Baldosas Huguet pisa con arte
EL ART D?CO?no hubiera sido lo mismo sin sus suelos coloridos y de dise?os geom¨¦tricos. Y el modernismo hubiera perdido la mitad de su encanto sin la aportaci¨®n de las humildes baldosas de cemento que alfombraban las casas en las que hoy se inspiran interioristas y arquitectos de renombre.
La familia Huguet es una de las ¨²ltimas que atesoran este saber hacer en Espa?a. En 1933 abri¨® en Campos (Mallorca) una f¨¢brica de baldosas hidr¨¢ulicas que hoy, con la colaboraci¨®n de grandes nombres del dise?o como los arquitectos Carme Pin¨®s o Herzog & de Meuron, contin¨²a a la vanguardia de este antiguo oficio.
Abanderan la rama m¨¢s artesanal de un sector, el de los azulejos, que no ha dejado de renovarse y crecer. Es la tercera industria que mayor super¨¢vit aporta a la balanza comercial espa?ola, y el a?o pasado factur¨® 3.075 millones de euros, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Espa?ola de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cer¨¢micos.
Esta exitosa cuenta de resultados esconde muchas peque?as historias como la de Huguet, una empresa familiar que ha sabido renovarse para sobrevivir a los vaivenes del mercado.
Estas piezas alfombran desde el f¨®rum de barcelona hasta el restaurante jaleo, de jos¨¦ andr¨¦s.
Desde su fundaci¨®n, fabric¨® ininterrumpidamente los mosaicos seg¨²n el modo tradicional. A saber, las tres capas de cada baldosa se elaboraban a mano: la superior, que aporta el dise?o y el color; la del medio, que da estabilidad, y la inferior, que otorga resistencia contra los golpes. Una vez finalizado el proceso, se almacenaban varias semanas hasta que el cemento se secaba, y solo entonces se consideraban listas para el mercado.
Entre los a?os sesenta y setenta, el boom de la construcci¨®n perdi¨® la paciencia (y el gusto) por los procesos artesanos. Las baldosas hidr¨¢ulicas fueron una de las primeras v¨ªctimas de la eclosi¨®n de la industria tur¨ªstica, que demandaba materiales fabricados en serie y sin mantenimiento. La mayor¨ªa de las f¨¢bricas que las hac¨ªan desaparecieron.
¡°Nosotros empezamos a hacer otro tipo de baldosas, pero mi padre nunca vendi¨® las m¨¢quinas donde se elaboraban aquellas piezas modernistas. Ah¨ª se quedaron y a finales de los noventa todo pareci¨® recobrar un sentido¡±, recuerda Manena Huguet, tercera generaci¨®n de la familia y responsable de marketing?de la empresa.
Si los nuevos ricos hab¨ªan despreciado los mosaicos artesanales por antiguos, los propietarios alemanes que empezaron a instalarse en Mallorca en la d¨¦cada de los noventa empezaron a mirarlos con otros ojos. ¡°Hab¨ªa una tendencia importada de Europa que buscaba recuperar lo antiguo en lugar de echarlo todo abajo. Reivindicaron a Gaud¨ª y a los modernistas y de repente empezaron a llegar pedidos¡±, cuenta Huguet. En 1997, Biel, su hermano, volvi¨® a la isla y se puso al frente de la empresa. Hab¨ªa estudiado arquitectura industrial y sab¨ªa el valor de lo que ten¨ªa entre manos.
Con la ayuda del ¨²nico experto en baldosas que quedaba en la isla, volvieron a la producci¨®n artesanal. En la f¨¢brica se conservaban los moldes del abuelo Huguet y cerca de 200 dise?os. A ese cat¨¢logo de cl¨¢sicos se fueron incorporando grandes nombres contempor¨¢neos, el primero de ellos, Sybilla, la dise?adora de moda que desde 2000 tiene su propia colecci¨®n. Los arquitectos suizos Herzog & de Meuron, Carme Pin¨®s y el estudio de Barozzi Veiga tambi¨¦n han unido sus firmas a la marca mallorquina.
Caminar sobre los mosaicos artesanales Huguet es un privilegio que puede disfrutarse en sitios tan diversos como la filarm¨®nica de la ciudad polaca de Szczecin, donde la empresa coloc¨® 44.000 baldosas pentagonales; los vest¨ªbulos de varios hoteles de Nueva Zelanda; el F¨®rum de Barcelona, o el restaurante Jaleo en Washington, fundado por el chef espa?ol Jos¨¦ Andr¨¦s.
La vuelta de la baldosa hidr¨¢ulica, modernista y tradicional, es un hecho que tambi¨¦n puede constatarse por la abundancia de webs dedicadas a vender piezas originales que han sobrevivido a desguaces y derrumbes varios, y que ahora se cotizan a precio de oro para lucir en casas resplandecientes y de lo m¨¢s actuales cuyos due?os aman el art d¨¦co.
Manena Huguet cuenta que incluso se comercializan vinilos que simulan los dise?os de estos antiguos suelos. Distinguir un original, asegura, resulta muy sencillo. ¡°Solo hay que tocarlo. Lo org¨¢nico y lo artesano no se pueden disimular, y mucho menos copiar¡±, concluye.
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