La cuesti¨®n central
El debate sobre la Filosof¨ªa es en realidad un cuestionamiento al modelo de gesti¨®n de una universidad p¨²blica
El plan de reforma de la UCM presentado por Andradas ha suscitado una pol¨¦mica concentrada en la cuesti¨®n de la Facultad de Filosof¨ªa. Este debate es decepcionante. Ha generado opiniones mal informadas y poco constructivas. Una de ellas es la reflejada en el art¨ªculo del Prof. Leyte del 23 de julio. Su argumentaci¨®n defiende que la Filosof¨ªa ha sido puesta en peligro por sus propios defensores. La raz¨®n es porque ellos viven ensimismados y desconectados del mundo. Por el contexto, se sugiere que ese ensimismamiento condena a nuestra Facultad. Esta es una conclusi¨®n injusta y muestra carecer de la informaci¨®n pertinente.
El Prof. Leyte parece ignorar que la Facultad de Filosof¨ªa de la UCM imparte un doble grado con Derecho, otro con Ciencia Pol¨ªtica, comenzamos un tercero con Filolog¨ªa Hisp¨¢nica y no excluimos otros. Tambi¨¦n preparamos un grado en Ciencias de las Religiones. Ofrecemos un m¨¢ster en Psicoan¨¢lisis y otro en Pensamiento Hispanoamericano. Por cierto, tenemos un diploma especializado que se titula ¡°Pensar el presente¡±. Editamos varias revistas ISI y colecciones editoriales. No parece una Facultad ensimismada. La web Saavedra Fajardo tiene cientos de miles de visitas mensuales. No aceptamos la conclusi¨®n de que la Filosof¨ªa est¨¢ en peligro porque nuestro ensimismamiento precipita su desaparici¨®n.
La Pol¨¦mica de la Filosof¨ªa
?Por qu¨¦ sobra la filosof¨ªa? Por Fernando Savater y Jos¨¦ Luis Pardo
Como se lee a Plat¨®n Por C¨¦sar Rendueles
Nadie quiere a los fil¨®sofos Por Yordi Llovet
Las humanidades fabrican in¨²tiles Por Alejandro Prada V¨¢zquez
A favor de la filosof¨ªa Por Carlos Andradas
Filosof¨ªa imprescindible Por Adela Cortina
El pensamiento es caro Por Amelia Valc¨¢rcel
Sin embargo, lo m¨¢s cuestionable del art¨ªculo del Prof. Leyte ¡ªy los de otros, que son meros ajustes de cuentas¡ª no es que est¨¦ desinformado; es que distrae a la opini¨®n p¨²blica del asunto central. Si nos pregunt¨¢ramos: ?De qu¨¦ se habla cuando se aborda el asunto de la desaparici¨®n de la Facultad de Filosof¨ªa?, tendr¨ªamos que decir: de nada exclusivo de la Filosof¨ªa. Se habla de algo que comparten otras doce Facultades de la Complutense. En realidad, no luchamos por la supervivencia de la Facultad de Filosof¨ªa en particular. Luchamos contra una nefasta forma de gobierno corporativo de una instituci¨®n p¨²blica. Y lo hacemos porque creemos que un Rector elegido por la comunidad universitaria no deber¨ªa comportarse de la manera en que lo ha hecho: decidir por la v¨ªa ejecutiva y gerencial, sin consenso alguno, sobre el destino profesional de miles de colegas. Esas decisiones afectan a derechos fundamentales y a intereses colectivos p¨²blicos que, con su actuaci¨®n, est¨¢n seriamente amenazados.
No luchamos por la supervivencia de la Facultad de Filosof¨ªa, luchamos contra una nefasta forma de gobierno de una instituci¨®n p¨²blica
El hecho es este: la UCM, estatutariamente, se define como una instituci¨®n que entrega la pol¨ªtica acad¨¦mica a las Facultades. No la entrega a los Departamentos, ni a los Campus. La pol¨ªtica acad¨¦mica decide, por ejemplo, si se pone en marcha un doble Grado, si se instaura un Grado nuevo, si se aprueba un T¨ªtulo propio, si se abre o se cierra un M¨¢ster, si se necesita una plaza o no. Ahora se nos dice que, aunque todas las Facultades cambien (y lo har¨¢n todas porque se fusionar¨¢n con otras), eso no tiene ninguna relevancia para la pol¨ªtica acad¨¦mica. Pero el Rectorado no ha cambiado los Estatutos, ni ha reformado la ¨ªndole de las Facultades, ni su atribuci¨®n exclusiva de la pol¨ªtica acad¨¦mica, ni ha propuesto una cobertura jur¨ªdica para estos cambios, de tal manera que pudi¨¦ramos tener alguna previsi¨®n sobre nuestro futuro.
Cuando preguntamos sobre este futuro, recibimos una respuesta: que eso ser¨¢ como lo decidan las nuevas Facultades. Creo que esta contestaci¨®n no es seria. Pues todas las viejas Facultades han impulsado pol¨ªticas acad¨¦micas que, antes de ser suprimidas o cuestionadas o puestas en peligro, deber¨ªan ser evaluadas de alguna forma racional y razonable. Lejos de hacer esto, todo estar¨¢ sometido a la incertidumbre. Con ello, muchos trabajos, inversiones, innovaciones, proyectos, est¨¢n en el aire al albur de mayor¨ªas y minor¨ªas muchas veces definidas desde disciplinas completamente diversas y lejanas. Esta es la cuesti¨®n decisiva. El trabajo universitario es de largo plazo. Y merece ser evaluado y dirigido con razones acad¨¦micas.
El Rectorado minusvalora su plan diciendo que no tendr¨¢ repercusiones reales en la docencia ni la investigaci¨®n, ni sobre las carreras acad¨¦micas y el destino profesional. Pero no puede jur¨ªdicamente garantizarlo. No es cuesti¨®n de la Filosof¨ªa, sino de la forma de gobernar una instituci¨®n p¨²blica. Con el suficiente rigor jur¨ªdico, econ¨®mico y administrativo, los profesores de Filosof¨ªa, como cualesquiera otros, pueden hacer su trabajo en muy diversos contextos. Pero ni ellos, ni los dem¨¢s, merecen ver sometido su trabajo a una improvisaci¨®n unilateral y a una intervenci¨®n ejecutiva cuyas consecuencias generar¨¢n inseguridad, provisionalidad, desconcierto y caos. Y todo para resolver problemas que, aunque inaplazables, podr¨ªan encontrar soluciones f¨¢ciles, baratas, consensuadas y seguras.
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