¡®El resplandor¡¯| He visto unos ni?os en el pasillo
Los primerizos queremos ir con nuestro beb¨¦ a un hotel, pero con la paradoja ruin de que no queremos muchos cr¨ªos cerca¡o al menos de los pesados
Si hacer turismo es el equivalente a intentar leer un cl¨¢sico en vacaciones, el hotel con piscina es el bestseller veraniego: distracci¨®n sin muchas complicaciones.
Los que hemos viajado por trabajo (con la empresa pagando el hotel) solo nos preocup¨¢bamos de que el coj¨ªn fuera bueno y el desayuno abundante. Pero este verano, con la ni?a, para unos d¨ªas de vacaciones necesitaba priorizar otros temas.
El primero es que en el hotel acepten beb¨¦s. Debemos distinguir entre dos conceptos que pueden confundirse: child free (libre de ni?os) y ¡°ni?os gratis¡± (no regalan ni?os sino que no pagas extra por llevar a los tuyos).
Despu¨¦s, que tengan aire acondicionado y cuna. Dormir en familia es precioso un ratito, pero para una vez que estaremos en una cama gigante, al menos podernos expandir cual WinRar sin miedo a aplastar a la criatura. Con las cunas no va mal que sepan montarlas. En nuestro caso, despu¨¦s de reclamarla dos veces, nos la acab¨® trayendo el ayudante de cocina a medianoche y montarla entre los dos nos llev¨® 35 minutos y unas cuantas palabrotas (al aire, no entre nosotros, que la frustraci¨®n une mucho).
Tambi¨¦n conviene que las horas de entrada y salida (o check in y check out, para que esto quede m¨¢s internacional) sean pr¨¢cticas para la familia. Si no te dejan entrar hasta las 16 horas, la siesta del beb¨¦ te la comes en el coche o con el carrito paseando bajo el sol.
Entiendo que el personal necesita tiempo para hacer la habitaci¨®n, pero de 12 horas a 16 horas la pueden hacer literalmente, montando muebles y poniendo parket nuevo.
Si en recepci¨®n no son tan amables de darte una habitaci¨®n antes, recomiendo un duelo psicol¨®gico: os qued¨¢is en la entrada, con las maletas en medio y el cr¨ªo inquieto, y el proceso se acelerar¨¢ mucho.
Y lo ¨²ltimo es llamar para hacernos una idea del resto de hu¨¦spedes, para ver que ni traigamos al ¨²nico ni?o (nos mirar¨¢n mal seguro) ni que vayamos a caer en un chiquipark de inc¨®gnito. Todos los primerizos queremos ir con nuestro beb¨¦, pero con la paradoja ruin de que tampoco queremos muchos ni?os cerca¡o al menos de los pesados. Porque muchas veces no necesitaremos un hotel con historial de sucesos tr¨¢gicos para ver ni?os fantasmas por los pasillos ni escuchar las t¨ªpicas psicofon¨ªas que emocionan a los de Cuarto Milenio. Bastar¨¢n unas paredes finas y una temporada alta con mucha ocupaci¨®n para que los id¨ªlicos d¨ªas de descanso en el hotel con piscina se conviertan en la versi¨®n soleada de El resplandor.
Si se cumple todo esto, a por sobredosis de piscina y siesta. Si nos lo podemos permitir, todos agradecemos un par o tres de d¨ªas sin preocuparnos por el aparcamiento, por la comida o por ordenar la habitaci¨®n.
M¨¢s tiempo mejor no, porque entonces acabas con el hacha persiguiendo gente por los pasillos. Sobre todo cuando ves la factura.
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