa de los celos, y otro seg¨²n el cual la presentadora Oprah Winfrey hab¨ªa pagado su fianza. Y para horror de Rominger, Katherine, su incontrolable madre, hab¨ªa iniciado un crowdfunding?de 25.000 d¨®lares para la defensa de Jeremy. Rominger se las arregl¨® para tomar el control de la campa?a y emple¨® el dinero que hab¨ªa recaudado ¨Cunos 5.000 d¨®lares¨C para contratar al abogado Tai Bogan y a una agente, Gina Rodriguez, para que gestionase la abrumadora cantidad de peticiones de los medios. Ninguna de las dos cosas ayud¨® demasiado a su hermano. Bogan hab¨ªa requerido que permitieran a Meeks llevar ¡°ropa de calle que se ajustase a su cuerpo¡± durante las apariciones en el juicio y esto solo gener¨® m¨¢s titulares. Y parec¨ªa que Rodriguez, una antigua estrella del porno, estaba preparando el camino para que Jeremy siguiera su misma trayectoria.
Como todos los dem¨¢s, Jim Jordan se cruz¨® con las fotos de Meeks en las redes sociales. ¡°Me pareci¨® gracioso¡±, dice. Pero hasta que no recibi¨® la llamada de un amigo que ten¨ªa un contacto con Meeks no cay¨® en lo bien que encajaba el delincuente en su misi¨®n.
Peluquero, maquillador y fot¨®grafo durante buena parte de su carrera, Jordan fund¨® su agencia de representaci¨®n, White Cross Management, a principios de la primera d¨¦cada del milenio. ?l es lo que en el sector se conoce como un ¡°agente madre¡±. Es decir: encuentra el talento, lo desarrolla y luego lo representa o lo cede a agencias m¨¢s grandes a cambio de un porcentaje. Hace aproximadamente una d¨¦cada Jordan tuvo una revelaci¨®n. ¡°Algunos dicen ¡®quiero ir a Hait¨ª¡¯ o ¡®quiero ir a Tailandia¡¯ o ¡®quiero adoptar a hu¨¦rfanos¡¯ o ¡®quiero sacar a prostitutas de la calle¡±, relata. ¡°Mi coraz¨®n estaba para ayudar a la gente guapa. Esa es mi misi¨®n¡±.
Jeremy Meeks era guapo y necesitaba ayuda. Pero cuando Jordan escribi¨® un correo a su mujer, enseguida recibi¨® una respuesta de Rodriguez. ¡°Me dec¨ªa: ¡®No intentes robarme a mi cliente¡±, explica. ¡°As¨ª que la llam¨¦ y le contest¨¦: ¡®No quiero arrebat¨¢rtelo, pero puedo aportar valor¡±.
Establecido el contacto, accedi¨® a sumar a Jordan al equipo. No tard¨® en ir a conocer a Melissa y a Jeremy. Aunque los guardas no le permitieron ver a Meeks, Jordan y Melissa conectaron y, dice Jordan, ella le pidi¨® que sustituyera a Rodriguez. Con el tiempo, ¨¦l y Jeremy hablaron por tel¨¦fono. ¡°Yo le dec¨ªa: ¡®T¨ªo, esto es una locura, en buen l¨ªo est¨¢s metido. ?Te van a cortar la cara para desfigurarte? ?l respondi¨® que no¡±.
Se conocieron. Lagrimeando, Jordan relata: ¡°No procede de mi mundo. Nunca ha conocido a un modelo o a un actor o a nadie del negocio. Para ¨¦l, sus ¨ªdolos cuando era peque?o eran pandilleros. Cuando me abri¨® su coraz¨®n, entend¨ª que hab¨ªa algo aut¨¦ntico¡±.
Entre las m¨²ltiples peticiones que ¨¦l y sus ayudantes han gestionado est¨¢n las esperadas oportunidades para apariciones en clubes, reality shows?y pel¨ªculas porno. Pero aunque pretende incorporar la historia de Meeks a su marca, no quiere hacer de ¨¦l una caricatura. ¡°No me apetece que Jeremy se limite a ir a espect¨¢culos a decir: ¡®Hola, soy un presidiario¡±, dice Jordan. ?l quiere que traslade un mensaje: ¡°Ayudar a alejar las armas de los ni?os¡±.
Esto, por supuesto, convivir¨¢ con una carrera en la moda. ¡°Va a desfilar en Par¨ªs¡±, dice, se?alando que su forma de caminar sobre la pasarela ¨CMeeks ensay¨® para ¨¦l v¨ªa FaceTime¨C es espectacular. Meeks tambi¨¦n quiere hacer pel¨ªculas: los productores de la pr¨®xima entrega de Vin Diesel, xXx: The Return of Xander Cage, est¨¢n interesados. Para este prop¨®sito, Meeks ha estado leyendo The Power of the Actor?y The Artist¡¯s Way.
Meeks entr¨® en un programa de reinserci¨®n el pasado 8 de marzo. Jordan pudo entonces conocer al preso m¨¢s bello del mundo en todo su esplendor. ¡°Pens¨¦: ¡®Joder, este t¨ªo no es solo guapo. Tiene abdominales, es esbelto, mide 1,85 ¨Cla altura id¨®nea¨C, la ropa le queda perfecta y sus dientes son superblancos¡±.
Meeks ha anunciado sus intenciones de deshacerse de todos sus tatuajes, lo cual puede ser una traba para los clientes que quer¨ªan explotar su imagen de chico malo. ¡°Creo que es verdaderamente peligroso y bell¨ªsimo¡±, dice una portavoz de Cotton Citizen, una de las marcas que contactaron con Jordan. ¡°Vivo en Los ?ngeles, y aqu¨ª la moda de la calle tiene esa cosa como de mat¨®n¡±.
Hasta Jordan suspira triste cuando piensa en c¨®mo su cliente va a perder esa p¨¢tina especial. ¡°?Todav¨ªa quieres quit¨¢rtelos?¡±, le pregunta a Meeks, otra vez v¨ªa FaceTime, al d¨ªa siguiente. ¡°Cuanto antes¡±, le responde. ¡°Mis hijos est¨¢n en una edad en la que ya empiezan a hacer preguntas y quiero que sepan que esta no es la vida que deben llevar. No quiero que piensen: ¡®Mi padre es eso, as¨ª que yo tengo que serlo tambi¨¦n¡±.
Meeks, que en estos momentos disfruta de arresto domiciliario por buena conducta, estuvo t¨¦cnicamente bajo custodia federal hasta el 7 de julio. No deb¨ªa dar ninguna entrevista. Pero sabe que Jordan est¨¢ en estos momentos con una periodista y las respuestas enlatadas que ofrece parecen indicar que ha sido adiestrado. Sus palabras recuerdan a las de un participante en un concurso de belleza. En cierto sentido, es lo que es.
Pero lo que Internet da, tambi¨¦n te lo quita. Desde el principio, Meeks ha tenido sus detractores. ¡°Sabes que es un delincuente, ?no?¡±, dice un empleado del Ayuntamiento de ?Stockton cuando llamo para informarme sobre su m¨¢s famoso residente. ¡°Un aut¨¦ntico presidiario¡±. Las noticias de que Meeks pretende capitalizar su renombre han provocado que algunos de sus admiradores se posicionen en su contra. ¡°Creo que se est¨¢n poniendo en modo Hollywood¡±, resopla Brenda Taylor, administradora del perfil de fans de Meeks en Facebook, se?alando la cada vez m¨¢s glamurosa presencia de su mujer en Instagram.
Y lo que es peor, es posible que el mundo de la moda ya haya decretado la caducidad de Meeks antes de empezar. Por su larga estancia en la c¨¢rcel, ha perdido excelentes oportunidades. Como la de quiz¨¢ protagonizar una portada de la revista W con Rihanna, dice Jordan. O la de aparecer en Xander Cage, que ya ha finalizado su rodaje. ¡°Lo vi en la campa?a de Givenchy¡±, me hab¨ªa comentado la mujer de Cotton Citizen cuando le pregunt¨¦ por el atractivo de Meeks. ¡°Todav¨ªa no ha hecho nada de publicidad¡±, respond¨ª. Ella insisti¨®: ¡°Claro que s¨ª. As¨ª es como todos lo hemos conocido. Protagoniz¨® importantes campa?as y luego lo detuvieron¡±. De todas formas, contin¨²a, ¡°es una buena historia, pero mi novio es fot¨®grafo y cree que su tiempo ya ha pasado¡±. Internet encontr¨® r¨¢pidamente otra foto policial con la que obsesionarse: la de la delincuente Sarah Seawright, de 24 a?os, con unos antecedentes que incluyen asalto a mano armada, robo a mano armada y soberbia cabellera.
Jim Jordan da una ¨²ltima indicaci¨®n a su cliente. ¡°S¨¦ que quieres hablar sobre el mensaje que quieres transmitir¡±, le dice.
¡°Claro que tengo un mensaje¡±, responde Meeks. Pero, una vez m¨¢s, su imagen queda congelada. Solo permanece su rostro en la pantalla.
Traducci¨®n de Virginia Collera. ? New York Media LLC. Publicado originalmente en New York Magazine. Distribuido por Tribune Content Agency LLC.
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