Fantasma despierto
QUERIDO SOREN PE?ALVER:
?Cu¨¢ntas veces, al comentar un suceso, me dices: escr¨ªbelo! F¨ªjate en este reciente. Si uno vive, como apuntaba Quevedo, ¡°en conversaci¨®n con los difuntos¡±, puede darse el caso de que comparta horas con un espectro, y m¨¢s, que viva con ¨¦l. Pero llegan momentos en que la vida se impone y la atenci¨®n prestada tiene que disminuir. Estaba yo en este pensamiento cuando, buscando por Internet una cosa que ya no recuerdo, encontr¨¦ una foto de ese fantasma m¨ªo con algo m¨¢s de 20 a?os. Me qued¨¦ tan fascinada por su mirada limpia, inteligente y a la vez imperiosa que vi asomar un peligro y me dije: ahora mismo me tengo que despedir. As¨ª que, suavemente, empec¨¦ a pensar en una f¨®rmula./
En una ocasi¨®n dorm¨ª en una cama en la que hab¨ªa dormido uno de mis poetas favoritos, John Keats.
Se trataba de un ser al que yo nunca habr¨ªa podido conocer ¨Cnaci¨® en el siglo XIX¨C y, en cambio, quisieron los hados que entrara en contacto con su nieto. Yo le hab¨ªa enviado un libro y, puro azar, lo recibi¨® el d¨ªa de su cumplea?os. Le pareci¨® un signo y, desde entonces, sostenemos intercambio por e-mail. M¨¢s de una vez me ha dicho que tenemos que conocernos y, viviendo ¨¦l en Am¨¦rica, me ha invitado a pasar unos d¨ªas en casa de su madre, en Europa, cuando ¨¦l la visite. En una ocasi¨®n dorm¨ª en una cama en la que hab¨ªa dormido uno de mis poetas favoritos, John Keats, en ?vila, as¨ª que empec¨¦ a pensar en esa posible visita que me llevar¨ªa a dormir, con bastante probabilidad, bajo el mismo techo de la casa de mi fantasma./
Pues bien, estaba pensando en aquella f¨®rmula de despedida, que deb¨ªa ser tambi¨¦n una disculpa y un modo de esperanza, y, al releer los poemas de Gunnar Ekel?f, encontr¨¦: ¡°Cabalgo a tu encuentro / para verte venir / una vez m¨¢s en mis sue?os¡±. De ah¨ª pod¨ªa partir¡ Y al punto escrib¨ª un poema donde hablaba de la amenaza de un barranco que me acechaba, pero acababa: ¡°No hay caballo que salte / el arco de esta muerte¡±.
Apenas escrito esto, recibo un mensaje del nieto con una petici¨®n: su hijo, acabado un periodo de intenso estudio, ir¨¢ unos d¨ªas a Barcelona de vacaciones. ?Puede darle mi tel¨¦fono por si acaso? Por supuesto, pero yo no vivo all¨ª, all¨ª viven mis hermanas, as¨ª que lo pongo en contacto con una de ellas.
Me llama mi hermana: ¡°?A que no sabes lo que ha pasado? He conocido al bisnieto antes que t¨²¡.
Transcurren sin noticias los d¨ªas de estancia de ese muchacho en la ciudad, pero el ¨²ltimo me llama mi hermana: ¡°?A que no sabes lo que ha pasado? He conocido al bisnieto antes que t¨²¡ Resulta que un ladr¨®n se ha cebado con el chico. Se lo ha robado todo. Me ha llamado su padre pidiendo ayuda, as¨ª que he ido, lo he acompa?ado a la polic¨ªa, a comprar un billete de regreso, lo he invitado a merendar, le he dado algo de pocket money¡¡±.
?Qu¨¦ r¨¢pido es ese fantasma!, me digo. Actualmente tenemos tantas posibilidades¡ Por lo que me cuenta mi hermana el chico es encantador y muy inocente. Empiezo a buscar por Internet su imagen. Y veo entonces a su padre, a su abuela, a su t¨ªa¡ Y tambi¨¦n al muchacho. Me quedo at¨®nita: se dir¨ªa la misma cara de aquella fotograf¨ªa de su bisabuelo que encontr¨¦ sin buscarla y me pareci¨® que encerraba un peligro.
Un abrazo.
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