La resurrecci¨®n de Cela
Las palabras del Nobel sobre Espa?a suenan a sabios consejos en la situaci¨®n actual
Ya lo dijo el propio Nobel, ¡°en Espa?a quien resiste gana¡±. Hoy esta frase, que Camilo Jos¨¦ Cela pronunci¨® delante del entonces Pr¨ªncipe Felipe cuando ¨¦ste le entreg¨® el premio Pr¨ªncipe de Asturias en 1987, bien podr¨ªa ser la m¨¢xima de cualquiera de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos. Quiz¨¢s por ello, Don Felipe, hoy ya Rey, inaugur¨® esta semana el homenaje del centenario del autor a?orando cu¨¢nto disfrutar¨ªamos en nuestros d¨ªas de su fino an¨¢lisis de la realidad.
Cela muri¨® en el a?o 2002 y desde entonces el legado del escritor nacido en Iria Flavia (del que se convertir¨ªa en Marqu¨¦s), fue motivo de diversos litigios. Un tiempo en el que sus pol¨¦micas pasaron de la provocaci¨®n intelectual a la flacidez del papel cuch¨¦. Desde entonces, la memoria de Don Camilo parec¨ªa vagar en el polvo del pasado, lejos de la arrogancia y el esc¨¢ndalo que merec¨ªa su personaje. Pero gracias a su hijo, hijo coraje de un padre compartido con la literatura universal, Cela resucita en el a?o de su nacimiento. ¡°A los padres, a los alcaldes, a los reyes, se les honra con el recuerdo; a los escritores, no basta, hay que seguir ley¨¦ndolos¡±, dijo en su intervenci¨®n Cela Conde. Daba as¨ª inicio al centenario, al homenaje, a la exposici¨®n del Instituto Cervantes, a la creaci¨®n del museo en Palma, a las ediciones especiales de sus obras, al centro para la investigaci¨®n de toda su obra en la Universidad de California, pero sobre todo, a su resurrecci¨®n.
El pr¨®ximo 19 de octubre, d¨ªa de la concesi¨®n del Nobel (uno de los seis concedidos por la Academia a espa?oles) se publicar¨¢ una edici¨®n completa de La Colmena. Obra prohibida en la Espa?a franquista y censurada por su contenido sexual, cuando el sexo en los lectores espa?oles no era sombras sino visillos. Una historia caleidosc¨®pica de personajes que transitan en la asfixia de los sue?os de la postguerra. Y ahora en su resurrecci¨®n Cela nos ofrece pasajes de alto contenido sexual, entre ellos, escenas de lesbianismo que no estaban en la edici¨®n de 1951. Vuelve la provocaci¨®n, aunque seguro ingenua para nuevos lectores adocenados en la er¨®tica del Tinder. Pero sin duda, vale la pena como testimonio de lo que el escritor se censur¨® a s¨ª mismo. ?Fue por prudencia? ?Lo hizo acaso por pudor? ?O por la soberbia, ay pecado, de no ser el censor censurado? Cela ocup¨® un cargo de censor en el franquismo entre 1941 y 1945. Leyendo sin embargo su obra, quiz¨¢s deba entenderse esa etapa en el marco de la supervivencia. ?l mismo lo justificaba diciendo ¡°yo me met¨ª ah¨ª para comer, claro para poder tener un m¨ªnimo sueldo, unas 250 o 300 pesetas, y descubr¨ª que la gente que trabajaba en mi oficina lo que quer¨ªa era censurar los peri¨®dicos pol¨ªticos. Eso era un error tremendo, porque hab¨ªa que implicarse, y desde luego yo no quer¨ªa implicarme en absoluto¡±. Y qui¨¦n puede juzgar a nadie cuando el tiempo nos hace libres del peso del presente.
Su centenario va a poner a Camilo Jos¨¦ Cela ante el espejo, en el recuerdo de su figura literaria. Sin embargo, a pesar de la inmortalidad de su prol¨ªfica obra, como todo genio terrenal, su muerte nos ha arrebatado la posibilidad de escucharlo cuando quiz¨¢s m¨¢s se necesitaba su pasi¨®n por las palabras. En aquel discurso ante el joven Pr¨ªncipe Felipe pronunci¨®: ¡°Este es el paisaje en que la representaci¨®n de vuestros pasos hist¨®ricos ha de tener lugar y ha de acontecer por rigurosa ley de fatalidad: se llama Espa?a y no tenemos otro ni tampoco podemos ni queremos cambiarlo por ning¨²n otro. Nuestro naipe est¨¢ sobre la mesa y con ¨¦l hemos de jugar la partida en la que nos va el presente y el futuro. De nuestra sabidur¨ªa y prudencia depender¨¢ el resultado y el llanto o la alegr¨ªa¡±. Son frases que ayer parec¨ªan consejos. Hoy, tal vez, debamos leerlas como presagios, como advertencias. Entonces Espa?a iniciaba en la reconciliaci¨®n su andadura hacia la democracia. Un pa¨ªs que reclamaba su derecho al futuro. En la actualidad, los espa?oles asistimos a una partida que parece no querer ser jugada. De ella depende abocarnos a una decepci¨®n nacional o a que la pol¨ªtica, en el sentido del prop¨®sito generoso de su existencia, dignifique las aspiraciones de futuro de toda la sociedad espa?ola. Aunque Gil de Biedma nos gui?e ir¨®nico su ¡°de todas las historias de la Historia. La m¨¢s triste sin duda es la de Espa?a. Porque termina mal¡±.
Andrea Levy Soler es vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular.
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