?Qu¨¦ hacer si tu hijo no quiere ir al colegio y llora siempre?
No solo sufre el ni?o, tambi¨¦n lo hace el adulto. Tomar conciencia de nuestra responsabilidad en el proceso de adaptaci¨®n ayuda
En estas primeras semanas del curso escolar el term¨®metro de los estados an¨ªmicos alcanza cotas inusitadas. La vuelta a la rutina nos torna quejumbrosos; la meteorolog¨ªa nada emp¨¢tica con corazones afligidos nos asfixia y las tareas de inicio de curso, de incorporaci¨®n de los peque?os a las escuelas, son la gota que colma el vaso. El infortunio nos ataca por nuestro lado m¨¢s vulnerable, los reto?os. Todos los cursos, escribo y comparto nuestras reflexiones de maestras de escuela sobre un proceso, muy, muy importante, el periodo de adaptaci¨®n.
Hace a?os que abandon¨¦ centrarme en los pasos que deber¨ªa dar el ni?o para lograr culminar con ¨¦xito la proeza de desprenderse de un entorno seguro y confiable como es el hogar para adentrarse en otro inexplorado, incierto y desafiante. Llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que cargar al ni?o con la responsabilidad de obtener ¨¦xito en una decisi¨®n que hemos tomado los adultos y que adem¨¢s lo haga como desear¨ªamos, es una suerte de atrevimiento, si cabe poco respetuoso y compasivo. Si queremos procesos de adaptaci¨®n a la escuela adecuados los que debemos prepararnos somos los progenitores y los educadores. Ellos, los ni?os, tienen muy poco margen para anticipar lo que apenas o nada existe en sus mentes y como es obvio, por edad, est¨¢n a expensas de los designios de los que m¨¢s les quieren.
Para ayudar a los padres en la tarea de encontrar informaci¨®n ¨²til, fiable y basada en la evidencia cient¨ªfica, y a la vez, crear una comunidad donde profesionales y familias se ense?en los unos a los otros, naci¨® la web Mamicenter (evoluci¨®n del grupo de Facebook El m¨¦dico de mi hij@). En ¨¦l, profesionales de todos los campos relacionados con la salud infantil atienden a las dudas que nos pueden surgir en el d¨ªa a d¨ªa de forma gratuita. Nuestro colaborador Jes¨²s Mart¨ªnez, pediatra, cofundador y codirector m¨¦dico de Mamicenter, atender¨¢ quincenalmente junto a su equipo a las dudas de los lectores.
Sin embargo, aunque decisi¨®n y claves deriven del adulto ser¨¢ el ni?o el que construya su proceso. Un proceso que trasciende a lo puntual y que instalar¨¢ en la mente del peque?o experiencias y aprendizajes fundamentales como base relacional consigo mismo, con los dem¨¢s, con el entorno escuela¡ con impacto no solo en esos d¨ªas, sino tambi¨¦n en el futuro escolar.
En demasiadas ocasiones. en educaci¨®n nos vemos mediatizados por la urgencia y queremos ver resultados al instante. Bajo el influjo de esta presi¨®n hacemos hasta lo que no debemos y mientras tanto nos olvidamos de ese largo alcance de una adaptaci¨®n ¡°bien o mal interiorizada¡±. Merece la pena respirar hondo, ponerse las lentes de la naturaleza infantil y hacer el esfuerzo que sea necesario para garantizar que el ni?o va a estar acompa?ado por adultos conscientes de la importancia de ¡°sentirse bien en la escuela¡±.
Insisto en este ¨²ltimo p¨¢rrafo, la importancia del proceso de adaptaci¨®n. La percepci¨®n de que es algo que hay que soportar y que con el tiempo se pasa, nos hace ciegos al posible d¨¦ficit que quede sin abordar. Pero casi me atrevo a afirmar que, aunque se conozcan estas razones los efectos a largo plazo se obvian en muchas ocasiones para centrarnos en otros aspectos perturbadores.
Acabar con el llanto.
Los ni?os lloran. Lloran al entrar en los centros. Y con el llanto infantil llueve en el alma de los padres, llueve en el alma del educador mientras ve rodar por los mofletes de los nenes un r¨ªo de lagrimotas. Entonces es muy dif¨ªcil acordarse de las teor¨ªas, de las reflexiones, de los acuerdos, de las pautas. Es dif¨ªcil cuando el ni?o pierde el apetito, est¨¢ irascible, enferma o no duerme.
Sentimientos enfrentados, aluvi¨®n de sensaciones negativas; ansiedad, tensi¨®n, envuelven uno de los periodos m¨¢s sensibles de la vida escolar. Que entonces te digan que te descentres y pongas la mirada m¨¢s all¨¢ del sabor amargo de una l¨¢grima, es dif¨ªcil. Y si te animan a responder con confianza en ti, en el ni?o, en el centro, pues es casi como si te pidieran que alcanzaras la luna. Quien tiene las riendas de nuestro organismo son las fuerzas inconscientes de las emociones, el temor, el enfado, la culpa¡
El sonido y la visi¨®n del llanto de los ni?os te resuenan en lo m¨¢s profundo del cerebro y no hay duda, hay que hacer artes malabares para no salir corriendo de la ¡°amenaza escuela¡± ?esto os pasa?
Lloran. Se anegan pensamientos y corazones.
Y aparece en nosotros ese adulto que se debate entre la necesidad y el deseo.
Sin embargo, os propongo otra perspectiva ?Pensad que es vuestro, nuestro momento, el del adulto, el de la modulaci¨®n de tus emociones! T¨² decides.
Esta puede ser una maravillosa noticia ?Podemos influir en el bienestar infantil! Tomar conciencia de nuestra responsabilidad en el proceso nos aleja de la impotencia.
Os presento a Mario, un peque?o hasta hace una semana, ¨¢vido por explorar el mundo. Se incorpor¨® a la escuela. Ahora, Mario se despierta, ha perdido su energ¨ªa arrolladora, rechaza todo lo que se le propone; su pensamiento gira y gira entorno a la misma idea, no quiere ir a eses sitio nuevo; y con lengua de trapo suelta un rotundo y claro ¡°no¡±. A partir de ah¨ª ya no hay escucha, se muestra rebelde o, por el contrario, desmoralizado.
?C¨®mo podemos ayudar a Mario? Os remito a la publicaci¨®n que existe en mi blog para las reflexiones sobre los previos, os invito a conocerlo. En este escrito pretendo abordar esos d¨ªas tan desestabilizadores de cuerpos y almas, ¡°los d¨ªas del llanto¡± ?Qu¨¦ funciona, qu¨¦ ayuda?
No voy a extenderme, tan solo apuntar lo que no debe faltar. Familias y docentes, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en el bienestar de los ni?os.
S¨¦ su espejo.
Se puede ayudar mejor al ni?o si se conoce y valida lo que siente.
Transita el miedo, tristeza la rabia¡ Las interpretaciones y actuaciones adultas no siempre se corresponden con la afectividad infantil.
El adulto es ese espejo en el que encuentra la raz¨®n, la g¨¦nesis de sus males, la interpretaci¨®n a lo que le acontece. No dudes, no niegues, valida ¡°est¨¢s triste, est¨¢s enfadado¡±. Este es el primer paso de la regulaci¨®n emocional infantil, sentirse sentido. Si no existe la percepci¨®n de que sus sentimientos ¡°resuenan en el adulto educador¡± el ni?o inconscientemente se encuentra perdido; los que le pueden ayudar no aprecian la necesidad. Y est¨¢ inmerso en lo que el cerebro ha interpretado un desaf¨ªo de supervivencia. El adulto es el mediador entre la tormenta y la calma.
Se nutren de afecto.
Siempre la mejor de las motivaciones es aquella que nace de dentro, ese impulso que posee m¨¢s de la mitad emocional, con un ¨¢pice de racional, que empuja y nos hace movernos en la direcci¨®n del deseo.? ?Y c¨®mo influir para que el ni?o desee estar en la escuela? La vida del ni?o en la adaptaci¨®n es demasiado compleja, cargada de factores estresantes que invitan a actitudes desabridas. Sea como fuere el comportamiento infantil, independientemente de c¨®mo act¨²e, los ni?os deben recibir un trato sensible, considerado, cordial. Enfatiza tu mensaje de amor, el mejor m¨¦todo de llegar al coraz¨®n de los ni?os.
Un lector de se?ales.
Confortar es el objetivo. En el proceso de adaptaci¨®n, el ni?o, nunca, nunca debe ser abandonado a su suerte. Comunica afectiva y efectivamente. Presencia acogedora que alimente vinculaci¨®n ¡°soy tenido en cuenta, tengo mi espacio, soy atendido, soy cuidado, soy querido¡±. Un entorno que arrope, que anime, que sea cauce de serenidad.
Confianza b¨¢sica.
Cree en tu capacidad, le ense?ar¨¢s a confiar en la suya. Est¨¢ iniciando una gran conquista, este proceso es un gran ensayo de sus habilidades.
Entornos sin miedo, entornos sin culpa, entornos seguros.
La ansiedad constante tiene un buen ant¨ªdoto, la atm¨®sfera debe ser siempre emocionalmente segura. La forma en la que el equipo escolar y la familia afronten los miedos infantiles invalida o habilitan para sentirse importantes, significativos, ¨²tiles, parte de la comunidad.
Hay demasiadas referencias que nos muestran que hemos convertido las escuelas en suced¨¢neos de vida, donde los ni?os no quieren estar. Los docentes nos sentimos irritados, desafiados, provocados, heridos y hasta desesperados, por las condiciones que infravaloran el respeto a la dignidad (ratios, presiones administrativas y econ¨®micas¡) en el proceso de adaptaci¨®n m¨¢s, y utilizamos herramientas para ¡°encarrilar¡± al alumno. Aprendamos a considerar estos conflictos como oportunidades para desarrollar la flexibilidad, la empat¨ªa, la cooperaci¨®n, el crecimiento personal y profesional a trav¨¦s de estrategias m¨¢s humanizadas. Somos importantes en la vida de los ni?os.
Rutinas que sit¨²en.
Planificar actividades, tanto en los hogares como en los centros, con el fin de optimizar el proceso de adaptaci¨®n es un aliado muy valioso. Cu¨ªdate, no se cuida bien si te sientes mal. Pon optimismo en tu agenda, desv¨ªa el foco, no te ancles en mascullar el malestar. El descanso, el deporte y la alimentaci¨®n son combustible cerebral, no te olvides de mantenerlo saludable.
M¨¢s que nuca familia y escuela deben trabajar juntos, con una visi¨®n compartida de todos estos aspectos, practicando el di¨¢logo. La complicidad nos hace congruentes a los ojos infantiles y eso es lo que dota al ni?o de medios seguros y confiables.
Y un recordatorio, el t¨¦rmino proceso no es un capricho, hace referencia a la secuencia de pasos que familias y educadores habr¨¢n de dar en el camino de la adaptaci¨®n del ni?o a la escuela. Cuando lo vemos de esta manera es posible que seamos m¨¢s comprensivos, m¨¢s compasivos con nosotros mismos y con los ni?os.
A vuestra disposici¨®n ?Que este sea el curso casi perfecto!
Marisa Moya es maestra de infantil y psic¨®loga, responsable de educaci¨®n y psicolog¨ªa en Mamicenter.
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