Colombia: votar la paz o vomitar la guerra
Esta semana nos acercamos a Colombia, cuya ciudadan¨ªa afronta el domingo 2 de octubre un plebiscito hist¨®rico para refrendar los acuerdos de paz realizados en el pa¨ªs. Hoy escribeLula G¨®mez, periodista que ha vivido y trabajado durante a?os en Colombia y realizado el documental 'Mujeres al frente. La ley de las m¨¢s nobles', sobre el sufrimiento y liderazgo de las mujeres en el pa¨ªs.
La objetividad no existe; pero s¨ª la honestidad. Quiz¨¢s por eso me resulte tan dif¨ªcil dar con motivos para decir ¡°no¡± a la paz en este momento de la historia de Colombia. Subjetivamente no encuentro motivos para decir que contin¨²e la guerra; honestamente y a conciencia, tampoco. En este sentido, me gusta c¨®mo en Colombia, ante el plebiscito al que se enfrentan el pr¨®ximo 2 de octubre, los partidarios de acabar con la sangr¨ªa que ha habitado en su pa¨ªs los ¨²ltimos 52 a?os hablan de ¡°Ganar la paz¡±, que no la guerra, que no lleva a ning¨²n sentido.
Qu¨¦ interesante uso de las palabras para llegar a la conciliaci¨®n. Porque en Colombia la guerra duele hasta en el l¨¦xico y tras tanto odio hace falta ser valiente para no querer ganar la guerra. Todo lo contrario, ellos quieren apostarle a que triunfe la armon¨ªa. Porque los generales de uno y otro bando (fuerzas armadas e insurgentes) han visto que ganar guerras es improductivo, y que lo que importa es la paz. Votar s¨ª es decir basta al conflicto, a las armas, a la violencia, a las venganzas, a la espiral de odio que provocan las muertes, al dolor de las desapariciones, a las miles de violaciones como arma b¨¦lica¡ y a una interminable retah¨ªla de atropellos sin nombre.
Me resulta casi ingenuo y antinatural pensar en motivos para votar ¡°no¡± a la paz. No me cabe en la cabeza: es una cuesti¨®n de tripas. Quiz¨¢s porque resuenan en mi cabeza las muchas voces de qui¨¦nes han sufrido el terror de ese exterminio constante de vidas. Un ¡°no¡± en las urnas ser¨ªa decirle al mundo que es posible ¡°normalizar¡± la guerra y seguir desayunando cifras de muertos, secuestrados y desaparecidos como si fueran los vaivenes de la Bolsa.
Digo que solo es posible el ¡°s¨ª¡± porque pienso en la fiesta, es decir, la vida que supone que desde el pasado 19 de agosto se hayan cumplido 403 d¨ªas sin emboscadas de la guerrilla a las fuerzas armadas; 610 d¨ªas sin que retenes ilegales detuviesen a quienes circulan por sus carreteras; 1.264 d¨ªas sin tomas de poblaciones por parte de los insurgentes y 236 d¨ªas sin secuestros atribuidos a los subversivos. Y s¨ª, es cierto, no va a ser f¨¢cil la convivencia de unos y otros y aqu¨ª tomo las palabras del presidente Santos cuando afirmaba que ¡°una justicia perfecta no permite la paz¡±. Pero la paz es decir que los d¨ªas de contar horrores han quedado atr¨¢s. La paz es respirar.
Contin¨²o buscando argumentos en contra, pero no me salen. Me retumban las voces de los campesinos que celebran estos d¨ªas que sus r¨ªos dejen de bajar te?idos de rojo. No dejo de imaginar el goce de las madres que bailan y cantan porque ya no volver¨¢n a temer que sus hijas sean madres a la fuerza, violadas por sus vecinos, que hambrientos tomaban las armas como una soluci¨®n. Quienes se empe?an en seguir con la in¨²til batalla entre Gobierno y guerrilla quiz¨¢s no sean conscientes de que los muertos en esa guerra (como en todas) los han puesto los pobres, que no dudan en el s¨ª.
Porque el s¨ª a la paz tambi¨¦n significa mayor inversi¨®n en salud y educaci¨®n, apostarle a las ideas y al debate lejos de las balas. ¡°Yo no necesito que nadie me traiga la paz. La estoy viviendo ya. Anoche sal¨ª y un polic¨ªa me salud¨® desde la base. Anoche ese hombre no ten¨ªa que matar otra cosa m¨¢s all¨¢ que su tiempo. Y eso aqu¨ª hace unos meses era impensable. Anoche pude acostarme tranquila¡±, afirmaba Rosa Aydee Guerrero, vecina de Orula del Tigre, un rinc¨®n remoto del Putumayo, en unas declaraciones que por su objetividad (ella s¨ª narra hechos) se han hecho virales.
Termino estas l¨ªneas con una contundente frase de la escritora Svetlana Alexi¨¦vich. Ella dice: ¡°No estar¨ªa mal escribir un libro sobre la guerra que provocara n¨¢useas, que lograra que la sola idea de la guerra diera asco. Que pareciera de locos. Que hiciera vomitar a los generales¡±.
No estar¨ªa mal que pareciese de locos volver a pensar que un conflicto armado no se resuelve en 52 a?os de muertos. No estar¨ªa mal que el solo concepto de m¨¢s violencia en Colombia haga vomitar a los dirigentes que no quieren la paz.
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