Saber alimentar y no poder
Diversos problemas mantienen altas tasas de desnutrici¨®n infantil en la sierra rural de Per¨²
Aunque Per¨² est¨¢ clasificado por el Banco Mundial como un pa¨ªs de ingresos medianos-altos, la pobreza afecta al 21,8% de su poblaci¨®n, y la extrema al 4,1%. En este ¨²ltimo grupo, miles de ni?os de la sierra rural del departamento de Ayacucho sufren desnutrici¨®n infantil pese a que sus madres conocen bien los criterios de una alimentaci¨®n equilibrada y cultivan productos para el autoconsumo.
Un estudio indica que factores como la falta de dinero, la sobrecarga laboral de la madre ¨Cen las tareas del hogar y del campo¨C, la escasez de agua, la vulnerabilidad ante las enfermedades, y un servicio de salud inadecuado se confabulan contra los esfuerzos de las familias para dar alimentos protectores, constructores y energ¨¦ticos a los menores de tres a?os.
El m¨¢s alto porcentaje de desnutrici¨®n infantil (32,8%) se registra en la sierra rural del pa¨ªs andino, y para buscar soluciones a este antiguo problema, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) realiz¨® estudios de caso en dos comunidades localizadas a unos 3.500 metros de altitud en la provincia de Vilcas Huam¨¢n, en la regi¨®n Ayacucho.
Una de las madres encuestada y entrevistada para la investigaci¨®n, Raquel Tello, coment¨® a EL PA?S que en su comunidad, Huallhua, deben caminar unos 20 minutos para abastecerse de agua ¡°para una adecuada higiene de los ni?os¡±. En una de las vigas que sostiene el techo de su casa est¨¢n colgadas varias galoneras en desuso. ¡°El puquio (fuente de agua, en quechua) se ha ido secando, entonces tenemos que hacer cola para llenar un recipiente, demoramos unos 40 minutos¡±, a?ade.
Tello, de 33 a?os, tiene tres hijos y es adem¨¢s agente comunitaria de salud, capacitada por el Gobierno regional de Ayacucho: pese al exceso e trabajo que tiene, colabora voluntariamente en la casa de vigilancia del crecimiento de los ni?os de Huallhua. La acumulaci¨®n de labores no es un problema solo suyo. ¡°Mi esposo tiene que irse lejos a buscar trabajo porque en la comunidad no hay. Luego del desayuno y que mis hijas se van a la escuela, salgo temprano con mi ni?o para hacer pastar mi ganado en las alturas; come a las 10 o a mediod¨ªa el fiambre que preparo, y regresamos a casa a las cinco de la tarde. A las siete le doy la cena. Hay un mont¨®n de trabajo y no podemos alimentar a los ni?os como debe ser¡±, explica, aludiendo a la frecuencia m¨ªnima de comidas de cinco veces por d¨ªa para los menores de tres a?os.
La soci¨®loga y antrop¨®loga m¨¦dica Carmen Yon, coordinadora de la investigaci¨®n, precis¨® a EL PA?S que en la comunidad de San Juan de Chito, a un tercio de los ni?os les diagnosticaron este problema de salud, y en Huallhua, a la mitad. En Per¨² la desnutrici¨®n cr¨®nica infantil baj¨® de 23% en 2010 al 14,6% en 2014. Pero en la sierra rural, seg¨²n el estudio, la cifra sigue siendo la que marcaba el pa¨ªs en 2000. ¡°Esto expresa claramente la desigualdad social y territorial del Per¨²¡±, en opini¨®n de Yon.
"Algunos periodistas y personal de salud de Ayacucho creen que el problema es por falta de voluntad de las madres ¨Cde alimentar bien a los ni?os¨C o porque cuidan m¨¢s al ganado, cuando se trata de un problema de falta de infraestructura de agua y saneamiento y de una pol¨ªtica de seguridad alimentaria que se concrete¡±, opina Yon.
Brechas que se mantienen
¡°Hay causas estructurales, pero tambi¨¦n cuestiones de capital financiero, humano y social inadecuados, dificultades de acceso en cantidad y calidad a recursos, y muy poco acompa?amiento del ministerio de Agricultura¡±, critica la coordinadora del informe.
Tello, la madre que tambi¨¦n es agente de salud comunitaria de Huallhua, se?ala que una vez por semana llega un carro que vende alimentos que no produce en su comunidad. ¡°A veces, cuando puedo compro pescado. Pero la sangrecita (de pollo, que contiene gran cantidad de hierro) no es f¨¢cil de conseguir¡±, asegura. En su comunidad viven 80 familias, y en un par de ellas hay ni?os desnutridos.
El estudio tambi¨¦n revela que un servicio de salud deficiente y con personal que no habla la lengua ind¨ªgena es un factor en contra. En particular por el maltrato verbal, que genera desconfianza y des¨¢nimo en las mujeres. ¡°El personal no se da abasto, atienden pocas personas y pocas en quechua¡±, dijo Tello del puesto de salud ubicado a una hora de su casa.
Un 43% de las mujeres entrevistadas en Huallhua y en Chito no habla espa?ol y todas tienen al quechua como su lengua materna. Sin embargo, el informe recoge testimonios de mujeres discriminadas por el personal de salud por hablar en su lengua, pues se r¨ªen cuando las escuchan hablar o las hacen esperar m¨¢s tiempo: ¡°No s¨¦ qu¨¦ diablos hablar¨¢n; h¨¢blame en castellano si quieres que te atienda¡±, son algunas de las frases denunciadas por las usuarias.
La investigaci¨®n tambi¨¦n revela que las acciones del Estado para revertir el problema son producto del desconocimiento, como la entrega de animales de corral como los cuyes (conejillos de indias) y gallinas. ¡°En el fr¨ªo, a las gallinas les da moco, y es caro curarlas¡±, explica Tello para el caso de Huallhua, donde hay granizos y heladas cada vez m¨¢s intensos debido al cambio clim¨¢tico. ¡°Y si matamos una gallina es solo para comer un d¨ªa, no hay c¨®mo guardar lo que sobre¡±, a?ade. En Chito y en Huallhua no usan neveras, sino alacenas hechas en madera por los jefes de familia.
Otra de las investigadoras del Instituto de Estudios Peruanos, la antrop¨®loga Tamia Portugal, apumta discrepancias entre los criterios del Estado y la realidad de las comunidades. ¡°Un 55% de las mujeres en las dos comunidades recibieron cuyes y gallinas, pero hay problemas para la crianza y sobrevivencia de esos animales menores, debido al fr¨ªo y a los depredadores, por eso el consumo es espor¨¢dico". El personal de salud que llega a las casas a vigilar los h¨¢bitos de higiene recomienda que no haya animales dentro, pero las familias prefieren tener a los cuyes en la cocina porque est¨¢n m¨¢s abrigados y es menos probable que se enfermen. "Y las madres no tienen dinero para comprar materiales ni tiempo para construirlo¡±, expuso Portugal en la presentaci¨®n del estudio en Ayacucho.
La antrop¨®loga adem¨¢s anot¨® que el personal de salud suele hacer recomendaciones basadas en realidades urbanas, ajenas. ¡°Hay una ausencia de di¨¢logo intercultural sobre conocimientos y pr¨¢cticas: les repiten de la importancia del agua y de la limpieza, pero en Chito constantemente se empoza el agua de lluvia y crea par¨¢sitos. Adem¨¢s, en Huallhua debido a las lluvias, los silos y letrinas se colmatan, entonces la vulnerabilidad de los ni?os a las enfermedades gastrointestinales es alta¡±, detall¨®.
Transmisores de experiencias
Lucas Tenorio, de 47 a?os, es comunero de Chito, juez de paz de esa jurisdicci¨®n, y hace 15 a?os particip¨®, con su esposa Alejandrina (de 42), de las primeras capacitaciones de la ONG Chirapaq para desarrollar seguridad alimentaria frente a las dificultades del cambio clim¨¢tico. En sus chacras (tierras de cultivo) en tres diferentes pisos altitudinales cultiva cereales, granos, patatas y legumbres y su familia es casi autosuficiente. ¡°Vendemos algo para luego poder comprar lo que nos falta, como por ejemplo aceite, az¨²car y sal¡±, dice a EL PA?S mientras muestra una gran variedad de patatas, ocas, ma¨ªz y calabazas. ¡°Este a?o ha habido poca lluvia, esos ma¨ªces no son as¨ª, pero por eso han salido chiquitos, los de color blanco son menos resistentes¡±, cuenta Tenorio, quien prepara abono natural mejorado para evitar los agroqu¨ªmicos.
Seg¨²n el ingeniero agr¨®nomo Ra¨²l Hinostroza, de la ONG, la agencia agraria ha estado promoviendo el monocultivo de quinua en Vilcas Huam¨¢n, debido al buen precio, pero ello ha tra¨ªdo otros problemas. ¡°Este a?o me han robado cuatro cargas de ma¨ªz¡±, apunta Tenorio, acerca de las consecuencias de la falta de diversidad en los cultivos. La familia colabora hace a?os en la ense?anza de recetas balanceados, preparadas con alimentos cultivados localmente, como la quinua, el trigo, un ma¨ªz nutritivo llamado chococa, una mezcla de harinas de distintos granos llamada siete semillas, y la combinaci¨®n de queso con huevo y verduras, adem¨¢s de las prote¨ªnas animales.
Tenorio es uno de los pocos hombres que no migraron de su comunidad en el tiempo del conflicto armado interno en Per¨² (1980-2000), cuando sufrieron la violencia del grupo subversivo Sendero Luminoso y de las fuerzas armadas, y que, al sobrevivir ha podido transmitir sus conocimientos sobre el trabajo en la tierra. En su comunidad han recibido capacitaci¨®n para clorar el agua y los encargados de la Junta de Riego local compran las pastillas, pero tambi¨¦n describe dificultades con el servicio de agua entubada. ¡°Hemos estado cuatro d¨ªas sin agua porque se estrope¨® el entubado¡±, al menos ya tenemos otra vez, agrega.
Cuando el hijo menor de los Tenorio llega de la escuela, lo primero que hace la madre es llevarlo al grifo, que le queda muy alto, para ayudarlo a lavarse las manos. ¡°Algunos le dan importancia a la capacitaci¨®n, otros no¡±, opina Tenorio, acerca de las soluciones a la desnutrici¨®n infantil, pero tambi¨¦n reconoce que falta mucho por hacer por parte de las autoridades.
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