¡°El colonialismo no es solo europeo¡±
El especialista espa?ol en derechos ind¨ªgenas habla claro sobre las injusticias que a¨²n atenazan a los pueblos originarios del mundo
De pronto, al acordarse de un episodio que vivi¨® en Bolivia, hacia 1994, Bartolom¨¦ Clavero, el jurista e historiador madrile?o que ha dedicado gran parte de su vida a explorar los derechos de los pueblos ind¨ªgenas, entra en un estado de serena pero memoriosa indignaci¨®n. ¡°Ten¨ªa una secretaria ¨Ccuenta¨C que era eficient¨ªsima, en una universidad, y un d¨ªa me llam¨® un representante de una agencia de Naciones Unidas para pedirme que le mande una m¨¢s presentable¡±.
El asunto era, claro, que la joven iba a trabajar con la pollera t¨ªpica boliviana. Seg¨²n relata Clavero, hab¨ªa nacido fuera de La Paz, ten¨ªa una cultura dom¨¦stica, "digamos rural", y nunca se hab¨ªa planteado modificar su imagen. En el mundo post colonial en que vivimos, sin embargo, esa presencia todav¨ªa es considerada algo hereje. O por lo menos inc¨®moda. Acaso ¨Cporque como dice este profesor invitado a Lima por el Instituto Internacional de Derecho y Sociedad¨C el colonialismo casi ha pasado, pero la colonialidad persiste.
En otras palabras, los tiempos de los grandes imperios coloniales, que ocupaban territorios y los gobernaban sin rubor, concluyeron. Pero con eso no acabaron los problemas, especialmente respecto de los pueblos originarios en todo el orbe. ¡°La colonialidad ¨Csostiene el autor del libro ¡®?Hay genocidios cotidianos? Y otras perplejidades de Am¨¦rica Ind¨ªgena¡¯¨C es una relaci¨®n de dependencia, de subordinaci¨®n, de desigualdad, entre Estados y la ciudadan¨ªa de esos estados¡±.
Y contin¨²a respir¨¢ndose en el mundo. Hay un ¡°colonialismo interno¡±, que se ve en pa¨ªses como M¨¦xico, Guatemala, Per¨². E incluso en Bolivia y Ecuador, donde se han producido avances notables en sus Constituciones nacionales y en su pr¨¢ctica social, que es en realidad lo m¨¢s importante. ¡°En los cincuenta ¨Crecuerda Clavero volviendo a sus memorias bolivianas¨C los ind¨ªgenas ni siquiera pod¨ªan entrar a La Paz, hasta ten¨ªan que tener un pasaporte que indicara que iban al trabajo dom¨¦stico. Hoy ya no es que en Bolivia eso no se ve, es que es simplemente un delito¡±.
La colonialidad es una relaci¨®n de dependencia, de subordinaci¨®n, de desigualdad, entre Estados y la ciudadan¨ªa de esos estados
A¨²n as¨ª, la sombra de segregaci¨®n que persigue a los ind¨ªgenas no se ha esfumado. Las propias leyes bolivianas y ecuatorianas, al declarar que existe un derecho a la identidad ind¨ªgena, reconocen que ¡°hay una descolonizaci¨®n pendiente¡±, como se?ala este investigador. Un bache adicional proviene del auge de las industrias extractivas, que se han expandido no solo por Am¨¦rica Latina, sino, adem¨¢s, por buena parte del mundo donde hay territorios ind¨ªgenas.
¡°Esto no ocurr¨ªa hace 10 a?os, es un fen¨®meno del siglo XXI, no del siglo XX. Entre otras razones por el poder que tienen estas industrias, en las instancias nacionales e internacionales¡±. Cuando se observa la profusa cantidad de conflictos sociales, o m¨¢s puntualmente socioambientales que hay en la regi¨®n (en Per¨², concretamente, son abundantes), parece confirmarse esta apreciaci¨®n. Casi no hay pa¨ªs donde este tipo de conflictos no broten.
Clavero lo sabe de ahora y de antes. Su repertorio de experiencias de campo aleccionadoras, en territorios ind¨ªgenas es vasto. En 1994, por ejemplo, fue miembro de la Misi¨®n de la Observaci¨®n Electoral de la Uni¨®n Europea (UE) en Guatemala. A diferencia de sus compa?eros, no pidi¨® ir a una zona tranquila, o incluso tur¨ªstica, sino a la comunidad m¨¢s alejada. All¨ª donde incluso podr¨ªa ser peligroso ir. En concreto: al territorio de los ind¨ªgenas de la etnia Chuj.
Ten¨ªan fama de intratables e incluso hab¨ªan amenazado de muerte a quienes se acercaran a cortar madera en los lugares donde ellos habitaban. Pero no se trataba de un mal car¨¢cter gen¨¦tico, por supuesto. ¡°El bosque, todo el bosque y no solo la madera ¨Crelata Clavero¨C, hab¨ªa sido talado por el ej¨¦rcito para impedir el paso de la guerrilla guatemalteca hacia Chiapas¡±. Era esperable, por tanto que reaccionaran de ese modo, que se negaran incluso a recibir apoyo de la UE.
Tambi¨¦n estuvo con los miembros del pueblo Ayoreo, un grupo ind¨ªgena que vive en el Gran Chaco, una zona enclavada entre Bolivia y Paraguay, de dif¨ªcil acceso, agreste como ella sola, no muy apta para la agricultura. Estando all¨¢ hizo una constataci¨®n antropol¨®gica muy sugerente: este pueblo tiene una parte en aislamiento voluntario y otra en contacto inicial. Los primeros se comunican con el mundo de afuera a trav¨¦s de los segundos, sin intermediarios.
El PNUD es una instancia que dirige las agencias de ONU en los Estados y responde claramente a intereses empresariales
Es decir que no hay acceso al territorio ayoreo en aislamiento de los que no son ayoreos. ¡°Todo eso te destroza los esquemas ¨Cexplica Clavero¨C y entonces te preguntas: ¡®Necesito tener m¨¢s relaci¨®n con este mundo para pensar, escribir, m¨ªnimamente con cierto sentido sobre ello¡¯. Hay compa?eros que no tienen conciencia ni de que los ind¨ªgenas existen¡±. Esas incursiones en el campo lo marcaron profundamente, tanto como lo acad¨¦mico, y nunca m¨¢s las olvid¨®.
Las misiones de Naciones Unidas en las que trabaj¨® sumaron asimismo a su itinerario vital y profesional. Con todo, no es acr¨ªtico con esta organizaci¨®n que lo acogi¨® y con la que a¨²n mantiene v¨ªnculos. ¡°El PNUD es una instancia que dirige las agencias de ONU en los Estados y responde claramente a intereses empresariales. Las normas de la ONU no responden a intereses empresariales, ni mucho menos, pero hay esa doble valencia¡±.
La Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), que no pertenece a la ONU, tambi¨¦n tiene de acuerdo a su punto de vista una conexi¨®n con los intereses privados, aun cuando haya incorporado el discurso de protecci¨®n a los ind¨ªgenas. El mundo contempor¨¢neo, a sus ojos, no parece estar hecho para que el reconocimiento de los ind¨ªgenas sea real, tangible. Se trata de una lucha, en la que hay logros, pero que tiene numerosos asuntos pendientes en el tintero global.
Uno de ellos, fundamental, es el de la sabidur¨ªa acumulada, ese conocimiento que los pueblos originarios han acumulado para manejar los ecosistemas, el agua, las plantas consideradas medicinales. ¡°Eso es ciencia, pero no de laboratorio, es ciencia emp¨ªrica¡±, dice Clavero. Ha sido reconocida, solo que parcialmente, como resulta demostrable cuando se ausculta algunos documentos del Derecho Internacional, entre ellos el Convenio de Diversidad Biol¨®gica.
En el pre¨¢mbulo se declara que los pueblos ind¨ªgenas han conservado una diversidad que se consideraba perdida para la Humanidad. ¡°Ok, la medalla y qu¨¦ m¨¢s¡±, dice con cierta indignaci¨®n el jurista. A continuaci¨®n, se afirma que se les va a ¡°permitir¡± participar en las decisiones para el aprovechamiento de esos recursos. En suma, que ellos no decidir¨¢n completamente, sino los Estados, algo que para Clavero suena, digamos, colonial.
Hemos estado viviendo en un mundo de ficci¨®n, en un mundo de Estados que controlaban la geograf¨ªa terrestre, con fronteras comunes. Eso es falso
O al menos paternalista. Para ¨¦l, la ruta es que los ind¨ªgenas puedan acceder, realmente, a la libre determinaci¨®n, y que esto no se evada con recovecos legales, o que se ignore por el desconocimiento del resto de la poblaci¨®n. Una vena que evidencia lo poco que conocemos este mundo es, justamente, la existencia de ind¨ªgenas en aislamiento voluntario, que en Am¨¦rica del Sur se agrupan en por lo menos cien pueblos o segmentos de ellos.
¡°Hemos estado viviendo en un mundo de ficci¨®n, en un mundo de Estados que controlaban la geograf¨ªa terrestre ¨Csentencia Clavero¨C, con fronteras comunes. Eso es falso. Y en las Am¨¦ricas es fals¨ªsimo. Sigue habiendo territorios que el Estado no domina. Los Estados son soberanos sobre todo en su territorio, pero hoy se acepta que los pueblos en aislamiento voluntario tienen derecho a mantenerse en aislamiento y a decidir sobre sus recursos. Entonces, son soberanos¡±
?Hay alg¨²n pa¨ªs que ha logrado el punto de equilibrio entre el Estado moderno y la libre determinaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas? No, seg¨²n Clavero, no lo hay, pero ese es el reto. Ecuador y Bolivia han marcado un hito. Los nepal¨ªes acudieron al gobierno boliviano para buscar consejo sobre c¨®mo crear un estado plurinacional, pero a¨²n as¨ª ha habido problemas, verbigracia cuando Evo Morales quiso crear una carretera que atravesar¨ªa el Territorio Ind¨ªgena y Parque Nacional Isiboro-Secur¨¦ (TIPNIS). El proyecto fue suspendido por las protestas.
Canad¨¢ es un ejemplo interesante. Pero aunque tiene una Constituci¨®n que reconoce los derechos ind¨ªgenas, en sus provincias a veces tiene pol¨ªticas menos avanzadas. Los inuit, sin embargo, tienen autonom¨ªa respecto a Dinamarca, algo antes impensable seg¨²n Clavero. Son avances significativos, que no neutralizan la realidad clamorosa de que a¨²n hoy, en todo el mundo, ser mujer e ind¨ªgena es la mejor garant¨ªa para estar entre los m¨¢s pobres de los pobres.
Y hasta subsisten genocidios cotidianos, en palabras de Clavero. Un ejemplo, claro y penosamente vigente a pesar de los ¨²ltimos acontecimientos es el de Colombia. Por la guerra interna, ahora con posibilidades de amenguarse, y por las pol¨ªticas p¨²blicas que dan ventaja a las industrias extractivas, se dispararon el desplazamiento y la miseria, y se puso en riesgo incluso a pueblos enteros, como los Aw¨¢. La colonialidad, en suma, sigue actuando sin descanso.
¡ª?Puede cambiar todo esto?
¡ªHay condiciones que no exist¨ªan no hace tantos a?os. Eso da un poco de optimismo, aunque hay situaciones que no van en un sentido claro. Se superan unas discriminaciones y quedan otras. Pero esto va a cambiar, lo s¨¦, tiene que cambiar. Tiene que cambiar mucho m¨¢s, en la l¨ªnea de los cambios que se est¨¢n dando en el mundo¡
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.