Mi psicoterapeuta me da LSD
El ¨¢cido y el ¨¦xtasis comenzaron sus vidas como complemento para la psicoterapia. Estos son los psiquiatras renegados que buscan recuperar su uso con fines m¨¦dicos

El timbre de la puerta de Friederike Meckel Fischer son¨® a las 6:30 de la ma?ana del jueves 29 de octubre de 2009. Diez polic¨ªas esperaban en la calle. Una vez dentro, registraron la casa, esposaron a Friederike, una diminuta mujer de 60 a?os, y a su marido, y se los llevaron a un centro de prisi¨®n preventiva. Les hicieron fotos y les tomaron huellas, y despu¨¦s les metieron en sendas celdas de aislamiento. Unas horas m¨¢s tarde, Friederike, psicoterapeuta, fue llevada a la sala de interrogatorios.
El oficial de guardia le ley¨® el compromiso de confidencialidad que ella requer¨ªa de cada uno de sus clientes al comienzo de sus sesiones de terapia de grupo. "Fue entonces cuando supe que me hab¨ªa metido en un buen l¨ªo", cuenta ella.
"Prometo no divulgar la ubicaci¨®n, ni el nombre de la medicaci¨®n, ni el de las personas presentes. Prometo no lastimarme ni a m¨ª ni a los dem¨¢s en forma alguna, durante o despu¨¦s de esta experiencia. Prometo salir de esta experiencia m¨¢s sano y m¨¢s sabio. Me hago personalmente responsable de lo que aqu¨ª haga".
La polic¨ªa suiza hab¨ªa recibido el chivatazo de una antigua cliente cuyo marido la hab¨ªa dejado tras acudir juntos a terapia. Responsabilizaba a Friederike.
Pero lo verdaderamente problem¨¢tico, para Friederike, era la falta de ortodoxia de su m¨¦todo terap¨¦utico. Como complemento adicional a sus sesiones independientes de terapia conversacional cl¨¢sica, ella ofrec¨ªa un catalizador, una herramienta que ayudara a sus clientes a reconectar con sus sentimientos, con la gente de su entorno y con sus vivencias traum¨¢ticas pasadas. El catalizador era LSD. En muchas de sus sesiones, tambi¨¦n se hac¨ªa uso de otra sustancia: el MDMA, o ¨¦xtasis.
Friederike fue acusada de poner en peligro a sus clientes, de traficar con drogas con fines lucrativos y de ser una amenaza para la sociedad por alentar el uso de "drogas intr¨ªnsecamente peligrosas". Este? tipo? de? terapia? psicod¨¦lica? est¨¢? al? margen? tanto? de? la? psiquiatr¨ªa? como? de? la? sociedad. Sin embargo, el LSD y el MDMA comenzaron sus vidas como f¨¢rmacos terap¨¦uticos, y existen ensayos cl¨ªnicos recientes que tratan de evaluar si podr¨ªan volver a serlo.
'Mi hijo monstruo'
En 1943, Albert Hofmann, un qu¨ªmico del laboratorio farmac¨¦utico Sandoz, en Basilea, Suiza, estaba trabajando en el desarrollo de un medicamento capaz de contraer los vasos sangu¨ªneos, cuando ingiri¨® una peque?a cantidad de dietilamida de ¨¢cido lis¨¦rgico, o LSD, accidentalmente. Sus efectos le estremecieron. Tal y como dej¨® escrito en su libro, "L.S.D.: mi hijo monstruo":
"La forma de los objetos, as¨ª como la de mis compa?eros de laboratorio, parec¨ªa estar sometida a cambios de ¨®ptica... La luz era tan intensa que resultaba desagradable". Al correr las cortinas ca¨ª de inmediato en un peculiar estado de?embriaguez, caracterizado por una imaginaci¨®n exacerbada. Con los ojos cerrados, aparec¨ªan ante m¨ª fant¨¢sticas im¨¢genes de colores intensos y de una extraordinaria plasticidad. Dos horas m¨¢s tarde, este estado se fue aplacando de manera gradual y fui capaz de cenar con buen apetito".
Intrigado, decidi¨® volver a tomar la droga, esta vez en presencia de sus colegas, para determinar si se trataba de la verdadera responsable. Los rostros de sus compa?eros pronto se volvieron "grotescas m¨¢scaras pintadas", escribe.
"Perd¨ª la noci¨®n del tiempo: el tiempo y el espacio estaban cada vez m¨¢s desordenados, y me asalt¨® el miedo a estar volvi¨¦ndome loco", escribi¨® el descubridor del LSD
"Perd¨ª la noci¨®n del tiempo: el tiempo y el espacio estaban cada vez m¨¢s desordenados, y me asalt¨® el miedo a estar volvi¨¦ndome loco. Lo peor de todo era estar plenamente consciente de mi condici¨®n pero no poder hacer nada por detenerla. A ratos me sent¨ªa como si estuviera fuera de mi cuerpo. Cre¨ª que hab¨ªa muerto. Mi?ego estaba suspendido en alg¨²n lugar en el espacio y vi mi cuerpo tendido, inerte sobre el sof¨¢. Pude observar claramente, y tomar nota, de c¨®mo se desplazaba mi?alter ego, gimiendo por la habitaci¨®n".
Pero lo que m¨¢s capt¨® m¨¢s su atenci¨®n, aparentemente, fue lo que sinti¨® a la ma?ana siguiente: "El desayuno estaba delicioso. Fue un placer extraordinario. Cuando sal¨ª al jard¨ªn m¨¢s tarde,? donde resplandec¨ªa el sol tras una lluvia primaveral, todo brillaba y reluc¨ªa como bajo una luz nueva . El mundo parec¨ªa reci¨¦n creado. Todos mis sentidos vibraban en un estado de m¨¢xima sensibilidad que persisti¨® durante todo el d¨ªa".
Hofmann sent¨ªa que tan solo el hecho de recordar la experiencia en tan gran detalle, era en s¨ª trascendental. Crey¨® que la droga podr¨ªa ser verdaderamente relevante para la psiquiatr¨ªa. Los laboratorios Sandoz, despu¨¦s de descartar su toxicidad con ratas, ratones y seres humanos, la puso en circulaci¨®n enseguida, para uso cient¨ªfico y m¨¦dico.
Uno de los primeros en empezar a utilizar el medicamento fue Ronald Sandison. Este psiquiatra brit¨¢nico visit¨® Sandoz en 1952 e, impresionado por las investigaciones de Hofmann, retir¨® 100 ampollas de lo que entonces se llamaba Delysid. Sandison comenz¨® a d¨¢rselo de inmediato a aquellos pacientes del Hospital Powick, en Worcestershire, que no lograban avances con la psicoterapia tradicional. Tres a?os m¨¢s tarde, los mandamases del hospital estaban tan satisfechos con los resultados que construyeron una nueva cl¨ªnica de LSD. Los pacientes llegaban por la ma?ana, tomaban su dosis, y se recostaban en habitaciones privadas. Cada uno ten¨ªa un tocadiscos y una pizarra para dibujar, y enfermeras o asistentes que les observaban peri¨®dicamente. A las cuatro de la tarde, los pacientes se reun¨ªan y conversaban sobre sus experiencias. Despu¨¦s, un ch¨®fer les llevaba a sus casas, a menudo a¨²n bajo los efectos de la droga.
M¨¢s o menos por aquel entonces, en Canad¨¢, otro psiquiatra brit¨¢nico, Humphery Osmond, experimentaba con la utilizaci¨®n del LSD para ayudar a que los alcoh¨®licos pudieran dejar la bebida. Declar¨® que la droga, en combinaci¨®n con apoyo psiqui¨¢trico, lograba tasas de abstinencia del 40% al 45%, muy superiores a las de cualquier tratamiento del momento o desde entonces. En otros lugares, los estudios con pacientes terminales de c¨¢ncer mostraban que la terapia con LSD era capaz de mitigar el dolor severo, mejorar la calidad de vida y aliviar el miedo a la muerte.
En Estados Unidos, la CIA prob¨® a dar LSD a ciudadanos desprevenidos, para comprobar si esto les hac¨ªa revelar sus secretos. Mientras tanto, en la Universidad de Harvard, Timothy Leary, alentado por el poeta beat Allen Ginsberg, se lo daba a artistas y escritores, quienes proced¨ªan a su vez a describir sus experiencias. Cuando se corri¨® la voz de que facilitaba drogas a sus alumnos, los agentes de las fuerzas del orden comenzaron a investigar y la universidad alert¨® a los estudiantes contra el consumo de ¨¢cido. Leary aprovech¨® entonces la oportunidad para predicar sobre el poder de esta como v¨ªa hacia el desarrollo espiritual. Esto pronto provoc¨® su despido de la facultad, lo que no hizo m¨¢s que acrecentar la fama de ambos. El esc¨¢ndalo hab¨ªa captado la atenci¨®n de la prensa, y pronto todo el pa¨ªs hab¨ªa o¨ªdo hablar del LSD.
Para 1962, Sandoz estaba ya recortando la distribuci¨®n del LSD, a causa de las restricciones en experimentaci¨®n con drogas sobrevenidas tras un esc¨¢ndalo farmacol¨®gico totalmente distinto: los defectos de nacimiento vinculados a la talidomida, un medicamento contra las n¨¢useas del embarazo. Parad¨®jicamente, las restricciones coincidieron con un aumento en disponibilidad del LSD; la formula no era complicada ni cara de obtener, y aquellos empe?ados en hacerlo pod¨ªan sintetizarla en grandes cantidades sin mayor dificultad.
A¨²n as¨ª, se desencaden¨® un?p¨¢nico moral por sus posibles efectos sobre la mente de la juventud. Las autoridades tambi¨¦n tem¨ªan la asociaci¨®n del LSD con la contracultura y la propagaci¨®n de sentimientos antiautoritarios. Las peticiones de su prohibici¨®n a nivel nacional proliferaron, y muchos psiquiatras dejaron de utilizar el LSD seg¨²n iba creciendo su mala reputaci¨®n.
Una de las muchas historias que aparecieron en la prensa hablaba de Stephen Kessler, que asesin¨® a su suegra y despu¨¦s afirm¨® no recordar nada, pues estaba entonces "viajando con LSD". En el juicio se descubri¨® que hab¨ªa tomado el LSD un mes antes, y que en el momento del asesinato estaba s¨®lo bajo los efectos del alcohol y de las pastillas para dormir, pero para millones de personas lo que lo hab¨ªa convertido en un asesino era el LSD. Otro art¨ªculo hablaba de estudiantes universitarios, cegados tras mirar fijamente al sol bajo los efectos de la droga.
En 1966 se convocaron dos subcomit¨¦s del Senado de EEUU para escuchar las declaraciones de algunos m¨¦dicos que aseguraban que el LSD provocaba psicosis y la "total p¨¦rdida de valores culturales", adem¨¢s de las declaraciones de partidarios del LSD como Leary o el senador Robert Kennedy, cuya esposa Ethel, se rumoreaba, hab¨ªa recibido terapia con LSD. "Tal vez hayamos perdido de vista el hecho de que, en cierta medida, podr¨ªa sernos de una gran, gran ayuda, como sociedad, si supi¨¦ramos utilizarlo correctamente", dijo Kennedy, desafiando la decisi¨®n de la Food and Drug Administration de cesar todos los programas de investigaci¨®n con LSD.
La posesi¨®n de LSD fue ilegalizada en el Reino Unido en 1966, y en EEUU en 1968. Su uso experimental en investigaci¨®n todav¨ªa se permit¨ªa, bajo licencia, pero a causa del estigma a?adido por su estatus jur¨ªdico, esta se hizo cada vez m¨¢s dif¨ªcil de conseguir. La investigaci¨®n se detuvo, pero su uso il¨ªcito con fines recreativos, no.
El MDMA
A sus 40 a?os de edad, y tras 21 de matrimonio, Friederike Meckel Fischer se enamor¨® de otro hombre. Lamentablemente, como no tard¨® en descubrir, este la utilizaba para escapar de su propio matrimonio. "Arrastraba un gran dolor interior, por el abandono de aquel hombre, y por mi marido, con quien era incapaz de conectar", cuenta ella. "Era como si viviera al margen de m¨ª misma".
Su soluci¨®n fue convertirse en psicoterapeuta. Asegura que nunca consider¨® ir a terapia; en la Alemania Occidental de los a?os 80 esta estaba generalmente reservada para trastornos m¨¢s severos. Adem¨¢s, hab¨ªa sido educada para resolver sus propios problemas en lugar de buscar ayuda en los dem¨¢s.

Friederike trabajaba por aquel entonces como m¨¦dico laboral. Sab¨ªa reconocer que muchos de los problemas que observaba en sus pacientes ten¨ªan sus ra¨ªces en conflictos con jefes, colegas o familiares. "Llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que todos sus problemas estaban de alguna forma relacionados con cuestiones interaccionales", afirma.
Uno de sus antiguos profesores le recomend¨® probar una t¨¦cnica llamada respiraci¨®n holotr¨®pica. Invento de Stanislav Grof, uno de los pioneros en la psicoterapia con LSD, esta consiste en un m¨¦todo para inducir estados alterados de conciencia mediante la aceleraci¨®n e intensificaci¨®n de la respiraci¨®n, como la hiperventilaci¨®n. Grof desarroll¨® la respiraci¨®n holotr¨®pica como respuesta a las prohibiciones mundiales del uso de LSD.
Friederike pas¨® un per¨ªodo de tres a?os, yendo y viniendo a EE UU en vacaciones, bajo la tutela de Grof, para convertirse en orientadora en respiraci¨®n holotr¨®pica. Hacia el final, Grof la alent¨® a probar con drogas psicod¨¦licas.
Durante el ¨²ltimo seminario, un colega le entreg¨® dos pastillitas azules como regalo. Y a su regreso a Alemania, Friederike comparti¨® una de ellas con su amigo Konrad, el que m¨¢s tarde se convertir¨ªa en su marido. Ella cuenta que sinti¨® como era izada por una ola y lanzada sobre una playa blanca, capaz de acceder a partes de su psique que le hab¨ªan estado vetadas hasta entonces. "Mi primera experiencia fue sobrecogedora", insiste. "Pens¨¦: 'ya est¨¢. Soy capaz de ver las cosas'. Sent¨ªa por primera vez. Aquello fue, para m¨ª, incre¨ªble".
Los estudios con pacientes terminales de c¨¢ncer mostraban que la terapia con LSD era capaz de mitigar el dolor severo, mejorar la calidad de vida y aliviar el miedo a la muerte
Las pastillas conten¨ªan MDMA, una droga que hizo su aparici¨®n estelar en 1976, cuando el qu¨ªmico norteamericano Alexander 'Sasha' Shulgin la rescat¨® del olvido, 62 a?os despu¨¦s de haber sido patentada por Merck. En una historia similar a la de los or¨ªgenes del LSD, Shulgin anot¨®, tras tomarla, sentimientos de "pura? euforia" y una "s¨®lida fuerza interior". Sinti¨® que pod¨ªa "hablar sobre asuntos profundos o personales con una claridad especial". Se la present¨® a su amigo Leo Zeff, un psicoterapeuta jubilado que hab¨ªa trabajado con LSD y que cre¨ªa que la obligaci¨®n de ayudar a sus pacientes se antepon¨ªa al cumplimiento de la ley. Zeff hab¨ªa seguido trabajando con LSD, en secreto, despu¨¦s de su prohibici¨®n. El potencial del MDMA hizo que Zeff abandonase su retiro. Viaj¨® por EE UU y Europa instruyendo a terapeutas en el tratamiento con MDMA. Lo bautiz¨® como 'Ad¨¢n', porque llevaba al paciente a un estado de inocencia primordial. Pero al mismo tiempo, en la escena nocturna, se daba a conocer bajo otro nombre: ¨¦xtasis.
El MDMA se ilegaliz¨® en el Reino Unido en 1977, como parte de una sentencia que coloc¨® a toda su familia qu¨ªmica en la categor¨ªa m¨¢s estrechamente controlada: la clase A. En EE UU, la Drug Enforcement Administration (DEA), creada por Richard Nixon en 1973, la prohibi¨® temporalmente en 1985. Si bien el juez recomend¨®, en una vista para decidir su estatuto definitivo, su colocaci¨®n en el cuadro tres, que permitir¨ªa su uso terap¨¦utico. Pero la DEA revoc¨® la decisi¨®n del juez y meti¨® el MDMA en el cuadro uno, la m¨¢s restrictiva de las categor¨ªas. Bajo influencia americana, la Comisi¨®n de Estupefacientes de las Naciones Unidas le otorg¨® al MDMA una clasificaci¨®n similar en derecho internacional (a pesar de que un comit¨¦ de expertos seleccionado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud que sostuvo que ese tipo de restricciones, tan severas, no ten¨ªan justificaci¨®n).
Permisos especiales para investigar
Como parte del acuerdo de Naciones Unidas sobre sustancias psicotr¨®picas, las sustancias dentro del cuadro uno pueden utilizarse con fines de investigaci¨®n. En Gran Breta?a y EE UU, tanto investigadores como instituciones deben solicitar permisos especiales, siendo estos muy costosos de obtener. Localizar fabricantes dispuestos a suministrar sustancias controladas resulta igualmente complicado.
Pero en Suiza, que por aquel entonces no hab¨ªa firmado el acuerdo, un peque?o grupo de psiquiatras hab¨ªa convencido al gobierno para que permitiera el uso de LSD y MDMA en terapia. Desde 1985, hasta mediados de los noventa, se permiti¨® que los terapeutas con permiso facilitasen las drogas a cualquier paciente, que ense?aran su modo de uso a otros terapeutas, y que ellos mismos las tomaran, bajo escasa supervisi¨®n.
Friederike cre¨ªa que el MDMA podr¨ªa ayudarla a obtener una comprensi¨®n m¨¢s profunda de sus propios problemas, as¨ª que solicit¨® una plaza en un curso de "terapia psicol¨ªtica" en Suiza. En 1992, Konrad y ella accedieron a un grupo de formaci¨®n dirigido por Samuel Widmer, un terapeuta con licencia.
Sin un escenario apropiado, sin un terapeuta que sepa lo que est¨¢ haciendo, y sin compromiso por parte del cliente, se va directo hacia el mal viaje"
El curso ten¨ªa lugar en fines de semana, cada tres meses, en la casa de Widmer en Solothurn, una ciudad al oeste de Zurich. La toma repetida de sustancias, doce veces en total, formaba parte fundamental del curso, para conocer a fondo sus efectos y llevar a cabo un proceso de auto-exploraci¨®n. Friederike cuenta que sus experiencias con la droga le mostraron hasta qu¨¦ punto hab¨ªa estado su vida empa?ada por la p¨¦rdida de su padre, a la edad de cinco a?os, y por las dificultades de tener que crecer en la Alemania Occidental de posguerra.
"Puedo establecer relaciones y detectar interconexiones entre cosas que antes era incapaz de ver", asegura, tras sus experiencias con MDMA. "Ahora pod¨ªa dirigir la vista hacia experiencias dif¨ªciles de mi biograf¨ªa sin verme inmediatamente arrastrada por ellas". Pod¨ªa, por ejemplo, observar una experiencia traum¨¢tica sin llegar a conectar con los sentimientos horribles del momento. Era consciente de lo horrible, capaz de percibir el miedo que hab¨ªa pasado, pero sin llegar a sentirlo".
Vivencias trascendentes
Es habitual, en las experiencias psicod¨¦licas, hablar de vivencias trascendentes, de tipo espiritual. Ya en la d¨¦cada de los sesenta, Walter Pahnke, un estudiante de Timothy Leary, realiz¨® un c¨¦lebre experimento en la Capilla Marsh de la Universidad de Boston, que demostr¨® que las drogas psicod¨¦licas eran capaces de inducir ese tipo de estados.
Pahnke dio una gran dosis de psilocibina, el ingrediente activo en las setas alucin¨®genas, a diez voluntarios, y ¨¢cido nicot¨ªnico, un placebo activo, a otros diez, para provocarles una sensaci¨®n de hormigueo sin efectos mentales. Ocho miembros del grupo de la psilocibina experimentaron vivencias espirituales, en contraste con solamente uno del grupo que tom¨® el placebo. En estudios posteriores, los investigadores han podido identificar algunas de las caracter¨ªsticas clave en este tipo de experiencias, como la inefabilidad, la incapacidad de expresar algo con palabras, y la paradoja, la creencia en dos verdades contradictorias al mismo tiempo; o la sensaci¨®n de estar m¨¢s en conexi¨®n con las cosas o con los dem¨¢s.
"La experiencia puede resultar particularmente provechosa cuando somos capaces de sentir una conexi¨®n incluso con aquellos que nos han hecho da?o, y comprendemos qu¨¦ pudo haberles llevado a comportarse tal y como hicieron", asegura Robin Carhart-Harris, un investigador en drogas psicod¨¦licas del Imperial College de Londres. "Creo que la capacidad que tienen los psicod¨¦licos para hacernos alcanzar este tipo de percepciones evidencia su valor,? y sirve como testimonio de por qu¨¦ pueden ser tan relevantes y eficaces como herramienta terap¨¦utica. Creo que estas sensaciones s¨®lo se dan una vez vencidas ciertas barreras defensivas. Estas defensas bloquean el camino hacia ese tipo de percepci¨®n".
?l compara la sensaci¨®n de conexi¨®n con cosas m¨¢s all¨¢ de uno mismo con el "efecto panor¨¢mico" que sienten los astronautas al observar la Tierra desde el espacio. "De repente se les antoja: 'Qu¨¦ tonter¨ªa, para m¨ª y para todos, esto de enzarzarnos en conflictos y prejuicios nimios, sobredimensionados s¨®lo porque nos parecen importantes a nosotros'. Cuando abarcas la inmensidad de la Tierra desde el espacio, con la mirada puesta abajo, todo se pone en perspectiva. Creo que los psicod¨¦licos producen una visi¨®n panor¨¢mica similar".
As¨ª es una sesi¨®n
Carhart-Harris dirige el primer ensayo cl¨ªnico que estudia la psilocibina como tratamiento para la depresi¨®n. Es uno de los pocos investigadores en el mundo que sigue adelante con la investigaci¨®n en terapia psicod¨¦lica. Hasta el momento, doce personas han tomado parte en su estudio.
Comienzan con un esc¨¢ner cerebral y una extensa sesi¨®n psiqui¨¢trica preparatoria. El d¨ªa de su terapia, entran a las 9 de la ma?ana, rellenan un cuestionario, y se someten a las pruebas necesarias que certifiquen que no han tomado otras drogas. La sala de terapia ha sido decorada con cortinas, adornos, brillantes luces de colores, velas el¨¦ctricas y un aromatizador. Un estudiante de doctorado, que tambi¨¦n es m¨²sico, ha preparado una lista de reproducci¨®n que el paciente puede escuchar con auriculares, o bien a trav¨¦s de los altavoces de alta calidad instalados en la sala. Pasan la mayor parte de la sesi¨®n tendidos sobre una cama, explorando sus propios pensamientos. Dos psiquiatras se sientan con ellos, e interact¨²an cuando el paciente tiene ganas de hablar. Los pacientes tienen dos sesiones de terapia: la primera con una dosis baja y la siguiente con una alta. M¨¢s tarde, tienen una sesi¨®n de seguimiento para ayudarles a integrar sus experiencias y cultivar formas m¨¢s saludables de pensamiento.
Nos encontramos con Kirk, uno de los participantes, dos meses despu¨¦s de su sesi¨®n con dosis alta. Kirk sufri¨® una depresi¨®n, sobre todo desde la muerte de su madre hac¨ªa tres a?os. Experimentaba patrones arraigados de pensamiento, como si diera vueltas y m¨¢s vueltas en un circuito de pensamientos negativos: "Me faltaba motivaci¨®n, no hac¨ªa gran cosa, no hac¨ªa casi ejercicio, me mostraba m¨¢s asocial y ten¨ªa bastante ansiedad. Sencillamente iba empeorando. Hasta que lleg¨® un punto en que me sent¨ª desesperado. No ten¨ªa relaci¨®n alguna con lo que estaba pasando realmente en mi vida. Ten¨ªa un mont¨®n de cosas buenas a mi favor. Tengo trabajo, un buen trabajo. Tengo familia, pero de verdad que es como una ci¨¦naga en la que te vas hundiendo".

En el punto ¨¢lgido de su experiencia psicod¨¦lica, Kirk se sinti¨® profundamente afectado por la m¨²sica. Se dej¨® llevar por ella y se sinti¨® extasiado. Cuando la m¨²sica era triste, pensaba en su madre, que hab¨ªa pasado a?os enferma hasta su muerte. "Sol¨ªa ir a verla al hospital y muchas veces me la encontraba durmiendo, pero no la despertaba; s¨®lo me sentaba en la cama. Ella reconoc¨ªa mi presencia y se despertaba. Era una sensaci¨®n rebosante de amor. Reviv¨ª ese momento de una forma bastante intensa. Creo que aquello me hizo bastante bien, de alguna manera. Creo que me ayud¨® a desprenderme".
Durante la terapia, hubo alg¨²n que otro momento de ansiedad, como cuando empezaron a manifestarse los efectos de la droga y Kirk sinti¨® fr¨ªo, y le dio por preocuparse por su respiraci¨®n. Pero los terapeutas lo tranquilizaron, y la sensaci¨®n desagradable pas¨®. Observ¨® brillantes colores, "como si estuviera en una feria", y sinti¨® vibraciones atravesando su cuerpo. En un momento dado vio a Ganesh, el dios hind¨² con forma de elefante, mir¨¢ndolo como quien supervisa a un ni?o.
Aunque la experiencia le hab¨ªa conmovido, no not¨® una gran mejor¨ªa sobre su estado de ¨¢nimo en los diez d¨ªas posteriores. Entonces, mientras iba de compras con amigos, un domingo por la ma?ana, sinti¨® una sacudida. "Sent¨ª como si hubiera espacio a mi alrededor. Como si mi madre a¨²n siguiera con vida, como cuando conoc¨ª a mi pareja y todo estaba m¨¢s o menos bien. Todo esto era a¨²n m¨¢s sorprendente porque hac¨ªa tiempo que no sent¨ªa nada igual".
Ha tenido altibajos desde entonces, pero en general, se siente mucho m¨¢s optimista. "Ya no siento aquella negatividad. Me relaciono m¨¢s; estoy haciendo cosas. Aquella especie de lastre, aquel sentimiento reprimido, se ha ido, lo cual es incre¨ªble, de verdad. Me ha quitado un buen peso de encima".
Otro de los participantes, Michael, llevaba treinta a?os luchando con la depresi¨®n, y hab¨ªa probado casi todos los tratamientos disponibles. Antes de formar parte del estudio, hab¨ªa pr¨¢cticamente perdido toda esperanza. Desde el d¨ªa de su primera dosis de psilocibina se ha sentido completamente diferente. "Me cuesta creer lo mucho que han cambiado las cosas, con tanta rapidez", asegura. "Mi enfoque sobre la vida, mi actitud, mi manera de ver las cosas, todo, en un solo d¨ªa".
Desde 1985, hasta mediados de los noventa, se permiti¨® que los terapeutas suizos con permiso facilitasen las drogas a cualquier paciente, que ense?aran su modo de uso a otros terapeutas, y que ellos mismos las tomaran, bajo escasa supervisi¨®n
Una de las fases m¨¢s valiosas de la experiencia le ayud¨® a superar su miedo a la muerte, profundamente arraigado. "Sent¨ª que se me mostraba lo que ven¨ªa despu¨¦s, una especie de m¨¢s all¨¢", cuenta. "No soy una persona religiosa y ni siquiera me atrever¨ªa a decir que tengo algo de espiritual, pero s¨ª sent¨ª que experimentaba algo de eso, que experimentaba una sensaci¨®n de m¨¢s all¨¢, una especie de anuncio, y sent¨ª una calma total, una relajaci¨®n completa, estaba totalmente en paz. As¨ª que cuando me llegue el momento, no tendr¨¦ ning¨²n miedo".
Tratar la adicci¨®n
Durante su formaci¨®n con Samuel Widmer, Friederike tambi¨¦n trabaj¨® en una cl¨ªnica para adictos. Disfrutaba de una empat¨ªa renovada, gracias a sus experiencias con las drogas. "De repente pod¨ªa comprender a mis pacientes de la cl¨ªnica, y su adicci¨®n al alcohol", cuenta ella. "Lo afrontaban de manera distinta a como yo lo hice. Ten¨ªan casi los mismos problemas o s¨ªntomas que yo, s¨®lo que yo no me hab¨ªa dado a la bebida". La mayor¨ªa eran incapaces de hablar de los sentimientos que aquellas experiencias les provocaron. Y ella se preguntaba si una experiencia con MDMA podr¨ªa ayudarles a liberar esas emociones.
El MDMA es el pariente m¨¢s d¨®cil de los psicod¨¦licos cl¨¢sicos: la mescalina, la psilocibina, el LSD y la DMT. Estos tienen efectos que pueden resultar perturbadores, como las distorsiones sensoriales, la disoluci¨®n del sentimiento de identidad personal o el v¨ªvido resurgir de recuerdos traum¨¢ticos. Los efectos del MDMA son menos duraderos, lo que hace que sea m¨¢s f¨¢cil de manejar en una sesi¨®n de psicoterapia.
Friederike abri¨® su propia consulta de terapia psicod¨¦lica en Zurich en 1997. Pocos a?os m¨¢s tarde comenz¨® a celebrar sesiones de terapia grupal psicod¨¦lica en su casa los fines de semana; invitaba a aquellos pacientes que no hab¨ªan conseguido progresar con la terapia hablada tradicional.
Ya en la d¨¦cada de los cincuenta, los psiquiatras hab¨ªan reconocido la importancia del contexto en el tipo de experiencia que cabe esperar de una toma de LSD. Hac¨ªan hincapi¨¦ en la importancia del "conjunto" (el estado an¨ªmico del usuario, sus expectativas y experiencia) y del "escenario", el entorno f¨ªsico donde se har¨ªa la toma, los sonidos y elementos ambientales, y el resto de personas presentes.
Un entorno amable y la presencia de un terapeuta experimentado pueden reducir el riesgo de un "mal viaje", pero a¨²n as¨ª las experiencias escalofriantes ocurren. Seg¨²n Friederike, forman parte de la experiencia terap¨¦utica. "Si el cliente es capaz de atravesar el mal viaje o de dejarse guiar, de trabajarlo, este se convierte en la piedra angular en el camino hacia s¨ª mismo", asegura. "Pero sin un escenario apropiado, sin un terapeuta que sepa lo que est¨¢ haciendo, y sin compromiso por parte del cliente, se va directo hacia el mal viaje".
Sus clientes acostumbraban a llegar a su casa un viernes por la noche, hablaban de sus temas m¨¢s recientes y debat¨ªan sobre las metas a alcanzar durante la sesi¨®n con drogas. El s¨¢bado por la ma?ana, se sentaban en un c¨ªrculo de esterillas, reafirmaban su compromiso de confidencialidad y cada uno tomaba la dosis de MDMA previamente acordada con Friederike.
Puedo establecer relaciones y detectar interconexiones entre cosas que antes era incapaz de ver. Ahora pod¨ªa dirigir la vista hacia experiencias dif¨ªciles de mi biograf¨ªa sin verme inmediatamente arrastrada por ellas"
Friederike comenzaba con un per¨ªodo de silencio y luego pon¨ªa m¨²sica, y hablaba con los clientes individualmente o como grupo, para ir trabajando cada uno de los temas. A veces ped¨ªa a alg¨²n miembro del grupo que asumiera el papel de alg¨²n familiar de otro cliente, y que debatieran entre ellos los problemas en su relaci¨®n. Por la tarde hac¨ªan lo mismo con LSD, lo que a menudo hac¨ªa sentir a los participantes que estaban reviviendo recuerdos traum¨¢ticos del pasado. Friederike les asist¨ªa durante el trauma, para ayudarles a comprenderlo de manera diferente. El domingo, hablaban sobre las experiencias del d¨ªa anterior y sobre c¨®mo hacer para integrarlas en sus vidas.
A pesar de todo ello, el consultorio de Friederike no era legal. El gobierno suizo dej¨® de emitir licencias para el uso terap¨¦utico de estas sustancias alrededor de 1993, tras la muerte en Francia de un paciente bajo los efectos de la ibogaina, otra droga psicotr¨®pica (m¨¢s tarde se determin¨® que hab¨ªa muerto por un problema card¨ªaco sin diagnosticar).
Los pioneros en la investigaci¨®n con LSD no ten¨ªan forma alguna de observar lo que ocurr¨ªa en el interior del cerebro. Pero ahora tenemos el esc¨¢ner de resonancia magn¨¦tica funcional. Robin Carhart-Harris ha llevado a cabo estudios de este tipo con la psilocibina, el LSD y el MDMA. Cuenta que hay dos principios b¨¢sicos que determinan el funcionamiento de los psicod¨¦licos cl¨¢sicos. El primero es la desintegraci¨®n: las piezas que componen las diferentes redes cerebrales van perdiendo cohesi¨®n. El segundo es la desegregaci¨®n: los sistemas especializados en ciertos tipos de funciones, seg¨²n se desarrolla el cerebro, se vuelven, en sus propias palabras, "menos diferentes" los unos de los otros.
Estos efectos explican, de alg¨²n modo, la forma en que los psicod¨¦licos podr¨ªan ser terap¨¦uticamente beneficiosos. Algunos trastornos, como la depresi¨®n y la adicci¨®n, est¨¢n relacionados con ciertos patrones de actividad cerebral particularmente dif¨ªciles de romper. "Una vez el cerebro se adentra en esos patrones, unos patrones patol¨®gicos, estos pueden quedar firmemente arraigados. El cerebro gravita hacia este tipo de patr¨®n con facilidad, y una vez all¨ª, se queda atrapado. Son como remolinos, la mente es arrastrada por ellos y se queda pillada.
"Caos" en el cerebro
Los psicod¨¦licos disuelven los patrones y la organizaci¨®n, introduciendo "una especie de caos", cuenta Carhart-Harris. Por otro lado, el caos podr¨ªa considerarse algo negativo, vinculado a asuntos como la psicosis, una especie de "tormenta mental", tal y como ¨¦l la define. Pero tambi¨¦n podr¨ªamos ver cierto valor terap¨¦utico en el caos. "La tormenta podr¨ªa llegar y arrastrar consigo algunos de los arraigados patrones patol¨®gicos presentes, tras los que se esconde un trastorno". Al menos en apariencia, los psicod¨¦licos podr¨ªan, mediante este efecto en el cerebro, disolver o desintegrar los patrones arraigados de actividad cerebral patol¨®gica".
El potencial terap¨¦utico sugerido por los estudios con esc¨¢ner cerebral de Carhart-Harris convenci¨® al Consejo de Investigaci¨®n M¨¦dica del Reino Unido para que financiara el ensayo cl¨ªnico con psilocibina para la depresi¨®n. Todav¨ªa es demasiado pronto para evaluar su ¨¦xito, pero los resultados, por el momento, son alentadores "Algunos de los pacientes todav¨ªa est¨¢n en remisi¨®n, meses despu¨¦s de haber recibido tratamiento", explica Carhart-Harris. "Hasta entonces, sus depresiones eran muy severas. As¨ª que yo creo que podemos considerar estos casos verdaderas transformaciones. No estoy seguro de que existan otros tratamientos con semejante potencial, como para transformar la situaci¨®n de un paciente en tan solo dos sesiones".
A ra¨ªz de la prohibici¨®n del MDMA, el psic¨®logo norteamericano Rick Doblin fund¨® la Asociaci¨®n Multidisciplinar de Estudios Psicod¨¦licos (MAPS) para apoyar las investigaciones que busquen restablecer el empleo de psicod¨¦licos en medicina. Cuando el psiquiatra suizo Peter Oehen escuch¨® que estaban financiando un estudio sobre el uso de MDMA para ayudar a personas con trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico (TEPT), se subi¨® a un avi¨®n y vol¨® a Boston, en busca de Doblin.
Como Friederike, Oehen tambi¨¦n curs¨® estudios de terapia psicod¨¦lica mientras fue legal en Suiza, a principios de los noventa. Doblin acord¨® dar su apoyo a un estudio peque?o, con doce pacientes, en la consulta privada de Oehen en Biberist, una peque?a ciudad a una media hora en tren de Berna, la capital suiza.
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Oehen cree que el efecto euforizante, reductor del miedo y prosocial del MDMA hace de ¨¦l una herramienta prometedora en el tratamiento psicoterap¨¦utico del TEPT. "Muchos de los afectados han sido traumatizados por alg¨²n tipo de violencia interpersonal y han perdido su capacidad para interconectar, son desconfiados y distantes", asegura Oehen. "Esto les ayudar¨ªa a recuperar la confianza. Les ayudar¨ªa a construir de una relaci¨®n terap¨¦utica s¨®lida y de confianza". Tambi¨¦n facilita un estado de ¨¢nimo al paciente desde el que poder afrontar sus recuerdos traum¨¢ticos sin sentirse angustiado, asegura, para que sea capaz de volver a tratar el trauma desde una ¨®ptica diferente.
Cuando se public¨® el primer estudio de MAPS sobre el TEPT en EEUU, en 2011, los resultados fueron reveladores. Despu¨¦s de dos sesiones de psicoterapia con MDMA, 10 de los 12 participantes ya no cumpl¨ªan los requisitos para el TEPT. Los beneficios eran todav¨ªa evidentes cuando se les hizo seguimiento, hasta tres y cuatro a?os despu¨¦s de la terapia.
Los resultados de Oehen fueron menos dram¨¢ticos, pero todos los pacientes que recibieron terapia asistida con MDMA percibieron alguna mejor¨ªa. "Todav¨ªa estoy en contacto con casi la mitad de ellos", asegura. "A¨²n puedo ver c¨®mo algunos siguen mejorando despu¨¦s de a?os de proceso, resolviendo sus problemas. Esto se ve¨ªa claramente durante el seguimiento a largo plazo; los s¨ªntomas mejoran con el tiempo porque las experiencias les permiten progresar de distinta forma a como lo har¨ªan con psicoterapia cl¨¢sica. Este tipo de cambio - ser m¨¢s abiertos, m¨¢s sosegados y estar m¨¢s dispuestos a afrontar temas dif¨ªciles - no deja de hacer efecto".
En las personas con estr¨¦s postraum¨¢tico, la am¨ªgdala, una parte primitiva del cerebro que maneja la respuesta al miedo, es hiperactiva. Mientras que la corteza prefrontal, la parte del cerebro m¨¢s sofisticada, que permite que los pensamientos racionales se antepongan al miedo, es hipoactiva. Los estudios imagenol¨®gicos del cerebro con voluntarios sanos han mostrado que el MDMA tiene el efecto opuesto: potenciar la respuesta de la corteza prefrontal y reducir la respuesta de la am¨ªgdala.
El bot¨®n de reseteo
Ben Sessa, un psiquiatra que trabaja en los alrededores de Bristol, en el Reino Unido, se prepara para llevar a cabo un estudio en la Universidad de Cardiff que demuestre si los afectados por TEPT responden al MDMA de la misma manera. ?l cree que las experiencias negativas tempranas constituyen no son s¨®lo la base del TEPT, sino tambi¨¦n de muchos otros trastornos psiqui¨¢tricos, y que los psicod¨¦licos podr¨ªan ofrecer a los pacientes la oportunidad de reprocesar esos recuerdos.
Cuando abarcas la inmensidad de la Tierra desde el espacio, con la mirada puesta abajo, todo se pone en perspectiva. Creo que los psicod¨¦licos producen una visi¨®n panor¨¢mica similar"
"Llevo casi veinte a?os en psiquiatr¨ªa y todos y cada uno de mis pacientes tiene un historial traum¨¢tico", asegura. "A mi modo de ver, el maltrato infantil es causa directa de enfermedad mental. Una vez formada la persona, desde la infancia y la adolescencia hasta la edad adulta temprana, se vuelve muy complicado provocar que un paciente modifique su manera de pensar". Lo que consiguen los psicod¨¦licos, m¨¢s que cualquier otro tratamiento, asegura, es la posibilidad de "darle al bot¨®n de reseteo" y brindarle la ocasi¨®n al paciente de experimentar una nueva narrativa personal.
Sessa planea un estudio independiente para probar el MDMA como tratamiento para el s¨ªndrome de dependencia alcoh¨®lica, recogiendo el testigo de las investigaciones de Humphrey Osmond con el LSD, hace 60 a?os.
Cree que la psiquiatr¨ªa de hoy ser¨ªa muy diferente si la investigaci¨®n con drogas psicod¨¦licas hubiera progresado, sin interrupciones, desde la d¨¦cada de los cincuenta. Desde entonces, la psiquiatr¨ªa ha dedicado toda su atenci¨®n a los antidepresivos, los antipsic¨®ticos y los estabilizadores del estado de ¨¢nimo. Estos medicamentos, comenta, ayudan a controlar el estado de un paciente, pero no son curativos, y adem¨¢s conllevan peligrosos efectos secundarios.
"Estamos demasiado acostumbrados a pensar en la psiquiatr¨ªa como un campo m¨¦dico de cuidados paliativos", asegura Sessa. "De que somos algo para toda la vida. Que si vienes a vernos por un trastorno grave de ansiedad a tus tempranos veinte a?os, seguir¨¢s bajo nuestra supervisi¨®n cuando alcances los setenta. Nos hemos acostumbrado a eso. Y creo que les estamos haciendo un flaco favor a nuestros pacientes".
?Volver¨¢n los psicod¨¦licos a ser alguna vez medicamentos legales? MAPS financia ensayos cl¨ªnicos de psicoterapia asistida con MDMA para TEPT en EE.UU., Australia, Canada e Israel, y esperan haber acumulado suficientes pruebas como para que los reguladores le den luz verde en 2021. Mientras tanto, la Universidad John Hopkins y la Universidad de Nueva York llevan a cabo ensayos cl¨ªnicos con psilocibina para el tratamiento de pacientes de c¨¢ncer desde 2007.
El tratamiento psicod¨¦lico puede conseguir que se ganen nuevas perspectivas, que se 'vea el mundo de un modo diferente'. Y eso est¨¢ bien, pero si no se debe al aprendizaje de nuevas estrategias para lidiar con las realidades del mundo, el beneficio cl¨ªnico ser¨¢ limitado
Cuando se les pregunta, pocos psiquiatras se atreven a dar su opini¨®n acerca del uso leg¨ªtimo de drogas psicod¨¦licas en terapia. Uno de ellos es Falk Kiefer, director m¨¦dico del Departamento en Comportamientos Adictivos y Medicina para Adictos del Instituto Central de Salud Mental en Mannheim, Alemania. Este se muestra esc¨¦ptico acerca de la capacidad de la droga para modificar el comportamiento de los pacientes. "El tratamiento psicod¨¦lico puede conseguir que se ganen nuevas perspectivas, que se 'vea el mundo de un modo diferente'. Y eso est¨¢ bien, pero si no se debe al aprendizaje de nuevas estrategias para lidiar con las realidades del mundo, el beneficio cl¨ªnico ser¨¢ limitado".
Carhart-Harris dice que la ¨²nica forma de cambiar la opini¨®n de la gente es que la ciencia sea tan buena que los financiadores y reguladores no tengan forma de ignorarla. "La idea es que podamos presentar resultados realmente irrefutables, para que las autoridades que a¨²n albergan reservas puedan empezar a cambiar de perspectiva y terminen convencidas de que esto es algo a tomar en serio".
Veinte a?os de c¨¢rcel
Friederike fue finalmente liberada tras trece d¨ªas de arresto. Se present¨® ante el juez en julio de 2010, acusada de violar la ley de narc¨®ticos y poner en peligro a sus clientes, esto ¨²ltimo podr¨ªa haberle costado hasta veinte a?os de c¨¢rcel. Varios neurocient¨ªficos y psicoterapeutas testificaron en su defensa, argumentando que una ¨²nica dosis de LSD no puede considerarse una sustancia peligrosa, y que carece de efectos perjudiciales cuando se toma en un entorno controlado (el MDMA no fue incluido en la causa de la fiscal¨ªa).
El juez acept¨® que Friederike hab¨ªa entregado drogas a sus clientes dentro de un marco terap¨¦utico, mostrando una cuidadosa consideraci¨®n por su salud y bienestar, y la consider¨® culpable de repartir LSD pero no de poner a nadie en peligro. Por el delito de narc¨®ticos, recibi¨® una multa de 2.000? francos suizos y una sentencia suspendida de 16 meses con dos a?os de libertad condicional.
"He sido bendecida con un abogado muy comprensivo y un juez inteligente", dice ella. Piensa, incluso, que la mujer que la denunci¨® a la polic¨ªa tambi¨¦n fue una bendici¨®n, pues gracias al caso ahora puede hablar con total libertad de su trabajo con drogas psicod¨¦licas. En la actualidad, y de forma ocasional, da discursos en conferencias sobre psicod¨¦licos, y ha escrito un libro sobre su experiencia que, espera, servir¨¢ de gu¨ªa a otros terapeutas que deseen abordar el trabajo con estas sustancias de forma segura.
Este art¨ªculo se public¨® por primera vez en Mosaic y se publica de nuevo aqu¨ª con una licencia de Creative Commons.
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