Por qu¨¦ nos tiene saturados el fen¨®meno de los 'influencer'
El talent show de Sara Carbonero 'Quiero Ser' acaba de renovar para una segunda temporada pero sus malas cr¨ªticas dejan una cosa clara: los propagandistas de Instagram (y de la moda) puede que tengan sus d¨ªas contados...
El verano de los influencers. Perd¨®n, the influencers' summer, que ahora hay que decirlo todo en ingl¨¦s. El must have, el personal shopper y la trendy madre que los pari¨®. Como si de un mal sue?o se tratase, de una de esas siestas debajo de la sombrilla tras haberse metido entre pecho y espalda una paella regada con sangr¨ªa, el verano se nos llen¨® de eruditos del trapo, de iluminados de la tecnolog¨ªa, de prestidigitadores de las redes sociales. Se hacen llamar influencers y presumen de crear escuela, de movilizar a las masas, de alzar al pueblo contra el aburguesamiento del estilismo. Levantan el pu?o y te conquistan un Zara. Son los Marx de low cost. Los Che Guevara de las tendencias. Pero con boina francesa. O un borsalino de paja, que hace mucho calor.
Pero, ?qu¨¦ demonios es un influencer? Ay, almas de c¨¢ntaro, eso es lo que muchos llevamos a?os pregunt¨¢ndonos. Gracias al estreno de programas como Quiero ser, el talent show de moda que conduce Sara Carbonero, el gran p¨²blico ¡ªo bueno, igual no tanto, a tenor de las pobres audiencias que obligaron a Telecinco a relegarlo a Divinity¡ª se ha acercado a un fen¨®meno que nos tiene saturaditos vivos. ?Qu¨¦ cruz de modernidad! Un influencer no es m¨¢s que ese aficionado a la moda ¡ªv¨¦ase, comprar ropa y pon¨¦rsela¡ªque vive de acumular seguidores en redes sociales gracias a su habilidad innata para combinar prendas y, fundamentalmente, salir guapo en las fotos. El arte de morderse los carrillos. Zoolanders de la vida que se abrieron un blog cuando comenzaron a despuntar y ahora ejercen de reyes del cotarro.
El fen¨®meno influencer no ha servido m¨¢s que para crear monstruos
Pero, #ojocuidado, lo que no parece m¨¢s que un pasatiempo cualquiera es una forma de subsistencia m¨¢s que beneficiosa. En cuanto uno se cuelga la etiqueta de influencer ¡ªno les llamen blogueros, que ya no les gusta¡ª, las marcas se vuelven locas a enviarte regalos y muestras promocionales. Y t¨², claro, henchido de alegr¨ªa, corres a compartirlos en tus redes sociales, alabando sus beneficios y animando a tus miles de seguidores a que hagan lo mismo. ?Y todo por tu cara bonita! Bueno, y por una sustanciosa cantidad de dinero si el n¨²mero de followers lo permite ¡ªa m¨¢s Ks, m¨¢s euros¡ª. ?O acaso pensaban que ese machaque medi¨¢tico al que nos someten desde sus perfiles es por pura devoci¨®n, pura entrega desinteresada a las caricias del capitalismo?
Tal es el volumen de product placement ¡ªvamos, de publicidad encubierta de toda la vida¡ª que incluso el gobierno estadounidense ha decidido meter mano en el asunto. La Comisi¨®n Federal de Competencia ha anunciado que va a exigir a los influencers que identifiquen con claridad aquellos posts patrocinados por marcas. Y no servir¨¢ colar los hashtags #ad o #sponsored en una nube de treinta y cinco etiquetas al final de cada imagen en Instagram. El negocio se tambalea. ?D¨®nde queda ahora esa espontaneidad, ese descaro natural, esa conexi¨®n con el pueblo llano que prometen los reyes del selfie? El seductor cupcake de la moda parece cada vez m¨¢s una mera magdalena demasiado maquillada. Y a ver qui¨¦n se la traga sin unos Louboutin de regalo. O un buen bolso Birkin, que tampoco hay que hacerle ascos.
Lejos de transmitir el funcionamiento real de la industria de la moda, el fen¨®meno influencer no ha servido m¨¢s que para crear monstruos. Hemos hecho creer a toda una generaci¨®n que no hace falta hacer nada para triunfar en la vida. Basta con ponerse unos trapitos, hacerse cuatro fotos y subirlas a Instagram. Vivir el sue?o millennial. Y lo peor es que tienen raz¨®n. Ahora, hasta mi dilecta madre sabe lo que es una it girl. Temo el d¨ªa que descubra Instagram stories ¡ªlo de Snapchat lo dejo por imposible¡ª y me llene el timeline de v¨ªdeos poniendo morritos. "?T¨² sabes qu¨¦ es eso del contouring?", me pregunta. Y, claro, a m¨ª se me cae el alma a los pies. No te lo perdonar¨¦ jam¨¢s, Paula Echevarr¨ªa. Jam¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.