Per¨² despierta contra la violencia de g¨¦nero
Para conseguir resultados hay que exigir al Estado que cumpla con los derechos humanos y las leyes
M¨¢s de 200.000 personas marcharon hace unos d¨ªas por las calles de Lima y otras ciudades de Per¨² para protestar contra la violencia que sufren las mujeres. La mecha se prendi¨® tras la visibilizaci¨®n p¨²blica de los casos de dos mujeres ¡ªLady Guill¨¦n y Arlette Contreras-¡ªque fueron brutalmente agredidas por sus parejas y, posteriormente, humilladas por un sistema de Justicia que ha sentenciado a los agresores a "prisi¨®n suspendida", lo que significa su puesta en libertad con la prohibici¨®n de abandonar el pa¨ªs. Nada m¨¢s.
Esta impunidad, dictada por una judicatura machista y con altos niveles de corrupci¨®n, se suma a una realidad estremecedora: la violencia contra las mujeres en Per¨² podr¨ªa ser considerada una epidemia. Siete de cada diez peruanas afirman haber sufrido alg¨²n tipo de violencia por parte del esposo o compa?ero, seg¨²n la Encuesta Demogr¨¢fica y de Salud Familiar de 2015. Deshonrosamente, el pa¨ªs ostenta el tercer puesto del podio mundial de denuncias por violencia sexual, tan solo por detr¨¢s de Etiop¨ªa y Bangladesh, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (2013) y una media de 10 mujeres son asesinadas al mes por sus parejas o exparejas.
Estas cifras, p¨²blicas y conocidas, han sido denunciadas por las feministas y las organizaciones de mujeres desde hace a?os, ante la indiferencia y silencio de gran parte de la sociedad, hasta la reacci¨®n multitudinaria del pasado 13 de agosto. La agresi¨®n a Arlette, grabada por las c¨¢maras de su hotel y viralizada en internet y televisi¨®n, ha sacado a la luz lo que antes era privado, abriendo la puerta a que mujeres de diversas clases sociales y etnias empiecen a romper sus silencios, a superar la verg¨¹enza social que impone el haber sido agredida o violada.
Es un ¡®despertar¡¯ que ha llegado Lima, la capital, pero tambi¨¦n a lugares como Acobamba, en la zona rural. All¨ª trabaja Alianza por la Solidaridad desde hace a?o y medio ¡ªcon las organizaciones peruanas Demus y el Movimiento Manuela Ramos¡ª en un proyecto que busca garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, gracias a la financiaci¨®n de la Cooperaci¨®n Espa?ola. En Acobamba hemos podido escuchar a mujeres que, entre l¨¢grimas, pero con la seguridad de quien no va a callar m¨¢s, cuentan en p¨²blico que fueron violadas, una declaraci¨®n que hace poco hubiera sido impensable. La misma necesidad de contar sus historias de agresiones y violaciones la han tenido otras muchas mujeres en la p¨¢gina del Facebook de la campa?a de sensibilizaci¨®n Ni una menos, puesta en marcha en Per¨².
Precisamente, gran parte del trabajo de Alianza en el pa¨ªs consiste en empoderar y capacitar a mujeres de los distritos de Acobamba y Lima para que se conviertan en agentes locales que vigilen actitudes y pr¨¢cticas negativas relacionadas tanto con la salud sexual y reproductiva como con la violencia de g¨¦nero, ya sea entre personal sanitario, polic¨ªas o representantes p¨²blicos. Son mujeres de las que hasta hace poco las autoridades se re¨ªan, que eran ignoradas cuando acud¨ªan a la comisar¨ªa a denunciar una paliza, incapaces de alzar la voz para reclamar sus derechos. Ahora, sin embargo, no solo lo hacen , sino que ayudan y acompa?an a otras que sufren esa callada violencia, fortaleci¨¦ndose as¨ª una red de lideresas que colabora en ese despertar social que ha llenado las calles.
Queda pendiente que la sociedad se escandalice ante otras formas de violencia m¨¢s sutiles
Pero para conseguir resultados efectivos, adem¨¢s de realizar ese trabajo a nivel local, tambi¨¦n es preciso exigir el cumplimiento de los derechos humanos y de las leyes al Estado, porque de nada sirve que se denuncien los casos si luego no se toman medidas efectivas en el poder judicial, en el Congreso del pa¨ªs o en el Gobierno. Por ese motivo tambi¨¦n se han realizado tambi¨¦n acciones de presi¨®n pol¨ªtica, como el desarrollo de un Protocolo de Investigaci¨®n Eficaz para casos de Feminicidio (que ha contado con el asesoramiento del m¨¦dico espa?ol Miguel Lorente); talleres de formaci¨®n con jueces o encuentros con pol¨ªticos para acordar los compromisos por los derechos de las mujeres en la legislatura que comienza, bajo la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski.
No se puede obviar que ha habido avances. En noviembre de 2015 el Gobierno peruano aprob¨® la Ley 30364 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar y el pasado 27 de julio, justo un d¨ªa antes de la toma de posesi¨®n del nuevo presidente, se aprob¨® de urgencia un plan nacional que considera la diversidad cultural de las peruanas y que incluye sanciones a otras violencias fuera de la familia, como el acoso pol¨ªtico a las mujeres. Pero tambi¨¦n es cierto que hacen falta recursos para que sean avances efectivos. Es evidente la falta coordinaci¨®n entre las instituciones que deben prevenir y sancionar este tipo de violencia y, por supuesto, es preciso una reforma del sistema judicial que acabe con la impunidad penal y social de los agresores. Las mujeres de Per¨² comienzan a romper su silencio, pero no basta. Una vez dado el paso de la denuncia, es preciso que reciban atenci¨®n adecuada y tambi¨¦n que la Justicia act¨²e con rapidez para resolver los casos.
Y es solo el principio del camino en Per¨². A¨²n queda pendiente que la sociedad y el Estado se escandalicen ante otras formas de violencia m¨¢s sutiles, pero igualmente da?inas, que perpet¨²an la dominaci¨®n sobre las mujeres, como son su cosificaci¨®n en los medios de comunicaci¨®n, la construcci¨®n del concepto de amor rom¨¢ntico desde la infancia o la penalizaci¨®n del aborto, a¨²n en caso de violencia sexual.
Afortunadamente, las cosas est¨¢n cambiando en el pa¨ªs y las mujeres rurales, urbanas, ind¨ªgenas o mestizas, junto con las organizaciones feministas, seguiremos trabajando para que este despertar siga vivo.
Elena Alfageme es la coordinadora en el pa¨ªs de Alianza por la Solidaridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.