Estos siete magn¨ªficos est¨¢n al borde de la extinci¨®n
Adem¨¢s del oso pardo y el lince, otras especies de mam¨ªferos est¨¢n en peligro de desaparecer en Espa?a
?Qu¨¦ es un desm¨¢n? ?Y un murci¨¦lago patudo? El lince ib¨¦rico y el oso pardo (como el muerto a tiros el pasado domingo) acaparan el protagonismo de los titulares y del dinero en proyectos para preservarlos, pero en Espa?a hay otras cinco especies de mam¨ªferos que est¨¢n en peligro de extinci¨®n. En alg¨²n caso, como el de la ballena vasca, se duda incluso que quede alg¨²n ejemplar vivo?cerca de las costas. En otro, el del ¨²nico murci¨¦lago pescador de la pen¨ªnsula ib¨¦rica, el escaso n¨²mero de individuos parece abocarlo a la desaparici¨®n. No hay una ¨²nica causa que haya empujado al desastre a este G7 involuntario, pero s¨ª una com¨²n en todos: la presencia del ser humano.
Como contrapartida, tambi¨¦n hay mano (y mente) humana en los esfuerzos por recuperar. Eso s¨ª, es muy desigual de especie a especie. "Para los animales en peligro emblem¨¢ticos, como el oso o el lince, s¨ª hay destinados recursos", asegura Mario S¨¢enz de Buruaga, vicepresidente de la Sociedad Espa?ola para la Conservaci¨®n y Estudio de los Mam¨ªferos (SECEM). El problema es mayor para los vertebrados que ¨¦l llama "m¨¢s an¨®nimos" y que pasan desapercibidos por su tama?o (el desm¨¢n o el vis¨®n) o su poca visibilidad (los murci¨¦lagos y las especies marinas). En esas especies, cree el experto, la situaci¨®n dista mucho de ser halag¨¹e?a, tanto en conciencia social como en las medidas para luchar contra la situaci¨®n comprometida que atraviesan, pero da una pista sobre un principio general: hay que cuidar las necesidades b¨¢sicas de las siete especies, la casa y el alimento.?
Pulsa sobre el icono de cada animal para conocer su situaci¨®n actual (los mapas est¨¢n basados en informaci¨®n de la UICN, sujeta a variaciones conforme avanza la investigaci¨®n sobre las especies):
Oso pardo, vulnerable pero flexible
Ballena vasca, el cet¨¢ceo que hizo las Am¨¦ricas?
Lince ib¨¦rico, heredero de los felinos que huyeron del r¨ªo
Foca monje del Mediterr¨¢neo, la expulsada de las cuevas
Murci¨¦lago patudo, un pescador que busca tranquilidad
Desm¨¢n ib¨¦rico, indicador de aguas puras
Vis¨®n europeo, el must¨¦lido asediado del Ebro
El oso pardo no est¨¢ en peligro de extinci¨®n en todo el mundo, pero s¨ª en Espa?a. En su momento anduvo por doquier en Eurasia, pero conforme la poblaci¨®n humana aument¨®, se redujeron sus h¨¢bitats. Su presencia en Europa ha quedado limitada a reductos, normalmente monta?osos y en pendientes elevadas. Su principal amenaza es otro mam¨ªfero: el homo sapiens sapiens, que ha ido acabando con los robledales y los hayedos que le proporcionan los frutos secos y le mantienen en buen estado fisiol¨®gico.
Eloy Revilla, investigador de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana (EBD, CSIC) embarcado en proyectos de investigaci¨®n sobre esta especie, describe al oso pardo como "un animal generalista, aunque sobre todo vegetariano". Come desde hierba y otras plantas con alguna capacidad nutritiva, frutos secos (bellotas, casta?as...) y ocasionalmente come carro?a, incluso insectos. Se?ala otra caracter¨ªstica que define a este ¨²rsido: el espacio, el mucho espacio que necesitan para desarrollarse. "Por lo dem¨¢s, es una especie especie muy flexible en requerimientos ambientales, siempre y cuando tenga comida y refugio".
El lugar ideal para un oso pardo es un bosque inaccesible, de alta monta?a. Son las que encuentra en la zona cant¨¢brica, donde el oso se instal¨® en zonas muy productivas, en peque?as manchas de bosque con mucha pendiente. Sin embargo, ahora se est¨¢n orientando a bosques mediterr¨¢neos, menos ricos en alimento, pero que en determinadas condiciones ofrecen un h¨¢bitat suficiente.
Adem¨¢s del da?o a sus h¨¢bitats, la mortalidad no natural, la persecuci¨®n directa por la caza, min¨® la especie. "Por suerte, desde los a?os 70 y 80, la percepci¨®n de la especie es positiva. Antes se ve¨ªa una especie cineg¨¦tica de caza mayor y que se cazara a un animal de larga vida como esta supon¨ªa perder posibilidades de reproducci¨®n, porque son muy pocos los individuos". Ese cambio de concepto social y tambi¨¦n la legal de hace unos a?os ayud¨®, por ejemplo, a que se prohibieran los lazos para cazar jabal¨ªes, que tambi¨¦n da?aban a los osos.
En Espa?a en la cordillera cant¨¢brica rondan los 230, y son menos en los Pirineos. La ciencia, fascinada por la capacidad de adaptaci¨®n del animal, compara entre s¨ª las poblaciones que quedan en Espa?a, los C¨¢rpatos, Polonia y Escandinavia.
Ballena vasca: el cet¨¢ceo que hizo las Am¨¦ricas
"Para saber c¨®mo era la ballena vasca, ya solo contamos con sus huesos, y eso cuando los encontremos". Es un lamento, pero tambi¨¦n una certeza, del bi¨®logo Jos¨¦ Mart¨ªnez Cedeira (presidente de CEMMA, organizaci¨®n que asesora a la Xunta de Galicia en varamientos de animales marinos). Para referirse a la ballena vasca solo emplea tiempos verbales pasados. Hace muchos a?os que no se ve a la especie en las costas espa?olas. Frente a Fisterra se avist¨® una en 1978, otra en el golfo de Vizcaya en 1980 y la ¨²ltima frente a la Estaca de Bares (A Coru?a) en 1993.
Pero que aquellas ballenas fueran vascas es otra historia. No se ha podido precisar si los ejemplares avistados eran restos de la antigua poblaci¨®n europea o ejemplares errantes de la poblaci¨®n americana de la misma especie que viv¨ªa entre Terranova y Florida.
La historia de la ballena vasca es, por desgracia, la historia de su caza masiva durante los siglos XII a XVIII. La ¨²ltima en Espa?a, no obstante, se caz¨® muchos a?os m¨¢s tarde. El 14 de mayo de 1901, cinco traineras de Orio (Guip¨²zcoa) acabaron con la ¨²ltima en una 'haza?a' que inspir¨® al cantautor?Benito Lertxundi, y todav¨ªa hoy aviva una celebraci¨®n quinquenal en la localidad guipuzcoana. Pero para principios del siglo XX, la ballena era m¨¢s un recuerdo. Las artes de caza se hab¨ªan quedado muy atr¨¢s. "A la ballena de Orio la mataron tir¨¢ndole cartuchos de dinamita", asegura el profesor de la Universidad de Oviedo Carlos Nores.
Era un animal lento y, para su desgracia, nada asustadizo y tan tranquilo, que incluso cuando se le arponeaba respond¨ªa con cierta docilidad. El gran volumen de aceite en su cuerpo, considerado un oro l¨ªquido durante muchos siglos y sobre todo en la Edad Media, hac¨ªa que una vez muerta la ballena flotase sobre el agua y eso facilitaba remolcarla.
La ballenaci¨®n, la caza tradicional, desapareci¨® probablemente por haberse agotado la poblaci¨®n que invernaba por en las costas, asegura Carlos Nores. Los cient¨ªficos creen que la poblaci¨®n de este lado del Atl¨¢ntico se extingui¨®. La americana, en cambio, qued¨® muy reducida pero no lleg¨® a desaparecer del todo y algunos ejemplares se animaron a cruzar el charco.
?Cu¨¢ndo se dar¨¢ por perdida para siempre? La pregunta no tiene respuesta clara. Es una decisi¨®n t¨¦cnica pero tambi¨¦n pol¨ªtica, que en parte depende de saber si los animales avistados eran genuinamente europeos o unos parientes americanos en busca de sus ra¨ªces. "Si tuvi¨¦semos material de entonces conservado tal vez se podr¨ªa intentar comprobar si hay diferencias gen¨¦ticas entre las poblaciones americanas y las europeas y esos marcadores gen¨¦ticos nos permitir¨ªan diferenciar el origen de estos ejemplares, pero ni se ha hecho el estudio ni se dispone del material para comprobarlo, hoy por hoy", cree Nores.
Lo que hace ¨²nico al lince ib¨¦rico sobre otras especies similares es su especializaci¨®n en conejos. En su ¨²nica zona en la que est¨¢ presente, la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, desempe?a una funci¨®n ecol¨®gica muy especial en relaci¨®n con otros peque?os predadores. "Su presencia influye en la presencia de otras especies con las que compite, como los meloncillos [una especie de mangosta]", ilustra Eloy Revilla, investigaci¨®n de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana (EBD, CSIC). "El tama?o es muy importante, al ser m¨¢s grande que otros predadores hace que pueda excluir a todos los dem¨¢s. Y, al excluirlos, tambi¨¦n var¨ªa la densidad de las especies de las que se alimentan y sus h¨¢bitats se extienden".
La poblaci¨®n del lince ha ido aumentando desde principios de este siglo (hab¨ªa menos de 100 y ahora superan los 300), seg¨²n cita el proyecto Iberlince, pero a base de mucho esfuerzo de conservaci¨®n y de concienciaci¨®n social. "En los 90 mucha gente no sab¨ªa qu¨¦ era un lince ib¨¦rico, ahora lo conoce todo el mundo. Que la sociedad est¨¦ interesada en la conservaci¨®n de la especie es fundamental y lo m¨¢s dif¨ªcil de conseguir".
Pero esa mejor¨ªa no deber¨ªa ser sin¨®nimo de bajar la guardia. Cuando son pocos los individuos, cualquier peque?a cosa que les ocurra supone un problema grave. Acusan una mortalidad elevada en determinados lugares, a cuentas de los atropellos. Tambi¨¦n les acucia la endogamias (se reproducen entre s¨ª y suelen aparecer problemas de debilidad gen¨¦tica). Con todo, el problema principal es la falta de h¨¢bitat adecuado, que para ellos es uno con el suficiente n¨²mero de conejos para que se alimenten bien.
Para protegerlos, la clave es el cuidado de los h¨¢bitats. Hay que mejorarlos, cree Revilla, acordando con los propietarios de los terrenos medidas para que aumente la poblaci¨®n de conejos. Desde el punto de vista cient¨ªfico, en la EBD se trabaja sobre todo en la gen¨¦tica, y en la endogamia y en la historia evolutiva de la especie en el pasado- Interesa saber c¨®mo se pudo producir una especie as¨ª en Espa?a. "El lince ib¨¦rico es el resultado de una evoluci¨®n. Los linces se refugiaron en el sur de Europa escapando de la glaciaci¨®n y cuando el hielo se retir¨®, se adaptaron al nuevo clima y el h¨¢bitat: redujeron su tama?o y se especializaron en su presa". Do?ana y Sierra Morena albergan las mayore poblaciones, aunque se han reintroducido en Extremadura, los Montes de Toledo o Portugal.
Los ¨²ltimos avistamientos de focas monje en costas espa?olas se produjeron en las islas Chafarinas, cerca de Melilla, hace ya varios a?os. Su presencia, sin embargo, fue com¨²n en Baleares y Canarias. Se denota en los nombres que en ellas perviven, como el islote de Lobos en Fuerteventura o la cueva del Llop Mar¨ª en Tarragona, por conocerse a estos animales como lobos marinos.
No en vano,?las cuevas son esenciales para la pervivencia de estos animales, que junto a la foca monje de Haw¨¢i es la ¨²nica especie de f¨®cido de clima subtropical y tropical. Se re¨²nen en las m¨¢s rec¨®nditas para descansar y reproducirse. Lo explica Pablo Fern¨¢ndez de Larriboa, director dentro de la Fundaci¨®n CBD-Habitat del Programa de Conservaci¨®n de la Foca Monje en Cabo Blanco (Mauritania). Larriboa achaca su declive a los enredos accidentales en las redes de pesca y a la destrucci¨®n de las cuevas, hasta dejarlas en los cerca de 600 ejemplares que sobreviven en la actualidad. Cabo Blanco, en Mauritania, es el hogar de casi la mitad de ellos; la otra poblaci¨®n que queda en el Atl¨¢ntico, con menos de cinco decenas de ejemplares, est¨¢ en Madeira, Portugal. Eso ha reducido la categor¨ªa de especie cr¨ªticamente amenazada a amenazada a secas en el mundo.
No es suficiente. "Una enfermedad o una marea negra puede darle el toque final a toda una poblaci¨®n", prosigue Fern¨¢nde de Larriboa. Pero tambi¨¦n un peligro m¨¢s sutil y continuado, como la degradaci¨®n de las cuevas costeras donde viven, alejadas de las miradas de los cient¨ªficos. La dificultad de llegar a ellas y conocer sus condiciones de vida centran los esfuerzos de quienes se afanan en protegerlas, ayudados por videovigilancia. Solo conociendo cu¨¢ndo y cu¨¢ntos nacimientos ocurren al a?o, cu¨¢ntas hembras reproductoras conforman las poblaciones, o en qu¨¦ lugares se cruzan con los pescadores se puede proteger a esta especie.
Como en las poblaciones atl¨¢nticas mencionadas, donde el Ministerio de Medio Ambiente lidera una coalici¨®n internacional para aplicar un Plan de Conservaci¨®n junto a Portugal, Marruecos y Mauritania. Sextuplicar la poblaci¨®n desde los 100 ejemplares contabilizados en 1998 significa solo una leve recuperaci¨®n, no suficiente a¨²n como para que la foca monje vuelva a verse descansando en las cuevas de la que fue expulsada.
El murci¨¦lago patudo es un animal muy exigente (y as¨ª le va). Necesita vivir cerca de cauces de agua limpia y que fluya despacio, es decir, en pantanos y tramos medios y bajos de los r¨ªos. Sus exigencias no son por gusto: es la ¨²nica especie de quir¨®ptero en Espa?a que caza sus presas en el agua. Sus patas est¨¢n concebidas para agarrar desde larvas de insectos a zapateros, incluso alevines y gambusias, una especie invasora. Gracias a su sorprendente radar, es capaz de detectarlos mientras est¨¢n sumergidas, aunque tienen que nadar pr¨®ximas a la superficie. Para que su instrumental (radar y patas) funcione bien, el agua tiene que estar casi quieta y libre de porquer¨ªa. Un h¨¢bitat que escasea cada vez m¨¢s en Espa?a por la contaminaci¨®n que acumulan los r¨ªos conforme se acercan al final de su curso.
No acaban ah¨ª sus requisitos vitales. El patudo (tambi¨¦n llamado murci¨¦lago ratonero patudo) es un cavern¨ªcola estricto: no busca refugio en construcciones, solo en cuevas (rara vez, en minas abandonadas), que tampoco son incontables en las partes bajas de los r¨ªos. Esas zonas, adem¨¢s, est¨¢n m¨¢s habitadas por los seres humanos. "Ese es uno de los problemas m¨¢s importantes para su conservaci¨®n", apunta Xavier Puig, bi¨®logo y secretario de la Asociaci¨®n Espa?ola para la Conservaci¨®n y el Estudio de los Murci¨¦lagos. En Espa?a hay 33 especies diferentes de quir¨®pteros, 13 de ellas amenazadas, pero el patudo es la ¨²nica en peligro de extinci¨®n.
Su estado de conservaci¨®n es "p¨¦simo". En Espa?a, se ha detectado un declive de entre el 30% y el 50% de la especie en la primera d¨¦cada del siglo. En 2012 la poblaci¨®n superaba por poco los 7.000 ejemplares. "Pueden parecer muchos en comparaci¨®n con otras especies amenazadas. La gente puede decir: ?Pero si osos quedan mucho menos! Lo que pasa es que su situaci¨®n es muy distinta. Los murci¨¦lagos necesitan vivir en colonias de decenas o cientos. Los miles que hab¨ªa en Espa?a ven c¨®mo se reducen sus colonias actuales (extinciones locales) y los lugares que podr¨ªan colonizar", ilustra el experto. Los animales se concentran sobre todo en la regi¨®n valenciana (5.000 ejemplares), pero tambi¨¦n hay colonias en Girona, Baleares, Almer¨ªa y Ceuta. En total, hay unas treinta localidades donde se sabe que se reproducen. Y lo hacen poco: cada hembra solo pare una cr¨ªa al a?o.
La ciencia quiere saber c¨®mo funciona su peculiar radar y sus patas. Investigadores de la Universidad del Pa¨ªs Vasco han demostrado que utiliza una t¨¦cnica de arrastre con las patas y el uropatagio, la membrana que une sus extremidades inferiores. Pero queda mucho por saber. Para mejorar su conservaci¨®n, hay que localizar d¨®nde se ubican. "Se les colocan peque?as mochilas para saber ad¨®nde se mueven y comprender qu¨¦ tipos de h¨¢bitats utilizan para cazar, qu¨¦ actividad tienen durante la noche, c¨®mo y cu¨¢nto se desplazan... todo orientado a obtener datos pr¨¢cticos que ayuden a dise?ar medidas de protecci¨®n". Aqu¨ª van varias ideas. Una, conservar sus refugios, para lo que es necesario la colaboraci¨®n de espele¨®logos y agentes tur¨ªsticos para que sus visitas sigan un calendario razonable y prohibir la entrada a colonias muy sensibles. Desde la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, Susana Mart¨ªnez Al¨®s insta a proteger legalmente todos sus refugios de cr¨ªa. "Hay que colocar vallados perif¨¦ricos que permitan el vuelo de los animales para entrar y salir del refugio pero que impidan la entrada de visitantes". Un ¨²ltimo objetivo, ya recogido en un proyecto en el que Xavier Puig trabaja: aumentar el n¨²mero de l¨¢minas de agua tranquilas en los cauces bajos de los r¨ªos, que adem¨¢s est¨¦n disponibles durante el verano. Esa es la ¨¦poca (una exigencia m¨¢s) en la que el murci¨¦lago patudo se reproduce.
?Es una rata? Parece un topo, con esos ojos peque?os... ?o quiz¨¢s es una musara?a? Pero ese hocico con forma de trompeta...
El hocico es precisamente el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico para distinguir al desm¨¢n ib¨¦rico, una trompa m¨®vil recubierta de pelillos tan sensibles que detectan el m¨ªnimo cambio de presi¨®n en el agua. En caso de duda, compruebe que sus patas son palmeadas, las traseras mucho m¨¢s grandes que las delanteras, y que su cola es bastante larga en proporci¨®n a su tama?o. Dicho esto, ser¨¢ muy dif¨ªcil que se lo cruce; no solo por sus h¨¢bitos nocturnos si no porque quedan muy, muy pocos.
"El desm¨¢n es un bioindicador de aguas puras, ya que la base de su dieta son invertebrados acu¨¢ticos que necesitan aguas limpias y oxigenadas para su desarrollo", explica Julio Gisbert, director t¨¦cnico de Galemia (Investigaci¨®n y Conservaci¨®n de Vertebrados Olvidados). Este h¨¢bito alimenticio se ha convertido en su peor enemigo: lo convierte en un animal extremadamente vulnerable a la contaminaci¨®n acu¨¢tica. Pero no solo a lo que no se ve. La construcci¨®n de embalses y presas hidroel¨¦ctricas tambi¨¦n dificultan enormemente su desarrollo. El impacto antropog¨¦nico es la amenaza primordial, contin¨²a Gisbert, y enumera los peligros que acechan a semejante criatura. Las construcciones acaban con la conectividad de las poblaciones, la contaminaci¨®n las separa; los incendios y reforestaciones alteran el curso de los cauces, fulminando a los invertebrados de los que se alimenta. Por no hablar de la repoblaci¨®n de la trucha extranjera, que compite con ¨¦l por alimento, o la nutria y el vis¨®n americano, cl¨¢sicos depredadores del desm¨¢n.
Especie end¨¦mica de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, tambi¨¦n se le conoce como desm¨¢n ib¨¦rico, y su nombre cient¨ªfico, Galemys Pyrenaicus, da una pista sobre los reductos monta?osos donde se les puede encontrar. De hecho exist¨ªan cuatro especies del g¨¦nero Galemys, de las que s¨®lo la mencionada se mantiene en la actualidad. En los ¨²ltimos 25 a?os este peque?o insect¨ªvoro ha perdido m¨¢s del 68% de su ¨¢rea de distribuci¨®n original: la mitad norte de Portugal, Galicia, Le¨®n, Sistema Central y Cordillera Cant¨¢brica. El Ministerio de Medio Ambiente cre¨® en 2013 una Estrategia de Conservaci¨®n del Desm¨¢n Ib¨¦rico en Espa?a con la que se pretende conservar la especie. Actualmente existen tres proyectos LIFE para protegerlos, en Galicia, Castilla y Le¨®n y Extremadura y los Pirineos franceses.
Con su trompa aplastada y desnuda, resulta inexplicable que en el pasado se le haya confundido con otros roedores y se le haya perseguido en consecuencia, al creer que da?aba la pesca o los cultivos. Lo cierto es que el propio desconocimiento que existe sobre ¨¦l supone la mayor amenaza para su conservaci¨®n. No en vano, el t¨¦rmino "desm¨¢n" significa "acci¨®n injusta o abusiva que se comete contra una persona, caus¨¢ndole un grave da?o o perjuicio". Si este topo de agua se extingue se perder¨¢ no s¨®lo un endemismo, sino tambi¨¦n un g¨¦nero ¨²nico en el mundo.
En el caso de que paseando a la vereda de un r¨ªo espa?ol se encuentre un vis¨®n convendr¨ªa que supiese lo importantes que son sus labios. Sobre todo las manchas blancas que les salen en ellos: si tanto en el superior como en el inferior presenta un color blancuzco como si fuese una perilla completa, se trata del europeo. Ejemplares asediados, en situaci¨®n cr¨ªtica, dignos de protecci¨®n. Si no tiene o solo se ve en el labio inferior, es un ejemplar de vis¨®n americano, el asediante, objeto de erradicaci¨®n en la pen¨ªnsula ib¨¦rica.
Este ¨²ltimo puede vivir en cuerpos de agua m¨¢s grandes y no solo en r¨ªos peque?os y medianos. Adem¨¢s, es m¨¢s corpulento que el primero, se reproduce m¨¢s r¨¢pido y tiene camadas mayores (de cuatro a ocho ejemplares, por entre tres y cuatro del europeo). Todas estas caracter¨ªsticas han permitido al vis¨®n americano escapado de las granjas de cr¨ªa asilvestrarse y expandirse, colonizar espacios y desplazar a los ejemplares europeos. Es la principal amenaza de esta especie, seg¨²n explica por correo electr¨®nico Laura Capdevila, coordinadora del Grupo Especialista en Invasiones Biol¨®gicas.
No la ¨²nica, adem¨¢s. A esta especie de must¨¦lido las amenazas le cercan por todos los frentes. Por fuera, la destrucci¨®n de sus h¨¢bitats al canalizar sus r¨ªos o las batidas de limpieza de las riberas. Por dentro, es dif¨ªcil combatir la escasa variabilidad gen¨¦tica de los supervivientes. Encima, la enfermedad aleutiana del vis¨®n, infecciosa, acaba con las defensas inmunitarias de aquellos ejemplares que portan un determinado gen, caus¨¢ndoles incluso la muerte, afirma el Ministerio de Medio Ambiente.
Parece dif¨ªcil dejar de limpiar los r¨ªos o introducir nuevas variaciones gen¨¦ticas. Los ¨²ltimos datos publicados por la Junta de Castilla y Le¨®n los cifran en unos 500 ejemplares repartidos principalmente por la cuenca del Ebro de Burgos a Navarra, aunque no es f¨¢cil precisar el n¨²mero exacto, pero s¨ª su situaci¨®n cr¨ªtica. Capdevila se pregunta si, aun con todos los esfuerzos, ser¨¢ suficiente para reforzar la poblaci¨®n espa?ola del vis¨®n europeo, que tambi¨¦n se encuentra en zonas repartidas entre Rusia y Francia, en situaciones m¨¢s o menos amenazadas.
La cr¨ªa en cautividad que se lleva a cabo es esencial para aumentar el n¨²mero de ejemplares de esta especie. Capdevila aboga por aumentar los esfuerzos en expulsar a los ejemplares americanos de toda la pen¨ªnsula ib¨¦rica. De los lugares donde hay poblaciones, como por ejemplo en Le¨®n, acaban llegando a colonizar los territorios de los europeos, y vuelta a empezar.
Del vis¨®n europeo no existen registros hist¨®ricos, recogi¨¦ndose los primeros avistamientos en el Pa¨ªs Vasco hace no m¨¢s de 50 a?os, seg¨²n la Junta de Castilla y Le¨®n. Se cree que al cruce de los Pirineos por ejemplares franceses se debe su presencia en Espa?a.
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